Argen­ti­na. Con pan­de­mia y sin Mara­do­na, el pri­mer año de Alberto

Por Clau­dio Katz, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 29 de noviem­bre de 2020.

Argen­ti­na en el nue­vo esce­na­rio latinoamericano

El falle­ci­mien­to de Mara­do­na aña­dió otro pesar a un año sig­na­do por la pan­de­mia. Argen­ti­na que­dó enlu­ta­da por la par­ti­da de un ído­lo de mul­ti­tu­des. Con cual­quie­ra de sus apo­dos ‑pelu­sa, cebo­lli­ta, barri­le­te cós­mi­co, mano de Dios- el gran fut­bo­lis­ta derra­mó feli­ci­dad en un país ago­bia­do por el auto­ri­ta­ris­mo, la frus­tra­ción y el empo­bre­ci­mien­to. No impor­ta lo que hizo con su vida, sino cómo trans­for­mó la exis­ten­cia de sus compatriotas.

Mara­do­na fue un mito vivien­te que tras­pa­só las fron­te­ras. Era la prin­ci­pal figu­ra iden­ti­fi­ca­da con Argen­ti­na en cual­quier rin­cón del pla­ne­ta. Esa incon­men­su­ra­ble fama fue la pesa­di­lla de su tra­yec­to­ria, des­ga­rra­da por escán­da­los, for­tu­nas, dro­gas y tomen­to­sas familias.

El genio de la pelo­ta tra­tó con pre­si­den­tes, mul­ti­mi­llo­na­rios y capo-mafias sin aban­do­nar nun­ca su ori­gen de caren­cias. Siem­pre supo de dón­de venía. Fue un depor­tis­ta com­pro­me­ti­do con los opri­mi­dos que rei­vin­di­có las cau­sas popu­la­res des­de su mági­co víncu­lo con el balón.

Die­go se tatuó al Che Gue­va­ra para trans­mi­tir un men­sa­je de crí­ti­ca a las injus­ti­cias y des­igual­da­des. Man­tu­vo una estre­cha rela­ción con Fidel y reali­zó en Cuba un lar­go tra­ta­mien­to de des­in­to­xi­ca­ción. Asu­mió con fer­vor la iden­ti­dad lati­no­ame­ri­ca­na y exhi­bió con orgu­llo sus víncu­los con Chá­vez y Evo. Tuvo un rol pro­ta­gó­ni­co en la memo­ra­ble cum­bre de Mar del Pla­ta que recha­zó el ALCA.

En el sofo­can­te cli­ma gene­ra­do de la res­tau­ra­ción con­ser­va­do­ra denun­ció el gol­pe en Boli­via y defen­dió a Vene­zue­la con­tra las cons­pi­ra­cio­nes del impe­rio. Siem­pre estu­vo con Madres y Abue­las par­ti­ci­pan­do en las cam­pa­ñas de recu­pe­ra­ción de los hijos de des­apa­re­ci­dos. En su últi­mo men­sa­je de apo­yo al impues­to a las gran­des for­tu­nas des­car­gó furi­bun­das crí­ti­cas a Macri.

Los pode­ro­sos nun­ca le per­do­na­ron esa rebel­día y arre­me­tie­ron con­tra sus incon­ta­bles con­tra­dic­cio­nes y fla­que­zas. No olvi­da­ron sus denun­cias del nego­cio del fút­bol y sus cues­tio­na­mien­tos a la insen­si­bi­li­dad del Vati­cano. En Argen­ti­na lo iden­ti­fi­ca­ron con todas las des­gra­cias del país y esas ten­sio­nes aflo­ra­ron en un caó­ti­co vela­to­rio, que no dilu­yó el últi­mo adiós a una figu­ra tan querida.

AMBIVALENCIAS CON LA SALUD Y LA ECONOMÍA

El final de Mara­do­na coin­ci­dió con el cie­rre del pri­mer año de Fer­nán­dez, que asu­mió el mane­jo de un país ago­bia­do por déca­das de pri­ma­ri­za­ción, endeu­da­mien­to y pre­ca­ri­za­ción. Alber­to afron­tó de entra­da la durí­si­ma car­ga lega­da por el vacia­mien­to finan­cie­ro per­pe­tra­do por Macri. Ima­gi­na­ba para esa adver­si­dad un reme­dio simi­lar al apli­ca­do por el kirch­ne­ris­mo duran­te la déca­da pasada.

Con­ci­bió intro­du­cir mejo­ras popu­la­res, sin cues­tio­nar los pri­vi­le­gios de la mino­ría que lucra con la actual estruc­tu­ra regre­si­va y depen­dien­te. Pero afron­tó la ines­pe­ra­da des­gra­cia del coro­na­vi­rus, en un mar­co de furi­bun­da agre­sión de la dere­cha. Todas sus res­pues­tas a ese doble desa­fío han esta­do sig­na­das por el vai­vén y la indefinición.

