Esta­dos Uni­dos. Oleo­duc­tos, polí­ti­ca y el poder de la pro­tes­ta indígena

Por Amy Good­man y Denis Moy­nihan, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 de julio de 2020

Mní wičhó­ni. El agua es vida. En cual­quier idio­ma, sea lako­ta, inglés o espa­ñol, es una pura ver­dad. En Dako­ta del Nor­te, ban­de­ras con la fra­se “el agua es vida” ondea­ron en los cam­pa­men­tos de resis­ten­cia indí­ge­nas que se ins­ta­la­ron en 2016 en la con­fluen­cia de los ríos Can­non­ball y Mis­sou­ri, en opo­si­ción a la cons­truc­ción del oleo­duc­to Dako­ta Access. El cam­pa­men­to con­vo­có a pro­tec­to­res del agua de más de 200 tri­bus indí­ge­nas de las Amé­ri­cas, ade­más de a miles de acti­vis­tas alia­dos. Los indí­ge­nas lla­man al Dako­ta Access “la ser­pien­te negra”. El oleo­duc­to de 1.880 kiló­me­tros de lar­go fue dise­ña­do para trans­por­tar más de medio millón de barri­les dia­rios de petró­leo cru­do obte­ni­do median­te frac­tu­ra­ción hidráu­li­ca des­de los yaci­mien­tos petro­le­ros de Bak­ken, en Dako­ta del Nor­te, has­ta las refi­ne­rías de la cos­ta esta­dou­ni­den­se del gol­fo de Méxi­co. En su reco­rri­do, el Dako­ta Access atra­vie­sa Dako­ta del Sur, Iowa e Illi­nois. El paso de este oleo­duc­to por el terri­to­rio de las tri­bus lako­ta, que no brin­da­ron su auto­ri­za­ción para la obra, y deba­jo del río Mis­sou­ri en el lago Oahe pone en ries­go la pota­bi­li­dad del agua de la que depen­den la tri­bu sioux de Stan­ding Rock y 17 millo­nes de per­so­nas río abajo.

El fin de sema­na del Día del Tra­ba­jo de 2016, el equi­po de Demo­cracy Now! via­jó a Stan­ding Rock para rea­li­zar la cober­tu­ra sobre la resis­ten­cia al oleo­duc­to. Mien­tras los pro­tec­to­res del agua indí­ge­nas ponían en ries­go sus cuer­pos, blo­quean­do el paso a las exca­va­do­ras de la empre­sa para evi­tar la des­truc­ción de sitios sagra­dos, docu­men­ta­mos cómo las fuer­zas de segu­ri­dad pri­va­das del Dako­ta Access rocia­ban gas pimien­ta, gol­pea­ban y lan­za­ban perros de ata­que con­tra los mani­fes­tan­tes no vio­len­tos. A uno de los perros le gotea­ba san­gre del hoci­co, lo que hacía recor­dar a los mas­ti­nes uti­li­za­dos para ata­car a los pue­blos indí­ge­nas en las Amé­ri­cas des­de la épo­ca de Cris­tó­bal Colón y los con­quis­ta­do­res españoles.

Nues­tro video se vol­vió viral y tuvo más de 12 millo­nes de repro­duc­cio­nes en solo 24 horas. En cues­tión de días, el enton­ces pre­si­den­te Barack Oba­ma, a tra­vés de repre­sen­tan­tes del Ejér­ci­to y los Depar­ta­men­tos de Jus­ti­cia e Inte­rior, orde­nó dete­ner la construcción.

Pocos meses des­pués —y con un cam­bio pre­si­den­cial en el medio — , en enero de 2017 uno de los pri­me­ros actos del pre­si­den­te Donald Trump fue auto­ri­zar el pro­yec­to, per­mi­tien­do así la fina­li­za­ción del oleo­duc­to, un enor­me obse­quio para el mul­ti­mi­llo­na­rio par­ti­da­rio de Trump Kelcy Warren, direc­tor eje­cu­ti­vo de Energy Trans­fer, empre­sa pro­pie­ta­ria del oleo­duc­to Dako­ta Access. El oleo­duc­to ha esta­do bom­bean­do petró­leo des­de enton­ces. Esto es, has­ta que un juez fede­ral orde­nó esta sema­na el cie­rre del oleo­duc­to y que sea vacia­do en el pla­zo de un mes. Si bien Energy Trans­fer ape­ló el fallo, sig­ni­fi­ca una gran vic­to­ria para la tribu.

El fallo se sos­tie­ne en una ley de 1970, la Ley Nacio­nal de Polí­ti­ca Ambien­tal, que exi­ge que todos los gran­des pro­yec­tos que pro­cu­ren per­mi­sos fede­ra­les inclu­yan una rigu­ro­sa revi­sión ambien­tal con apor­tes de la pobla­ción. Trump actual­men­te está inten­ta­do des­po­jar a esta ley de sus pode­res regu­la­to­rios más importantes.

