Hai­tí. “Ayi­ti paka res­pi­re”: La mujer hai­tia­na fren­te a la pan­de­mia, otra expre­sión de terror a enfrentar

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 05 de julio de 2020

Abre sus ojos en la penum­bra; demo­ra para hacer­lo por­que sabe lo que va a ver. Esti­ra la boca pul­po­sa y bos­te­za, el ges­to com­pri­me más su nariz ancha. A su lado hay sie­te mucha­chos, pero la mayo­ría duer­me. Sólo uno le son­ríe. San­dri­ne la devuel­ve con una mue­ca que lo hace reír sin ama­ne­cer. Ya hay que levan­tar­se, como siem­pre. Sí, está sola con todo. Lo que gana al día, no da pa, ná!- sabe- es pa´el alqui­ler. Ella tenía una casi­ta, que jun­to con la del lado, cayó hecha tri­zas cuan­do el terre­mo­to. Ese niño que son­ríe está vivo de mila­gro, por­que con un año de naci­do le cayó un muro enci­ma y estu­vo san­gran­do por un tiempo.

Aho­ra tie­ne diez y cui­da de los otros. En esta casi­ta, cuan­do llue­ve hay gote­ras, pero si lle­ga al mes y no paga, el due­ño le tran­ca la puer­ta. Se levan­ta sin excu­sas. En esta vida ya ha vis­to todo. Mal­tra­to, ase­si­na­to y vio­la­ción. Si ven­de en el mer­ca­do, pue­de nego­ciar has­ta un pun­to, por­que los jefes le qui­tan la mer­can­cía. A veces tie­ne que vivir aga­chá, por­que le dan palos, la empu­jan. No, no sabe fir­mar. Qui­zá nece­si­ta dine­ro para pagar la escue­la, el hos­pi­tal, aho­ra con el virus ese. No le dan una medi­ci­na rega­lá. Yo me pre­gun­to y veo tan lejos la res­pues­ta – dice San­dri­ne-vivi­mos en la calamidad. 

“Las muje­res per­te­ne­cen a las cate­go­rías más pobres, más explo­ta­das en la socie­dad hai­tia­na”, afir­ma en entre­vis­ta exclu­si­va para tele­SUR Colet­te Les­pi­nas­se, quien lle­va algo más de 20 años luchan­do con­tra una for­ma moder­na de escla­vi­tud, vio­len­cia social y étni­ca que sufren las dece­nas de miles de tra­ba­ja­do­res hai­tia­nos, emi­gra­dos o no. “Aquí en Hai­tí, la Covid-19 está aumen­tan­do. Esta­mos obser­van­do un rápi­do cre­ci­mien­to de la enfer­me­dad en estos últi­mos días (casi 100 casos por día) y esto es preocupante”.

“Es que nues­tro Esta­do basa todas sus estra­te­gias sobre las del sis­te­ma neo­li­be­ral que no hace caso de la gen­te, de las per­so­nas más nece­si­da­des, de los tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras, sino de las que ya tie­nen dine­ro y poder. La pan­de­mia del coro­na­vi­rus con­tri­bu­ye a for­ta­le­cer esa ten­den­cia, a no con­si­de­rar a cier­tos gru­pos de la sociedad”. 

Tal como afir­ma la líder hai­tia­na, lo advier­te Médi­cos Sin Fron­te­ras (MSF). Es que en Hai­tí no ha habi­do cua­ren­te­na estric­ta, no hay medi­das pre­ven­ti­vas, por­que la gen­te sale cada día a ganar­se la vida. San­dra Lamar­que, direc­to­ra de la misión de MSF en Hai­tí, afir­ma que este es “el país con el menor Pro­duc­to Bru­to Interno (PIB) per cápi­ta de Amé­ri­ca, y un 70 por cien­to de su pobla­ción inmer­sa en la pobre­za, debe lidiar, ade­más, con las caren­cias de su infra­es­truc­tu­ra sani­ta­ria. En reali­dad, las medi­das anun­cia­das por las auto­ri­da­des, como el toque de que­da, y la prohi­bi­ción de reunio­nes, no están sien­do apli­ca­das ni refor­za­das por las auto­ri­da­des. Los luga­res públi­cos, como los mer­ca­dos, están ates­ta­dos de gen­te. Las úni­cas medi­das exi­to­sas son el cie­rre de escue­las e iglesias».

