Cul­tu­ra. Wifre­do Lam, el pin­tor cubano que se tra­gó al mundo

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 22 de sep­tiem­bre de 2020.

Sep­tiem­bre remi­te a la muer­te… Sal­va­dor Allen­de, las Torres Geme­las… Tam­bién en sep­tiem­bre murió Wifre­do Lam, el mula­to chino del pue­blo cubano de Sagua La Gran­de. Murió en París pero regre­só a Sagua La Gran­de a repo­sar sus hue­sos… Sin embar­go, dejó tan­to, que su vida de idas por la tie­rra, aun hoy nos sir­ve para los des­cu­bri­mien­tos de la cubanidad.

Lam via­ja a Espa­ña en 1923 bene­fi­cia­do por una beca del Ayun­ta­mien­to de su pue­blo natal. Ya antes había ini­cia­do los estu­dios de pin­tu­ra en la Aca­de­mia de San Ale­jan­dro de La Haba­na. Allí pasa 14 años. El exper­to cubano José Manuel Noce­da, cura­dor del Cen­tro Wifre­do Lam en La Haba­na, el mejor cono­ce­dor de su obra en la isla y uno de sus mayo­res intér­pre­tes a nivel inter­na­cio­nal, rela­ta que según con­tó el pro­pio Lam, salió de Cuba para ins­ta­lar­se en París, “Madrid debía ser sola­men­te una eta­pa. Me que­dé ahí tan­tos años por varias razo­nes. Para empe­zar, el cas­te­llano era mi len­gua y no habla­ba el fran­cés. Ade­más me ena­mo­ré y me casé. Lue­go vino la Gue­rra Civil…»

Espa­ña fue una fuen­te extra­or­di­na­ria de su expe­rien­cia artís­ti­ca y huma­na… Se casa, pier­de a su espo­sa e hijo, se ena­mo­ra de la Repú­bli­ca espa­ño­la, se derrum­ba su uto­pía, lo sien­te en el alma…Y par­te a París en 1938… Rela­ta Noce­da que allí esta­ble­ce con­tac­tos con Picas­so y por inter­me­dio de él “cono­ce a otros inte­lec­tua­les y artis­tas como Joan Miró, Chris­tian Zer­vos, Paul Elouard, Geor­ges Bra­que, o Michel Lei­ris, con quien visi­ta el Museo del Hom­bre. Poco des­pués le pre­sen­tan a André Bre­ton, el ideó­lo­go del surrea­lis­mo, quien que­da impre­sio­na­do por la ener­gía pic­tó­ri­ca del cubano.”

Ya en 1940 la capi­tu­la­ción fran­ce­sa ante el fas­cis­mo es un hecho. Va a Mar­se­lla enton­ces y sus con­tac­tos con el surrea­lis­mo lo con­ta­mi­nan y ofre­cen esa impron­ta a su obra: de Les demoi­se­lles d’Avignon a Guer­ni­ca. Y nue­va­men­te la gue­rra lo empu­ja de Fran­cia en 1941… Rum­bo a La Haba­na, al Cari­be… Noce­da afir­ma que “de no ser por el emba­te des­pia­da­do de la gue­rra, qui­zás hubie­ra sido sólo uno de los tan­tos segui­do­res de la Escue­la de París.”

Des­pués de una impac­tan­te estan­cia anti­lla­na Lam está en La Haba­na. Noce­da comen­ta que “en La Haba­na muy pocos lo recor­da­ban. Lle­ga con el roce del París de entre­gue­rras y se con­vier­te en una figu­ra para­dó­ji­ca­men­te con­tro­ver­ti­da y para­dig­má­ti­ca. Vive casi ais­la­do jun­to a su espo­sa Hele­na Hol­zer en su casa de Maria­nao, en las afue­ras de La Haba­na (…) Inti­ma con Lydia Cabre­ra, Ale­jo Car­pen­tier, con don Fer­nan­do Ortiz y otros escri­to­res e inte­lec­tua­les cuba­nos. Su pre­sen­cia aquí, acom­pa­ña­da de las cró­ni­cas de Lydia Cabre­ra, Ale­jo Car­pen­tier o Mir­ta Agui­rre, exce­dió las expec­ta­ti­vas pro­vo­ca­das por las esta­días euro­peas de Car­los Enrí­quez, Mar­ce­lo Pogo­lot­ti, Eduar­do Abe­la y Ame­lia Peláez. Guy Pérez Cis­ne­ros escri­bía en 1944 que Lam «había vuel­to de París arma­do has­ta los pies.» Y el pro­pio exper­to cer­ti­fi­ca que jus­ta­men­te los casi 11 años que Lam vive y tra­ba­ja en Cuba son el naci­mien­to de esa obra en que Lam trans­for­mó la cuba­ni­dad en fenó­meno uni­ver­sal, don­de ger­mi­na­ron gran­des obras como La jun­gla o La silla, en que pare­ce tra­gar­se el mun­do anti­llano para devol­ver­lo pasión y ener­gía des­de cada una de sus esquinas…

