Bie­lo­rru­sia: Entre­vis­ta a K. Kunits­ka­ya y V. Shkurin

Las pro­tes­tas en Bie­lo­rru­sia han sido cali­fi­ca­das en muchos medios de revo­lu­ción de colo­res prooc­ci­den­tal o de Mai­dán de Minsk, igno­ran­do las razo­nes pro­fun­das del des­con­ten­to popu­lar con el pre­si­den­te Ale­xan­der Lukashen­ko. Jaco­bin ha habla­do con per­so­nas de izquier­das de Bie­lo­rru­sia sobre las fuer­zas que hay detrás de las movi­li­za­cio­nes y las pers­pec­ti­vas de que el movi­mien­to obre­ro orga­ni­za­do afir­me su pro­pio programa.

A menu­do se dice que la bru­ta­li­dad poli­cial que se ha vis­to en Minsk no tie­ne paran­gón en Euro­pa, cosa que los cha­le­cos ama­ri­llos de Fran­cia segu­ra­men­te nega­rán. Pero en Bie­lo­rru­sia está cam­bian­do algo defi­ni­ti­va­men­te, des­pués de que un apo­yo popu­lar sin pre­ce­den­tes a can­di­da­tu­ras de la opo­si­ción ame­na­za­ra con poner fin a los 26 años de gobierno del pre­si­den­te Lukashen­ko. Cuan­do las auto­ri­da­des comu­ni­ca­ron que este había reci­bi­do el 80 % de los votos en las elec­cio­nes del 9 de agos­to y la gen­te salió mul­ti­tu­di­na­ria­men­te a la calle para pro­tes­tar, el Esta­do res­pon­dió con el terror policial.

Al prin­ci­pio, las mani­fes­ta­cio­nes las pro­ta­go­ni­za­ba la juven­tud urba­na, pero como he mos­tra­do en un artícu­lo recien­te, la pro­tes­ta ha cam­bia­do en los últi­mos días al con­ver­tir­se en un movi­mien­to más amplio de la cla­se obre­ra con amplias movi­li­za­cio­nes en los cen­tros de tra­ba­jo. Las accio­nes que se han pro­du­ci­do en la mayo­ría de los gran­des cen­tros indus­tria­les del país han impli­ca­do a miles de tra­ba­ja­do­ras y tra­ba­ja­do­res, con asam­bleas para dis­cu­tir sobre sus rei­vin­di­ca­cio­nes y la pers­pec­ti­va de una huel­ga general.

Así que en Bie­lo­rru­sia se dice que todo resul­ta inau­di­to. Sin embar­go, se pue­den encon­trar pre­ce­den­tes en otros paí­ses, como las acti­vi­da­des de Soli­dar­nosc en Polo­nia o las huel­gas mine­ras en el últi­mo perio­do de la Unión Sovié­ti­ca, sen­dos ejem­plos de com­ba­ti­vi­dad obre­ra alia­da con movi­mien­tos de pro­tes­ta más amplios que sin que­re­lo alla­na­ron el camino a trans­for­ma­cio­nes neo­li­be­ra­les. La his­to­ria trá­gi­ca del movi­mien­to obre­ro en el espa­cio poso­vié­ti­co recla­ma por tan­to un enfo­que cui­da­do­so y fun­da­do de los recien­tes acon­te­ci­mien­tos en Bielorrusia.

Con el fin de inda­gar un poco en las con­tra­dic­cio­nes de la socie­dad bie­lo­rru­sa y las con­di­cio­nes de su cla­se tra­ba­ja­do­ra, he entre­vis­ta­do a dos repre­sen­tan­tes de la izquier­da bie­lo­rru­sa, que han pedi­do guar­dar el ano­ni­ma­to y por tan­to se citan bajo un seu­dó­ni­mo. Kse­nia Kunits­ka­ya (KK) for­ma par­te de la redac­ción de la revis­ta elec­tró­ni­ca Poli­graf y Vitaly Shku­rin (VS) es autor, resi­den­te en Bie­lo­rru­sia, de Sep­tem­ber, una pla­ta­for­ma mediá­ti­ca de izquier­da que cubre el espa­cio post­so­vié­ti­co. Ella y él man­tie­nen con­tac­tos con círcu­los acti­vis­tas y están en con­di­cio­nes de eva­luar la situa­ción des­de una pers­pec­ti­va de clase.

Pre­gun­ta: Pare­ce que ni los ana­lis­tas ni las auto­ri­da­des bie­lo­rru­sas espe­ra­ban dis­tur­bios de esta mag­ni­tud en torno a las elec­cio­nes del 9 de agos­to. ¿Qué impul­só la movi­li­za­ción pre­elec­to­ral y las sub­si­guien­tes mani­fes­ta­cio­nes? ¿En qué coyun­tu­ra polí­ti­ca más amplia debe­ría­mos inscribirlo?

KK: La pri­me­ra razón es el can­san­cio que se ha ido acu­mu­lan­do des­de hace tiem­po en gran par­te de la pobla­ción a cuen­ta del cuar­to de siglo que lle­va Lukashen­ko en el poder. Su plan­tea­mien­to se refle­ja en su esti­lo de comu­ni­ca­ción abrup­to tan­to con sus opo­nen­tes como con sus pro­pios subor­di­na­dos, que a menu­do se ase­me­ja a la gro­se­ría invo­lun­ta­ria. Esto se ve agra­va­do por la indi­fe­ren­cia mos­tra­da por auto­ri­da­des loca­les, que no atien­den al esta­do de áni­mo de la gen­te, sino al del líder. Estos ras­gos se pusie­ron de mani­fies­to duran­te la mala ges­tión por el gobierno de la epi­de­mia de Covid-19, que irri­tó masi­va­men­te a la población.

