Argen­ti­na. 48 años des­pués: Glo­ria y honor a las y los héroes de Trelew

Por Car­los Azná­rez, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 21 de agos­to de 2020.

La fuga del penal de Raw­son y la Masa­cre de Tre­lew no sólo recuer­dan un cri­men de lesa huma­ni­dad come­ti­do con­tra un gru­po de valien­tes revo­lu­cio­na­rios y revo­lu­cio­na­rias sino que cons­ti­tu­ye una cla­ve fun­da­men­tal de aná­li­sis del Terro­ris­mo esta­tal con­tem­po­rá­neo argen­tino. Al igual que los bom­bar­deos a la pobla­ción civil en junio de 1955, Tre­lew es otro pun­to de infle­xión pues­to sobre la super­fi­cie por quie­nes ocu­pa­ban la cúpu­la del Esta­do para sen­tar pre­ce­den­te de cuán­to esta­ban dis­pues­tos a hacer quie­nes defen­dían (y aún hoy lo hacen) la estruc­tu­ra del capi­ta­lis­mo en su ver­sión argentina.

Argentina: A 45 años de la masacre de Trelew

Si pen­sa­mos en qué ense­ñan­zas y lega­do deja a las nue­vas gene­ra­cio­nes lo ocu­rri­do el 22 de agos­to de 1972 en ese con­fín de la Pata­go­nia argen­ti­na, pode­mos con­cluir en varios aspec­tos nodales:

Antes que nada demo­ler la idea impues­ta por quie­nes se eri­gie­ron en enemi­gos de la liber­tad y la jus­ti­cia, sobre que cual­quier inten­to de enfren­ta­mien­to con el poder esta­ría con­de­na­do al fra­ca­so. En ese perío­do de la his­to­ria argen­ti­na, miles de jóve­nes, como las y los que ese trá­gi­co día 22 caye­ron acri­bi­lla­dos a bala­zos en la Base de la Mari­na Almi­ran­te Zar, esta­ban deci­di­dos a luchar por cam­biar el orden injus­to que sopor­ta­ban millo­nes de argen­ti­nos. En esa toma de deci­sión, no sólo desa­rro­lla­ron al máxi­mo su capa­ci­dad de entre­ga sino que tam­bién sabían que el com­pro­mi­so era has­ta las últi­mas con­se­cuen­cias. Lo que el enemi­go qui­so mos­trar como una san­grien­ta derro­ta, ger­mi­na­ba meses des­pués en nue­vos avan­ces en la con­cien­cia de las masas. El triun­fo elec­to­ral de 1973 y la mul­ti­tu­di­na­ria movi­li­za­ción a las cár­ce­les per­mi­tió de inme­dia­to la liber­tad de todos los pre­sos y pre­sas politicas.

Des­de ese pun­to de vis­ta, Tre­lew hoy, deja cla­ro que fren­te a las nue­vas tri­qui­ñue­las y accio­nes ofen­si­vas del Impe­rio, la úni­ca sali­da posi­ble es la con­fron­ta­ción. Mos­trar­le los dien­tes y hacer­le saber a quie­nes siguen gene­ran­do nue­vas for­mas de con­quis­ta o reco­lo­ni­za­ción, que no nos entre­ga­re­mos a sus desig­nios man­sa­men­te. Y que los apa­ren­tes retro­ce­sos de la actua­li­dad abo­na­rán nue­vas resis­ten­cias a futu­ro. Esto vale recor­dar­lo, jus­ta­men­te aho­ra que se desa­rro­lla una ofen­si­va vio­len­ta para afian­zar el capi­ta­lis­mo, a lo que des­de prin­ci­pios de año se han suma­do nue­vos meca­nis­mos de con­trol y sumi­sión impues­tos por la gue­rra bac­te­rio­ló­gi­ca global. 