«La mayo­ría de los hai­tia­nos no tie­nen acce­so a agua pota­ble y sanea­mien­to, y muchos viven en hoga­res ates­ta­dos don­de la cua­ren­te­na y el ais­la­mien­to son un reto. Ade­más, exis­te el ries­go de que la cre­cien­te inse­gu­ri­dad ali­men­ta­ria pro­vo­que ham­bru­na», afir­ma Caris­sa Etien­ne, direc­to­ra de la Orga­ni­za­ción Pan­ame­ri­ca­na de la Salud.

Muje­res-sobre­vi­ven­cia-fami­lia

Colet­te Les­pi­nas­se es acti­vis­ta a favor de los dere­chos de esa mayo­ría feme­ni­na en Hai­tí. Datos de 2018 supo­nen casi 6 millo­nes, el 50,65 por cien­to del total.“En Hai­tí, en el con­tex­to de la Covid-19, no se ha desa­rro­lla­do nin­gu­na estra­te­gia par­ti­cu­lar en favor de gru­pos espe­cí­fi­cos, como niños, per­so­nas mayo­res, dis­ca­pa­ci­da­des, cam­pe­si­nos, u otros gru­pos vul­ne­ra­bles. Tam­po­co, nada en favor de las muje­res que asu­men una gran par­te de la sobre­vi­ven­cia de la fami­lia. La gen­te comien­za a asus­tar­se. Pero su com­por­ta­mien­to no ha cam­bia­do real­men­te. El Gobierno emi­tió un decre­to muy crí­ti­co que limi­ta seve­ra­men­te las liber­ta­des indi­vi­dua­les. En reali­dad, el decre­to no se está res­pe­tan­do, pero podría usar­se en cual­quier momen­to para repri­mir a la pobla­ción. El decre­to podría alen­tar el abu­so y la corrup­ción por par­te de la policía”.

“Aun­que se habla mucho de con­fi­na­mien­to, muchas muje­res deben salir cada día para ir a tra­ba­jar como ven­de­do­ras en los mer­ca­dos públi­cos lle­nos de gen­te, domes­ti­cas en casas pri­va­das, etc. Suben en trans­por­tes públi­cos sin mas­ca­ri­llas y nadie toma eso en cuen­ta. No hay men­sa­jes espe­cí­fi­cos hacia las muje­res, a quie­nes la socie­dad patriar­cal con­fía la res­pon­sa­bi­li­dad de cui­dar a los enfer­mos y a toda la fami­lia. Así, las muje­res repre­sen­tan uno de los gru­pos más expues­tos a la enfermedad”.

– ¿Qué dicen las esta­dís­ti­cas sobre el con­ta­gio por género?

“Demues­tran que hay más hom­bres que muje­res que tie­nen el coro­na­vi­rus en Hai­tí. Según los infor­mes publi­ca­dos has­ta el 12 de junio, den­tro de 4.165 casos posi­ti­vos detec­ta­dos, 40.4 por cien­to eran muje­res y 59.6 por cien­to hom­bres. (CF SITREP N0108, del Minis­te­rio de Salud, 12 de junio de 2020)”.

“La zona fran­ca está com­pues­ta en un 70 por cien­to por muje­res. En el medio de la pan­de­mia, el Gobierno deci­dió reabrir las fac­to­rías que fue­ron cerra­das cuan­do se detec­tó los dos pri­me­ros casos posi­ti­vos en el país. Se ha dicho que se nece­si­ta gen­te para tra­ba­jar para las expor­ta­cio­nes y que hay deman­da. Las zonas fran­cas repre­sen­tan aho­ra en Hai­tí la prin­ci­pal fuen­te de divi­sas para el país. Así, sacri­fi­can a las obre­ras y obre­ros, por­que des­pués se encon­tra­ron varios casos de coro­na­vi­rus en las zonas francas”.

