Pen­sa­mien­to crí­ti­co. Ata­ques auto­ri­ta­rios a la CIDH por par­te de Luis Alma­gro, son un gol­pe al cora­zón de las víctimas

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 29 de agos­to de 2020.

Ante la deci­sión del Secre­ta­rio Gene­ral de la Orga­ni­za­ción de Esta­dos Ame­ri­ca­nos (OEA), Luis Alma­gro, de no avan­zar en el pro­ce­so de reno­va­ción del man­da­to de su Secre­ta­rio Eje­cu­ti­vo, Pau­lo Abrão, ele­gi­do en 2016; la Comi­sión Inter­ame­ri­ca­na de Dere­chos Huma­nos (CIDH) ha expre­sa­do su recha­zo ante lo que con­si­de­ran un gol­pe a la auto­no­mía de una ins­ti­tu­ción que duran­te más de 60 años ha pro­mo­vi­do la vee­du­ría y la defen­sa de los dere­chos huma­nos en la región.

Aun­que la Comi­sión Inter­ame­ri­ca­na deci­dió por una­ni­mi­dad reno­var el man­da­to a su Secre­ta­rio Eje­cu­ti­vo para el perio­do 2020 – 2024 en enero de 2020, el pasa­do 15 de agos­to el Secre­ta­rio Gene­ral de la OEA comu­ni­có a la CIDH, sin con­sul­ta pre­via, su deter­mi­na­ción uni­la­te­ral de abs­te­ner­se “de avan­zar en el pro­ce­so de nom­bra­mien­to del Secre­ta­rio Eje­cu­ti­vo”, hecho que a los ojos de la Comi­sión «cons­ti­tu­ye un fran­co des­co­no­ci­mien­to de su inde­pen­den­cia y autonomía».

La vice­pre­si­den­te de la Comi­sión, Anto­nia Urre­jo­la resal­ta que no se tra­ta de una cues­tión de repu­tación ni de defen­der en par­ti­cu­lar a Pau­lo Abrão, sino que es un deba­te que va mucho más allá y que defi­ne la inde­pen­den­cia y auto­no­mía de la CIDH.

Expli­ca ade­más que el rol del secre­ta­rio eje­cu­ti­vo, es trans­ver­sal para el tra­ba­jo de los sie­te comi­sio­na­dos que cons­ti­tu­yen la orga­ni­za­ción y que no tie­nen su sede en Washing­ton sino que tra­ba­ja cada uno des­de su país por lo que resul­ta el fun­cio­na­rio de mayor con­fian­za debi­do a que par­ti­ci­pa en las reunio­nes, deba­tes y da ins­truc­cio­nes pre­ci­sas a los demás inte­gran­tes de la Comi­sión en el continente.

A su vez, Javier Galin­do, coor­di­na­dor de liti­gio inter­na­cio­nal de la Comi­sión Colom­bia­na de Juris­tas recal­ca que Luis Alma­gro debe con­sul­tar este tipo de deci­sio­nes con los comi­sio­na­dos e infor­mar los moti­vos de su deci­sión, pro­ce­di­mien­to que no se ha rea­li­za­do por lo que esta­ría viciado.

«Aun­que el secre­ta­rio gene­ral desig­na al secre­ta­rio eje­cu­ti­vo, no se tra­ta de la desig­na­ción, se tra­ta de reno­var su man­da­to», pro­ce­so que se reali­zó en enero de 2020 y que duran­te ese lap­so no reci­bió cues­tio­na­mien­to alguno por par­te del Secre­ta­rio General.

La inde­pen­de­cia de la CIDH ante pos­tu­ras polí­ti­cas y financieras

Aun­que Urre­jo­la seña­la que no tie­ne argu­men­tos para cono­cer las razo­nes que moti­van a Alma­gro, en el con­tex­to en el que se encuen­tra el con­ti­nen­te supo­ne que se tra­ta de una deci­sión polí­ti­ca y no admi­nis­tra­ti­va y la inje­ren­cia que pue­den tener algu­nos Esta­dos, que no siem­pre han expre­sa­do estar satis­fe­chos con la labor de la Comisión.