El gobierno inten­tó ges­tio­nar la pan­de­mia con ini­cia­ti­vas pro­gre­sis­tas. Pro­pi­ció la pro­tec­ción sani­ta­ria con la cua­ren­te­na y una ace­le­ra­da inver­sión en camas y hos­pi­ta­les, para evi­tar la satu­ra­ción de las tera­pias inten­si­vas. De esa for­ma logró sor­tear el tre­men­do dra­ma atra­ve­sa­do por Ecua­dor, Perú o Bra­sil. No hubo muer­tos en las calles, sepul­tu­ras colec­ti­vas, ni ven­ta de oxí­geno a los deses­pe­ra­dos. Esa acti­va inter­ven­ción ini­cial ali­neó a todo el espec­tro polí­ti­co con la emer­gen­cia, revi­ta­li­zó la auto-esti­ma nacio­nal y gene­ró mayor con­cien­cia de los peli­gros de la infección.

Pero esos pro­mi­so­rios resul­ta­dos dura­ron poco y el ope­ra­ti­vo sani­ta­rio que­dó ero­sio­na­do por la expan­sión de la pan­de­mia. El res­guar­do se dilu­yó, la enfer­me­dad se des­con­tro­ló y el núme­ro de víc­ti­mas esca­ló en for­ma ver­ti­gi­no­sa. Argen­ti­na ya se ubi­ca entre los paí­ses con más con­ta­gios y pro­me­dios de fallecidos.

Nadie ha ofre­ci­do has­ta aho­ra una expli­ca­ción satis­fac­to­ria de ese des­en­la­ce. En paí­ses com­pa­ra­bles ‑que gene­ra­li­za­ron los tes­teos en for­ma más amplia que Argen­ti­na- el por­cen­ta­je de dece­sos fue seme­jan­te. Lo úni­co evi­den­te ha sido la diso­lu­ción de las nor­mas de cui­da­do, bajo la incan­sa­ble cam­pa­ña de ero­sión que moto­ri­zó la derecha.

El dis­cur­so nega­cio­nis­ta y los men­sa­jes anti­cua­ren­te­na soca­va­ron pri­me­ro la con­ten­ción de la pan­de­mia en los gran­des cen­tros urba­nos. Pos­te­rior­men­te faci­li­ta­ron la pro­pa­ga­ción de la infec­ción en el inte­rior. El gobierno se mane­jó a tum­bos y sin res­pon­der a ese sabotaje.

La segun­da ola actual­men­te en cur­so en el hemis­fe­rio nor­te ha deja­do sin argu­men­tos a los dere­chis­tas. Las cua­ren­te­nas reapa­re­cen en Euro­pa y el desas­tre lega­do por Trump en Esta­dos Uni­dos ilus­tra las con­se­cuen­cias de obs­truir las res­tric­cio­nes. En este mar­co la pro­xi­mi­dad de la vacu­na le per­mi­te al gobierno reto­mar la ini­cia­ti­va. Pero ese impul­so exi­gi­rá efi­ca­cia en el monu­men­tal ope­ra­ti­vo de inmu­ni­zar al grue­so de la población.

El resul­ta­do de esa acción inci­di­rá, a su vez, en el cli­ma eco­nó­mi­co impe­ran­te. Tam­bién en este cam­po el gobierno ha nave­ga­do entre dos aguas. Duran­te varios meses espe­ró reto­mar el cre­ci­mien­to por el sim­ple efec­to de un arre­glo de la deu­da. Ese acuer­do fue alcan­za­do con los acree­do­res, pero no con­tu­vo el des­mo­ro­na­mien­to del nivel de acti­vi­dad, ni sus­ci­tó la pro­me­ti­da “con­fian­za” de los mercados.

Como todos sus pares de la región Alber­to inten­tó con­tra­rres­tar el Gran Con­fi­na­mien­to con la expan­sión del gas­to públi­co. Median­te ese auxi­lio evi­tó una retrac­ción que habría dupli­ca­do la caí­da del PBI. La cri­sis igual­men­te poten­ció el que­bran­to fis­cal, el des­plo­me de la recau­da­ción y un des­ba­rran­que mayúscu­lo de la producción.

La dere­cha apro­ve­chó este colap­so para doblar­le el bra­zo al gobierno. Pri­me­ro for­zó la renun­cia a la expro­pia­ción de Vicen­tin y ase­gu­ró la impu­ni­dad de los vacia­do­res, que ya des­gua­zan la com­pa­ñía para entre­gar­la a un pul­po forá­neo. El mis­mo tipo de con­ce­sio­nes logra­ron los fon­dos de inver­sión. Espe­ran­do algu­na tre­gua de los finan­cis­tas, Guz­mán rema­tó las esca­sas divi­sas dis­po­ni­bles en pagos de la deu­da públi­ca y privada.

Este adver­so camino que­da­ría con­va­li­da­do en la nego­cia­ción con FMI, para pos­po­ner las ero­ga­cio­nes que legi­ti­man el mayor frau­de de la his­to­ria. La ima­gi­na­ria bene­vo­len­cia del Fon­do no se veri­fi­ca en esas tra­ta­ti­vas. El Fon­do exi­ge recor­tes en el gas­to social, que ya se veri­fi­can en la nue­va fór­mu­la de ajus­te a la movi­li­dad jubi­la­to­ria. Se eli­mi­na la inci­den­cia de la infla­ción cuan­do el reco­no­ci­mien­to de esa varia­ble per­mi­tía recu­pe­rar par­te de lo per­di­do en los últi­mos tres años.