El ham­bre ace­cha a los nue­vos des­em­plea­dos en Hai­tí, los que deja la pan­de­mia., por­que ya en 2019 se noti­fi­ca­ba un 70 por cien­to de desempleo. 

– ¿Cuál es la situa­ción actual del desempleo?

“La socie­dad hai­tia­na vive una situa­ción de des­em­pleo muy gran­de. La mayo­ría de las fami­lias sobre­vi­ven hacien­do algo en el sec­tor infor­mal. Es en ese sec­tor don­de labo­ran la mayo­ría de las muje­res. Con el paro de acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas, son muchas las muje­res que no pue­den ali­men­tar a su fami­lia. Muchas de ellas son fami­lias mono­pa­ren­ta­les, con una mujer sola. Sin nin­gún apo­yo del Esta­do, esas muje­res tie­nen muchos pro­ble­mas”, con­ti­núa la acti­vis­ta huma­ni­ta­ria de dere­chos humanos.

– ¿Cuá­les son los mayo­res desa­fíos en este contexto?

Los retos son muchos. En la salud, el efec­to de la cri­sis de la pan­de­mia empe­zó a impac­tar a las muje­res des­de que el Minis­te­rio de Salud emi­tió un comu­ni­ca­do pidien­do a todos los cen­tros de salud reci­bir sola­men­te casos de emer­gen­cia. Des­de ese momen­to, las muje­res emba­ra­za­das que tenían cin­tas cada mes no han podi­do ver a un médi­co. Se le pide venir sola­men­te si sien­ten un males­tar. Así hay muje­res que han espe­ra­do has­ta que su situa­ción se pone muy gra­ve para acu­dir por ayu­da. Por eso, muchas muje­res dan luz en su casa y no van a un cen­tro y casi pier­den la vida si tie­nen pro­ble­mas en el par­to. Ade­más, los cen­tros de pla­ni­fi­ca­ción fami­liar casi no fun­cio­nan. En ese con­tex­to, vamos a tener emba­ra­zos no desea­dos, sobre todo de muje­res jóve­nes. Esa cri­sis lle­va tam­bién mucho trau­ma­tis­mo para las muje­res embarazadas». 

“En cuan­to a la comi­da, las muje­res tie­nen una doble res­pon­sa­bi­li­dad aho­ra. Hay más gen­te duran­te todo el día en la casa, por­que no salen mucho, los niños y niñas no van a la escue­la. Nece­si­tan mucho más recur­sos para ali­men­tar a la fami­lia, mien­tras tan­to se dis­mi­nu­yen sus acti­vi­da­des económicas».

La tam­bién coor­di­na­do­ra de la orga­ni­za­ción no guber­na­men­tal hai­tia­na Grou­pe­mentd’ Appuiaux Reta­triés et Réfu­giés (GARR), afir­ma que en tér­mi­nos de la eco­no­mía, “muchas muje­res viven del nego­cio para sobre­vi­vir. Sin embar­go, por cau­sa del coro­na­vi­rus, todo el mun­do tie­ne mie­do del otro, los clien­tes tam­bién. Así se dis­mi­nu­yen las acti­vi­da­des comer­cia­les, sobre todo las que tie­nen que ver con comi­da. Los res­tau­ran­tes no fun­cio­nan cada día como era antes. Por ejem­plo, un res­tau­ran­te que ven­día como 30 pla­tos en un día, aho­ra ape­nas diez ó 12. Las muje­res que ven­dían pas­te­li­tos tuvie­ron que sus­pen­der el nego­cio, por­que las escue­las están cerradas». 

“El acce­so al agua es un gran pro­ble­ma. Así, se aumen­ta el tra­ba­jo de las muje­res por­que son ellas y los niños que bus­can el agua y sobre todo, las que uti­li­zan este recur­so para los tra­ba­jos domés­ti­cos. Aho­ra, esta­mos vivien­do una tem­po­ra­da de sequía pro­lon­ga­da. Hay poca agua en las fuen­tes, es decir que las muje­res deben hacer mucho más esfuer­zo para encon­trar agua. Para pre­ve­nir la Covid-19, se pide lim­piar­se la mano muy fre­cuen­te­men­te y lavar las ropas de regre­so a casa. Eso sig­ni­fi­ca uti­li­zar mucha agua». 

