Uru­guay. La infla­ción de los pobres y de los ricos

Por Fer­nan­do Espon­da, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 09 de agos­to de 2020.

Había en los pre­cios una pis­ta, un indi­cio, un ras­tro que invi­ta­ba a ser segui­do. Una per­cep­ción en los alma­ce­nes, un movi­mien­to dife­ren­cial en las gón­do­las, un men­sa­je en la letra chi­ca de los datos. Una intui­ción basa­da en dos pre­mi­sas bási­cas y sencillas.

Por un lado, lo que nos cuen­ta la ley de Engel. A media­dos del siglo XIX, Ernst Engel des­cri­bió algo bas­tan­te intui­ti­vo: cuan­to más pobre es una fami­lia, mayor es la pro­por­ción de su ingre­so que gas­ta en comida.

Por otro lado, un hecho actual: la diná­mi­ca infla­cio­na­ria uru­gua­ya del últi­mo tiem­po vino impul­sa­da por los ali­men­tos. Mien­tras que des­de abril de 2020 la infla­ción superó el 10%,(1) la varia­ción del pre­cio de los ali­men­tos rozó el 20% (y la car­ne sobre­pa­só el 30%, como bien mos­tra­ron los aná­li­sis del Índi­ce de Pre­cios del Asa­do con Picadita).

Estos dos ele­men­tos mos­tra­ban una pis­ta, una posi­bi­li­dad que se escon­día bajo la infla­ción pro­me­dio: que la infla­ción que afec­ta a los sec­to­res más humil­des de Uru­guay fue­ra mayor que la de los sec­to­res más ricos.

Este artícu­lo sigue esta pis­ta y pro­po­ne una for­ma de ver si efec­ti­va­men­te esto suce­de, median­te la cons­truc­ción de dos índi­ces de pre­cios: uno para los pobres y otro para los ricos. Allá vamos.

Los cálcu­los: el Índi­ce de Pre­cios de los Pobres y el Índi­ce de Pre­cios de los Ricos

La infla­ción se cal­cu­la con algo que se lla­ma Índi­ce de Pre­cios al Con­su­mo (IPC), que es el resu­men de los pre­cios de una canas­ta pro­me­dio nacio­nal. Allí hay de todo: car­ne, tal­co para pies, dic­cio­na­rios, que­so unta­ble, san­da­lias de cue­ro, des­odo­ran­tes, pilas, ramos de flo­res, taxis, espon­jas. Todos estos pro­duc­tos y más tie­nen su lugar en el IPC, y el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Esta­dís­ti­ca (INE) va reca­ban­do infor­ma­ción sobre sus pre­cios, la jun­ta y hace un pro­me­dio para cal­cu­lar la infla­ción. ¿Cómo hace ese pro­me­dio? A cada pro­duc­to le asig­na un peso dife­ren­te. Por ejem­plo, la car­ne pesa 7,3% de la canas­ta; el des­odo­ran­te, 0,34%; y el ramo de flo­res, 0,16%.

Si se suman todos los ali­men­tos y las bebi­das no alcohó­li­cas, estos pro­duc­tos ocu­pan 26% de la canas­ta. Pero todos con­su­mi­mos dife­ren­te, y en par­ti­cu­lar el peso de los ali­men­tos depen­de del nivel de ingre­sos de las per­so­nas, como dijo el bueno de Engel. Enton­ces… ¿cuán­to pesan los ali­men­tos en hoga­res que no son el pro­me­dio? La res­pues­ta, según la encues­ta sobre la que se basó la cons­truc­ción del IPC, es la siguien­te: en el pri­mer decil (el 10% más pobre de la pobla­ción) los ali­men­tos pesan 35%; en el últi­mo decil (el 10% más rico) los ali­men­tos pesan sólo 11%. (2)

Inflación G1

De esta for­ma –y aban­do­nan­do eufe­mis­mos y tec­ni­cis­mos que siem­pre hacen abu­rri­dos los nom­bres de los índi­ces – , pode­mos cons­truir tan­to el Índi­ce de Pre­cios de los Pobres (IPP) como el Índi­ce de Pre­cios de los Ricos (IPR),(3) modi­fi­can­do en la canas­ta del IPC el peso de los ali­men­tos y bebi­das no alcohó­li­cas (y repon­de­ran­do el res­to de los componentes).(4)