Ade­más, el gobierno ha esta­do des­man­te­lan­do sis­te­má­ti­ca­men­te el mode­lo de Esta­do de bien­es­tar y sus obli­ga­cio­nes socia­les para con su ciu­da­da­nía. Esto se vio en 2004 con la intro­duc­ción de los con­tra­tos de tra­ba­jo indi­vi­dua­les en vez de los con­ve­nios colec­ti­vos; en 2017, con el impues­to sobre el des­em­pleo, y con la exclu­sión del perio­do de ser­vi­cio mili­tar, de las bajas por mater­ni­dad y de los estu­dios uni­ver­si­ta­rios del recuen­to de años coti­za­dos para el cálcu­lo de la pen­sión. La rígi­da polí­ti­ca mone­ta­ria de los últi­mos cin­co años tam­bién ha dado pie a la con­ge­la­ción de sala­rios, mien­tras que los pre­cios han segui­do aumentando.

VS: En los últi­mos diez años hemos asis­ti­do a una des­po­li­ti­za­ción de la pobla­ción bie­lo­rru­sa. Tras el fra­ca­so de las pro­tes­tas post­elec­to­ra­les de 2010 y la sub­si­guien­te revo­lu­ción de los aplau­sos [cuan­do la gen­te aplau­día en la calle para mos­trar su des­acuer­do, temien­do ser dete­ni­da si orga­ni­za­ba mani­fes­ta­cio­nes], muchas per­so­nas que mili­ta­ban en par­ti­dos y movi­mien­tos sufrie­ron la repre­sión del Esta­do. En 2017, des­pués de que el gobierno intro­du­je­ra el lla­ma­do impues­to sobre el des­em­pleo, en Bie­lo­rru­sia se pro­du­je­ron mani­fes­ta­cio­nes no solo en Minsk, sino tam­bién en peque­ñas ciu­da­des de pro­vin­cias, por pri­me­ra vez en seis años. Aquel impues­to que­dó apla­za­do, pero pare­ció que tras la derro­ta de los par­ti­dos y movi­mien­tos de opo­si­ción, la nue­va opo­si­ción a Lukashen­ko solo apa­re­cía en la for­ma difu­sa de socie­dad civil bie­lo­rru­sa.

Pues­to que una par­te sus­tan­cial de la eco­no­mía bie­lo­rru­sa toda­vía está en manos del Esta­do, la gen­te común –los votan­tes habi­tua­les de Lukashen­ko– está for­ma­da por el per­so­nal de empre­sas públi­cas, maes­tros o médi­cas. En los últi­mos años, el sec­tor públi­co ha sido obje­to de des­in­ver­sión, lo que ha dado lugar al des­cen­so de los sala­rios, la con­trac­ción de la mano de obra, las vaca­cio­nes for­zo­sas no remu­ne­ra­das y el aumen­to de la edad de jubi­la­ción. Está cla­ro que esto ha poli­ti­za­do a la gen­te común, pero lamen­ta­ble­men­te no ha apa­re­ci­do nin­gún pro­gra­ma posi­ti­vo sólido.

KK: Ade­más, las auto­ri­da­des han pres­ta­do esca­sa aten­ción a su ima­gen a ojos de la pobla­ción. Nues­tra pro­pa­gan­da ofi­cial es muy débil y muchas veces pare­ce ridí­cu­la: “Nun­ca hemos vivi­do tan bien como aho­ra”, dicen. La opo­si­ción, a su vez, ha crea­do un sis­te­ma pro­fe­sio­nal efi­caz de medios elec­tró­ni­cos moder­nos. A tra­vés del mis­mo, denun­cia las fla­que­zas del sis­te­ma y hace pro­pa­gan­da a favor de refor­mas neo­li­be­ra­les y de una polí­ti­ca de memo­ria nacio­na­lis­ta. Esto ha per­mi­ti­do a la opo­si­ción libe­ral-nacio­na­lis­ta movi­li­zar a sim­pa­ti­zan­tes antes de las elec­cio­nes, para pillar a las auto­ri­da­des ama­ñan­do resul­ta­dos elec­to­ra­les y sacar a la gen­te a la calle.

Por otro lado, la bru­tal actua­ción de la poli­cía, con el uso de gra­na­das de atur­di­mien­to, caño­nes de agua y gases lacri­mó­ge­nos, ade­más de la tor­tu­ra de per­so­nas dete­ni­das, ha pro­vo­ca­do la indig­na­ción no solo entre la gen­te que sim­pa­ti­za con la opo­si­ción, sino de quie­nes has­ta aho­ra no se intere­sa­ban por la política.

Las protestas en Bielorrusia han sido calificadas en muchos medios de revolución de colores prooccidental o de Maidán de Minsk, ignorando las razones profundas del descontento popular con el presidente Alexander Lukashenko. Jacobin ha hablado con personas de izquierdas de Bielorrusia sobre las fuerzas que hay detrás de las movilizaciones y las perspectivas de que el movimiento obrero organizado afirme su propio programa.

Pre­gun­ta: ¿Qué sec­to­res de la pobla­ción bie­lo­rru­sa ha soli­do apo­yar a Lukashen­ko? ¿Está decli­nan­do este apo­yo? ¿Tie­ne esto que ver con el debi­li­ta­mien­to del pac­to por el que se denie­gan dere­chos polí­ti­cos a cam­bio de la con­ce­sión de dere­chos de bien­es­tar económico?