“Sobre el ries­go de con­ta­mi­na­ción, ima­gi­na que las muje­res cami­nan mucho para ir al mer­ca­do. Como se cerró la fron­te­ra, no pue­den ir a com­prar y ven­der. Cami­nan mucho más para encon­trar y ven­der mer­can­cías. Eso repre­sen­ta para ellas un gran ries­go de contaminación». 

– ¿Qué valor le asig­na a las redes soli­da­rias duran­te la pandemia?

“A pesar de tan­tas difi­cul­ta­des, las muje­res, sobre todo las orga­ni­za­das, hacen muchos esfuer­zos para defen­der­se en esa situa­ción. Hay zonas don­de coti­zan para poder com­prar reci­pien­tes que ponen a dis­po­si­ción de todo el mun­do para lim­piar­se las manos. Otras, fabri­can mas­ca­ri­llas que dis­tri­bu­yen en zonas popu­la­res, en mer­ca­dos. Algu­nas más se invo­lu­cran en la sen­si­bi­li­za­ción de otras mujeres». 

“Los men­sa­jes de pro­tec­ción tien­den a ais­lar una a la otra y tras­mi­ten mie­do al otro. Muchos encuen­tros no pue­den ser orga­ni­za­dos. Eso trae un cier­to ais­la­mien­to que las muje­res inten­tan con­tro­lar, para poder seguir en con­tac­to y ser soli­da­rias. En Hai­tí, todo el mun­do está cons­cien­te de que, sin soli­da­ri­dad entre noso­tros y noso­tras, no vamos a ven­cer esa enfer­me­dad. La pan­de­mia del coro­na­vi­rus nos ha demos­tra­do la cara egoís­ta del sis­te­ma neo­li­be­ral que no tie­ne ami­go, sino intere­ses y que aho­ra lo úni­co que le preo­cu­pa son sus intere­ses y no los del pueblo”.

“Mien­tras tan­to, la inse­gu­ri­dad está aumen­tan­do en los barrios popu­la­res alre­de­dor del cen­tro de Puer­to Prín­ci­pe. Mar­tis­sant apa­re­ce cada día en las noti­cias debi­do a muer­tes, heri­dos, incen­dios. Lo mis­mo ocu­rre con la par­te nor­te de la capi­tal, espe­cial­men­te Cité Soleil. Estos inci­den­tes gra­ves tie­nen varios orí­ge­nes y los gri­tos de ayu­da de la pobla­ción inde­fen­sa, que vive en estos vecin­da­rios, no pare­cen con­mo­ver a nadie”.

“A nivel local, las per­so­nas se las arre­glan lo mejor que pue­den: Están hacien­do más­ca­ras, beben mucho té. Un gru­po de médi­cos ha pro­pues­to que el cui­da­do de la enfer­me­dad se orga­ni­ce a nivel comunitario. 

Algu­nas comu­ni­da­des ya comen­za­ron cui­dan­do a las per­so­nas enfer­mas, pero tam­bién para pre­ve­nir la estig­ma­ti­za­ción y las agre­sio­nes con­tra los pacien­tes. A pesar del cre­cien­te núme­ro de casos de Covid-19, varios hos­pi­ta­les públi­cos y cen­tros de aten­ción médi­ca aún están en huel­ga. Se han pro­du­ci­do varios casos de infec­ción en ins­ti­tu­cio­nes públi­cas, entre ellas la Poli­cía Nacio­nal. El Gobierno pare­ce estar paralizado”. 

“En Hai­tí, a pesar de la gran con­tri­bu­ción de las muje­res en la vida del país, no hay un reco­no­ci­mien­to real de su apor­te. Las orga­ni­za­cio­nes de muje­res deben luchar mucho para obte­ner un poqui­to de reco­no­ci­mien­to. El Esta­do no hace caso de sus com­pro­mi­sos tan­to al nivel nacio­nal, como inter­na­cio­nal, en favor de los dere­chos de las fémi­nas. Las muje­res per­te­ne­cen a las cate­go­rías más pobres, mas explo­ta­das en la socie­dad hai­tia­na”, con­clu­ye para tele­SUR Colet­te Les­pi­nas­se, no sin antes res­pon­der a una pre­gun­ta muy personal.

