Eco­lo­gīa Social. Espa­ña debe reti­rar más de 3 millo­nes de tone­la­das de amian­to de su vida cotidiana

Por Ramón Her­nán­dez, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 27 de agos­to de 2020.

Ima­gen: Envato

A media­dos de este mes comen­zó la reti­ra­da de amian­to en el barrio de Orca­si­tas de Madrid. Es la pri­me­ra acción en gran­de en Espa­ña para des­mon­tar las cubier­tas de amian­to en blo­ques resi­den­cia­les, naves indus­tria­les, edi­fi­cios públi­cos y cen­tros cul­tu­ra­les y depor­ti­vos. Un peli­gro­so y cruel enemi­go que ace­cha a toda hora.

El amian­to no es un mate­rial tóxi­co crea­do por la revo­lu­ción indus­trial o el desa­rro­llo cien­tí­fi­co, como el plás­ti­co, los pla­gui­ci­das y las ondas elec­tro­mag­né­ti­cas. Es un gru­po de 6 mine­ra­les meta­mó­fi­cos y fibro­sos com­pues­tos de sili­ca­tos de cade­na doble. Tie­nen fibras lar­gas y resis­ten­tes para sepa­rar y entre­la­zar, ade­más no se disuel­ven en el agua, sopor­ta altas tem­pe­ra­tu­ras y son exce­len­tes ais­lan­tes tér­mi­co. Es fácil de extraer y se encuen­tra en gran­des can­ti­da­des en la super­fi­cie terres­tre. Se explo­ta a cie­lo abier­to, por lo que resul­ta muy bara­to. Su úni­ca des­ven­ta­ja: es mor­tal para los humanos.

El amian­to se encuen­tra has­ta en los tampones

Se le cono­ce des­de la Edad de Pie­dra. Los caver­ní­co­las lo uti­li­za­ban para for­ta­le­cer las mace­tas de cerá­mi­ca, pero fue en el siglo XIX cuan­do comen­zó la mine­ría a gran esca­la. La socie­dad empe­zó a uti­li­zar sus varia­das pro­pie­da­des en la indus­tria de la cons­truc­ción y en la manu­fac­tu­re­ra. Des­de teja­dos, bal­do­sas y azu­le­jos has­ta pro­duc­tos papel, pin­tu­ras, fre­nos, vago­nes de metro, tam­po­nes para la higie­ne feme­ni­na y tal­co para niños. Horror.

Des­de 1906 las auto­ri­da­des médi­cas demos­tra­ron el víncu­lo entre el asbesto/​amianto con la apa­ri­ción de enfer­me­da­des gra­ves como la asbes­to­sis y cán­cer de ele­va­da mor­ta­li­dad. Des­pués de la Segun­da Gue­rra Mun­dial hubo un boom en el uso del asbes­to. Los prin­ci­pa­les pro­vee­do­res eran la Unión Sovié­ti­ca y Cana­dá. Ambos extraían el mine­ral en minas a cie­lo abier­to en loca­li­da­des que coin­ci­den­cial­men­te reci­bie­ron el nom­bre de “Asbest” y “Asbes­tos”.

Nun­ca ha sido obli­ga­to­rio en Espa­ña reti­rar el amianto

El amian­to o ura­li­ta se uti­li­zó amplia­men­te has­ta la déca­da de los años seten­ta del siglo pasa­do, cuan­do los gobier­nos empe­za­ron a prohi­bir su uso. La mayo­ría de los edi­fi­cios eri­gi­dos antes de 1980 con­tie­nen asbes­to en una varie­dad de can­ti­da­des y pro­pó­si­tos. Se cal­cu­la que los espa­ño­les viven entre más de 3 millo­nes de tone­la­das el amian­to, pre­sen­te en casas, edi­fi­cios, infra­es­truc­tu­ras indus­tria­les y sitios de ocio y en el medio ambiente.