Pero Fer­nán­dez no acep­ta la mega-deva­lua­ción que exi­ge el esta­blish­ment. Sabe que en un esce­na­rio social seme­jan­te al 2001 ‑con la mitad de pobla­ción bor­dean­do la pobre­za- esa deci­sión con­du­ci­ría al pre­ci­pi­cio. El gobierno resis­te la pre­sión de los ban­que­ros sin con­fron­tar con el aco­so cam­bia­rio que impo­nen al país.

Alber­to bus­ca tam­bién con­tra­pe­sos a ese aho­go con el impues­to a las gran­des for­tu­nas, que lle­gó tar­de y con alcan­ces limi­ta­dos pero con una níti­da impron­ta pro­gre­sis­ta. Ese gra­va­men cons­ti­tu­ye un pre­ce­den­te de pro­gre­si­vi­dad para futu­ros cam­bios en la recau­da­ción y apor­ta recur­sos a varios pro­yec­tos populares.

El gobierno tole­ra la infla­ción y el dete­rio­ro del sala­rio, pero ensa­ya ate­nuan­tes con bonos e incre­men­tos en la tar­je­ta de los ali­men­tos. Mien­tras recor­ta el IFE pro­rro­ga limi­ta­da­men­te los ATP. Des­con­ge­la las tari­fas con auxi­lios a los usua­rios más empo­bre­ci­dos y per­mi­te la expan­sión de los des­pi­dos que for­mal­men­te prohíbe.

En este mar de osci­la­cio­nes Fer­nán­dez no imple­men­ta el ajus­te, ni la redis­tri­bu­ción. Pre­ten­de tran­si­tar por un camino inter­me­dio pero poten­cia la ago­nía de la eco­no­mía. No satis­fa­ce las nece­si­da­des popu­la­res y tam­po­co ava­la las exi­gen­cias de los pode­ro­sos. Por un lado sos­la­ya medi­das de dis­ci­pli­na cam­bia­ria y freno a la cares­tía y por otra par­te resis­te el maxi­ma­lis­mo de la dere­cha. Con emi­sión, recor­tes de gas­to y un nue­vo endeu­da­mien­to va tiran­do a la espe­ra del rebo­te eco­nó­mi­co del 2021.

UN PERFIL CONSERVADOR DENTRO DEL PROGRESISMO

Tam­bién la acción polí­ti­ca del Alber­tis­mo está regi­da por la osci­la­ción. Duran­te gran par­te del año acep­tó la agen­da de la dere­cha, con la espe­ran­za de apa­ci­guar a los odia­do­res seria­les que domi­nan las pan­ta­llas de tele­vi­sión. Recu­rrió al dis­cur­so ins­ti­tu­cio­na­lis­ta y ofre­ció la otra meji­lla, espe­ran­do algu­na res­pues­ta “civi­li­za­da” de sus opo­nen­tes. Pero esa con­ci­lia­ción enva­len­to­nó a la opo­si­ción y des­mo­ra­li­zó al oficialismo.

El des­alo­jo de Guer­ni­ca fue el pun­to cul­mi­nan­te de ese some­ti­mien­to guber­na­men­tal a los pode­ro­sos. Los fun­cio­na­rios cor­ta­ron las nego­cia­cio­nes para per­pe­trar el ope­ra­ti­vo de fuer­za exi­gi­do por el esta­blish­ment. Adop­ta­ron esa deci­sión de cla­se apa­lean­do a los pobres y ben­di­cien­do a los enriquecidos.

La incur­sión se con­su­mó con gases lacri­mó­ge­nos y des­truc­ción de modes­tas casi­llas. Se tum­bó el refu­gio de quie­nes sólo deman­dan una tie­rra para vivir. El gobierno no adop­tó la mis­ma acti­tud con el apro­pia­dor ile­gal extran­je­ro John Lewis en el Lago Escon­di­do. Lim­pió con gen­dar­mes un terreno de Guer­ni­ca que ha sido sos­pe­cho­sa­men­te adqui­ri­do por un ex fun­cio­na­rio de Videla.

Ber­ni puso en prác­ti­ca sus men­sa­jes de bru­ta­li­dad, des­ple­gan­do el macar­tis­mo y una infa­me cam­pa­ña de men­ti­ras. Reci­bió el explí­ci­to aval de todos los medios, que sus­pen­die­ron la grie­ta para difun­dir esas falsedades.

En vez de reco­no­cer la deses­pe­ra­da bús­que­da de un techo, el gobierno cri­mi­na­li­zó la deman­da social y cul­pa­bi­li­zó a las víc­ti­mas por sus caren­cias. Esa vio­len­cia esta­tal ha gene­ra­do serias dudas sobre el per­fil del ofi­cia­lis­mo, pero el ope­ra­ti­vo fue una acción aco­ta­da que no inau­gu­ra un giro repre­si­vo o un cur­so de menemización.

Lo suce­di­do en Guer­ni­ca se ins­cri­be más bien en el tipo de atro­pe­llos que ya se regis­tra­ron en for­ma pun­tual bajo el kirch­ne­ris­mo. No modi­fi­can la natu­ra­le­za de un gobierno que en las últi­mas sema­nas ha pro­pi­cia­do ini­cia­ti­vas tan pro­gre­sis­tas como el impues­to a las gran­des for­tu­nas, la ley de fue­go y el tra­ta­mien­to del aborto.

