Bra­sil. Bol­so­na­ro no tie­ne pie­dad ni con las comu­ni­da­des más vulnerables

Por Gus­ta­vo Vei­ga. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 11 de julio de 2020.

El pre­si­den­te de Bra­sil se con­vir­tió en un Calí­gu­la pos­mo­derno. Vetó una ley del Con­gre­so que fija­ba la asis­ten­cia de emer­gen­cia a los pue­blos ori­gi­na­rios y las comu­ni­da­des qui­lom­bo­las. Las coin­ci­den­cias de su polí­ti­ca con los deli­rios del empe­ra­dor romano ya com­po­nen una tragedia.

Jair Bol­so­na­ro anun­ció su gri­pe­zinha en el día de San Fer­mín, un 7 de julio. Lejos de Pam­plo­na y en un Bra­sil devas­ta­do por la pan­de­mia. La tra­ge­dia tau­ri­na que­dó sus­pen­di­da por el coro­na­vi­rus pero hay otra que sigue y tie­ne ros­tro humano. Se extien­de por el mun­do des­de el 11 de mar­zo cuan­do la OMS anun­ció la enver­ga­du­ra de esta pes­te. El pre­si­den­te de Bra­sil se pro­pu­so que corrie­ra sin freno por las calles de su país. Empu­jó hacia el mata­de­ro a dece­nas de miles de per­so­nas – si se per­mi­te la ale­go­ría – con una deli­be­ra­da dosis que com­bi­na el pate­tis­mo y una polí­ti­ca cri­mi­nal. Aho­ra vetó varios artícu­los de una ley que asis­tía a los sec­to­res más vul­ne­ra­bles: los pue­blos ori­gi­na­rios y las comu­ni­da­des qui­lom­bo­las que tie­nen los índi­ces más altos de mor­ta­li­dad por Covid-19.

El jefe de Esta­do igno­ró a la cien­cia, sub­es­ti­mó a los cien­tí­fi­cos y se con­vir­tió con el paso de los meses en un Calí­gu­la pos­mo­derno. Aquel empe­ra­dor romano que se ves­tía de dios, ata­ca­ba al Sena­do y lla­ma­ba trai­do­res a quie­nes ocu­pa­ban sus curu­les o ‑según cuen­tan sus biógrafos‑, el que man­dó a levan­tar una esta­tua suya en Jeru­sa­lén. El mili­tar cuyo segun­do nom­bre es Mes­sias – nada pare­ce casual – nun­ca lle­gó a dar este últi­mo paso. Ape­nas logró bau­ti­zar­se en el río Jor­dán con el pas­tor evan­gé­li­co Eve­ral­do Dias Perei­ra que lo acom­pa­ñó en una cere­mo­nia reli­gio­sa en mayo de 2016. Los dos ves­tían una toga, como aquel per­so­na­je impe­rial que ama­ba a su caba­llo Inci­ta­to y lo ele­vó a la cate­go­ría de cónsul.

El pro­ble­ma más gra­ve de Bol­so­na­ro no es que uti­li­za­ra la toga, ni su his­trio­nis­mo mal­sano, ni siquie­ra su cam­pa­ña con­tra el uso del bar­bi­jo que des­de­ñó has­ta que se con­ta­gió el Covid-19. El pro­ble­ma son las cifras, las esta­dís­ti­cas frías que man­dó a ocul­tar, como si fue­ran a com­ple­tar una pla­ni­lla de Excel en la ofi­ci­na del buró­cra­ta mili­tar al que desig­nó como minis­tro de Salud: el gene­ral Eduar­do Pazuello. 

