Cul­tu­ra. La pan­de­mia narra­da a tra­vés de la len­te de una cámara

Por Móni­ca López Ocón, Resu­me Lati­no­ame­ri­cano, 29 de agos­to de 2020.

Foto: Pri­mer pre­mio. Cré­di­to: Solan­ge Avena.

El con­cur­so foto­grá­fi­co y de video orga­ni­za­do por la Fun­da­ción Bun­ge y Born bajo el lema Imá­ge­nes en tiem­pos de pan­de­mia, des­ti­na­do a jóve­nes artis­tas de 18 a 35 años, ya tie­ne sus gana­do­res. Un diá­lo­go con los tres pre­mia­dos en foto­gra­fía: Solan­ge Ave­na, Kevin Vai­ner y Leo­nar­do Moro.

El últi­mo día del mes de julio de este año cerró el con­cur­so foto­grá­fi­co y de videos que, bajo la con­sig­na Imá­ge­nes en tiem­pos de pan­de­mia. orga­ni­zó la Fun­da­ción Bun­ge y Born. El cer­ta­men de alcan­ce fede­ral con­vo­có a par­ti­ci­par a jóve­nes artis­tas que tuvie­ran entre 18 y 35 años. El obje­ti­vo del con­cur­so fue, según lo decla­ran sus orga­ni­za­do­res. “Visi­bi­li­zar, des­de una mira­da artís­ti­ca, la ver­ti­gi­no­sa trans­for­ma­ción en los hábi­tos a par­tir del encie­rro, y apo­yar al sec­tor cul­tu­ral de todo el país en el con­tex­to de la pandemia.”

El jura­do de foto­gra­fía estu­vo inte­gra­do por Juan Trav­nik, Flo­ren­cia Bat­tit­ti y Gabriel Valan­si. El de video, por Jor­ge La Fer­la, Sil­via Rivas y Andrés Denegri.

En el rubro foto­gra­fía el pri­mer pre­mio fue para Solan­ge Ave­na por Sin pan y con tra­ba­jo no pago. El segun­do fue para Kevin Vai­ner por Trans­for­ma­re. El ter­ce­ro, para Leo­nar­do Moro por Fami­lia en esca­la­da.

Tiem­po Argen­tino dia­lo­gó con los gana­do­res en fotografía.

Solan­ge Ave­na pre­sen­tó un intere­san­te tra­ba­jo que recrea a tra­vés de la foto­gra­fía el emble­má­ti­co cua­dro Sin pan y sin tra­ba­jo de Ernes­to de la Cár­co­va. Cuan­do se le pre­gun­ta por el ori­gen de esta deci­sión, con­tes­ta: “La idea sur­gió cuan­do en el comien­zo de la cua­ren­te­na el Museo de Bellas Artes publi­có en su Ins­ta­gram la obra Sin pan y sin tra­ba­jo (1894), de Ernes­to de la Cár­co­va, obra cla­ve de la repre­sen­ta­ción de los con­flic­tos socia­les urba­nos. Me sen­tí inter­pe­la­da y guar­dé la ima­gen, pen­sé que esa obra era muy ati­na­da para el gra­do de incer­ti­dum­bre del con­fi­na­mien­to, sobre todo por­que fue a pocos días del pri­me­ro de mayo, Día del Tra­ba­ja­dor. Es cier­to que por cada cri­sis social que hubo en el país, exis­te una recrea­ción de esa obra y ¡son muchí­si­mas! Pero algo me inco­mo­da­ba, nece­si­ta­ba ver una nue­va ima­gen y me atre­ví a rein­ter­pre­tar­la, pen­san­do que en la actua­li­dad los dos suje­tos, feme­nino y mas­cu­lino, que repre­sen­tan lo pri­va­do y lo públi­co, lo pasi­vo y lo acti­vo se enmar­ca­ban en una con­cep­ción vetus­ta en lo que res­pec­ta a los roles de géne­ro. En simul­ta­neo venía refle­xio­nan­do mi pro­duc­ción visual de mane­ra con­jun­ta con mis com­pa­ñe­ras de LATFEM (medio de comu­ni­ca­ción femi­nis­ta en el cual par­ti­ci­po) que son las que me incen­ti­va­ron a par­ti­ci­par del concurso.”