Orca­si­tas tam­bién fue el pri­mer barrio espa­ñol que con varia­das mane­ras de auto­cons­truc­ción, sus habi­tan­tes par­ti­ci­pa­ron en el dise­ño y edi­fi­ca­ción. Has­ta el color de los ladri­llos, el alto de las ven­ta­nas y la tex­tu­ra de los pisos lo deci­die­ron en asam­blea. Sus resi­den­tes esco­gie­ron el nom­bre de las calles, el ancho de las ave­ni­das. Tam­bién el tama­ño de los par­ques y la ubi­ca­ción del comer­cio veci­nal, la escue­la, el cen­tro de salud, el poli­de­por­ti­vo, los pisos de cada comu­ni­dad y los metros cua­dra­dos de cada piso.

En 1977, tres años antes de que los terre­nos de Pedro Orca­si­ta fue­sen regis­tra­dos como la super­fi­cie que alo­ja­ría una comu­ni­dad resi­den­cial, la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud decla­ró el amian­to como una sus­tan­cia can­ce­rí­ge­na. Des­de 1935 había cla­ros indi­cios al res­pec­to y demos­tra­cio­nes des­de 1944. Enton­ces se publi­ca­ron los pri­me­ros tra­ba­jos cien­tí­fi­ca­men­te que rela­cio­na­ban la expo­si­ción al asbes­to con el cán­cer de pulmón.

Con amian­to habrá cáncer

El inves­ti­ga­dor Alfre­do Menén­dez Nava­rro, de la Uni­ver­si­dad de Gra­na­da, ha decla­ra­do en repe­ti­das opor­tu­ni­da­des que Espa­ña “care­ce de una estra­te­gia nacio­nal para evi­tar la expo­si­ción ambien­tal al amian­to entre la pobla­ción general”.

Josep Tarrès, neu­mó­lo­go de Cer­dan­yo­la del Vallès y exper­to en amian­to, advier­te de que, si bien los estu­dios apun­tan a que en 2020 se toca­rá techo con el núme­ro de afec­ta­dos por dolen­cias rela­cio­na­das con expo­si­ción al amian­to, sus estu­dios indi­can que la ten­den­cia al alza se man­tie­ne. “Has­ta que no se des­amian­te el país, habrá casos. El foco de expo­si­ción será cada teja­do con amian­to que empie­ce a degra­dar­se. Solo Nava­rra ha apro­ba­do, con un pre­su­pues­to, un plan de des­amian­ta­do de su terri­to­rio”, anotó.

El amian­to es la más cono­ci­da de las sus­tan­cias indus­tria­les vin­cu­la­das con el cán­cer de pul­món. Su expo­si­ción cau­sa tres tipos de cán­cer: asbes­to­sis, cán­cer del pul­món y meso­te­lio­ma. No se reco­no­ce una can­ti­dad míni­ma del agen­te cau­sal por deba­jo de la cual un expues­to pue­da con­si­de­rar­se segu­ro. Lo que sí se ha deter­mi­na­do es que el cán­cer de pul­món en tra­ba­ja­do­res expues­tos es 10 veces más fre­cuen­te que en la pobla­ción general.

Indes­truc­ti­ble y mortal

El asbes­to enfer­ma cuan­do es inha­la­do. La inges­tión o el con­tac­to con la piel no son vías de ingre­so al orga­nis­mo demos­tra­das como cau­sa de enfer­me­dad . Las fibras de amian­to son de tama­ño micros­có­pi­co. Se des­pren­den con faci­li­dad, no se disuel­ven en agua. Sin embar­go, se des­pla­zan por el aire e ingre­san en el pul­món con cada inha­la­ción en un ambien­te contaminado.

Las fibras de asbes­to pue­den pasar al aire o al agua por la degra­da­ción de depó­si­tos o de pro­duc­tos manu­fac­tu­ra­dos con asbes­to. Las per­so­nas que tra­ba­jan en indus­trias que fabri­can o usan pro­duc­tos de asbes­to o en la mine­ría de asbes­to corren un alto ries­go de sufrir cán­cer. Igual las per­so­nas que viven cer­ca de estas indus­trias. Ade­más, las fibras de asbes­to pue­den libe­rar­se al aire en demo­li­cio­nes, man­te­ni­mien­to y reno­va­ción de edi­fi­cios y afec­tar amplias comunidades.

