Colom­bia. Entre­vis­ta a Ley­ner Pala­cios, comi­sio­na­do de la Comi­sión para el Escla­re­ci­mien­to de la Verdad

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 4 de diciem­bre de 2020.

El comi­sio­na­do Ley­ner Pala­cios recien­te­men­te ele­gi­do para el car­go por la Comi­sión para el Escla­re­ci­mien­to de la Ver­dad –CEV‑, habló en exclu­si­va para Con­ta­gio Radio sobre su nom­bra­mien­to, el reco­no­ci­mien­to que se le hizo como “Defen­sor del año”, la reali­dad de los líderes(as) y defensores(as) de dere­chos huma­nos en el país y los retos de la Comi­sión de la Verdad. 

Ade­más de su car­go como comi­sio­na­do, Ley­ner ha sido un con­sa­gra­do defen­sor de dere­chos huma­nos, víc­ti­ma de la masa­cre de Boja­yá en el año 2002 hoy repre­sen­ta al colec­ti­vo de víc­ti­mas de dicho ata­que. Adi­cio­nal­men­te ha tra­ba­ja­do direc­ta­men­te con las comu­ni­da­des afro­des­cen­dien­tes víc­ti­mas del con­flic­to en el depar­ta­men­to del Cho­có des­de su tra­ba­jo con la Pas­to­ral Social y la Comi­sión Inter­ét­ni­ca por la ver­dad del Pacífico. 

-¿Qué sig­ni­fi­ca reci­bir el pre­mio como Defen­sor del Año en la IX edi­ción del Pre­mio Nacio­nal de Dere­chos Huma­nos en Colom­bia 2020?

-Es una ale­gría com­par­tir con uste­des este momen­to. Este pre­mio es un reco­no­ci­mien­to para la socie­dad colom­bia­na y las comu­ni­da­des; el cual tam­bién dedi­co a los líde­res y lide­re­sas que siguen defen­dien­do la vida. Este pre­mio nos lla­ma a hacer memo­ria de cuán­tos líde­res han sido ase­si­na­dos y ame­na­za­dos des­pués de la fir­ma del Acuer­do de Paz.

-Usted y su equi­po de pro­tec­ción han sido víc­ti­mas de ata­ques a su segu­ri­dad, de hecho uno de sus escol­tas fue ase­si­na­do. ¿Cómo ha sido este perio­do de cua­ren­te­na que ini­ció con esa situa­ción crí­ti­ca para su segu­ri­dad y siguió hacia el nom­bra­mien­to como comi­sio­na­do de la Verdad?

-Este 2020 ha sido un año bas­tan­te com­pli­ca­do para mí. El 3 de diciem­bre del año pasa­do reci­bí ame­na­zas para aban­do­nar mi terri­to­rio, eso me lle­vó a radi­car­me en Cali y allí per­dí a uno de mis escol­tas. Fue muy difí­cil supe­rar esa inti­mi­da­ción, no podía dor­mir, tenía que tras­la­dar­me cons­tan­te­men­te de un lugar a otro, escon­di­do como si fue­ra un delin­cuen­te. Yo he sido un defen­sor de dere­chos huma­nos de cara al país, la ciu­da­da­nía me cono­ce abier­to y sin­ce­ro. Por eso me sen­tía muy mal estan­do en esas afugias.

No obs­tan­te, en medio de todo eso, siem­pre reci­bí mucho apo­yo y soli­da­ri­dad. Creo que para que yo esté vivo inter­vi­nie­ron dos cosas: Pri­me­ro mi dio­si­to, que nos pro­te­gió; las ora­cio­nes de las comu­ni­da­des y los rezos ances­tra­les. Segun­do, la mis­ma ciu­da­da­nía; es impre­sio­nan­te cómo Colom­bia se movi­li­zó y se preo­cu­pó por mi situa­ción de segu­ri­dad, ejer­cien­do pre­sión a las auto­ri­da­des para que no me deja­ran matar. Yo valo­ro mucho esa pro­tec­ción colec­ti­va que ejer­ció la ciu­da­da­nía colom­bia­na, estoy muy agra­de­ci­do por eso, mi vida hoy es posi­ble por esa gran pre­sión y esa movilización.