Lam fue un pin­tor pobre… Su vida de crea­dor poten­te estu­vo rodea­da de esfuer­zos des­co­mu­na­les para tra­ba­jar. Impre­sio­na­da escu­ché con­tar a Noce­da algu­na vez que Lam uti­li­zó los más diver­sos sopor­tes, inclu­yen­do el papel kraft. Pre­pa­ra­ba esos sopor­tes de mane­ra muy lige­ra, al igual que los pig­men­tos. Solo cono­ce una obra suma­men­te empas­ta­da, que es La silla. Pin­tó has­ta sobre tela de yute, sobre la cual hizo otra de sus bue­nas pie­zas, Hura­cán, per­te­ne­cien­te tam­bién a la colec­ción del Museo Nacio­nal de Bellas Artes de Cuba. “Inclu­so, cuan­do Lam regre­sa a La Haba­na en 1941 era tal su inde­fen­sión eco­nó­mi­ca que tuvo que ape­lar al papel en el que había envuel­to su equi­pa­je, es decir, el papel kraft. Con ese papel pin­tó algu­nos de los pri­me­ros cua­dros en esos años, inclu­yen­do una de sus obras maes­tras, La jun­gla, en1943. Me decía Hele­na Bení­tez (Hele­na Hol­zer en épo­ca de su unión con Lam entre 1938 y 1950, que Lam acos­tum­bra­ba pin­tar de noche y has­ta la madru­ga­da; mien­tras, ella le tra­du­cía del inglés, fran­cés o el ale­mán tex­tos de etnó­lo­gos y antro­pó­lo­gos como Levy-Strauss, Fra­zer y Frobenius.”

Perio­dis­ta – ¿Cuál es el sal­do de Wifre­do Lam?

José Noce­da– “Sus con­tem­po­rá­neos des­ci­fra­ron la ine­quí­vo­ca inter­tex­tua­li­dad con el subs­tra­to natu­ral y etno­cul­tu­ral anti­llano. De la crí­ti­ca neo­yor­ki­na a las apre­cia­cio­nes de Lydia Cabre­ra, Mir­ta Agui­rre, Fer­nan­do Ortiz o Ale­jo Car­pen­tier va un gran tre­cho. Estos últi­mos habla­ron con pro­pie­dad de las imbri­ca­cio­nes de Lam con lo nacio­nal y lo regio­nal, pues cono­cían bien los refe­ren­tes mane­ja­dos en su ico­no­gra­fía. Pero, en todo caso, Cuba y las Anti­llas deben ser vis­tos como el pri­mer esca­lón de una cade­na sim­bó­li­ca de un anti­lla­nis­mo expan­si­vo, que lo con­vier­te, eti­que­tas apar­te, en un pio­ne­ro de la moder­ni­dad en Amé­ri­ca Lati­na, en aban­de­ra­do ideo­es­té­ti­co del Ter­cer Mun­do, en un emble­ma del surrea­lis­mo redi­mi­do post pri­mer mani­fies­to y, sobre todo, en pre­cur­sor en la con­quis­ta posi­ble de un inter­cam­bio cul­tu­ral real­men­te plu­ra­lis­ta. Des­de ese pun­to de vis­ta, Lam fue un ade­lan­ta­do, inau­gu­ró una pers­pec­ti­va afín con la escri­tu­ra post­co­lo­nial de la rela­ción mun­dial de Edouard Glis­sant, a tono con la uto­pía de un gran cam­bio de civi­li­za­ción con­quis­ta­do de mane­ra no menos fecun­da por los pue­blos subal­ter­nos que recla­man su dere­cho a la pre­sen­cia en el mundo.”

Lam se tra­gó al mun­do para devol­ver­lo hecho Patria…

MAD /​RL /​Foto de por­ta­da: Archi­vo Lam

Fuen­te: Cuba en Resumen

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