Méxi­co. Des­apa­ri­ción y ase­si­na­to del defen­sor Cerón Soriano, aún sin reparación

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 12 de octu­bre de 2020

A un año de ocu­rri­da la des­apa­ri­ción y pos­te­rior ase­si­na­to del defen­sor de dere­chos huma­nos Arnul­fo Cerón Soriano –la noche del 11 de octu­bre de 2019 – , fal­ta que los cul­pa­bles mate­ria­les e inte­lec­tua­les sean sen­ten­cia­dos, se repa­re el daño y se ins­tru­men­ten medi­das de no repe­ti­ción, seña­ló el Cen­tro de Dere­chos Huma­nos de la Mon­ta­ña Tlachinollan.

“El reto de las auto­ri­da­des esta­ta­les y fede­ral será des­ple­gar medi­das para que hechos como éstos no se vuel­van a repe­tir. Debe­rán apro­ve­char la coyun­tu­ra del caso de Arnul­fo para gene­rar las con­di­cio­nes que impi­dan que el cri­men orga­ni­za­do se vuel­va a enrai­zar en la Mon­ta­ña [de Gue­rre­ro] con su cau­da de vio­len­cia y muerte”.

La orga­ni­za­ción agre­gó que, “aun­que la cla­se polí­ti­ca y los gru­pos de poder local lo nie­guen, fue el caso de Arnul­fo el que pro­pi­ció con­di­cio­nes de tran­qui­li­dad en Tla­pa y la Mon­ta­ña. Antes de este hecho las fami­lias no podían salir a altas horas de la noche. Había un vacío de poder que era ocu­pa­do por estos gru­pos que eran los que en reali­dad ejer­cía la auto­ri­dad e impo­nían la fuer­za en este lugar”.

Por ello, exi­gió que el cri­men de Arnul­fo no que­de en la impu­ni­dad, que los res­pon­sa­bles mate­ria­les e inte­lec­tua­les sean san­cio­na­dos con todo el peso de la ley, se repa­re el daño y se apli­quen medi­das de no repe­ti­ción, pero sobre todo se gene­ren las con­di­cio­nes para que las defen­so­ras y defen­so­res de dere­chos huma­nos ten­gan garan­tías para rea­li­zar su labor.

Tla­chi­no­llan recor­dó que la des­apa­ri­ción ocu­rrió cuan­do el defen­sor indí­ge­na salió de su casa rum­bo a una reu­nión. Días des­pués las pri­me­ras inves­ti­ga­cio­nes con­cluían que alguien cono­ci­do lo citó a la ori­lla de Tla­pa. “El plan era sacar­lo para que miem­bros de la delin­cuen­cia orga­ni­za­da en con­ni­ven­cia con auto­ri­da­des muni­ci­pa­les pudie­sen des­apa­re­cer­lo. Arnul­fo fue lle­va­do a una casa de segu­ri­dad. Allí lo inte­rro­ga­ron y lo tor­tu­ra­ron asfi­xián­do­lo has­ta la muer­te. Los per­pe­tra­do­res le espe­ta­ban su cons­tan­te acti­vis­mo en mar­chas y blo­queos con­tra el ayun­ta­mien­to de Tla­pa y su renuen­cia a aban­do­nar el movi­mien­to, pese a haber sido adver­ti­do de las con­se­cuen­cias que ello trae­ría. Refie­ren los tes­ti­gos que el defen­sor le pidió al per­pe­tra­dor que lo inte­rro­ga­ba dar­le otra opor­tu­ni­dad, pero éste le res­pon­dió que ya era tar­de, que eso lo hubie­se pen­sa­do antes”.

Su cuer­po fue trans­por­ta­do en la cajue­la de un coche, “el cual pasó por la ciu­dad con toda impu­ni­dad, inclu­so con el auxi­lio de poli­cías muni­ci­pa­les y trán­si­to; y fue lle­va­do a la ori­lla de la ciu­dad don­de una máqui­na retro­ex­ca­va­do­ra ya había cava­do una fosa de tres metros de pro­fun­di­dad. Allí fue tira­do el defen­sor. El obje­ti­vo era que nun­ca lo encontraran”.

Por la pre­sión social, la Comi­sión Nacio­nal de Bús­que­da con la Fis­ca­lía Gene­ral del Esta­do empren­die­ron varios ope­ra­ti­vos y el 20 de noviem­bre de ese año fue loca­li­za­do el cuer­po en el pun­to cono­ci­do como los Tres Pos­tes en la carre­te­ra Tla­pa-Metla­tó­noc, tra­mo Igua­li­ta, ente­rra­do a tres metros de profundidad”.

Para la orga­ni­za­ción, este cri­men “deve­ló la corrup­ción de las auto­ri­da­des de segu­ri­dad en el muni­ci­pio. Evi­den­ció la impu­ni­dad con la que la delin­cuen­cia orga­ni­za­da secues­tra­ba, mata­ba y des­apa­re­cía a las per­so­nas. Polí­ti­cos, comer­cian­tes y trans­por­tis­tas eran par­te del cri­men, por ello el gru­po delic­ti­vo mata­ba y des­apa­re­cía a la luz del día con la ple­na segu­ri­dad que nada les pasa­ría. No obs­tan­te el mie­do, varias víc­ti­mas se ani­ma­ron a bus­car a sus seres que­ri­dos cuan­do se rea­li­za­ban los ope­ra­ti­vos de bús­que­da de Arnul­fo. Poco a poco las fami­lias ven­cie­ron el mie­do y se fue­ron suman­do a la bús­que­da. A la fecha se tie­nen regis­tra­das más de 50 casos de des­apa­re­ci­das y desaparecidos”.

FUENTE: Con­tra Línea

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