Muchos colom­bia­nos que­re­mos la paz, la recon­ci­lia­ción y la ver­dad, y en ese sen­ti­do nos iden­ti­fi­ca­mos y por eso es tan impor­tan­te esa labor de defen­sa y pro­tec­ción que muchos y muchas han ejer­ci­do en mi caso.

-¿Cómo se tra­du­ce esa soli­da­ri­dad ciu­da­da­na, que usted des­ta­ca, en el avan­ce de los pro­ce­sos comu­ni­ta­rios par­ti­cu­lar­men­te en el caso de Boja­yá y los pro­ce­sos que lide­ra la Comi­sión Inter­ét­ni­ca del Pacifico?

-Cuan­do yo salí de Boja­yá por las ame­na­zas, expe­ri­men­té el nivel de mie­do que viven los líde­res; hoy en Boja­yá nadie se atre­ve a denun­ciar lo que allí está pasan­do. Boja­yá hoy está peor que en el 2002, exis­te una avan­za­da para­mi­li­tar muy fuer­te en ese terri­to­rio, una coop­ta­ción y un con­trol sobre la pobla­ción civil tre­men­da­men­te gra­ve e inclu­so ame­na­zas a defen­so­res y líde­res de la igle­sia lo cual nun­ca antes había ocu­rri­do. Ocu­rren inti­mi­da­cio­nes a orga­nis­mos de con­trol y a orga­nis­mos inter­na­cio­na­les y eso está pasan­do a lo lar­go y ancho del Río Atra­to, lo cual es muy tris­te por­que he sen­ti­do que el pro­ce­so orga­ni­za­ti­vo se ha debilitado.

Actual­men­te las orga­ni­za­cio­nes de esta región están más silen­cia­das y es evi­den­te que han dis­mi­nui­do las denun­cias por vul­ne­ra­cio­nes a los dere­chos huma­nos, no por­que no estén ocu­rrien­do, sino por­que hay un silen­cia­mien­to a la labor de los defen­so­res. Los líde­res de allá, muchos de ellos jóve­nes, me dicen que no quie­ren denun­ciar por mie­do a que les pase lo mis­mo que a mí.

Aun­que mi sali­da tam­bién me per­mi­tió estar en otros terri­to­rios del Pací­fi­co y con­ti­nuar el tra­ba­jo orga­ni­za­ti­vo ya des­de un nivel regio­nal; ahí cons­ti­tui­mos la Comi­sión Inter­ét­ni­ca por la Ver­dad del Pací­fi­co y avan­za­mos en la con­so­li­da­ción de una pro­pues­ta meto­do­ló­gi­ca de inves­ti­ga­ción para escla­re­cer lo ocu­rri­do en el con­flic­to arma­do des­de la pers­pec­ti­va del daño al terri­to­rio. Esta meto­do­lo­gía per­mi­ti­rá evi­den­ciar al país que estas comu­ni­da­des del Pací­fi­co, no solo han sido víc­ti­mas del con­flic­to, sino que han sido some­ti­das a una espe­cie de geno­ci­dio, espe­cial­men­te las comu­ni­da­des afro­des­cen­dien­tes e indígenas.

La Comi­sión Inter­ét­ni­ca sur­gió como una pro­pues­ta de la socie­dad civil en la que se con­gre­gan más de 35 orga­ni­za­cio­nes como pla­ta­for­ma don­de con­ver­gen obje­ti­vos dis­tin­tos pero con un obje­ti­vo común, la cual ha sido rodea­da por la Comu­ni­dad Internacional.

Por otro lado, está mi lle­ga­da a la Comi­sión de la Ver­dad, los desa­fíos que hay para cons­truir ver­dad en Colom­bia son bas­tan­te gran­des. No nos diga­mos men­ti­ras, es muy difí­cil cons­truir ver­dad en los terri­to­rios étni­cos don­de el con­flic­to arma­do se ha exa­cer­ba­do de mane­ra terri­ble, en don­de la pan­de­mia ha teni­do unos impac­tos muy gran­des, don­de exis­ten desa­fíos de movi­li­dad y acer­ca­mien­to a las comu­ni­da­des por­que no se pue­de lle­gar de mane­ra vir­tual, pues estos terri­to­rios no cuen­tan con Inter­net por ende se difi­cul­ta esta­ble­cer ese con­tac­to con las víctimas.