El impul­so ofi­cial de esa his­tó­ri­ca deman­da del movi­mien­to femi­nis­ta pue­de desem­bo­car en su apro­ba­ción. Por pri­me­ra vez en mucho tiem­po se han reu­ni­do las con­di­cio­nes para con­quis­tar esa ansia­da meta. Para lograr­lo habrá que recu­pe­rar la movi­li­za­ción callejera.

Los vai­ve­nes del gobierno han pre­va­le­ci­do tam­bién en la polí­ti­ca exte­rior. La equi­dis­tan­te estra­te­gia ini­cial de apun­ta­lar el Gru­po de Pue­bla fue segui­da con cam­bian­tes gui­ños hacia todos los públi­cos. La prin­ci­pal ofren­da a la dere­cha fue la con­de­na a Vene­zue­la, acep­tan­do un infor­me ses­ga­do de Bache­let que des­co­no­ce la exis­ten­cia de las mis­mas irre­gu­la­ri­da­des en los paí­ses que vota­ron la sanción.

Alber­to ava­ló los cues­tio­na­mien­tos al gobierno boli­va­riano para bus­car un sos­tén del Depar­ta­men­to de Esta­do en las nego­cia­cio­nes con el FMI. Argen­ti­na podía suma­se a la abs­ten­ción de Méxi­co, pero optó por los con­se­jos de Mas­sa y la renun­cia de Ali­cia Castro.

Fer­nán­dez atem­pe­ró inme­dia­ta­men­te esa deci­sión con el recha­zo a des­co­no­cer las pró­xi­mas elec­cio­nes de Vene­zue­la. Pos­te­rior­men­te acen­tuó el ale­ja­mien­to del Gru­po de Lima, par­ti­ci­pan­do acti­va­men­te en el regre­so de Evo a Boli­via. Con­vie­ne recor­dar que en pleno gol­pe de esta­do, el pre­si­den­te argen­tino le sal­vó la vida a su par del Alti­plano, median­te un ries­go­so ope­ra­ti­vo de auxi­lio internacional.

Fren­te a con­duc­tas tan cam­bian­tes: ¿cómo debe­ría carac­te­ri­zar­se al gobierno actual? Es evi­den­te que no com­par­te el signo dere­chis­ta de su ante­ce­sor y que tran­si­ta por sen­de­ro muy dis­tan­te de la radi­ca­li­dad de Evo o Chá­vez. Es afín al rum­bo que inau­gu­ra­ron Nés­tor y Cris­ti­na, pero en un con­tex­to eco­nó­mi­co-social muy dife­ren­te. Por el momen­to Alber­to se ubi­ca en el cua­dran­te más mode­ra­do del progresismo.

Nadie sabe qué tipo de pero­nis­mo pre­va­le­ce­rá con Fer­nán­dez. El jus­ti­cia­lis­mo inclu­yó his­tó­ri­ca­men­te varian­tes de nacio­na­lis­mo con refor­mas socia­les, viru­len­cia dere­chis­ta, vira­jes neo­li­be­ra­les y rum­bos refor­mis­tas. Menem y Kirch­ner fue­ron los expo­nen­tes más lla­ma­ti­vos de ese prag­ma­tis­mo, que aún no madu­ró una moda­li­dad sin­gu­lar en Alberto.

El ofi­cia­lis­mo con­ti­núa alber­gan­do a una coa­li­ción de figu­ras dere­chis­tas y acti­vos mili­tan­tes de movi­mien­tos popu­la­res. Ese entra­ma­do ha coexis­ti­do bajo la ambi­va­len­te y pasi­va con­duc­ción pre­si­den­cial. Pero ya se obser­van indi­cios de una estra­te­gia más acti­va que el sim­ple aguan­te has­ta las elec­cio­nes. El ofi­cia­lis­mo se ale­ja de la resig­na­ción que sepul­tó a Dil­ma en Bra­sil y de la trai­ción que des­ba­rran­có a Lenin Moreno en Ecuador.

DESTITUYENTES Y DESMOVILIZACIÓN POPULAR

El rum­bo del gobierno tien­de a defi­nir­se por su con­duc­ta fren­te a las pro­vo­ca­cio­nes de la dere­cha. Duran­te la mayor par­te del año la opo­si­ción estu­vo coman­da­da por los sec­to­res que pro­pi­cian accio­nes des­ti­tu­yen­tes. Con ese obje­ti­vo des­es­ta­bi­li­za­dor ener­va­ron a su base social bus­can­do ins­ta­lar una agen­da de caos.

La embes­ti­da fue incan­sa­ble duran­te lapan­de­mia. Los res­pon­sa­bles de la degra­da­ción del Minis­te­rio de Salud acu­sa­ron al gobierno de impre­vi­sión. Sub­ra­ya­ron inefi­cien­cias sin ofre­cer alter­na­ti­vas y omi­tie­ron la afi­ni­dad con el ofi­cia­lis­mo en sus ges­tio­nes pro­vin­cia­les. Fren­te a la pro­xi­mi­dad de la vacu­na tan­tean nue­vas opcio­nes de des­áni­mo (“nada fun­cio­na­rá”, “la apli­ca­ción rusa es peli­gro­sa”, “hay corrup­ción en las com­pras”), pero ya cho­can con la gene­ra­li­za­da espe­ran­za de supe­rar la infección.