KK: Tras la pri­me­ra vic­to­ria elec­to­ral de Lukashen­ko en 1994, su base de apo­yo era muy amplia, inclui­dos sec­to­res que pro­po­nían una alian­za con Rusia y la recons­truc­ción de la URSS o se opo­nían a duras refor­mas de mer­ca­do y por­ta­vo­ces rusos des­con­ten­tos con la polí­ti­ca de bie­lo­rru­si­fi­ca­ción. En el medio rural decían que “es de los nues­tros”. En la déca­da de 2000 se ganó apo­yos con una polí­ti­ca de cons­tan­tes aumen­tos sala­ria­les, pro­me­tien­do ele­var el sala­rio medio has­ta 500 dóla­res e inclu­so 1.000 dóla­res al mes. Una serie de cri­sis eco­nó­mi­cas impi­die­ron que se mate­ria­li­za­ra este sue­ño. La unión con Rusia tam­bién ren­quea debi­do a las con­tra­dic­cio­nes entre las eli­tes rusa y bie­lo­rru­sa. Y las cam­pa­ñas de aumen­to sala­rial fue­ron sus­ti­tui­das por una estric­ta polí­ti­ca mone­ta­ria, en el espí­ri­tu de las reco­men­da­cio­nes del Fon­do Mone­ta­rio Internacional.

En Bie­lo­rru­sia están prác­ti­ca­men­te prohi­bi­dos los son­deos de opi­nión inde­pen­dien­tes, y los soció­lo­gos con­tra­ta­dos por el Esta­do no publi­can sus datos, de modo que es difí­cil apre­ciar el apo­yo real de que goza el pre­si­den­te. Sin duda es infe­rior al de las déca­das de 1990 y 2000, y la vio­len­ta actua­ción de la poli­cía segu­ro que no ha ayu­da­do a incre­men­tar su popu­la­ri­dad. Al mis­mo tiem­po, la opi­nión de la opo­si­ción de que el apo­yo popu­lar de Lukashen­ko es tan solo del 3 % es muy pro­ba­ble­men­te un mito.

VS: Pien­so que el mode­lo eco­nó­mi­co de Lukashen­ko, basa­do en la reex­por­ta­ción de petró­leo ruso, se ha ago­ta­do, ya que Rusia ha incre­men­ta­do el pre­cio que fac­tu­ra a Bie­lo­rru­sia y los pre­cios en el mun­do han caí­do en pica­do. Está cla­ro que Lukashen­ko no pue­de man­te­ner el nivel actual de bien­es­tar de la pobla­ción, de modo que para él, el neo­li­be­ra­lis­mo pare­ce ser la úni­ca vía de salida.

Sin embar­go, hemos de recor­dar que el ele­va­do por­cen­ta­je del empleo en el sec­tor públi­co impli­ca que los luga­res de tra­ba­jo tam­bién son espa­cios de con­trol polí­ti­co. Pues­to que la tasa de paro ofi­cio­sa en Bie­lo­rru­sia es bas­tan­te ele­va­da (alre­de­dor del 10 %) y los sub­si­dios de des­em­pleo ron­dan los 10 dóla­res al mes, estar en el paro no resul­ta muy recon­for­tan­te. El per­so­nal del sec­tor públi­co ha de par­ti­ci­par regu­lar­men­te en otras acti­vi­da­des para con­ser­var sus pues­tos de tra­ba­jo: sába­dos de tra­ba­jo, votar a pri­me­ra hora en las elec­cio­nes (cuan­do ocu­rren la mayo­ría de fal­si­fi­ca­cio­nes) e inclu­so par­ti­ci­par en elec­cio­nes como miem­bros de comi­tés elec­to­ra­les y fal­si­fi­car los resul­ta­dos. El empleo en el sec­tor públi­co está basa­do en con­tra­tos de dura­ción limi­ta­da, que impi­den que la per­so­na pue­da dejar el pues­to fácil­men­te, pero per­mi­ten que la enti­dad que la con­tra­ta la des­pi­da a volun­tad. Está cla­ro que en un momen­to dado muchos tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras del sec­tor públi­co se con­ven­cie­ron de que no tie­nen otra sali­da que votar con­tra Lukashenko.

Al mis­mo tiem­po pode­mos iden­ti­fi­car nue­vos sec­to­res que apo­yan a Lukashen­ko: quie­nes están a su ser­vi­cio en el cam­po de la ideo­lo­gía y el poder. Entre los pri­me­ros inclu­yo una nue­va gene­ra­ción de exper­tos públi­cos pro­gu­ber­na­men­ta­les, emplea­dos en diver­sas ins­ti­tu­cio­nes del Esta­do (des­de uni­ver­si­da­des has­ta dudo­sas orga­ni­za­cio­nes públi­cas). Los entre­vis­tan regu­lar­men­te en medios del Esta­do, inde­pen­dien­tes o extran­je­ros, don­de pro­mue­ven el régi­men bie­lo­rru­so. A dife­ren­cia del vie­jo elen­co de abu­rri­dos fun­cio­na­rios de tipo sovié­ti­co, estas per­so­nas tie­nen un dis­cur­so bri­llan­te y una apa­rien­cia moder­na. El vie­jo esta­blish­ment ofi­cial de tipo sovié­ti­co tam­bién apo­ya fir­me­men­te a Lukashen­ko, pues fue­ra de su régi­men no sir­ve para nada.

La poli­cía y los ser­vi­cios secre­tos son el segun­do estra­to de gen­te que apo­ya a Lukashen­ko. Per­ci­ben pres­ta­cio­nes espe­cia­les que inclu­yen sub­si­dios para la com­pra de vivien­da, jubi­la­ción tem­pra­na, aten­ción médi­ca en clí­ni­cas espe­cia­les, vaca­cio­nes en bal­nea­rios, etc. En Bie­lo­rru­sia no se cono­ce públi­ca­men­te el núme­ro de poli­cías; el minis­tro del Inte­rior decla­ró en 2016 que había 405 agen­tes por 100.000 habi­tan­tes, pero según una esti­ma­ción de Nacio­nes Uni­das de 2013, la cifra es de 1.442 por 100.000 habi­tan­tes. Este sec­tor tam­bién cons­ti­tu­ye un impor­tan­te fac­tor de movi­li­dad social: la gen­te de las ciu­da­des peque­ñas que está en el paro pue­de tras­la­dar­se a algu­na ciu­dad més gran­de para tra­ba­jar de poli­cía. A cam­bio tie­nen que obe­de­cer cie­ga­men­te las órde­nes: pudi­mos ver el resul­ta­do en los pri­me­ros días de la revuel­ta, cuan­do se lan­za­ron gra­na­das atur­di­do­ras y gases lacri­mó­ge­nos con­tra gru­pos de mani­fes­tan­tes rela­ti­va­men­te peque­ños y des­ar­ma­dos. La poli­cía y los ser­vi­cios secre­tos que­dan al mar­gen del con­trol públi­co, y otro dato sig­ni­fi­ca­ti­vo es que los nue­vos ideó­lo­gos bri­llan­tes están rela­cio­na­dos con ellos.