Pese a esto la CEV ha hecho gran­des esfuer­zos, se han escu­cha­do alre­de­dor de 12.000 tes­ti­mo­nios, lo que, dado el con­tex­to en el que se ha tra­ba­ja­do ha sido una gran apues­ta, sobre­to­do por la rique­za de esos tes­ti­mo­nios en los que se encuen­tran las voces de los res­pon­sa­bles, de las víc­ti­mas y tam­bién de empresarios.

A futu­ro la Comi­sión pre­ten­de esta­ble­cer un rela­to que escla­rez­ca el con­flic­to arma­do, pero lo más impor­tan­te, un rela­to que per­mi­ta la recon­ci­lia­ción, pues una ver­dad que ter­mi­ne por pola­ri­zar y desan­grar más el país no tie­ne sen­ti­do. Eso no quie­re decir que se van a escon­der ver­da­des, la ver­dad ten­drá que aflo­rar pero el desa­fío es que aflo­re para reconciliar.

-¿Cómo hacer que un infor­me que reco­ge­rá ver­da­des que segu­ra­men­te van a levan­tar ampo­llas no se con­vier­ta en un foco de odios y polarización?

-Como Comi­sión de la Ver­dad, no pode­mos enga­ñar al país. Noso­tros veni­mos vivien­do una vio­len­cia por más de 54 años, una vio­len­cia cícli­ca que tie­ne unos patro­nes que se repi­ten en la his­to­ria de dicha violencia.

Si no toca­mos esos patro­nes de per­sis­ten­cia del con­flic­to arma­do vamos a con­de­nar al país a que repi­ta­mos un mode­lo de vio­len­cia y a que viva­mos un nue­vo ciclo. Por eso, ahí está el desa­fío de tocar esos patro­nes para lograr trans­for­mar­los. En ese sen­ti­do, más allá de la des­crip­ción de las diná­mi­cas del con­flic­to el gran desa­fío es pro­po­ner­le al país una serie de reco­men­da­cio­nes para que la socie­dad las entien­da y asu­ma, y para que las auto­ri­da­des se com­pro­me­tan con ellas para pre­ci­sa­men­te, evi­tar que se repi­ta el modelo.

Por ejem­plo la crea­ción del para­mi­li­ta­ris­mo en Colom­bia de anta­ño, sur­ge de una lógi­ca de alian­za con miem­bros de la Fuer­za Públi­ca, con sec­to­res polí­ti­cos, esto es un hecho que la Comi­sión no se va a inven­tar aho­ra, eso está cla­ra­men­te dicho. Lo más gra­ve es que ese fenó­meno se repi­te. No hay mane­ra de que la Comi­sión no abor­de ese tipo de situa­cio­nes; pero se hace no con la inten­ción de hacer seña­la­mien­tos sobre si la Fuer­za Públi­ca es mala o es bue­na, a noso­tros no nos corres­pon­de cali­fi­car eso.

Lo que se quie­re hacer es lla­mar a la refle­xión al país, por­que si esos temas no se abor­dan y no se pro­po­nen medi­das para que por ejem­plo las Fuer­zas Mili­ta­res imple­men­ten cam­bios, vamos a seguir vivien­do hechos de violencia.

¿Cuán­tas masa­cres lle­va­mos este año? Más de 70. Es decir la vio­len­cia se sigue man­te­nien­do a pesar de que esta­mos en un pro­ce­so de con­so­li­da­ción y de cons­truc­ción de paz y todo por­que no esta­mos aún en la capa­ci­dad de acep­tar los erro­res que hemos come­ti­do en ese pasa­do terri­ble­men­te dolo­ro­so. Por eso tene­mos que pre­pa­rar­nos para afron­tar ese horror del pasa­do y para a par­tir de eso, poner­nos de acuer­do en cómo vamos a recons­truir el país.