La dere­cha no se limi­tó a denun­ciar la «infec­ta­du­ra». Con­vo­có mar­chas anti-todo para cues­tio­nar la cua­ren­te­na, la fal­ta de segu­ri­dad y la refor­ma judi­cial. Aglu­ti­nó una amplia varie­dad de ener­gú­me­nos e inten­tó des­le­gi­ti­mar el Par­la­men­to, para judi­cia­li­zar su fun­cio­na­mien­to y poner en duda los comi­cios. Tra­tó tam­bién de vol­tear la refor­ma judi­cial para pro­te­ger los des­fal­cos de Macri y apun­ta­lar un even­tual poder sus­ti­tu­to del Eje­cu­ti­vo. Fomen­tó, ade­más, la rebe­lión poli­cial a tra­vés de la red de exo­ne­ra­dos y reti­ra­dos que admi­nis­tra los nego­cios de la Bonaerense.

Pero su car­ta pre­di­lec­ta ha sido la ero­sión de la eco­no­mía. Incen­ti­vó el terro­ris­mo de mer­ca­do, el tem­blor del dólar y el páni­co de los peque­ños aho­rris­tas. Sugi­rió inclu­so que el Ban­co Cen­tral se apro­pia­ría de los depó­si­tos en divi­sas para resu­ci­tar la pesa­di­lla del corra­li­to entre la empo­bre­ci­da cla­se media.

La dere­cha ha impues­to un cli­ma de atur­di­mien­to neo­li­be­ral coti­diano con las men­ti­ras que difun­den los prin­ci­pa­les medios de comu­ni­ca­ción. Fal­sea una y otra vez el con­te­ni­do del impues­to a las gran­des for­tu­nas, afir­man­do que pena­li­za­rá a la cla­se media cuan­do sólo afec­ta a menos de 10.000 per­so­nas. Tam­bién des­po­tri­ca con­tra un ajus­te que atri­bu­ye al gobierno y que en los hechos siem­pre ha pro­pi­cia­do. Para soca­var a su adver­sa­rio se indig­na con sus pro­pias propuestas.

Pero los des­ti­tu­yen­tes afron­tan serios lími­tes para lograr sus obje­ti­vos. La mar­gi­na­li­dad polí­ti­ca del ejér­ci­to les impi­de con­ce­bir el gol­pe mili­tar que con­su­ma­ron en Boli­via y el des­pres­ti­gio del poder judi­cial anu­la el pro­ta­go­nis­mo que tuvie­ron los tri­bu­na­les en Bra­sil. En el Con­gre­so sólo pue­den obs­truir algu­nas leyes. Han logra­do una iné­di­ta irrup­ción en las calles, pero los ban­de­ra­zos sin nor­te se des­gas­tan y ya son minoritarios.

El blo­que reac­cio­na­rio afron­ta, ade­más, una seria cri­sis de lide­raz­go interno. El gene­ra­li­za­do recha­zo al pará­si­to que ocu­pó la pre­si­den­cia, que­dó con­so­li­da­do duran­te su paseo por Euro­pa duran­te la pan­de­mia. La dispu­ta entre hal­co­nes (Macri, Bull­rich) y palo­mas (Carrio, Larre­ta, Vidal) retra­ta los temo­res que sus­ci­ta la pró­xi­ma ron­da elec­to­ral. Esa fal­ta de cohe­sión incen­ti­va el pro­ta­go­nis­mo de los deli­ran­tes que divi­di­rán el voto opo­si­tor (Espert, Milei).

Los res­que­mo­res den­tro de las pro­pias filas dere­chis­tas aumen­tan tam­bién con los insul­tos a los docen­tes. Sólo a una tilin­ga el PRO pue­de pre­sen­tar a los maes­tros como una sub­cla­se de pobres, vie­jos, zur­dos y fracasados.Sin el sos­tén ideo­ló­gi­co de loa gran­des medios de comu­ni­ca­ción, los des­va­ríos eli­tis­tas de la dere­cha afron­ta­rían repu­dios de mayor porte.

El lugar pro­ta­gó­ni­co que ocu­pó todo el espec­tro de con­ser­va­do­res y reac­cio­na­rios se expli­ca tam­bién por la infre­cuen­te des­mo­vi­li­za­ción popu­lar que impe­ró duran­te el año. La pan­de­mia afec­tó a los sin­di­ca­tos, en un mar­co de gran retrac­ción de las luchas y deman­das de las orga­ni­za­cio­nes socia­les. La infec­ción des­ar­ti­cu­ló el fun­cio­na­mien­to de esos movi­mien­tos, obs­tru­yó la deli­be­ra­ción, impi­dió las asam­bleas y aco­tó las mani­fes­ta­cio­nes. En este esce­na­rio la CGT y la UIA acor­da­ron reba­jas sala­ria­les del 25%.