Las par­tí­cu­las de asbes­to no se eva­po­ran ni se disuel­ven en agua. Per­ma­ne­cen sus­pen­di­das en el aire por lar­go tiem­po y ser trans­por­ta­das lar­gas dis­tan­cias por el vien­to. Las fibras y par­tí­cu­las de mayor tama­ño tien­den a depo­si­tar­se más rápi­da­men­te y no son degra­da­das a otros com­pues­tos. Per­ma­ne­cen inal­te­ra­das por lar­go tiem­po has­ta que el vien­to las levan­te y se las lle­ve has­ta otra víctima.

Hoy mani­pu­las asbes­to y te enfer­mas 20 años después

Las enfer­me­da­des que pro­du­ce el asbes­to tie­nen una lar­ga «laten­cia», el tiem­po que trans­cu­rre entre la inha­la­ción de la fibra y la apa­ri­ción la pato­lo­gía. Pue­den pasar 30 años. El uso del amian­to se inte­rrum­pió en los años noven­ta; por tan­to, se espe­ra el mayor núme­ro de enfer­mos en 2020. En Esta­dos Uni­dos, falle­cie­ron 1.493 per­so­nas por cán­cer de pul­món rela­cio­na­do con la expo­si­ción al amian­to en el año 2000 fren­te a 77 muer­tes en 1968. Asi­mis­mo, en Espa­ña los casos de cán­cer de pul­món rela­cio­na­dos con la expo­si­ción al amian­to han aumen­ta­do has­ta el medio millar al año a par­tir de 2015. No exis­te cura para esta enfer­me­dad y la espe­ran­za media de vida una vez detec­ta­da es de nue­ve meses.

El barrio de Orca­si­tas, en el dis­tri­to de Use­ra de la Comu­ni­dad de Madrid, comen­zó a reti­rar el amian­to can­ce­rí­geno de sus teja­dos en la Pla­za de los Mil Dele­ga­dos a media­dos de agos­to. Una pesa­di­lla con la que han vivi­do por más de 15 años. Son 116 blo­ques de vivien­das con techo de amian­to. En algu­nos edi­fi­cios, resi­den 32 fami­lias, en otros viven entre 6 y 8.

Con el techo de la cha­bo­la enci­ma de la cabeza

«Hemos vivi­do duran­te años sin saber el peli­gro que tenía­mos sobre nues­tras cabe­zas», dijo un vecino que se ente­ró del peli­gro des­pués del escán­da­lo que esta­lló por la pre­sen­cia de amian­to en esta­cio­nes y vago­nes del Metro de Madrid y la muer­te por cán­cer de varios extrabajadores.

Orca­si­tas comen­zó a fina­les de los años cin­cuen­ta como un asen­ta­mien­to de sie­te cen­te­na­res de migran­tes pro­ce­den­tes de La Man­cha, Anda­lu­cía y Extre­ma­du­ra que lle­ga­ron a Madrid. La capi­tal no era capaz de absor­ber la gran can­ti­dad de per­so­nas que lle­ga­ban en bus­can de tra­ba­jo, edu­ca­ción y salud. La fal­ta de vivien­das cons­ti­tu­yó un gra­ve pro­ble­ma. Cons­tru­ye­ron tos­cas cha­bo­las con tipo­lo­gía rural en el terreno fan­go­so, a tra­mos inhós­pi­to. Los techos eran bara­tos, de ura­li­ta, amian­to o asbes­to blanco.

techos de uralita

A media­dos de los años sesen­ta ger­mi­nó en el barrio un movi­mien­to social que en los seten­ta se con­cre­tó en la Aso­cia­ción de Veci­nos de Orca­si­tas, que logra gran pre­di­ca­men­to entre la gen­te del barrio. Es un momen­to cla­ve. Se vis­lum­bra el final de la dic­ta­du­ra fran­quis­ta. Obtie­nen mejo­ras en las con­di­cio­nes de vida y avan­ces en el pro­ce­so democrático.