Jus­ta­men­te cuan­do más se debe­ría radi­ca­li­zar el dis­cur­so y la acción, más se insis­te des­de cier­tos sec­to­res de la izquier­da o el «pro­gre­sis­mo», en solu­cio­nes a medias, fal­sos ata­jos refor­mis­tas, res­pues­tas edul­co­ra­das o tác­ti­cas posi­bi­lis­tas para enfren­tar a la baja a quie­nes nos han pues­to la soga al cue­llo y no dudan en apre­tar el nudo. El con­ti­nen­te está lleno de ejem­plos en ese sen­ti­do, pero tam­bién aflo­ran impor­tan­tes actos insur­gen­tes, como en Chi­le, en la Nación Mapu­che, en Para­guay, en Perú, en Colom­bia, en Bra­sil, en todas las luchas anti­ex­trac­ti­vis­tas y has­ta en las pro­pias calles del impe­rio gringo.

Por otra par­te, aque­llos jóve­nes de Tre­lew tam­bién mar­ca­ron un camino en lo que hace a dejar de lado todo tipo de plan­teo indi­vi­dua­lis­ta y apos­ta­ron al accio­nar colec­ti­vo. Desa­rro­lla­ron una autén­ti­ca her­man­dad revo­lu­cio­na­ria, don­de el otro com­pa­ñe­ro o com­pa­ñe­ra era lo más impor­tan­te a cui­dar y pro­te­ger en la lucha coti­dia­na, jun­to con los sec­to­res más gol­pea­dos de la socie­dad. En los barrios, en los esta­ble­ci­mien­tos de tra­ba­jo, en los ámbi­tos estu­dian­ti­les, se fue­ron ges­tan­do así bol­so­nes de la nue­va socie­dad por la que se bata­lla­ba. Sig­nos de amor com­par­ti­do, de espe­ran­zas de cam­bio y sobre todo, de un abier­to altruis­mo en la rei­vin­di­ca­ción de los idea­les. Con esa impron­ta y el deseo de vol­ver a rein­te­grar­se a la lucha acti­va en la calle, los mili­tan­tes de todas las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias que deci­die­ron la fuga masi­va de Raw­son, y tam­bién los que opta­ron gene­ro­sa­men­te en no par­ti­ci­par de la mis­ma, como el inol­vi­da­ble diri­gen­te sin­di­cal Agus­tín Tos­co, pusie­ron en mar­cha una ges­ta que des­nu­dó como nun­ca a la dic­ta­du­ra del gene­ral Ale­jan­dro Agus­tín Lanusse.

Cua­ren­ta y ocho años des­pués, es evi­den­te que el con­cep­to de mili­tan­cia ha cam­bia­do mucho. Aspec­tos de un mar­ca­do indi­vi­dua­lis­mo que sopor­tan los dis­tin­tos esta­men­tos de la socie­dad argen­ti­na actual, tam­bién se han intro­du­ci­do, como si se tra­ta­ra de un virus, en el accio­nar de algu­na fran­ja de la izquier­da. El recur­so de arries­gar lo menos posi­ble para auto pre­ser­var­se (en el tra­ba­jo, en las Facul­ta­des y has­ta en la mili­tan­cia) son habi­tua­les y se asu­men como si fue­ra algo que exis­tió siem­pre. De la mis­ma mane­ra, tam­bién pue­den obser­var­se pro­pues­tas edul­co­ra­das que actúan como apa­ga­fue­gos de cual­quier plan­teo de resis­ten­cia y que harían empa­li­de­cer a aque­llos recor­da­dos jóve­nes revo­lu­cio­na­rios de Trelew.

Por últi­mo, los hechos de la fuga de Raw­son remar­ca­ron el con­cep­to de uni­dad en acción de las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias, algo que hoy se extra­ña como un bien pre­cia­do difí­cil de repe­tir a pesar de los años trans­cu­rri­dos. Esa deci­sión de fugar­se jun­tos a pesar de las dife­ren­cias entre una orga­ni­za­ción y otra, no fue un hecho casual, sino par­te una con­cep­ción de tra­ba­jo y mili­tan­cia que se venía desa­rro­llan­do des­de mucho tiem­po antes. Se tenía cla­ro quien era el enemi­go y fren­te a él valían todos las posi­bi­li­da­des de ata­que. De allí que tan­to en la impro­vi­sa­da con­fe­ren­cia de pren­sa rea­li­za­da en el aero­puer­to de Tre­lew por aque­llos que lue­go serían ase­si­na­dos a man­sal­va, como en las decla­ra­cio­nes con­jun­tas hechas en La Haba­na por los cua­dros de direc­ción de las orga­ni­za­cio­nes arma­das que alcan­za­ron a fugar­se exi­to­sa­men­te, se recal­ca­ra el tema de la uni­dad y la nece­si­dad de man­te­ner esa iniciativa.