Los resul­ta­dos: en 2020 se veri­fi­có la mayor sepa­ra­ción entre la infla­ción de los pobres y los ricos de los últi­mos diez años

Inflación G2

En el grá­fi­co se mues­tra la infla­ción de los pobres y de los ricos de los últi­mos diez años. Como se pue­de obser­var, en algu­nos perío­dos la infla­ción de los pobres fue menor que la de los ricos (por ejem­plo, duran­te 2017, cuan­do la infla­ción de los pobres lle­gó a ser de 4,6%) y en otros momen­tos fue al revés (por ejem­plo, en los últi­mos meses).(5)

En los últi­mos tiem­pos la infla­ción de los pobres siem­pre superó a la de los ricos, e inclu­so se lle­gó a un récord hace tan sólo tres meses, en ple­na pan­de­mia, cuan­do en el mes de mayo la dis­tan­cia entre las infla­cio­nes de ambas pobla­cio­nes alcan­zó el 2,7%. En dicho mes la infla­ción gene­ral fue de 11%, la infla­ción de los ricos fue de 9,4% y la infla­ción de los pobres alcan­zó el 12,1%.

Inflación G3

En la últi­ma déca­da, el otro perío­do en el que la infla­ción anual superó el 10% fue entre febre­ro y julio de 2016. El IPP y el IPR nos mues­tran dos situa­cio­nes dife­ren­tes en momen­tos de simi­lar infla­ción: mien­tras que en el perío­do de 2016 la infla­ción fue pare­ci­da para las per­so­nas con dife­ren­tes ingre­sos, duran­te 2020 la infla­ción de los pobres alcan­zó el 12%, mien­tras que la de los ricos nun­ca superó el 10%.

Final­men­te, cabe seña­lar que de los 104 meses ana­li­za­dos, en 70 meses la infla­ción inter­anual de los pobres fue mayor que la de los ricos. Es decir, de cada tres meses de la serie, en dos la infla­ción inter­anual de los pobres fue más alta que la de los ricos.(6)

La infla­ción de los pobres en las crisis

Este fenó­meno de mayor infla­ción de los pobres duran­te la actual cri­sis nos lle­va a pen­sar si no habrá suce­di­do lo mis­mo en la cri­sis de 2002. Para res­pon­der esta pre­gun­ta se pue­de apli­car el mis­mo méto­do, pero para el IPC de aquel momen­to. Lo que se encuen­tra es que pasó algo simi­lar: entre julio de 2002 y abril de 2005 la infla­ción de los pobres fue siem­pre supe­rior a la de los ricos, y se alcan­zó una dis­tan­cia de 2,3 pun­tos por­cen­tua­les entre ambas infla­cio­nes (en valo­res de infla­ción anual que lle­ga­ron a supe­rar el 25%, muy por enci­ma de los valo­res actuales).

Sofis­ti­ca­cio­nes posi­bles y comen­ta­rio final

Que­dan enton­ces pre­sen­ta­dos y a dis­po­si­ción del lec­tor, de la comu­ni­dad eco­nó­mi­ca y de toda la ciu­da­da­nía los índi­ces de pre­cios IPP e IPR. Se pre­sen­tan en su pri­me­ra ver­sión, y como todo ejer­ci­cio humano pue­den ser mejo­ra­dos. Dejo al final, a pie de pági­na, por si al lec­tor le intere­sa, un con­jun­to de comen­ta­rios téc­ni­cos que podrían mejo­rar los índi­ces. Tra­tan sobre for­mas alter­na­ti­vas y más com­ple­jas de cons­truir­los, con­si­de­ra­cio­nes sobre el lugar de com­pra, la encues­ta a uti­li­zar, la pro­pia defi­ni­ción de ricos y pobres, la posi­bi­li­dad de che­quear con otros indicadores.

Dejo escri­tas estas sofis­ti­ca­cio­nes posi­bles del indi­ca­dor para con­tar que estos ejer­ci­cios pue­den ser mucho más com­ple­jos. Sin embar­go, hay una pin­tu­ra grue­sa que no cam­bia ante even­tua­les pre­ci­sio­nes téc­ni­cas: la infla­ción inter­anual en el pri­mer semes­tre del año, que superó el 10%, vino empu­ja­da por los ali­men­tos, y esto gol­pea más a quie­nes mayor pro­por­ción de su gas­to dedi­can a estos pro­duc­tos, que son los pobres. Y es más rele­van­te aún en la medi­da en que se da en un con­tex­to de infla­ción más alta que el pro­me­dio de los últi­mos años, en medio de una impor­tan­te cri­sis eco­nó­mi­ca con una enor­me pér­di­da de pues­tos de tra­ba­jo, récord his­tó­ri­co del segu­ro de paro, caí­da del ingre­so de los hoga­res y aumen­to de la pobre­za. Son un ele­men­to más de eco­no­mía des­crip­ti­va para ayu­dar a com­pren­der mejor la coyun­tu­ra reciente.