Sin mie­do ni aprensiones

Ante la pers­pec­ti­va inmo­bi­lia­ria de la zona, los pro­pie­ta­rios de terreno, con el apo­yo del Minis­te­rio de la Vivien­da, pre­ten­die­ron des­alo­jar a los pobla­do­res de Orca­si­tas. Como con­se­cuen­cia, se puso en mar­cha un amplio movi­mien­to ciu­da­dano que logró que tan­to los cha­bo­lis­tas como los ocu­pan­tes de las muy dete­rio­ra­das vivien­das públi­cas pasa­ran a resi­dir en nue­vas vivien­das cons­trui­das por el Esta­do y con­ve­nien­te­men­te dotadas.

En los ochen­ta, los veci­nos de Orca­si­tas aban­do­nan las cha­bo­las para ir a pisos pro­mo­vi­dos por el Minis­te­rio de la Vivien­da y fabri­ca­dos en bue­na par­te con sus manos. Los teja­dos amian­to los colo­ca­ban sin apren­sio­nes ni mie­do. Nadie se extra­ñó y a quien pre­gun­ta­ba le res­pon­dían que era pro­vi­sio­nal, que no sería para siem­pre. Los veci­nos con su par­ti­ci­pa­ción con­si­guie­ron un barrio muy bien dota­do, con amplios y nume­ro­sos jar­di­nes, espa­cios para par­ti­ci­par y un urba­nis­mo salu­da­ble. Orca­si­tas, caren­te ini­cial­men­te de los más ele­men­ta­les ser­vi­cios e infra­es­truc­tu­ras urba­nas, se fue dotan­do de ins­ta­la­cio­nes de agua, alcan­ta­ri­lla­do, elec­tri­ci­dad, via­rio, etcé­te­ra. Hoy cuen­ta con una exten­sión de poco más de un kiló­me­tro cua­dra­do (110 hec­tá­reas) y una pobla­ción que supera los 22.500 habi­tan­tes, todos en riesgo.

Mode­lo de trans­for­ma­ción urbana

Orca­si­tas fue en los años ochen­ta un mode­lo de trans­for­ma­ción del espa­cio urbano como expre­sión de las deman­das ciu­da­da­nas. No obs­tan­te, la cri­sis indus­trial afec­tó fuer­te­men­te a sus resi­den­tes, en espe­cial a los jóve­nes, que regis­tran las más ele­va­das tasas de paro de la región madri­le­ña. La cri­sis tam­bién se mani­fes­tó en el enor­me impac­to de la heroí­na, cuyo con­su­mo des­ar­ti­cu­ló a toda una generación.

En 2002 la inci­den­cia del cán­cer de mama en las muje­res de Use­ra era cua­tro veces supe­rior al res­to de la Comu­ni­dad de Madrid, algo que se atri­bu­ye a la pre­sen­cia de cables de alta ten­sión y al amian­to. La ura­li­ta no solo es peli­gro­sa para quien la mani­pu­la o la tie­ne como techo. Cuan­do es vie­ja, y la de Orca­si­tas tie­ne más de trein­ta años, las par­tí­cu­las se des­pren­den y vue­lan has­ta cin­co kiló­me­tros. Según sople el vien­to, siem­pre habrá alguien que res­pi­re y alo­je en sus pul­mo­nes esas micros­có­pi­cas par­tí­cu­las de amian­to que se des­pren­den de los tejados.

amianto mortal

En febre­ro pasa­do los veci­nos de Orca­si­tas pro­tes­ta­ron en la Pla­za de la Villa. Que­rían saber cuán­do el per­so­nal debi­da­men­te entre­na­do comen­za­ría a qui­tar las cubier­tas de amian­to. Pero no se que­da­ron en su pro­pio pro­ble­ma, tam­bién quie­ren saber qué escue­las, qué cen­tros depor­ti­vos, que cen­tros públi­cos tie­nen amian­to, cán­cer, muer­te. Piden que se haga un mapa del amian­to en Espa­ña y que el gobierno ten­ga un plan para la reti­ra­da del can­ce­rí­geno en los barrios pobres y menos pobres. Es un gra­ve pro­ble­ma de salud pública.

