Argen­ti­na. Sin solu­cio­nes aún en la toma de Guer­ni­ca a pesar de la reu­nión de la «mesa de diálogo»

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 15 de sep­tiem­bre de 2020.

Fotos Ger­mán Romeo Pena, gen­ti­le­za de Anred

La tan anun­cia­da «mesa de diá­lo­go» entre los dele­ga­dos y dele­ga­das de la recu­pe­ra­ción de tie­rras en Guer­ni­ca, las orga­ni­za­cio­nes socia­les, la Gre­mial de Abogad@s que los defien­den, y los repre­sen­tan­tes del gobierno pro­vin­cial, efec­ti­vi­zó este mar­tes un nue­vo encuen­tro. Pero nada es fácil cuan­do se tra­ta del tema de la tie­rra, la pro­pie­dad pri­va­da recla­ma­da aun­que no exis­tan pape­les demos­tra­ti­vos de la mis­ma, y la tre­men­da nece­si­dad de miles de per­so­nas por tener un techo don­de gua­re­cer­se y poder pen­sar en algún tipo de futu­ro mejor que el pre­sen­te difí­cil que les toca vivir.

Por la maña­na, una bue­na can­ti­dad de fun­cio­na­rios de dis­tin­tos minis­te­rios del gobierno de la pro­vin­cia de Bue­nos Aires, ate­rri­za­ron en Guer­ni­ca y se jun­ta­ron con la infle­xi­ble inten­den­ta de Pre­si­den­te Perón, Blan­ca Can­te­ro. La idea era tra­tar de acer­car posi­cio­nes de cara a for­mu­lar una pro­pues­ta a las 2500 fami­las que acam­pan des­de hace un mes y medio en los terre­nos en cues­tión. Pero para la seño­ra Can­te­ro las nece­si­da­des de los pobres pesan muy poco. Par­ti­da­ria de la mano dura, se aga­rra de la deci­sión de un juez y un fis­cal muy pare­ci­dos a ella, y sigue empe­ña­da en que el plan A, el B y el C, se sin­te­ti­zan en la pala­bra des­alo­jo. Cuan­to antes mejor.

Lue­go, esos mis­mos fun­cio­na­rios se tras­la­da­ron has­ta el Club El Pro­gre­so don­de se encon­tra­ron con los pro­ta­go­nis­tas de la toma y sus defen­so­res. El res­to de los ocu­pan­tes con sus fami­lias habían mar­cha­do des­de la terre­nos recu­pe­ra­dos, con sus ban­de­ras y pan­car­tas rei­vin­di­ca­ti­vas, has­ta la Ave­ni­da Eva Perón y la ruta 210, adon­de hicie­ron un cor­te duran­te un lar­go rato. Otros mani­fes­tan­tes con sus hijos, se apos­ta­ron fren­te al lugar don­de sus repre­sen­tan­tes inten­ta­ban con­ven­cer a los fun­cio­na­rios que este miér­co­les no les cor­ten la luz, como ya los ha ame­na­za­do el muni­ci­pio. En la reu­nión, como era de espe­rar, Blan­ca Can­te­ro can­tó ausen­te, como para dejar cla­ro que ella no tie­ne nada que nego­ciar. Lo peor es que no está sola en esta bata­lla, la apo­yan los rica­cho­nes de los coun­tries, a los que tan­to hala­ga y defien­de la inten­den­ta del Fren­te de Todos, y tam­bién sus pares de otros muni­ci­pios del conurbano.

Des­pués de 4 horas de reu­nión, don­de la buro­cra­cia fun­cio­na­rial, esa que duer­me y come calen­ti­to, sin mayo­res pro­ble­mas sal­vo los exis­ten­cia­les o los que pue­den deri­var­se de los exha­brup­tos de su minis­tro de Segu­ri­dad, Ser­gio Ber­ni, pro­me­tió que no habría cor­te de luz, y que se toma­rían unos días para pro­po­ner un plan de sali­da del con­flic­to. El tiem­po sigue pasan­do y el juez Mar­tín Riz­zo ya ha pues­to un pla­zo para hacer cum­pli­men­tar el des­alo­jo pací­fi­co, si se pue­de, o con la actua­ción de la poli­cía bonae­ren­se. Esa que ase­si­nó a Facun­do Cas­tro y a muchos pibes más. O sea, mejor sería que el fun­cio­na­ria­do pro­gre­sis­ta se ilu­mi­ne y fre­ne a los bull­dogs de sus pro­pias filas que quie­ren gue­rra, ya que hay sufi­cien­tes tie­rras en Guer­ni­ca como para gene­rar un pan­de­mo­nium solo por­que algu­nos inten­den­tes han per­di­do toda sen­si­bi­li­dad popular.

Aho­ra, habrá que espe­rar has­ta el lunes 21, que se con­cre­te una reu­nión con el juez des­ocu­pa­dor Mar­tín Riz­zo, don­de teó­ri­ca­men­te estos minis­tros, vice­mi­nis­tros y secre­ta­rios que este mar­tes no die­ron mayo­res res­pues­tas, expli­quen cual es la pro­pues­ta del gobierno provincial.

Al gober­na­dor Axel Kici­llof, entre la toma de Guer­ni­ca y los dichos de Ber­ni, le con­ven­dría sacar de la gale­ra una solu­ción. Sería lo espe­ra­ble de quien hizo cam­pa­ña rei­vin­di­can­do a los humil­des y pro­me­tien­do diá­lo­go en vez de repre­sión. Es lo que espe­ran los miles de niños y adul­tos que hacen el aguan­te a la intem­pe­rie allí, en la toma de Guernica.

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