La orden eje­cu­ti­va de Trump sobre el oleo­duc­to ins­tru­yó al Cuer­po de Inge­nie­ros del Ejér­ci­to de Esta­dos Uni­dos a emi­tir un per­mi­so de cons­truc­ción sin la eva­lua­ción de impac­to ambien­tal apro­pia­da y obli­ga­to­ria en vir­tud de la Ley Nacio­nal de Polí­ti­ca Ambien­tal. La tri­bu, enton­ces, pre­sen­tó una deman­da. Des­pués de más de tres años de liti­gio, el juez fede­ral James E. Boas­berg con­cor­dó con el recla­mo y for­zó el cie­rre del oleo­duc­to has­ta que el Cuer­po de Inge­nie­ros del Ejér­ci­to rea­li­za­ra una eva­lua­ción de impac­to ambien­tal com­ple­ta, la cual dicho Cuer­po esti­ma que toma­rá 13 meses.

En res­pues­ta a la deci­sión judi­cial de esta sema­na, LaDon­na Bra­ve Bull Allard, inte­gran­te de la tri­bu sioux de Stan­ding Rock que alber­gó en sus tie­rras a ori­llas del río Can­non­ball el pri­mer cam­pa­men­to de resis­ten­cia con­tra el oleo­duc­to, expre­só en una entre­vis­ta para Demo­cracy Now!: “Toda­vía estoy con­mo­vi­da. Si la gen­te pudie­ra enten­der cuán­to amo mi hogar, cuán­to amo mi tie­rra y mi río; es lo mejor del mun­do ente­ro. Sé que el fallo va a ser ape­la­do. Pero debe haber jus­ti­cia en este mun­do y debe haber ren­di­ción de cuen­tas… Como indí­ge­nas, nece­si­ta­mos no ser invi­si­bles en nues­tras pro­pias tierras”.

Esta no fue la úni­ca vic­to­ria de esta sema­na para quie­nes se opo­nen a los oleo­duc­tos y luchan por un futu­ro sus­ten­ta­ble. Las empre­sas Duke Energy y Domi­ni­on Energy anun­cia­ron que van a can­ce­lar los pla­nes de cons­truir el gaso­duc­to Atlan­tic Coast, de unos 965 kiló­me­tros de exten­sión, pro­yec­ta­do para trans­por­tar gas extraí­do por frac­tu­ra­ción hidráu­li­ca des­de Vir­gi­nia Occi­den­tal a Caro­li­na del Nor­te. Las empre­sas cul­pa­ron de su deci­sión a los one­ro­sos liti­gios y a los cos­tos de lidiar con las con­ti­nuas protestas.

Don­na Cha­vis, acti­vis­ta de lar­ga tra­yec­to­ria con­tra los com­bus­ti­bles fósi­les, miem­bro de la orga­ni­za­ción Ami­gos de la Tie­rra y ancia­na de la nación indí­ge­na lum­bee, de Caro­li­na del Nor­te, con­ce­dió una entre­vis­ta para Demo­cracy Now! en la que des­cri­bió la orga­ni­za­ción inter­sec­cio­nal que ayu­dó a derro­tar el gaso­duc­to: “Hubo mucha opo­si­ción a esto. Fui­mos cons­tru­yen­do la resis­ten­cia y la opo­si­ción a lo lar­go de toda la tra­za del gaso­duc­to. Nos encon­tra­mos con la mara­vi­llo­sa situa­ción de cru­zar los lími­tes de raza y cla­se, y reu­nir a las comu­ni­da­des indí­ge­nas y afroestadounidenses”.

Hay más de 320.000 kiló­me­tros de oleo­duc­tos acti­vos en Esta­dos Uni­dos, así como varias cam­pa­ñas en cur­so con­tra pro­yec­tos de cons­truc­ción de oleo­duc­tos, como el Keys­to­ne XL, Enbrid­ge Line 3 en el nor­te de Min­ne­so­ta y el gaso­duc­to Coas­tal Gas­Link en Colum­bia Bri­tá­ni­ca. Esta resis­ten­cia es lide­ra­da por las comu­ni­da­des indí­ge­nas que se encuen­tran en la pri­me­ra línea de la lucha, jun­to con cre­cien­tes movi­mien­tos en soli­da­ri­dad que se unen a ellas.

Si que­re­mos evi­tar un cam­bio cli­má­ti­co catas­tró­fi­co, debe­mos dejar el petró­leo, el gas y el car­bón en el sue­lo. La cri­sis gene­ra­da por la pan­de­mia es una bue­na opor­tu­ni­dad para lan­zar un plan de “recu­pe­ra­ción eco­ló­gi­ca” e inver­tir en ener­gías reno­va­bles, no en oleo­duc­tos o gaso­duc­tos. Como obser­vó LaDon­na Bra­ve Bull Allard: “Tene­mos por delan­te un lar­go camino. No se tra­ta de quién tie­ne razón o no. Se tra­ta de cómo vivi­re­mos en el futuro”.

Tra­duc­ción: Inés Coira. 

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