El pen­sa­mien­to revo­lu­cio­na­rio de Frantz Fanon

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Los mismos que resienten sus palabras como una mordedura y que se ven amenazados directamente por sus condenas lo han intentado, pero sus intentos son vanos. Porque el pensamiento de Fanon, tal como está articulado y con el despliegue de posibilidades de desarrollo que encierra, se identifica prácticamente, como expresión, con la historia de los llamados pueblos subdesarrollados. No se puede mistificar un pensamiento con el que millones de personas mantienen, en su práctica social, un diálogo cotidiano que lo enriquece y lo mantiene perpetuamente vivo y actual. Máxime cuando quienes establecen este diálogo práctico con el pensamiento fanoniano pertenecen, sobre todo, a esta tierra de Argelia, que constituye el espacio en cuyo interior se mueve y se desarrolla este pensamiento.

Así, si quiere ser constructora y auténtica, la mirada que contempla a este último debe ser de interrogación. Pero toda pregunta es cuestionamiento. El pensamiento humano está hecho de manera que para consolidarse en su unidad, respetar su continuidad y mantenerse fiel a sí mismo, debe ponerse a prueba y correr el riesgo de desintegrarse en el mismo acto por el que se constituye y se estructura. Es la aventura de todo pensamiento que se pretende universal: si se interroga, acaba siendo más grande y más sólido y se fundamenta en la crítica de su fundamento y a través de ella. Para abrazar la realidad de la que surge, el pensamiento ha de someterse a su movimiento, y captar, no el hecho, sino su devenir, no el acto aislado, sino su sentido histórico.

A la luz de esta forma de comprensión quisiéramos continuar un diálogo que, desgraciadamente, no puede ser más que teórico, pero que espera hallar en la práctica una prolongación eficaz, un diálogo con ciertos aspectos del pensamiento fanoniano, no con su totalidad, pues esto rebasaría el marco de este ensayo y los límites de nuestras posibilidades. No obstante, por lealtad escrupulosa a este pensamiento, trataremos de resaltar los aspectos que constituyen, de una manera por cierto aparente, no su periferia secundaria y accesoria, sino su núcleo originario e intención fundamental. Para ello, el método que parece más idóneo para nuestra investigación consiste en seguir el movimiento mismo del esfuerzo indagador del pensamiento fanoniano, asociándolo, como un trasfondo indispensable del que extrae su sentido, al movimiento mismo de esta realidad a la que se refería.

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