El dine­ro pri­me­ro, lue­go la salud

Los bajos cos­tes y el afán de lucro, más que la igno­ran­cia sobre los peli­gros para la salud del pol­vo de asbes­to, pri­ma­ron en que las cubier­tas de los edi­fi­cios de Orca­si­tas sean de amian­to. En los años ochen­ta la mayo­ría de los paí­ses había ile­ga­li­za­do el amian­to, pero como la enfer­me­dad tar­da­ba en apa­re­cer se actua­ba sin res­pon­sa­bi­li­dad social y huma­na. El que vie­ne atrás que arree.

Des­pués de tan­tos millo­nes de tone­la­das de amian­to, se cal­cu­la que 100.000 per­so­nas mue­ren cada año en el mun­do a cau­sa de enfer­me­da­des rela­cio­na­das con la expo­si­ción al asbes­to. Actual­men­te se regis­tran en Espa­ña entre 250 y 300 casos anua­les de meso­te­lio­ma, MPM, un tipo de cán­cer de extre­ma mor­ta­li­dad, que en un 85% de los casos se vin­cu­la a la expo­si­ción al amianto.

Han pasa­do más de 100 años des­de que en 1906 se des­cri­bió en Lon­dres el pri­mer caso de «fibro­sis pul­mo­nar por asbes­to» en una tra­ba­ja­do­ra de 33 años de edad, de una fábri­ca tex­til. No obs­tan­te, Rusia se nie­ga a dejar de extraer amian­to y cada año colo­ca 1 millón de tone­la­das en los paí­ses poco desa­rro­lla­dos que requie­ren un techo bara­to. En Asbest, que sig­ni­fi­ca asbes­to en ruso, y que es el nom­bre del pue­blo don­de se encuen­tra la mina más impor­tan­te, los luga­re­ños no se pre­gun­tan qué tan sabio –y salu­da­ble– sea extraer asbes­to con car­gas explo­si­vas que gene­ran nubes den­sas de un pol­vo satu­ra­do de fibras mor­ta­les. No ven razón para hacer­lo. ¿Igno­ran el peligro?

mina de amianto

Mina de amian­to en los mon­tes Ura­les de Rusia

Via­jar en el metro con el enemigo

En Esta­dos Uni­dos, casi 50.000 per­so­nas por año pre­sen­tan una denun­cia a cau­sa de enfer­me­da­des cau­sa­das por el amian­to. Las empre­sas ase­gu­ra­do­ras gas­ta­ron 21.600 millo­nes de dóla­res en estas enfer­me­da­des has­ta el año 2000. El asbes­to vol­vió a ser tema de polé­mi­ca lue­go de los aten­ta­dos del 11 de sep­tiem­bre de 2001: el derrum­be del World Tra­de Cen­ter libe­ró varias dece­nas de miles de kilo­gra­mos de amian­to pul­ve­ri­za­do a la atmós­fe­ra. En Madrid el gran escán­da­lo ha sido que en los vago­nes y en las esta­cio­nes hay amian­to, aun­que cuan­do se uti­li­zó se sabía su toxicidad.