Por pri­me­ra vez en mucho tiem­po tam­bién el gobierno en fun­cio­nes pudo des­em­ba­ra­zar­se de la pre­sión direc­ta que impo­ne la movi­li­za­ción social. Si ese dato se revier­te el pano­ra­ma polí­ti­co muta­rá en for­ma súbita.

EL VIRAJE EN AMERICA LATINA

El cli­ma regio­nal de res­tau­ra­ción con­ser­va­do­ra que rodeó la asun­ción de Fer­nán­dez ha cam­bia­do abrup­ta­men­te en los últi­mos dos meses. Ese giro comen­zó con el arro­lla­dor triun­fo del MAS en Boli­via que superó la elec­ción pre­ce­den­te de Evo. Los 20 pun­tos de dife­ren­cia con­fir­ma­ron que el mis­mo triun­fo se habría veri­fi­ca­do fren­te a una can­di­da­tu­ra uni­fi­ca­da de la dere­cha. El gol­pe mili­tar ha que­da­do rever­ti­do en for­ma ful­mi­nan­te y el retorno del gobierno derro­ca­do se con­su­mó en tiem­po récord.

La con­tun­den­cia de la vic­to­ria elec­to­ral impi­dió el frau­de o des­co­no­ci­mien­to de los comi­cios. Tam­po­co pros­pe­ró la ame­na­za de bal­ca­ni­zar el país con manio­bras de los fas­cis­tas san­ta­cru­ce­ños. La dic­ta­du­ra que­dó fago­ci­ta­da por su desas­tro­sa ges­tión de la pan­de­mia y por un fes­ti­val de corrup­ción que enfu­re­ció a la cla­se media. El arro­lla­dor triun­fo en las urnas fue a su vez el resul­ta­do direc­to de una gran bata­lla en las rutas. El ejér­ci­to no se atre­vió a repri­mir los masi­vos blo­queos que impu­sie­ron la rea­li­za­ción de los comicios.

Nue­va­men­te que­dó con­fir­ma­da la enor­me capa­ci­dad arti­cu­la­do­ra del MAS, que cen­tra­li­za una coa­li­ción de movi­mien­tos de lucha direc­ta y acción elec­to­ral. La dere­cha no pudo des­truir ese archi­pié­la­go de orga­ni­za­cio­nes socia­les, que man­tu­vo su pre­sen­cia legis­la­ti­va mayo­ri­ta­ria en medio del terror gol­pis­ta. Una nue­va gene­ra­ción de diri­gen­tes acce­de aho­ra a la con­duc­ción del gobierno, en el cli­ma de eufo­ria obser­va­do duran­te la masi­va recep­ción a Evo.

Los gol­pis­tas no sólo esca­pan en for­ma des­ban­da­da. El enjui­cia­mien­to de los res­pon­sa­bles de las masa­cres comien­za a rever­tir el esce­na­rio de law­fa­re con­tra el pro­gre­sis­mo. La ver­da­de­ra jus­ti­cia retor­na a Latinoamérica.

El segun­do epi­cen­tro de la trans­for­ma­ción en cur­so se loca­li­za en Chi­le. El resul­ta­do de la con­sul­ta sobre la Cons­ti­tu­ción fue tan impac­tan­te como el fes­te­jo popu­lar. Esa vic­to­ria es una con­se­cuen­cia direc­ta de las movi­li­za­cio­nes que per­sis­tie­ron en la adver­si­dad de la pan­de­mia. La infec­ción no disua­dió la con­ti­nua­da pre­sen­cia de los mili­tan­tes en las calles y la con­si­guien­te con­quis­ta de varios logros que anti­ci­pa­ron el éxi­to de la con­sul­ta (reti­ro del 10% de fon­dos de las AFP, prohi­bi­ción de la sus­pen­sión de los ser­vi­cios de luz).

Los jóve­nes fue­ron los prin­ci­pa­les artí­fi­ces de la vic­to­ria, en un ple­bis­ci­to que alcan­zó el 80- 90% de apro­ba­ción en las comu­nas popu­la­res. Ese triun­fo ha cos­ta­do dece­nas de muer­tos, cen­te­na­res de muti­la­cio­nes y miles de atro­pe­llos come­ti­dos por gen­dar­mes, que dis­pa­ra­ron a los ojos y lan­za­ron jóve­nes al río. Chi­le ha des­per­ta­do defi­ni­ti­va­men­te con mani­fes­tan­tes deci­di­dos a ente­rrar el lega­do del pino­che­tis­mo. Ya empie­zan a vis­lum­brar­se los resul­ta­dos de la lar­ga lucha que ini­cia­ron los pin­güi­nos (2006), con­ti­nua­ron los estu­dian­tes (2011) y coro­nó toda la pobla­ción en la insu­rrec­ción social coti­dia­na del últi­mo año.

Aho­ra se abre el camino para des­mon­tar las tram­pas que obs­tru­yen la ins­ta­la­ción de la Cons­ti­tu­yen­te sobe­ra­na y demo­crá­ti­ca, que sepul­ta­rá el régi­men neo­li­be­ral de des­igual­dad, edu­ca­ción pri­va­da y endeu­da­mien­to familiar.