La cons­truc­ción de estos índi­ces tam­bién invi­ta a hacer­se pre­gun­tas que podrían dis­pa­rar otros ejer­ci­cios. ¿Qué suce­de­ría si algu­nos cálcu­los se rea­li­za­ran con estos índi­ces de pre­cios, como por ejem­plo el sala­rio real de los tra­ba­ja­do­res más sumer­gi­dos, o la evo­lu­ción real del sala­rio míni­mo? ¿Sería razo­na­ble uti­li­zar­los como inde­xa­do­res de algu­nas polí­ti­cas socia­les (la tar­je­ta Uru­guay Social del Minis­te­rio de Desa­rro­llo Social, por ejem­plo, no se ajus­ta por IPC, sino que se ajus­ta por la evo­lu­ción del pre­cio de los ali­men­tos)? ¿El des­cen­so de la pobre­za en Uru­guay en 2017 pue­de haber teni­do que ver con la menor infla­ción de los pobres que hubo ese año?

El IPP y el IPR no bus­can sus­ti­tuir al IPC, sino ser sus ami­gos natu­ra­les, com­pa­ñe­ros de camino para inten­tar mos­trar cómo, a veces, lo que pasa en el pro­me­dio pue­de escon­der dife­ren­cias entre los de arri­ba y los de aba­jo. Por­que, como ya sabe­mos, en el mar de los pro­me­dios se aho­gan los enanos.

Ante­ce­den­tes nacio­na­les e internacionales

Uru­guay con­tó con un índi­ce de pre­cios simi­lar a uno de los que se pre­sen­tan en esta nota. Era el Índi­ce de Pre­cios de Con­su­mo para Hoga­res de Meno­res Ingre­sos de Mon­te­vi­deo, que fue ela­bo­ra­do por el Ins­ti­tu­to de Esta­dís­ti­ca (Ies­ta) de la Facul­tad de Cien­cias Eco­nó­mi­cas y de Admi­nis­tra­ción de la Uni­ver­si­dad de la Repú­bli­ca. Era un índi­ce del tipo Las­pey­res, toma­ba la estruc­tu­ra de con­su­mo de los pri­me­ros cin­co deci­les, el pro­pio Ies­ta rele­va­ba los pre­cios, comen­zó a moni­to­rear­se en el 1988 y fue dis­con­ti­nua­do en 2012.

A nivel inter­na­cio­nal tam­bién exis­ten expe­rien­cias de índi­ces de pre­cios para sub­po­bla­cio­nes de ingre­sos. En Bra­sil exis­te el INPC (Índi­ce Nacio­nal de Preços ao Con­su­mi­dor), que toma como refe­ren­cia a fami­lias con ingre­sos de entre uno y cin­co sala­rios míni­mos. En Esta­dos Uni­dos exis­tió el ejem­plo del IPC de los pobres ela­bo­ra­do por The­sia Gar­ner, David John­son y Mary Kokos­ki, del Bureau of Labor Sta­tis­tics. En su artícu­lo recuer­dan a Keneth Arrow, quien en 1958 ya plan­tea­ba la nece­si­dad de “con­tar con índi­ces de pre­cios dife­ren­cia­les para dis­tin­tos nive­les de ingreso”.

Agra­dez­co los comen­ta­rios y apor­tes de Álva­ro Fuen­tes, Mai­ra Colac­ce, Ceci­lia Para­da, Andrea Vigo­ri­to, Vic­to­ria Gon­zá­lez, y los inte­gran­tes del gru­po Jue­ves. Los posi­bles erro­res y omi­sio­nes son de mi exclu­si­va res­pon­sa­bi­li­dad. Esta y otras notas del Gru­po Jue­ves pue­den encon­trar­se en el sitio Jueves.

Fuen­te: Kaos en la red

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