– ¿Quién eres, Colette?

Una hai­tia­na que duran­te la dic­ta­du­ra de Jean Clau­de Duva­lier tra­ba­jó en Radio Soleil, emi­so­ra de la Igle­sia cató­li­ca que había juga­do un papel muy impor­tan­te en la caí­da de la dictadura. 

Ten­go expe­rien­cia en edu­ca­ción por la radio, con una for­ma­ción aca­dé­mi­ca en admi­nis­tra­ción, pero con mucha expe­rien­cia en tra­ba­jo social, perio­dis­mo y mili­tan­cia en dere­chos huma­nos. En la prác­ti­ca, siem­pre he tra­ba­ja­do para la par­ti­ci­pa­ción de los gru­pos exclui­dos, cam­pe­si­nas, muje­res, migrantes. 

Soy fun­da­do­ra de una orga­ni­za­ción de pro­mo­ción de los dere­chos de los y las migran­tes que se lla­ma GARR (Gru­po de apo­yo a los migran­tes y refu­gia­dos). Aho­ra, estoy acom­pa­ñan­do a una orga­ni­za­ción que tra­ba­ja para la libe­ra­ción de niños en tra­ba­jo domés­ti­co. Al mis­mo tiem­po, faci­li­to de vez en cuan­do talle­res para gru­pos de muje­res tan­to en Puer­to Prín­ci­pe como en todo el país.

Estoy casa­da. Ten­go tres niños, dos bio­ló­gi­cos y una adop­ta­da. Mi mamá, de 85 años, vive conmigo.Vengo de una fami­lia de ocho her­ma­nos. Soy la úni­ca vivien­do en Hai­tí. En mi casa, somos seis per­so­nas, y hay dos más que vie­nen cada día. 

– ¿Per­so­nal­men­te, cómo vives la pan­de­mia del coronavirus?

“Des­de el ini­cio, segui­mos las medi­das de pro­tec­ción. Com­par­ti­mos las infor­ma­cio­nes y con­se­jos con todo el mun­do. No sali­mos mucho, pero de vez en cuan­do hay que ir a com­prar cosas para toda la fami­lia. Me gus­ta mucho ir al mer­ca­do, por­que eso me da una mejor idea de cómo vive el pue­blo, sobre todo las muje­res, lo que pien­san ellas del coronavirus”. 

“Es impre­sio­nan­te escu­char cómo la gen­te no le da mucha impor­tan­cia. Dicen que entre morir de ham­bre y morir de coro­na­vi­rus, pre­fie­ren que­dar­se de pie para luchar por la vida”.

“Cuan­do uno sale, antes de entrar den­tro de la casa, se lava. Por suer­te, tene­mos agua. Vivi­mos en una zona don­de hay agua en la tie­rra y con una bom­ba pode­mos con­se­guir­la. Tene­mos poca elec­tri­ci­dad. A veces tres horas cada seis-ocho días. Uti­li­zo el Sol para con­se­guir un poco de ener­gía, pero lo que ten­go no bas­ta para accio­nar la bom­ba. Muchas veces ten­go que uti­li­zar­la a mano. A pesar de ello, ten­go opor­tu­ni­da­des, por­que la mayo­ría de mis veci­nos no pue­den. Por eso, com­par­to con muchos de ellos un poco de elec­tri­ci­dad para car­gar los celu­la­res. A veces, jóve­nes vie­nen a casa para acti­var sus compu­tado­ras o ver una pelí­cu­la. Esos jóve­nes se can­san mucho por­que no hay escue­la. Tie­nen mie­do de per­der todo el año”. 

“Aun­que hay pocas reunio­nes, segui­mos tra­ba­jan­do, par­ti­ci­pan­do a tra­vés del Inter­net a muchas reunio­nes. Segui­mos con mucha ansie­dad el dete­rio­ro de la situa­ción eco­nó­mi­ca, social, ali­men­ta­ria de la pobla­ción y sobre todo la polí­ti­ca. El Gobierno está inten­tan­do de uti­li­zar el con­tex­to del coro­na­vi­rus para for­ta­le­cer su poder, algu­nos pien­san para fabri­car una nue­va dic­ta­du­ra en el país. Es difí­cil movi­li­zar­se, pero lo inten­ta­mos”, concluye.