La ter­ce­ra pie­za del nue­vo pano­ra­ma regio­nal se sitúa en Perú. Un esta­lli­do espon­tá­neo y masi­vo de des­con­ten­to impu­so la ful­mi­nan­te renun­cia del repre­sor Merino. Tam­bién allí los jóve­nes con­vo­ca­dos por las redes socia­les fue­ron pro­ta­go­nis­tas de la suble­va­ción con­tra el régi­men ins­tau­ra­do en 1992. Ese sis­te­ma ase­gu­ró la con­ti­nui­dad eco­nó­mi­ca del neo­li­be­ra­lis­mo, median­te una expe­di­ti­va rota­ción de pre­si­den­tes des­pla­za­dos por el Parlamento.

Todas las fala­cias del cre­ci­mien­to y la inver­sión perua­nos salie­ron a flo­te duran­te la pan­de­mia. Se veri­fi­có la mag­ni­tud de la pre­ca­rie­dad labo­ral, en el país que exhi­be la mayor leta­li­dad del pla­ne­ta. La indig­na­ción popu­lar esta­lló con­tra los fuji­mo­ris­tas, libe­ra­les y apris­tas que han dispu­tado en for­ma des­pia­da­da la tor­ta de los des­fal­cos. La des­car­na­da codi­cia empu­jó a cin­co pre­si­den­tes a la cár­cel y a uno al suicidio.

Duran­te varios días se vivió en Perú un esce­na­rio pare­ci­do al 2001 de Argen­ti­na. La demo­li­ción final de la pre­si­den­cia fue pre­ci­pi­ta­da por el ase­si­na­to de dos estu­dian­tes. Pero al igual que en Chi­le la deman­da de una Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te empu­ja aho­ra al fin de un régi­men, que comen­za­rá a nau­fra­gar en las elec­cio­nes del pró­xi­mo año.

Las tres gran­des irrup­cio­nes popu­la­res de la región han apun­ta­la­do tam­bién las movi­li­za­cio­nes en Colom­bia, que reto­ma la inte­rrum­pi­da revuel­ta del 2019. Las pro­tes­tas se extien­den con­tra el terro­ris­mo de esta­do de los gru­pos para­mi­li­ta­res que en el cur­so de este año ulti­ma­ron a 225 militantes.

El pol­vo­rín lati­no­ame­ri­cano tam­bién impac­tó sobre Gua­te­ma­la, que fue sacu­di­da por mul­ti­tu­di­na­rias pro­tes­tas con­tra el recor­te de las par­ti­das socia­les del pre­su­pues­to. En todos los rin­co­nes del hemis­fe­rio emer­ge la mis­ma indig­na­ción calle­je­ra con­te­ni­da duran­te la pandemia.

Este nue­vo cli­ma de la región tam­bién se obser­vó en la derro­ta sufri­da por el Bol­so­na­ris­mo en las elec­cio­nes pro­vin­cia­les. La dema­go­gia asis­ten­cia­lis­ta del alo­ca­do man­da­ta­rio no dio resul­ta­do y sus can­di­da­tos fue­ron aplas­ta­dos, crean­do un nue­vo mar­co para el des­pla­za­mien­to del ex capi­tán. Ese vira­je es apun­ta­la­do por la recu­pe­ra­ción de la izquier­da, bajo el nue­vo lide­raz­go de jóve­nes, movi­mien­tos socia­les y par­ti­dos radi­ca­li­za­dos (como el PSOL) que con­ver­gen con la con­ti­nua­da gra­vi­ta­ción de Lula y el PT.

En este esce­na­rio las agre­sio­nes impe­ria­les afron­tan serios esco­llos. La derro­ta de Trump (y la con­si­guien­te eyec­ción de la ultra­de­re­cha) ponen en aprie­tos a muchos cons­pi­ra­do­res. El escan­da­lo­so pro­ce­so elec­to­ral de Esta­dos Uni­dos redu­ce los már­ge­nes del Depar­ta­men­to de Esta­do para impug­nar los comi­cios en los paí­ses hos­ti­li­za­dos. A la OEA no le resul­ta­rá sen­ci­llo obje­tar esta vez las elec­cio­nes de Venezuela.

La actual secue­la de alza­mien­tos popu­la­res en Amé­ri­ca Lati­na podría mar­car el reini­cio de la olea­da de rebe­lio­nes regis­tra­da a prin­ci­pio del mile­nio. La pan­de­mia está deto­nan­do ese mis­mo tipo de levan­ta­mien­tos. Boli­via repi­te su pro­ta­go­nis­mo, mien­tras que Chi­le o Perú comien­zan a ocu­par el lugar que hace dos déca­das tuvie­ron Ecua­dor, Argen­ti­na y Vene­zue­la. Se apro­xi­ma un nue­vo capí­tu­lo del ciclo progresista.

LOS EFECTOS SOBRE ARGENTINA

Las vic­to­rias popu­la­res en la región pro­pi­nan un gol­pe demo­le­dor a la res­tau­ra­ción con­ser­va­do­ra. Piñe­ra ges­tio­na en sole­dad, los fun­cio­na­rios de Añez huyen para elu­dir los tri­bu­na­les, Uri­be pasó varias sema­nas en pri­sión domi­ci­lia­ria, Lenin Moreno sobre­vi­ve en un tobo­gán des­cen­den­te y Guai­dó se ha que­da­do sin cóm­pli­ces. Este gene­ra­li­za­do retro­ce­so de los figu­ro­nes de la reac­ción soca­va drás­ti­ca­men­te los pro­yec­tos des­ti­tu­yen­tes en Argen­ti­na. Macri y Bull­rich pier­den alia­dos y comien­zan a enfren­tar un con­tex­to adverso.