Pre­gun­ta: ¿Cómo des­cri­bi­ríais la com­po­si­ción social de la gen­te que se mani­fies­ta, sus per­fi­les socia­les y de cla­se, sus ideo­lo­gías y sus reivindicaciones?

KK: En pri­mer lugar está la opo­si­ción tra­di­cio­nal de los años noven­ta: nacio­na­lis­tas, libe­ra­les y la inte­lec­tua­li­dad que sim­pa­ti­za con ella. En segun­do lugar está la juven­tud urba­na, empre­sa­rios y espe­cia­lis­tas en infor­má­ti­ca y tele­co­mu­ni­ca­cio­nes, que se auto­ca­li­fi­can de pro­gre­sis­tas, occi­den­ta­les y anti­so­vié­ti­cos. Duran­te la cam­pa­ña elec­to­ral, las can­di­da­tu­ras de opo­si­ción logra­ron movi­li­zar a un sec­tor un poco más amplio, al menos en las gran­des ciu­da­des. En el perio­do pre­elec­to­ral, la socie­dad esta­ba muy poli­ti­za­da. Muchas per­so­nas des­afec­tas se impli­ca­ron acti­va­men­te como obser­va­do­ras electorales.

Aho­ra se suman sec­to­res más amplios de la socie­dad, escan­da­li­za­dos por la vio­len­cia poli­cial sin pre­ce­den­tes e indig­na­dos por el frau­de elec­to­ral. Hay quie­nes están des­con­ten­tos con su situa­ción eco­nó­mi­ca y que has­ta aho­ra habían apo­ya­do pasi­va­men­te a Lukashen­ko como mal menor en com­pa­ra­ción con la opo­si­ción de dere­chas. Los libe­ra­les nacio­na­lis­tas que par­ti­ci­pa­ban en el pro­ce­so elec­to­ral no habla­ron abier­ta­men­te de su pro­gra­ma, sino tan solo de elec­cio­nes jus­tas y más tar­de de redu­cir la vio­len­cia poli­cial como un fin en sí mismo.

VS: Aun­que muchos comu­nis­tas orto­do­xos crean que esta es una revo­lu­ción de pro­gra­ma­do­res hips­ters, muchas per­so­nas jóve­nes que par­ti­ci­pan en las mani­fes­ta­cio­nes tra­ba­jan en fábri­cas, o son taxis­tas o estu­dian­tes. No creo que se pue­da atri­buir una ideo­lo­gía par­ti­cu­lar a este movi­mien­to espon­tá­neo. En las mani­fes­ta­cio­nes se ven ban­de­ras ofi­cia­les bie­lo­rru­sas [ver­di­rro­jas], así como las anti­guas [blan­ca-roja-blan­ca, que sir­vió de sím­bo­lo nacio­nal de 1991 a 1994]. Pues­to que pre­do­mi­nan estas últi­mas, hay quien afir­ma que es un movi­mien­to nacio­na­lis­ta. Pero como he dicho, los líde­res de la opo­si­ción nacio­na­lis­ta tra­di­cio­nal están en la cár­cel y en las mani­fes­ta­cio­nes no ha habi­do con­flic­tos en rela­ción con los sím­bo­los. Cuan­do ha habi­do res­pues­tas vio­len­tas con­tra la poli­cía, pode­mos sos­pe­char que pro­ve­nían de hin­chas de fút­bol orga­ni­za­dos, pero no dejan de ser gru­pos pequeños.

Pre­gun­ta: ¿Son com­pa­ra­bles estas pro­tes­tas con otras movi­li­za­cio­nes ante­rio­res en Bie­lo­rru­sia y en la región?

VS: Todas las pro­tes­tas de antes de 2010 tenían un fuer­te carác­ter nacio­na­lis­ta, pero en 2011 la revo­lu­ción de los aplau­sos ya no pro­fe­sa­ba un pro­gra­ma de esta índo­le. Tras el Mai­dán en Ucra­nia en 2014, el nacio­na­lis­mo vol­vió a estar en boga en las mani­fes­ta­cio­nes: se mer­can­ti­li­zó como mar­ca de bie­lo­rru­sos nue­vos, exi­to­sos, más euro­peos. Las mani­fes­ta­cio­nes actua­les están toda­vía más ale­ja­das del nacio­na­lis­mo y recuer­dan más a las de 2017, cuan­do hubo pro­tes­tas masi­vas en toda Bie­lo­rru­sia con­tra el impues­to sobre el desempleo.