En 1991 el Ban­co Mun­dial adop­tó como polí­ti­ca no finan­ciar la manu­fac­tu­ra o el uso de pro­duc­tos que con­ten­gan asbes­to. Actual­men­te, 67 paí­ses y terri­to­rios (inclui­dos los de la Unión Euro­pea) han prohi­bi­do el uso de amian­to. La Comi­sión Téc­ni­ca de la Unión Euro­pea espe­ró has­ta el 4 de mayo de 1999 para apro­bar la prohi­bi­ción de uso de cual­quier tipo de amian­to. No tan rápi­do, entra­ría en vigor a par­tir del 1 de enero de 2005, para los paí­ses que toda­vía no habían prohi­bi­do. En el año 2006 la UE lan­zó una cam­pa­ña con­tra el amian­to con el lema: «¡El amian­to es mor­tal!». En vir­tud de la direc­ti­va de la Unión Euro­pea, todos los Esta­dos miem­bros han debi­do prohi­bir la comer­cia­li­za­ción y uso de asbes­to. No ha ocu­rri­do de mane­ra efec­ti­va, siem­pre se impo­ne el inte­rés crematístico.

La epi­de­mia oculta

La Comi­sión Euro­pea habla de una epi­de­mia de 500.000 muer­tes en los pró­xi­mos años por enfer­me­da­des deri­va­das del amian­to, una can­ti­dad 10 veces supe­rior a la de acci­den­tes de tra­ba­jo.​Se cal­cu­la que el cán­cer por expo­si­ción al amian­to pro­vo­ca­rá más de 200.000 muer­tes en la pró­xi­ma déca­da en el Rei­no Unido.

Debi­do al exce­si­vo tiem­po que tar­da el cán­cer en mani­fes­tar­se, los falle­ci­mien­tos son de per­so­nas que tra­ba­ja­ron con este mate­rial hace déca­das en zonas indus­tria­les como Ferrol (Gali­cia) y Ovie­do (Astu­rias),​pero Car­ta­ge­na es la ciu­dad de Espa­ña con mayor inci­den­cia de meso­te­lio­mas. En cier­tas zonas del País Vas­co se ha dis­pa­ra­do el incre­men­to de cán­cer en los últi­mos años por enci­ma de la media nacional.

Ade­lan­ta­dos, pero no tanto

En Espa­ña la regu­la­ción del amian­to comen­zó en 1940. Des­de 1947 era obli­ga­to­rio para las empre­sas rea­li­zar con­tro­les de los nive­les de expo­si­ción de los tra­ba­ja­do­res. En la déca­da de los ochen­ta, pre­ci­sa­men­te la del gran auge del amian­to, se pro­mul­gó la nor­ma­ti­va bási­ca sobre tra­ba­jos con ries­go de amian­to y en 1995 se inclu­yó el amian­to en la cla­si­fi­ca­ción, enva­sa­do y eti­que­ta­do de sus­tan­cias peligrosas.

Espa­ña prohi­bió la fabri­ca­ción de fibro­ce­men­to en el año 2000, solo se per­mi­tía ven­der lo que ya esta­ba fabri­ca­do. En diciem­bre de 2001, Espa­ña “se ade­lan­tó” al pla­zo máxi­mo fija­do por la Unión Euro­pea para prohi­bir la comer­cia­li­za­ción y uti­li­za­ción del amian­to blan­co, sobre todo en la for­ma de fibro­ce­men­to o ura­li­ta. El «amian­to azul» y el «amian­to marrón» fue­ron prohi­bi­dos en el Rei­no de Espa­ña en 1984 y 1993, res­pec­ti­va­men­te. La nor­ma­ti­va no afec­ta­ba a los mate­ria­les que ya esta­ban ins­ta­la­dos y que, por tan­to, per­mi­ti­dos has­ta el final de su vida útil. Las prohi­bi­cio­nes y regu­la­cio­nes no fue­ron óbi­ce para que nume­ro­sas empre­sas con­ti­nua­ran uti­li­zan­do amian­to en mate­ria­les de pro­tec­ción per­so­nal como guan­tes y delan­ta­les, que faci­li­ta­ban a sus tra­ba­ja­do­res como “pro­tec­ción”.