Pero el prin­ci­pal efec­to de las rebe­lio­nes lati­no­ame­ri­ca­nas se veri­fi­ca en el movi­mien­to social. Los éxi­tos obte­ni­dos en paí­ses tan pró­xi­mos incen­ti­van en Argen­ti­na la recu­pe­ra­ción de la movi­li­za­ción por aba­jo. Perú, Boli­via y Chi­le han demos­tra­do cómo obte­ner vic­to­rias en las calles.

Duran­te el 2020 ese ámbi­to de con­fron­ta­ción direc­ta sólo estu­vo ocu­pa­do en el país por los ban­de­ra­zos de la dere­cha y las res­pues­tas del pero­nis­mo (17 de octu­bre, home­na­jes a Nés­tor Kirch­ner). Se impo­ne reto­mar aho­ra las movi­li­za­cio­nes por deman­das socia­les y democráticas.

Argen­ti­na con­ti­núa care­cien­do de una refe­ren­cia efec­ti­va de la izquier­da para apun­ta­lar esos logros y avan­zar en la cons­truc­ción del pro­yec­to alter­na­ti­vo. Ese obje­ti­vo afron­ta actual­men­te dos obs­tácu­los simé­tri­cos. Por un lado, exis­te una fuer­te ten­den­cia a la subor­di­na­ción al gobierno con la con­si­guien­te jus­ti­fi­ca­ción de lo inad­mi­si­ble. Man­te­ner­se en silen­cio fren­te al des­alo­jo de Guer­ni­ca o con­va­li­dar el recor­te de las jubi­la­cio­nes (con dis­pa­ra­ta­dos argu­men­tos de irre­le­van­cia de la infla­ción) cons­ti­tu­yen ejem­plos de esa actitud.

En el flan­co opues­to se ubi­ca la estre­chez sec­ta­ria. Su mani­fes­ta­ción más recien­te ha sido pro­pi­ciar la abs­ten­ción en el Par­la­men­to fren­te al impues­to a las gran­des for­tu­nas a fin de “no encu­brir el ajus­te”. Con ese cri­te­rio habría que rehuir todos los logros demo­crá­ti­cos y mejo­ras socia­les. Bajo la admi­nis­tra­ción capi­ta­lis­ta del esta­do esos avan­ces son siem­pre insu­fi­cien­tes y es equi­vo­ca­do des­co­no­cer­los argu­men­tan­do que “encu­bren” la con­ti­nui­dad de la opresión.

Con­vie­ne tam­bién recor­dar que las pro­pias con­quis­tas obte­ni­das por la izquier­da invo­lu­cran la implí­ci­ta acep­ta­ción de otros males y ese dato no inva­li­da lo con­se­gui­do. Estas dis­yun­ti­vas reapa­re­cen fren­te al inmi­nen­te tra­ta­mien­to del abor­to. ¿Habrá que abs­te­ner­se y pre­sen­tar un pro­yec­to pro­pio tam­bién este caso para “no enmas­ca­rar el ajuste”?

En el esce­na­rio actual resul­ta indis­pen­sa­ble dis­tin­guir las vetas con­ser­va­do­ras de las ini­cia­ti­vas pro­gre­sis­tas del gobierno. La cons­truc­ción polí­ti­ca de la izquier­da sólo pue­de pros­pe­rar, com­bi­nan­do ese reco­no­ci­mien­to con el impul­so de todas las ini­cia­ti­vas de movilización.

Son tan valio­sos los movi­mien­tos que no bajan sus ban­de­ras (asam­blea de auto-con­vo­ca­to­ria de la deu­da exter­na), como las nove­do­sas expe­rien­cias pro­duc­ción agra­ria coope­ra­ti­va que con­fron­tan con los pode­ro­sos (pro­yec­to Arti­gas de Entre Ríos). Con diver­sas accio­nes para apun­ta­lar la redis­tri­bu­ción del ingre­so se irá mol­dean­do el pro­yec­to popu­lar que nece­si­ta el país.

29-11-2020.

RESUMEN

La des­pe­di­da del que­ri­do fut­bo­lis­ta coro­nó un año sig­na­do por las osci­la­cio­nes del gobierno en la ges­tión de la eco­no­mía y la pan­de­mia. El ofi­cia­lis­mo se ubi­ca en el cua­dran­te más con­ser­va­dor del pro­gre­sis­mo fren­te a la dere­cha des­ti­tu­yen­te, en un mar­co de infre­cuen­te des­mo­vi­li­za­ción. La nue­va olea­da de rebe­lio­nes en Amé­ri­ca Lati­na impac­ta sobre el país faci­li­tan­do el des­pe­gue de un pro­yec­to popular. 


[1] Eco­no­mis­ta, inves­ti­ga­dor del CONICET, pro­fe­sor de la UBA, miem­bro del EDI. Su pági­na web es: www​.lahai​ne​.org/​k​atz

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