Las pro­tes­tas de este año tie­nen dos pecu­lia­ri­da­des: care­cen de pro­gra­ma polí­ti­co y social apar­te de con­tes­tar los resul­ta­dos de las elec­cio­nes, y están dis­per­sas por toda Bie­lo­rru­sia. Antes de 2017, casi todas las gran­des mani­fes­ta­cio­nes tenían lugar en Minsk y seguían el mis­mo guion: gran pro­ce­sión por el cen­tro de la ciu­dad, con­fluen­cia en una gran pla­za y los sub­si­guien­tes gol­pes duros de la poli­cía. Sal­vo en 2006, cuan­do hubo una acam­pa­da en la pla­za mayor, las demás dura­ron un día. Esta vez, las mani­fes­ta­cio­nes ya se han suce­di­do duran­te cua­tro días en dife­ren­tes ciu­da­des y pue­blos, no solo en Minsk. Inclu­so en la capi­tal, las y los mani­fes­tan­tes no ocu­pan una pla­za, en gran par­te por­que el cen­tro de la ciu­dad está bajo con­trol poli­cial des­de que cae la tar­de. A lo lar­go de la tar­de y la noche pue­den pro­du­cir­se mani­fes­ta­cio­nes en dife­ren­tes barrios; la gen­te esca­pa corrien­do de la poli­cía y vuel­ve cuan­do esta se retira.

KK: Es muy sig­ni­fi­ca­ti­vo que la esca­la de la vio­len­cia sea tal que ya no se per­ci­be como una pin­tu­ra abs­trac­ta en las noti­cias. Muchí­si­ma gen­te la han vis­to con sus pro­pios ojos o la han sufri­do en sus pro­pias car­nes, o tie­ne víc­ti­mas entre amis­ta­des o fami­lia­res. La opo­si­ción no pro­po­ne for­mal­men­te nada que pue­da pro­vo­car un con­flic­to de intere­ses entre dife­ren­tes cla­ses o gru­pos socia­les, solo nue­vas elec­cio­nes; esto se ha con­ver­ti­do en un fac­tor de movi­li­za­ción adicional.

VS: La vio­len­cia vie­ne en su mayor par­te de la poli­cía: nun­ca antes se han uti­li­za­do en Bie­lo­rru­sia gra­na­das atur­di­do­ras, gases lacri­mó­ge­nos ni balas de goma con tan­ta pro­fu­sión. Pien­so que el Esta­do que­ría inti­mi­dar a los y las mani­fes­tan­tes, pero esto tuvo el efec­to con­tra­rio de pro­lon­gar la revuel­ta. Ade­más, la esca­la de la vio­len­cia se refle­ja tam­bién en el núme­ro de per­so­nas dete­ni­das: nun­ca antes hemos teni­do a tres mil per­so­nas ence­rra­das más de una noche.

Final­men­te, el cuar­to día des­pués de las elec­cio­nes vimos una nue­va dimen­sión de la acti­vi­dad de la gen­te: decla­ra­cio­nes de colec­ti­vos de tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras de todo el país anun­cian­do posi­bles huel­gas. Des­gra­cia­da­men­te, estas decla­ra­cio­nes no inclu­yen en su mayor par­te nin­gu­na rei­vin­di­ca­ción social, úni­ca­men­te las deman­das de parar la vio­len­cia poli­cial, libe­rar a las per­so­nas dete­ni­das y con­vo­car nue­vas elec­cio­nes. Cla­ro que en Bie­lo­rru­sia no ha habi­do huel­gas (lega­les) des­de 1991.

Asi­mis­mo, por pri­me­ra vez se ha uti­li­za­do Inter­net como medio de comu­ni­ca­ción efi­cien­te, aun­que duran­te los tres pri­me­ros días de pro­tes­ta se inte­rrum­pió el trá­fi­co de Inter­net con el extran­je­ro y la mayo­ría de la gen­te uti­li­zó redes pri­va­das vir­tua­les (VPN) y ser­vi­do­res proxy. Así, por ana­lo­gía con las revo­lu­cio­nes Twit­ter duran­te la pri­ma­ve­ra ára­be de 2011, la revuel­ta en Bie­lo­rru­sia pue­de lla­mar­se la revo­lu­ción Tele­gram. La apli­ca­ción de men­sa­je­ría Tele­gram fue crea­da por Pavel Durov des­pués de emi­grar de Rusia, y se popu­la­ri­zó entre un públi­co post­so­vié­ti­co para adqui­rir dro­gas (bási­ca­men­te se pare­cía a un acce­so a una red oscu­ra, solo que no reque­ría gran­des cono­ci­mien­tos téc­ni­cos por par­te del usua­rio). En 2018, un joven emi­gran­te de Bie­lo­rru­sia en Polo­nia lan­zó el canal de Tele­gram Nex­ta (нехта –en cirí­li­co– sig­ni­fi­ca alguien en bie­lo­rru­so), y ganó popu­la­ri­dad entre la pobla­ción bie­lo­rru­sa por­que publi­ca­ba infor­ma­cio­nes con­fi­den­cia­les sobre auto­ri­da­des bielorrusas.

Está cla­ro que una sola per­so­na no pue­de orga­ni­zar una red de infor­man­tes, y se sos­pe­cha que hay varias perio­dis­tas y espe­cia­lis­tas en medios de comu­ni­ca­ción que emi­gra­ron duran­te los años del régi­men de Lukashen­ko y tra­ba­jan para ella. Nex­ta y una red de cana­les de Tele­gram afi­lia­dos han com­par­ti­do fotos y vídeos de dife­ren­tes luga­res duran­te las pro­tes­tas. Antes de la pri­me­ra noche de movi­li­za­cio­nes, publi­ca­ron unas “ins­truc­cio­nes para mani­fes­tar­se con segu­ri­dad”, pero sin incluir cosas radi­ca­les como ins­truc­cio­nes para fabri­car cóc­te­les mólotov.