-¿Que han pen­sa­do des­de la Comi­sión para que ese rela­to de escla­re­ci­mien­to logre en efec­to reconciliar?

-Noso­tros esta­mos tra­ba­jan­do des­de la lógi­ca de la escu­cha plu­ral, hemos reci­bi­do más de 12.000 tes­ti­mo­nios inclui­das las voces de miem­bros de las Fuer­zas Mili­ta­res, la gue­rri­lla, las víc­ti­mas… En los tes­ti­mo­nios que hemos reco­pi­la­do van más de 8.000 tes­ti­mo­nios de las víc­ti­mas y eso es un capi­tal muy impor­tan­te para des­ci­frar el entra­ma­do de la gue­rra, de igual for­ma hemos escu­cha­do empresarios.

Yo lo que quie­ro es hacer un lla­ma­do para que más gen­te lle­gue y nos dé su tes­ti­mo­nio por­que nues­tro desa­fío es cons­truir un rela­to equi­li­bra­do sin ten­den­cias para nin­gún lado; un rela­to que per­mi­ta el escla­re­ci­mien­to y sobre todo la com­pren­sión de las cau­sas del con­flic­to para que nos com­pro­me­ta­mos con esa trans­for­ma­ción que nece­si­ta el país.

Con el mode­lo de inves­ti­ga­ción que ha imple­men­ta­do la Comi­sión esta­mos con­ven­ci­dos que se emi­ti­rá un infor­me equi­li­bra­do. Por ejem­plo yo que soy víc­ti­ma de Boja­yá, ya en mi rol de comi­sio­na­do ten­go que escu­char a otras víc­ti­mas, pero tam­bién a los vic­ti­ma­rios de todos los sec­to­res y a par­tir de esa escu­cha tene­mos que hacer un aná­li­sis lo más des­pren­di­do de apasionamientos.

Por eso es gra­ve que muchos estén cri­ti­can­do a la Comi­sión y al Sis­te­ma Inte­gral en lugar de acer­car­se a dar su tes­ti­mo­nio por­que con eso se le hace un daño al país, su tes­ti­mo­nio es nece­sa­rio para la cons­truc­ción de un rela­to equi­li­bra­do; enton­ces no depen­de solo de la Comi­sión o del Sis­te­ma, depen­de tam­bién de que muchas voces se acer­quen y pue­dan dar su pers­pec­ti­va de los acon­te­ci­do en el mar­co del conflicto.

-¿Cómo ha sido ese pro­ce­so de con­ver­tir­se, como comi­sio­na­do de la ver­dad, en una espe­cie de repre­sen­tan­te del Esta­do cuan­do al mis­mo tiem­po se tie­ne un rol de repre­sen­ta­ción de las víctimas?

-No es fácil, es un ejer­ci­cio en el que inclu­so a veces uno se cues­tio­na su lugar y si tenía que venir acá o más bien seguir repre­sen­tan­do a las víc­ti­mas en otros esce­na­rios. Pero creo que ha sido impor­tan­te lle­gar a la Comi­sión por el momen­to en el que se encuen­tra y por esa dispu­ta por la ver­dad que existe.

Creo que la Comi­sión reque­ría esta voz y esta pers­pec­ti­va des­de las víc­ti­mas y mi apor­te des­de la lógi­ca de la visión étni­ca y terri­to­rial de la paz. Es tam­bién un deber como ciu­da­dano de par­ti­ci­par por­que el dere­cho a la paz, si bien es un dere­cho, tam­bién es una obli­ga­ción en la con­tri­bu­ción para lle­gar a su consolidación.

Sien­do par­te del Esta­do es cuan­do pode­mos mos­trar cómo es que este debe rela­cio­nar­se con los terri­to­rios des­de la expe­rien­cia que tene­mos; eso per­mi­te enri­que­cer las lógi­cas de fun­cio­na­mien­to del Estado.

Fuen­te: Con­ta­gio Radio

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