Colom­bia. Julián Gil, líder social del Con­gre­so de los Pue­blos libe­ra­do recien­te­men­te: “Luchan­do, apren­de­mos a luchar”

Por Julián Gil. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 29 de noviem­bre de 2020.

La cár­cel es refle­jo del pro­yec­to de muer­te con el que se pre­ten­de ame­dren­tar a las y los lucha­do­res sociales.

La luz vol­ve­rá, no impor­ta la lar­ga noche, ven­drá como un can­to de xabiá y la espe­ra será cor­ta El fue­go que más con­for­ta el de los libres e igua­les, la lar­ga noche de males cam­bia­rá en luz meri­dia­na…»

Can­ción “Defen­sa del Can­tor” de Alfre­do Zitarrosa.

Han pasa­do 30 meses des­de que fui pri­va­do de la liber­tad, sien­do víc­ti­ma de un mon­ta­je judi­cial orques­ta­do por la Fis­ca­lía Gene­ral de la Nación y la Poli­cía Nacio­nal, con la fina­li­dad de ata­car al movi­mien­to social y polí­ti­co Con­gre­so de los Pue­blos ‑CdP‑, a tra­vés de la cri­mi­na­li­za­ción de sus mili­tan­tes y des­le­gi­ti­mar las expre­sio­nes de orga­ni­za­ción popular.

Des­de ese pri­mer día enfren­te de la casa del CdP, mien­tras agen­tes de civil me obli­ga­ban a subir a un carro, los mis­mos que otro­ra venían hacien­do segui­mien­tos y hos­ti­gan­do a todas las que pasa­ban por este espa­cio de encuen­tro; he esta­do acom­pa­ña­do por la dig­na rabia y los deseos de lucha que hacen sen­tir la espe­ran­za como fue­go que no se apa­ga y resis­te en todo momento.

Esas voces incon­for­mes de mis com­pa­ñe­ras que han gri­ta­do jus­ti­cia en las calles, han denun­cia­do a los repre­so­res y no han aban­do­na­do un solo momen­to la com­pren­sión de que es luchan­do que apren­de­mos a luchar y for­ja­mos la espe­ran­za. Y que esta le per­te­ne­ce a la vida, es la vida mis­ma defen­dién­do­se, como algu­na vez lo dije­ra Julio Cortázar.

Han sido días de apren­di­za­jes; del desa­fío coti­diano de no des­fa­lle­cer ante el encie­rro, de leer dia­ria­men­te las miles razo­nes que hay para luchar, de ver en todas las que luchan el buen ejem­plo de jamás bajar la cabe­za y acep­tar el yugo des­pó­ti­co de los odia­do­res, de no ceder ante las ame­na­zas y cons­tre­ñi­mien­to de los codi­cio­sos. Y sobre todo com­pren­der, como Assa­ta Sha­kur en sus días de pre­si­dio que, “un muro es solo un muro, nada más que eso. Se pue­de derribar”.

En este tiem­po he vis­to de cer­ca cómo las men­ti­ras y los pre­jui­cios estig­ma­ti­zan­tes son la mejor herra­mien­ta de inves­ti­ga­ción y acu­sa­ción de la Fis­ca­lía; cómo los apa­ra­tos de supues­ta “inte­li­gen­cia” del Esta­do, hacen segui­mien­to a nues­tros pro­ce­sos comu­ni­ta­rios y arman per­fi­les de sub­ver­si­vos con líde­res juve­ni­les, cam­pe­si­nos, comu­ni­ta­rios y todas aque­llas que no se ali­nean a sus intere­ses en el barrio o en la vere­da, en razón a la inefi­ca­cia de su méto­do de con­fron­tar real­men­te los que aten­tan con­tra la vida de las comu­ni­da­des. Lo que deja en evi­den­cia la per­se­cu­ción polí­ti­ca a la que esta­mos some­ti­dos y el enmas­ca­ra­mien­to de demo­cra­cia que pro­te­ge el Esta­do de sitio per­ma­nen­te y la dic­ta­du­ra ram­pan­te colombiana.

Al inte­rior de estos muros y rejas, cien­tos de per­so­nas cla­ma­mos por una ver­da­de­ra jus­ti­cia, para que cese la per­se­cu­ción a los más empo­bre­ci­dos, a las comu­ni­da­des LGBTI, negras, indí­ge­nas y a todas las que somos víc­ti­mas del apa­ra­ta­je poli­cial y judi­cial corrup­to; así mis­mo, para que se garan­ti­cen los dere­chos fun­da­men­ta­les de las per­so­nas pri­va­das de la liber­tad y se deje de com­pren­der la cár­cel como una solu­ción de los tan­tos pro­ble­mas que vive la sociedad.

Al cum­plir 900 días lejos de las per­so­nas que quie­ro y los pro­ce­sos comu­ni­ta­rios don­de rea­li­za­ba mi vida, veo con mayor cla­ri­dad la urgen­cia que tene­mos como huma­ni­dad de revi­sar el cau­ce de nues­tros esfuer­zos coti­dia­nos; de hacer efec­ti­va la uni­dad en la diver­si­dad para defen­der la vida; de con­fron­tar el patriar­ca­do y todos los pode­res repre­si­vos suje­tos a él; de no dejar de soñar y cul­ti­var coti­dia­na­men­te la uto­pía. En defi­ni­ti­va, de no callar ni dejar de gri­tar liber­tad. Tam­bién de que no es solo posi­ble sino nece­sa­rio luchar con­tra la opre­sión en todo lugar, así como orga­ni­zar­se y seguir cul­ti­van­do una con­cien­cia crítica.

La cár­cel es refle­jo del pro­yec­to de muer­te con el que se pre­ten­de ame­dren­tar a las y los lucha­do­res socia­les; es un meca­nis­mo para cas­ti­gar a la socie­dad y man­te­ner un sta­tus quo acor­de a los intere­ses polí­ti­cos y eco­nó­mi­cos de unos pocos; en esta se tras­lu­cen las asi­me­trías y con­tra­dic­cio­nes estruc­tu­ra­les de la socie­dad, tam­bién da cuen­ta de los mie­dos pro­fun­dos que alber­gan los que osten­tan el poder. Por estas razo­nes orga­ni­zar­se y luchar por la dig­ni­dad al inte­rior de las cár­ce­les es una con­di­ción pro­pia de la vida pues las estruc­tu­ras frías, dis­tan­tes del sol, her­mé­ti­cas a los dere­chos los pue­blos y ais­la­das de toda for­ma dig­na de vida, deben ser com­ba­ti­das y eli­mi­na­das de la sociedad.

Es pre­ci­sa­men­te en estos luga­res oscu­ros y en estos días acia­gos en los que nos corres­pon­de soñar, amar y tra­ba­jar por defen­der la vida en todas sus expre­sio­nes. Es nece­sa­rio no aban­do­nar nues­tros pro­yec­tos de crear y recrear nue­vas posi­bi­li­da­des para vivir una Vida Dig­na. A la espe­ra de mi liber­tad, lue­go del vere­dic­to final que me decla­ró ino­cen­te, agra­dez­co a todos y todas las com­pa­ñe­ras, orga­ni­za­cio­nes popu­la­res, fami­lia­res y ami­gos que duran­te este tiem­po me han acom­pa­ña­do, por­que me han ense­ña­do a man­te­ner viva la ale­gría de for­jar nue­vas reali­da­des y la espe­ran­za en la lucha orga­ni­za­da y trans­for­ma­do­ra que nos per­mi­ti­rá ver nue­vos amaneceres.

Fuen­te: Vida Digna 

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