Apar­te de esto, Nex­ta reco­men­da­ba luga­res para mani­fes­tar­se que la gen­te asu­mió mayo­ri­ta­ria­men­te. Si la pri­me­ra noche el lugar ele­gi­do era una pla­za de Minsk y gran­des pla­zas en las ciu­da­des peque­ñas, en las dos noches siguien­tes se pro­po­nía el movi­mien­to de peque­ños gru­pos en los barrios dor­mi­to­rio de Minsk y en gran­des ave­ni­das en las ciu­da­des peque­ñas. Oca­sio­nal­men­te, Nex­ta se mos­tró real­men­te pro­vo­ca­do­ra: “Un últi­mo empu­jón, demos­tre­mos a la poli­cía nues­tra soli­da­ri­dad”, “[ciu­dad X] pide ayu­da, la poli­cía está gol­pean­do a nues­tras muje­res”. Cuan­do vol­vió a fun­cio­nar Inter­net, los cana­les de Tele­gram per­die­ron par­te de su influen­cia. Las mani­fes­ta­cio­nes empe­za­ron a pro­du­cir­se casi siem­pre duran­te el día y tenían un carác­ter excep­cio­nal­men­te pací­fi­co, sobre todo en for­ma de cade­nas de soli­da­ri­dad: filas de per­so­nas, mayo­ri­ta­ria­men­te muje­res, que des­fi­la­ban con flo­res por las calles principales.

No veo simi­li­tu­des entre esta revuel­ta en Bie­lo­rru­sia y ante­rio­res movi­mien­tos de pro­tes­ta en Euro­pa Orien­tal. Hay quien pre­ten­de ver algún pare­ci­do con el Euro­mai­dán de Kiev en 2014, pero se tra­ta de un ardid pura­men­te ideo­ló­gi­co para jus­ti­fi­car a Lukashen­ko y mos­trar que no hay alter­na­ti­va posi­ble. En con­tras­te con el Euro­mai­dán, en la revuel­ta en Bie­lo­rru­sia no par­ti­ci­pan gran­des gru­pos de extre­ma dere­cha que recu­rren a la vio­len­cia. Tene­mos un par de ban­das ultras, pero des­pués del Euro­mai­dán, la mayor par­te de sus com­po­nen­tes han sido repri­mi­dos por la poli­cía. En Bie­lo­rru­sia no hay con­flic­tos lin­güís­ti­cos ni ideo­ló­gi­cos como en Ucra­nia. Final­men­te, a dife­ren­cia del Euro­mai­dán, la revuel­ta bie­lo­rru­sa no tie­ne líde­res: las figu­ras tra­di­cio­na­les de la opo­si­ción están en la cár­cel y la can­di­da­ta a la pre­si­den­cia, Sviatla­na Tija­nous­ka­ya, se halla en Litua­nia. Estoy com­ple­ta­men­te segu­ro de que aquí no habrá una gue­rra como en el Don­bás: no hay un con­flic­to ideo­ló­gi­co entre el este y el oes­te, como en Ucra­nia en 2014.

Pre­gun­ta: ¿Cuál es la situa­ción actual de la izquier­da bielorrusia?

KK: La izquier­da está en cri­sis des­de hace tiem­po, ya que el pro­pio Lukashen­ko uti­li­zó lemas socia­li­zan­tes para lle­gar al poder. Cuan­do la dere­cha lo til­da de sovié­ti­co y comu­nis­ta, él no pare­ce moles­tar­se. En Bie­lo­rru­sia se han con­ser­va­do todos los monu­men­tos, los nom­bres de las calles y las fies­tas ofi­cia­les de los tiem­pos sovié­ti­cos. Así, de algu­na mane­ra se con­si­de­ró que era de izquier­das. Ade­más, bajo una dic­ta­du­ra, las fuer­zas polí­ti­cas y los medios no esta­ta­les solo pue­den sobre­vi­vir si reci­ben ayu­da del extran­je­ro. Es bien sabi­do que gran­des fon­dos esta­dou­ni­den­ses y euro­peos dan dine­ro a orga­ni­za­cio­nes no comunistas.

Debi­do a ello, no tene­mos gran­des medios y par­ti­dos de izquier­da capa­ces de res­pal­dar por lo menos a una par­te de la direc­ción. Así y todo, tene­mos dos par­ti­dos comu­nis­tas. El pri­me­ro se deno­mi­na Par­ti­do Comu­nis­ta de Bie­lo­rru­sia y apo­ya al régi­men (inclui­das sus medi­das anti­so­cia­les más nefas­tas); el otro, Un Mun­do Jus­to, apo­ya a la opo­si­ción libe­ral en sus deman­das de cam­bio del régi­men, menos cen­tra­das en el pro­gra­ma de cla­se. Tam­bién exis­ten ini­cia­ti­vas de base: círcu­los mar­xis­tas, peque­ños medios, gru­pos de inte­rés, peque­ñas aso­cia­cio­nes de anarquistas.

VS: El par­ti­do de izquier­da Un Mun­do Jus­to se escin­dió del Par­ti­do Comu­nis­ta en 1996, des­pués de que el pri­mer refe­rén­dum de Lukashen­ko alte­ra­ra la corre­la­ción de fuer­zas a favor del pre­si­den­te. Hoy se opo­ne tan­to a Lukashen­ko como a la opo­si­ción prooc­ci­den­tal. El Par­ti­do Ver­de de Bie­lo­rru­sia, fun­da­do en 1994 y con­tra­rio a la ener­gía nuclear, ha desa­rro­lla­do un pro­gra­ma anti­au­to­ri­ta­rio de izquier­da. Es bas­tan­te fuer­te y, en con­tras­te con Un Mun­do Jus­to, se basa menos en los clá­si­cos mar­xis­tas-leni­nis­tas. Asi­mis­mo, tene­mos tres par­ti­dos social­de­mó­cra­tas, algu­nos de cuyos miem­bros son muy sen­si­bles a la cues­tión social, pero la mayo­ría for­man par­te del esta­blish­ment de la opo­si­ción prooccidental.