Un ejem­plo de ello fue la car­ta fir­ma­da en 2019 por cin­co paí­ses inclui­dos Argen­ti­na, Colom­bia, Para­guay, Bra­sil y Chi­le quie­nes se diri­gie­ron a la Secre­ta­ría Eje­cu­ti­va de la CIDH para hacer cues­tio­na­mien­tos sobre sus facul­ta­des y des­ta­can­do su auto­no­mía como nacio­nes por enci­ma de la de la Comisión.

Suma­do a esta situa­ción polí­ti­ca, la vice­pre­si­den­te de la Comi­sión aler­ta cómo se vie­ne ponien­do en duda el cum­pli­mien­to del Acuer­do de Can­cún fir­ma­do en 2018 en rela­ción con la dupli­ca­ción del pre­su­pues­to apro­ba­do por la Asam­blea Gene­ral de la OEA y que de no ser cum­pli­do debi­li­ta­ría la inci­den­cia de sus fun­cio­nes «ponien­do en duda la inde­pen­den­cia de la Comi­sión pues los Esta­dos pue­den usar el tema finan­cie­ro» para cas­ti­gar o apor­tar a la CIDH.

La CIDH es más nece­sa­ria que nun­ca en Colom­bia y el continente

Para Gina Rome­ro, direc­to­ra eje­cu­ti­va de la Red Lati­no­ame­ri­ca­na y del Cari­be para la Demo­cra­cia, lo que vie­ne suce­dien­do al inte­rior de la ins­ti­tu­ción, mina la cre­di­bi­li­dad y con­fian­za del sis­te­ma, «no se habla de la defen­sa de una per­so­na sino de la soli­dez y la capa­ci­dad de una ins­ti­tu­ción para hacer cum­plir su regla­men­to interno» sin dejar de lado, su capa­ci­dad de ser cohe­ren­te con sus pro­pios principios.

La comi­sio­na­da Urre­jo­la agre­ga que en para­le­lo a esta situa­ción se encuen­tra la con­tin­gen­cia del Covid-19, pan­de­mia que ha gene­ra­do una mayor cri­sis de DD.HH. en el con­ti­nen­te y que ha sig­ni­fi­ca­do un esfuer­zo adi­cio­nal para la CIDH, exi­gien­do el cum­pli­men­to de polí­ti­cas públi­cas, par­ti­ci­pa­ción de orga­ni­za­cio­nes en dere­chos a la salud y trans­pa­ren­cia de infor­ma­ción, cri­sis que pre­pa­ra al con­ti­nen­te para un resur­gir de la movi­li­za­ción social ante la ausen­cia de garan­tías para la ciudadanía.

«Es un momen­to muy sen­si­ble para la gen­te en el actual con­tex­to y en la post-pan­de­mia vamos a ver mayo­res mani­fes­ta­cio­nes y un mayor uso des­pro­por­cio­na­do de la fuer­za (…) nos va poner en una situa­ción de ten­sión con los Esta­dos, si ya está­ba­mos en una mayor efer­ves­cen­cia social lo que vie­ne va a ser peor».

Ante ese esce­na­rio, Gina Rome­ro, resal­tó la impor­tan­cia de ins­ti­tu­cio­nes como la CIDH que velan por la pro­tec­ción de los dere­chos de la pobla­ción ante accio­nes del gobierno que no serán reco­no­ci­das o ana­li­za­das por los man­da­ta­rios de for­ma diferente.