A dife­ren­cia de lo que suce­de en el cua­dro men­cio­na­do, en su foto­gra­fía no hay un hom­bre y una mujer, sino dos muje­res y la que está sen­ta­da sos­tie­ne no un niño, sino un gato. “Sos­ten­go a mi com­pa­ñe­ra feli­na Car­me­la como repre­sen­ta­ción de los cui­da­dos (no ten­go hijes), expli­ca Solan­ge. Las dos muje­res soy yo mis­ma. Una miran­do hacia aden­tro, un aden­tro ínti­mo y refle­xi­vo; la otra mira hacia afue­ra, un afue­ra de incer­ti­dum­bre y ten­sión, pero como dice el video dl 3j que hicie­ron cole­gas “no esta­mos ais­la­dos. Esta­mos aler­ta”. Me pare­ció fun­da­men­tal ofre­cer una revi­sión más allá de la dico­to­mía mujer/​hogar, hombre/​trabajo y gene­rar una espe­cie de híbri­do entre Sin pan y sin tra­ba­jo de de la Cár­co­va y la fra­se “Eso que lla­man amor es tra­ba­jo no pago” de Sil­via Federici.

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(Foto: 2do pre­mio. Cré­di­to: Kevin Vainer)

Por su par­te, Kevin Vai­ner mues­tra en Trans­for­ma­re una esce­na calle­je­ra que tie­ne cier­to cli­ma pare­ci­do a las pin­tu­ra de Edward Hop­per. Un gru­po de gen­te miran­do su celu­lar y con bar­bi­jos sugie­re una sole­dad indi­vi­dual impenetrable.

“La foto –expli­ca- es el resul­ta­do de un tra­ba­jo de com­po­si­ción pla­ni­fi­ca­do, uti­li­zan­do la téc­ni­ca artís­ti­ca deno­mi­na­da «colla­ge», que con­sis­te en la cons­truc­ción de obras median­te la aglo­me­ra­ción o con­jun­ción de pie­zas o recor­tes de dis­tin­to ori­gen. Trans­for­ma­re en este caso fue rea­li­za­da a tra­vés de varias foto­gra­fías que fue­ron toma­das en dos loca­cio­nes y días dife­ren­tes. La pri­me­ra foto fue toma­da en la bar­be­ría y la segun­da, en una calle que reu­nía las con­di­cio­nes para poder hacer­la. Cada uno de los ele­men­tos inclui­dos fue­ron pen­sa­dos espe­cial­men­te con el obje­ti­vo de expre­sar y refle­jar, median­te un acto coti­diano, la sen­sa­ción y la viven­cia de estar atra­ve­san­do esta pan­de­mia. Los bar­bi­jos, que se han con­ver­ti­do en uno de los ele­men­tos indis­pen­sa­bles y deman­da­dos, refuer­zan el con­cep­to del indi­vi­dua­lis­mo pero a la vez refle­jan una nece­si­dad colec­ti­va de pre­cau­cio­nes que se deben tomar. Los celu­la­res, por otro lado, son el ele­men­to carac­te­rís­ti­co de una pan­de­mia en tiem­pos moder­nos. Se podrían enten­der como herra­mien­tas nece­sa­rias pero que a la vez se han con­ver­ti­do en la vía de comu­ni­ca­ción más popu­lar, des­pla­zan­do inclu­so al diá­lo­go per­so­nal y abrien­do paso a la sole­dad. Final­men­te, todos los ele­men­tos com­bi­na­dos en la foto refuer­zan el con­cep­to de la mis­ma, la nece­si­dad de trans­for­mar­se, adap­tar­se o morir.