Bie­lo­rru­sia solía tener un movi­mien­to anar­quis­ta amplio y poten­te, tal vez el más fuer­te del espa­cio poso­vié­ti­co, rela­cio­na­do con el mun­di­llo hard­co­re punk. Algu­nos de sus miem­bros se infil­tra­ron en el Par­ti­do Ver­de, otros aca­ba­ron en la cár­cel. Es difí­cil decir algo sobre la acti­vi­dad actual de los gru­pos anar­quis­tas, por­que siguen sien­do el prin­ci­pal obje­ti­vo de la repre­sión. Algu­nos de estos gru­pos no dicen ser de izquier­da, por­que la aso­cian equi­vo­ca­da­men­te con los tan­quis­tas pro­so­vié­ti­cos; algu­nos cuen­tan con el apo­yo de la opo­si­ción nacio­na­lis­ta prooccidental.

Final­men­te, en los últi­mos años han lle­ga­do a Bie­lo­rru­sia una espe­cie de You­Tu­be de izquier­das ruso y las krush­ki mar­xis­tas (peque­ñas orga­ni­za­cio­nes de auto­edu­ca­ción). Sin embar­go, gran par­te de su con­te­ni­do no tie­ne que ver tan­to con su pro­pio pro­gra­ma como con la crí­ti­ca a la opo­si­ción prooc­ci­den­tal. Tra­tan de sedu­cir a su públi­co con recuer­dos nos­tál­gi­cos de la épo­ca sovié­ti­ca y temas de resen­ti­mien­to sovié­ti­co en vez de pro­po­ner un pro­gra­ma posi­ti­vo para cons­truir un amplio movi­mien­to social y demo­crá­ti­co. Este You­Tu­be de izquier­das y las krush­ki no están mal en si mis­mas, pero no pue­den con­si­de­rar­se la úni­ca estra­te­gia para la izquier­da, como pre­ten­den a menudo.

Pre­gun­ta: ¿Qué pos­tu­ra man­tie­nen estos diver­sos gru­pos en esta coyun­tu­ra polí­ti­ca y ante la revuelta?

KK: Par­te de la izquier­da está dis­pues­ta a apo­yar direc­ta­men­te la pro­tes­ta libe­ral, sobre todo con la par­ti­ci­pa­ción de los y las acti­vis­tas de base y decla­ra­cio­nes de res­pal­do. Otra par­te con­si­de­ra que la gen­te tie­ne dere­cho a mani­fes­tar­se, que la vio­len­cia poli­cial es inacep­ta­ble e indig­nan­te y que ha habi­do frau­de elec­to­ral, pero que no pue­de tomar par­ti­do por la opo­si­ción libe­ral, por­que sus obje­ti­vos son con­ti­nuar con la pri­va­ti­za­ción de las empre­sas, recor­tar la sani­dad gra­tui­ta e implan­tar la fle­xi­bi­li­dad labo­ral en mayor gra­do que la que ya tene­mos ahora.

Recien­te­men­te ha sur­gi­do un peque­ño gru­po de base con el fin de incor­po­rar deman­das eco­nó­mi­cas y socia­les en la pla­ta­for­ma de movi­li­za­cio­nes obre­ras, pues hoy por hoy todas las accio­nes de la cla­se tra­ba­ja­do­ra se cen­tran en deman­das polí­ti­cas gene­ra­les: dimi­sión de Lukashen­ko, libe­ra­ción de los pre­sos y las pre­sas polí­ti­cas, enjui­cia­mien­to de las fuer­zas de segu­ri­dad y elec­cio­nes justas.

VS: Todos los par­ti­dos de izquier­da se nega­ron a par­ti­ci­par en la elec­ción pre­si­den­cial duran­te la pan­de­mia; y de todos modos no tenían recur­sos sufi­cien­tes para movi­li­zar a la gen­te común y a los y las acti­vis­tas para trans­for­mar el des­con­ten­to popu­lar con Lukashen­ko en un pro­gra­ma socia­lis­ta. Al mis­mo tiem­po, des­pués de que el Esta­do haya comen­za­do a uti­li­zar la repre­sión con­tra can­di­da­tos alter­na­ti­vos y sus sim­pa­ti­zan­tes antes de las elec­cio­nes, muchas krush­ki y acti­vis­tas de You­Tu­be deci­die­ron no tomar nota. Siguie­ron recha­zan­do toda opo­si­ción a Lukashen­ko; algu­nas bus­ca­ron simi­li­tu­des con el Euro­mai­dán, pre­vien­do un final catas­tró­fi­co y la repre­sión por gru­pos de extre­ma dere­cha. Pero en su mayor par­te insis­ten en una arte­ra estra­te­gia de desa­rro­llar el You­Tu­be de izquier­das y las krush­ki mien­tras el Esta­do se las tie­ne que ver con la opo­si­ción demo­crá­ti­ca prooccidental.

A mi modo de ver, esta posi­ción es un gra­ve error, por­que igno­ra el esta­do de áni­mo en la pobla­ción bie­lo­rru­sa. La gen­te está real­men­te har­ta del régi­men de Lukashen­ko, y está cla­ro que la izquier­da tie­ne que par­tir de ahí y no dedi­car­se a acu­sar­les de ser un reba­ño cie­go que lle­va­rá el país a una eco­no­mía de mer­ca­do ple­na. Bajo el régi­men de Lukashen­ko, las orga­ni­za­cio­nes obre­ras o popu­la­res nun­ca serán capa­ces de cam­biar la situa­ción. Al mis­mo tiem­po, cuan­do en el cuar­to día de revuel­ta las masas obre­ras salie­ron a la calle y la posi­bi­li­dad de que se con­vo­ca­ran huel­gas pare­cía real, casi nin­gu­na orga­ni­za­ción o par­ti­do de izquier­da se opu­so de hecho a esta ini­cia­ti­va. Todas tra­tan de orga­ni­zar un movi­mien­to huel­guís­ti­co y pro­po­nen rei­vin­di­ca­cio­nes socia­les y eco­nó­mi­cas para que estas pro­tes­tas no se limi­ten a una cues­tión elec­to­ral y asu­man un pro­gra­ma social.