Actual­men­te, la uni­dad está en boca de todos los mili­tan­tes del cam­po popu­lar pero ter­mi­na en la mayo­ría de los casos sien­do sólo una expre­sión de deseos. Es evi­den­te que no se toma muy en serio la nece­si­dad de for­jar­la, a pesar de que revo­lu­cio­nes o gue­rras eman­ci­pa­to­rias triun­fan­tes como la de Cuba o el pro­ce­so boli­va­riano de Vene­zue­la han hecho esfuer­zos para acer­car posi­cio­nes entre los dife­ren­tes gru­pos que repre­sen­tan a la izquier­da en todo su espec­tro. Aún esta­mos a tiem­po de hon­rar a los héroes de Tre­lew for­jan­do una fuer­za anti­im­pe­ria­lis­ta, anti­ca­pi­ta­lis­ta y anti­pa­triar­cal que sume todas las banderas.

El ejem­plo de Tre­lew debe­ría ser­vir como aci­ca­te para que en este pre­sen­te tan espe­cial se fue­ran dan­do pasos fir­mes que per­mi­tan uni­fi­car a los que siguen cre­yen­do que Revo­lu­ción y Socia­lis­mo son dos con­cep­tos indi­vi­si­bles. Sería tam­bién una res­pues­ta a quie­nes en todos estos años han secues­tra­do con­sig­nas, se han ves­ti­do con la ropa de los caí­dos en com­ba­te para vol­ver­los a matar con pro­pues­tas clau­di­can­tes o manio­bras de abier­ta corrup­te­la, o han ins­ti­tu­cio­na­li­za­do el dis­cur­so de incli­nar­se por el mal menor, evi­tan­do cons­truir alter­na­ti­vas que des­nu­den la mas­ca­ra­da de un fal­so pro­gre­sis­mo. Los revo­lu­cio­na­rios que entre­ga­ron su vida en Tre­lew no lo hicie­ron para apun­ta­lar al capi­ta­lis­mo, pelea­ban por un mun­do dife­ren­te, más humano e inclu­si­vo. La patria socialista.

En este momen­to argen­tino y lati­no­ame­ri­cano en que otra vez los hal­co­nes de la dere­cha vue­lan de for­ma rasan­te o mar­chan desa­fian­tes en las calles con con­sig­nas gori­las, anti­co­mu­nis­tas, fas­cis­tas y de una into­le­ran­cia pro­vo­ca­do­ra, Tre­lew no es con­sig­na del pasa­do. En este mar­co en que las des­apa­ri­cio­nes for­zo­sas con­ti­núan (Julio López y Daniel Solano, o las más recien­tes de Facun­do Astu­di­llo Cas­tro y Fran­co Mar­tí­nez) y el «gati­llo fácil» y abu­sos poli­cia­les de todo tipo cam­pan a sus anchas, acen­tua­dos aún más des­de que comen­za­ra la cua­ren­te­na obli­ga­to­ria, demues­tran que la repre­sión actual here­da seña­les evi­den­tes de épo­cas dic­ta­to­ria­les. A con­tra­co­rrien­te de tales esce­na­rios, Tre­lew sigue sien­do un gri­to rebel­de con­tra la impunidad.

Se hace difí­cil por estas horas evo­car seme­jan­te ges­ta, des­de la frial­dad de una pan­ta­lla. Lo vir­tual jamás podrá reem­pla­zar a las calles, aun­que haya quie­nes así lo están pla­ni­fi­can­do de cara al futu­ro. Que este sába­do 22 de agos­to, en cual­quier esqui­na de cual­quier sitio del país, una mano joven no dude en escri­bir en el aire o don­de pue­da: «Tre­lew: la san­gre derra­ma­da no será nego­cia­da». Será una for­ma de expre­sar (nos) que la tarea que ellos empren­die­ron no está acabada.

Itu­rria /​Fuen­te

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