amianto es cancerígeno

En Espa­ña no es obli­ga­to­rio reti­rar la ura­li­ta, siem­pre que se encuen­tre en buen esta­do y no se haya com­ple­ta­do su vida útil. Solo hay que ase­gu­rar­se de no se haya dete­rio­ra­do por otras cau­sas exter­nas, como afec­cio­nes cli­má­ti­cas o natu­ra­les, que podrían haber acor­ta­do su vida útil. Ese con­trol no exis­te de mane­ra efi­caz ni tam­po­co cla­ri­dad en los pro­ce­di­mien­tos que se deben seguir. Muchos optan por recu­brir las pie­zas ondu­la­das de ura­li­ta con otro tipo de mate­rial. La solu­ción pue­de fun­cio­nar cor­to pla­zo y es muy eco­nó­mi­ca. Sin embar­go, no es la mejor solu­ción. La ura­li­ta segui­rá dete­rio­rán­do­se con el tiem­po y el cli­ma. El enemi­go sigue ahí, agazapado.

¿Encap­su­lar el cáncer?

Reti­rar el amian­to de la cubier­ta es sen­ci­llo, pero muy peli­gro­so y, por tan­to, aca­rrea cos­tes ele­va­dos. Orca­si­tas empe­zó a reti­rar las cubier­tas de amian­to de lo blo­ques. 1.517 per­so­nas que viven bajo el veneno sin­tie­ron un ali­vio. En el barrio se han mul­ti­pli­ca­do los casos de afec­ta­dos por cán­cer, tam­bién las muer­tes. Los teja­dos se han dete­rio­ra­do y pre­sen­tan gra­ves des­per­fec­tos, mucho más que sim­ples gote­ras. La páti­na negra pro­tec­to­ra que cubría la ura­li­ta se ha difu­mi­na­do por com­ple­to. Casi como los 8,6 millo­nes de euros que el Gobierno cen­tral cedió en 2008 a la Comu­ni­dad de Madrid para el reti­ro de la uralita.

El amian­to mata, la burocracia…

Lo acor­da­do con la Comu­ni­dad de Madrid es que un total de 116 blo­ques de vivien­das con teja­dos de ura­li­ta reci­bi­rían una sub­ven­ción del 75% para reti­rar el amian­to. De ellos, 68 están enca­mi­na­dos: 39 espe­ra la licen­cia de obra y hay otros 29 a la espe­ra. Los 48 res­tan­tes, que son blo­ques bajos y con menos hoga­res y dine­ro, están en el lim­bo. Que­da­ron fue­ra. No se sabe el por­cen­ta­je de la sub­ven­ción ni cuán­do la darán. Todos, sin excep­ción, ya saben que el amian­to mata. Lo han vivi­do. El ries­go no se res­trin­ge a la Mese­ta de Orca­si­tas, sino al res­to del barrio y del dis­tri­to de Use­ra, y alcan­za al colin­dan­te Villa­ver­de. “Mi barrio se mue­re de cán­cer, y lo sabes” y con el gri­to de “pita, pita, pita, el amian­to sí se qui­ta” los resi­den­tes de Osca­si­tas recla­man su dere­cho a la salud.

La ura­li­ta es la mar­ca comer­cial de unas pla­cas ondu­la­das de fibro­ce­men­to que muy comu­nes en edi­fi­cios, naves indus­tria­les y cober­ti­zos. Tam­bién en cana­les, depó­si­tos y con­duc­cio­nes de agua.

La ope­ra­ción para reti­rar ura­li­ta de una casa es lar­ga y cos­to­sa, aun­que se tra­te de una pie­za de pocos metros cua­dra­dos. Dada la peli­gro­si­dad del fibro­ce­men­to con amian­to, la reti­ra­da de este mate­rial no debe hacer­se de for­ma par­ti­cu­lar, sino que se ten­drán que con­tra­tar los ser­vi­cios de una empre­sa espe­cia­li­za­da. Des­de que se tie­nen los per­mi­sos has­ta que se reti­ra pue­den lle­gar a pasar has­ta cua­tro meses y más. No hay pri­sas. Los resi­den­tes y veci­nos de Orca­si­tas lo saben.

Refe­ren­cias:

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