En medio del con­tex­to colom­biano, Bay­ron Gón­go­ra, direc­tor de la Cor­po­ra­ción Jurí­di­ca Liber­tad seña­la lo deli­ca­do que resul­ta ates­ti­guar cómo el Gobierno ha lle­va­do a sus ex fun­cio­na­rios a diri­gir los orga­nis­mos de con­trol e inves­ti­ga­ción como la Fis­ca­lía y la Pro­cu­ra­du­ría y lo peli­gro­so que resul­ta para la divi­sión de pode­res y don­de más se requie­re una veeduría.

«No pode­mos per­der el foco de que en Colom­bia está la imple­men­ta­ción del Acuer­do de Paz y la CIDH le ha hecho un segui­mien­to, ade­más de las agre­sio­nes con­tra líde­res y excom­ba­tien­tes a las que tam­bién se ha hecho seguido».

Sobre la cri­sis huma­ni­ta­ria que vive el país, la comi­sio­na­da Urre­jo­la expre­só su preo­cu­pa­ción y la de la Comi­sión, que per­ma­ne­ce al tan­to de los nume­ro­sos ata­ques con­tra defen­so­res, las masa­cres y las denun­cias de vio­len­cias sexua­les por par­te del Ejer­ci­to en regio­nes don­de «vemos que el vacío del Esta­do en pan­de­mia se ha agudizado».

Las víc­ti­mas las ver­da­de­ras afectadas

Galin­do resal­ta las múl­ti­ples peti­cio­nes y casos que reci­be año tras año la CIDH que no han sido resuel­tas por la fal­ta de per­so­nal y que aho­ra, mien­tras se pro­lon­gue esta dis­yun­ti­va se verán más retra­sa­das y por tan­to tar­da­rán más en ser lle­va­das a la Cor­te Inter­ame­ri­ca­na, que ha mani­fes­ta­do tener capa­ci­dad de reci­bir más casos de los que están recibiendo.

«Muchas de las víc­ti­mas cla­man que estos pro­ce­sos se ace­le­ren pero entre una eta­pa y la otra pasan años en que se que­dan estan­ca­dos», expli­ca el abo­ga­do quien resal­ta cómo no exis­ti­rá cele­ri­dad en los pro­ce­sos ante esta eventualidad.

Por su par­te, el direc­tor de la Cor­po­ra­ción Jurí­di­ca Liber­tad exal­ta el rol de el sis­te­ma inter­ame­ri­cano como «una espe­ran­za para los pue­blos que no encuen­tran en los sis­te­mas judi­cia­les inter­nos la posi­bi­li­dad de obte­ner jus­ti­cia», toman­do como ejem­plo los casos de pobla­cio­nes del Cho­có que aho­ra repre­sen­tan y que en 1997 fue­ron víc­ti­mas de agre­sio­nes por par­te del Ejér­ci­to y gru­pos para­mi­li­ta­res que actua­ban en con­jun­to «es impre­sio­nan­te cómo las ins­ti­tu­cio­nes colom­bia­nas no hicie­ron abso­lu­ta­men­te nada, ni la Fis­ca­lía, ni la Pro­cu­ra­du­ría, nadie escu­chó la voz de las víc­ti­mas pidien­do protección».

El exper­to en liti­gio en inter­na­cio­nal com­ple­men­ta la idea, afir­man­do que la espe­ran­za de las víc­ti­mas es mayor en el sis­te­ma inter­ame­ri­cano pues ya no con­fían en las ins­ti­tu­cio­nes nacio­na­les, inclu­so si el pro­ce­so pue­de tar­dar años, acu­den a esta ins­tan­cia en la bús­que­da de ver­dad y de una reso­lu­ción real. «Cuan­do una víc­ti­ma acu­de a un ter­ce­ro y se da a la pelea de hacer un pro­ce­so es por­que está para­da en la idea de que va a reci­bir jus­ti­cia y esa espe­ran­za no exis­ti­ría sino hubie­ra unos ter­ce­ros que aco­gen la defen­sa de su caso», con­clu­ye Gina Romero

Fuen­te: Con­ta­gio Radio



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