Moro se hizo acree­dor del ter­cer pre­mio con una foto­gra­fía en blan­co y negro que, por su tra­ta­mien­to, pare­ce toma­da hace muchos años. En ella apa­re­ce una fami­lia tipo. Sus inte­gran­tes, que están en un momen­to de des­can­so en la tarea de esca­lar una mon­ta­ña, tie­nen cas­cos y bar­bi­jos y dan la impre­sión de estar huyen­do de algo que bien podría ser una gue­rra. La ima­gen tie­ne la impron­ta de esas foto­gra­fías anti­guas con­ser­van casi todas las fami­lias y que se redes­cu­bren cada vez que se abre la caja de los recuer­dos. Ese efec­to de vejez, por supues­to, no es una casua­li­dad, sino que obe­de­ce al minu­cio­so tra­ba­jo del fotógrafo. 

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(Foto: 3er pre­mio. Cré­di­to: Leo­nar­do Moro)

“El blan­co y negro –expli­ca Moro- es pro­pio de la téc­ni­ca que uti­li­zo. Las fotos están hechas en colo­dion húme­do, un pro­ce­so de los prin­ci­pios de la foto­gra­fia y que es el que actual­men­te uti­li­zo para hacer mis fotos y con el que reco­rro el país (o reco­rría) como los anti­guos fotó­gra­fos. Las fotos son rea­li­za­das en pla­cas de vidrio que yo mis­mo pre­pa­ro quí­mi­ca­men­te. Por eso el par­ti­cu­lar efec­to. Me gus­ta este pro­ce­so, ya que acen­túa las expre­sio­nes, las mira­das, tan impor­tan­tes en estos momen­tos en que tene­mos cubier­ta la boca. El blan­co y negro es como vol­ver a lo esen­cial, a que el men­sa­je lo den los per­so­na­jes y sus fac­cio­nes, sin per­der la aten­ción por este u otro color. Ade­más, esta téc­ni­ca me remi­te a ese momen­to úni­co en que las fami­lias se reu­nían para tomar­se una foto que que­da­ría en la historia.

Res­pec­to de los cas­cos y bar­bi­jos que usa la fami­lia, con­tes­ta: “Hay que estar pre­pa­ra­do para todo. Los bar­bi­jos creo que son el ele­men­to que no pue­de fal­tar si es que que­re­mos refle­jar o hablar de actua­li­dad… Toda­vía me sigue pare­cien­do fuer­te y has­ta surrea­lis­ta ver en la calle a la gen­te con bar­bi­jo. Por ahí me salu­dan y no los reco­noz­co has­ta que se des­ta­pan la boca. Vivo en un pue­blo y veo a los pai­sa­nos, cua­si gau­chos, mon­tan­do el caba­llo con el bar­bi­jo pues­to. Es un sím­bo­lo que remi­te un poco a un esce­na­rio «apo­ca­líp­ti­co». ¿Has­ta cuán­do lo usa­re­mos? Sien­to que estos sím­bo­los se van suman­do a la coti­dia­ni­dad y lue­go lle­gan a pasar des­aper­ci­bi­dos. Miro muchas fotos de actua­li­dad y gen­te pre­pa­ra­da como para una bata­lla. Los inte­gran­tes de la fami­lia que se ve en mi foto qui­zá vivi­rán esa sen­sa­ción cada vez que suben a la mon­ta­ña y no saben si van a vol­ver. Pero para ellos es nor­mal, es la vida que eli­gie­ron y no creo que pien­sen en eso, pero dicen que es mejor pre­ve­nir que curar.”

Para el pri­mer pre­mio la recom­pen­sa era de $200.000; para el segun­do de 150.000 y para el ter­ce­ro de “100.000. Se otor­ga­ron, ade­más, cua­tro men­cio­nes de honor de $50.000, y un pro­gra­ma de cua­tro cla­ses de men­to­ría brin­da­do por un exper­to nacio­nal, tam­bién para cada cate­go­ría. Hubo, ade­más, se dis­tin­guió a tres foto­gra­fías co men­cio­nes simbólicas. 

Se pre­sen­ta­ron más de 600 tra­ba­jos de las 24 juris­dic­cio­nes del país.

Fuen­tes: https://www.tiempoar.com.ar/nota/ganadores-de-concurso-fotografico-b-y‑b, Rebe­lión.

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