Pre­gun­ta: ¿Has­ta qué pun­to par­ti­ci­pa la cla­se obre­ra en la revuel­ta y qué papel desem­pe­ñan las orga­ni­za­cio­nes sindicales?

VS: Colec­ti­vos obre­ros de más de vein­te empre­sas y orga­nis­mos esta­ta­les han expre­sa­do su deseo de ir a la huel­ga. Des­pués de las pri­me­ras decla­ra­cio­nes des­pec­ti­vas de Lukashen­ko sobre las huel­gas (“ha habi­do una vein­te­na de huel­guis­tas en algu­na fábri­ca”, afir­mó), per­so­nal de la Fábri­ca de Trac­to­res de Minsk mar­cha­ron a tra­vés de Minsk has­ta el Par­la­men­to para demos­trar su opo­si­ción. A mi jui­cio, esto no tie­ne que ver espe­cí­fi­ca­men­te con la con­cien­cia de cla­se, pues coin­ci­dió con las cade­nas de soli­da­ri­dad con­tra la vio­len­cia. Sin embar­go, el 14 de agos­to, fue­ra del Par­la­men­to, pudi­mos ver a gru­pos de obre­ros y obre­ras con pan­car­tas que decían “Somos tra­ba­ja­do­res, no ovejas”.

KK: Solo exis­te un sin­di­ca­to nacio­nal impor­tan­te, la Fede­ra­ción Sin­di­cal de Bie­lo­rru­sia, que for­ma par­te del apa­ra­to buro­crá­ti­co del régi­men de Lukashen­ko. Todas sus acti­vi­da­des se redu­cen a orga­ni­zar cele­bra­cio­nes de fies­tas nacio­na­les y repar­tir vales para casas de vera­neo. Este sin­di­ca­to no tie­ne nada que ver con la pro­tec­ción de los dere­chos de los trabajadores.

Los esca­sos sin­di­ca­tos que se for­ma­ron al calor de las movi­li­za­cio­nes obre­ras de comien­zos de la déca­da de 1990 fue­ron disuel­tos. Tan solo en unas pocas empre­sas hay célu­las, por ejem­plo del Sin­di­ca­to Inde­pen­dien­te Bie­lo­rru­so. Estos sin­di­ca­tos inde­pen­dien­tes se pare­cen hoy más bien a ONG, viven menos de las coti­za­cio­nes obre­ras que de sub­si­dios extran­je­ros. Sus acti­vi­da­des se cen­tran en la asis­ten­cia jurí­di­ca a las per­so­nas que la solicitan.

La últi­ma huel­ga impor­tan­te del per­so­nal del metro en 1995 fue aplas­ta­da bru­tal­men­te por el gobierno de Lukashen­ko. Des­de enton­ces no se ha vuel­to a hablar de ir a la huel­ga. Actual­men­te esta­mos asis­tien­do a la pri­me­ra gran movi­li­za­ción de pro­tes­ta de la cla­se tra­ba­ja­do­ra des­de enton­ces. De momen­to, estas movi­li­za­cio­nes pare­cen más bien reunio­nes con la direc­ción de las empre­sas, los sin­di­ca­tos ama­ri­llos y las auto­ri­da­des loca­les. Nos ha lle­ga­do la noti­cia de que el 17 de agos­to, los mine­ros de Bela­rus­ka­li [mina de pota­sa] están pla­nean­do una huel­ga (la célu­la del Sin­di­ca­to Inde­pen­dien­te ha sobre­vi­vi­do allí; su pre­si­den­te casi mue­re a cau­sa de la pali­za que le die­ron duran­te su deten­ción). Colec­ti­vos obre­ros de gran­des fábri­cas han ame­na­za­do con ir a la huel­ga y esto ha for­za­do a las auto­ri­da­des, al menos de momen­to, a fre­nar la vio­len­cia policial.

Has­ta aho­ra, en las movi­li­za­cio­nes obre­ras solo se han for­mu­la­do deman­das demo­crá­ti­cas gene­ra­les, en línea con la amplia pro­tes­ta de tipo libe­ral. Las mani­fes­ta­cio­nes han mar­ca­do sin duda una nue­va ten­den­cia: los par­ti­dos polí­ti­cos tra­di­cio­na­les, sean de izquier­da o de dere­cha, prác­ti­ca­men­te no han desem­pe­ña­do papel alguno en ellas. La ins­pi­ra­ción ideo­ló­gi­ca y prác­ti­ca ha veni­do más bien de los medios en sen­ti­do amplio, entre ellos las redes socia­les. Quien dis­po­ne de un medio de comu­ni­ca­ción poten­te con­tro­la las men­tes y actual­men­te los medios poten­tes están en manos de quie­nes pro­mue­ven el pro­gra­ma libe­ral y nacio­na­lis­ta. Y si adoc­tri­nan a la cla­se tra­ba­ja­do­ra, ¿de dón­de pue­de venir un movi­mien­to obre­ro con con­cien­cia de clase?

Kse­nia Kunits­ka­ya for­ma par­te de la redac­ción de la revis­ta elec­tró­ni­ca Poligraf.

Vitaly Shku­rin vive en Bie­lo­rru­sia y es autor de Sep­tem­ber, una pla­ta­for­ma de medios de izquier­da que abar­ca el espa­cio posoviético.

Volodymyr Artiukh es doc­tor en socio­lo­gía y antro­po­lo­gía social, espe­cia­li­za­do en la eco­no­mía polí­ti­ca de las socie­da­des poso­vié­ti­cas. Es uno de los edi­to­res de Com­mons: Jour­nal of Social Criticism.

Tra­duc­ción: vien­to sur

Fuen­te: Jaco­bin /​www​.rebe​lion​.org

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