¡Cri­sis huma­ni­ta­ria ya!

Mien­tras, la OPS hace un avi­so. «Esta­mos espe­cial­men­te preo­cu­pa­dos por Hai­tí y quie­ro adver­tir sobre una cri­sis huma­ni­ta­ria inmi­nen­te», dijo Caris­sa Etien­ne, direc­to­ra de la Orga­ni­za­ción Pan­ame­ri­ca­na de la Salud. Hay 17.000 hai­tia­nos que han regre­sa­do de la Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na, don­de hay trans­mi­sión comu­ni­ta­ria, y se espe­ra que este núme­ro lle­gue a 55.000 en dos sema­nas. Hay pocas camas para tra­tar pacien­tes con Covid-19, un núme­ro insu­fi­cien­te de pro­fe­sio­na­les de la salud y equi­pos de pro­tec­ción per­so­nal tam­bién insu­fi­cien­tes», como tam­bién lo es “ la segu­ri­dad de los hos­pi­ta­les desig­na­dos para Covid-19 y la segu­ri­dad de los tra­ba­ja­do­res de salud es moti­vo de gran preocupación».

El año 2019 carac­te­ri­zó a un Hai­tí con­vul­so. La corrup­ción fren­te a la mise­ria. La pro­tes­ta fren­te a vio­len­cia y vice­ver­sa. Se dice no habían vis­to movi­li­za­cio­nes tan masi­vas, des­de hace más de tres déca­das, con el final de la lucha con­tra Baby Doc Duvalier.

El pre­si­den­te de Hai­tí, Jove­nel Moi­se, nom­bró en mar­zo de 2020 a un nue­vo pri­mer minis­tro: Jou­te Joseph. Fue un inten­to de con­te­ner la cri­sis polí­ti­ca que atra­ve­sa­ba el país des­de hacía un año, carac­te­ri­za­da por la inse­gu­ri­dad social, las acu­sa­cio­nes de corrup­ción con­tra el man­da­ta­rio y los pro­ble­mas eco­nó­mi­cos. Jouthe asu­mió el car­go sin la apro­ba­ción del Par­la­men­to hai­tiano, como lo esta­ble­ce la Cons­ti­tu­ción de la nación cari­be­ña, debi­do a que esta ins­ti­tu­ción no esta­ba en funcionamiento.

El coor­di­na­dor huma­ni­ta­rio resi­den­te de la Orga­ni­za­ción de Nacio­nes Uni­das, Bruno Lemar­quis, des­cri­bió la cri­sis: “Hos­pi­ta­les sin sumi­nis­tros y medi­ca­men­tos, movi­mien­tos de per­so­nas y bie­nes bási­ca­men­te con­ge­la­dos y difi­cul­ta­des del mer­ca­do para fun­cio­nar. Unos 4.6 millo­nes de per­so­nas nece­si­tan asis­ten­cia, 40 por cien­to de la pobla­ción y más del 80 por cien­to en com­pa­ra­ción con 2019. Los más vul­ne­ra­bles están cifra­dos en 2.1 millo­nes de per­so­nas son el obje­ti­vo del #HRP revi­sa­do en 2020”.

Jus­ta­men­te en mar­zo 2020 se noti­fi­ca­ron los pri­me­ros casos del coro­na­vi­rus. No se sabe bien si el mie­do alcan­za a los hai­tia­nos que sor­tean la muer­te des­de el naci­mien­to del terror de un pasa­do que regresa. 

Las últi­mas pala­bras de Geor­ges Floyd, aler­tan en las redes socia­les #Hai­tian #Creo­le: Hai­tí, no pue­de res­pi­rar, “Ayi­ti paka res­pi­re”. Mien­tras tan­to San­dri­ne y Colet­te se levan­tan cada a día fren­te a su úni­ca opción, luchar. Res­pi­ra, mujer, respira.

Fuen­te: Tele­sur

Itu­rria /​Fuen­te

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