Son cifras de muer­tos o con­ta­gia­dos que a Bra­sil lo ubi­can en un podio que nadie qui­sie­ra ocu­par: segun­do detrás de Esta­dos Uni­dos. El 1.668.589 de infec­ta­dos que has­ta ayer suma­ba el país vecino, así con­ta­bi­li­za­do no alcan­za a des­cri­bir ni com­ple­tar la des­gra­cia huma­ni­ta­ria. Repre­sen­ta en por­cen­ta­je casi el 15 por cien­to de las per­so­nas que en el mun­do estu­vie­ron o se man­tie­nen enfer­mos por el virus. Y si se toman en cuen­ta los muer­tos, Bra­sil con 66.741 – según el mapa de la Uni­ver­si­dad Johns Jop­kins de EEUU- tie­ne casi el 12 por cien­to de las víc­ti­mas fata­les del pla­ne­ta. Son cifras que aumen­tan con la velo­ci­dad ver­ti­gi­no­sa e inde­te­ni­ble de un cuentakilómetros. 

Hay un con­cep­to que acer­ca bas­tan­te a Bol­so­na­ro con el empe­ra­dor romano. Lo dijo en el mar­co de su segui­di­lla de impre­ca­cio­nes con­tra el Covid-19: “Sin páni­co o his­te­ria, como ven­go dicien­do des­de el prin­ci­pio, ven­ce­re­mos al virus y esta­re­mos orgu­llo­sos de estar vivien­do en este nue­vo Bra­sil, que tie­ne todo para ser una gran nación”. Calí­gu­la caía en esos deli­rios de gran­de­za, con­ven­ci­do de su dimen­sión divi­na. El pre­si­den­te con­fe­só el lunes que no temía preo­cu­par­se por su “con­di­ción de atle­ta”. Pero el virus lo hizo tam­ba­lear. Reco­no­ció que sin­tió “can­san­cio, fie­bre y dolor mus­cu­lar”. Si dio posi­ti­vo fue por­que su pro­pia deci­sión como jefe de Esta­do lo hizo topar con la pes­te. La bus­có de múl­ti­ples for­mas, como cuan­do mon­tó a caba­llo en una mani­fes­ta­ción a su favor y en con­tra del Supre­mo Tri­bu­nal Fede­ral a prin­ci­pios de junio en Bra­si­lia. Fue aca­so la pos­tal más pare­ci­da a Calí­gu­la cabal­gan­do sobre su caba­llo Incitato.

Bol­so­na­ro olvi­da el cos­to en vidas de su polí­ti­ca nega­cio­nis­ta. Pero ade­más some­te a los sec­to­res más pos­ter­ga­dos del pue­blo bra­si­le­ño a cala­mi­da­des adi­cio­na­les duran­te la pan­de­mia. Como el empe­ra­dor romano que gober­nó des­de el año 37 al 41 (DC) cuan­do la empren­día con­tra el Sena­do, el pre­si­den­te aca­ba de vetar una ley apro­ba­da por ambas cáma­ras del Con­gre­so que está des­ti­na­da a los pue­blos ori­gi­na­rios, comu­ni­da­des qui­lom­bo­las y otras mino­rías étnicas.

La nor­ma los defi­ne como “gru­pos en situa­cio­nes de extre­ma vul­ne­ra­bi­li­dad” y que corren ries­go de sufrir emer­gen­cias de salud públi­ca. La noti­cia se cono­ció ayer cuan­do salió publi­ca­da en el Dia­rio Ofi­cial de la Unión, el equi­va­len­te al bole­tín ofi­cial de Argen­ti­na. El mili­tar que rei­vin­di­có la tor­tu­ra cuan­do era dipu­tado fede­ral en el mis­mo par­la­men­to que hoy des­aprue­ba, vetó varios artícu­los de la ley que los dipu­tados apro­ba­ron el 21 de mayo y los sena­do­res el 16 de junio.

Para jus­ti­fi­car su opo­si­ción a lo que se con­va­li­dó en el Con­gre­so, el gobierno argu­men­tó que el tex­to legis­la­ti­vo ori­gi­na­ba gas­tos obli­ga­to­rios sin demos­trar “el impac­to pre­su­pues­ta­rio y finan­cie­ro res­pec­ti­vo, que sería incons­ti­tu­cio­nal”. Esos fon­dos esta­ban des­ti­na­dos a asis­tir a aque­llas comu­ni­da­des olvi­da­das que según la orga­ni­za­ción Arti­cu­la­ción de los Pue­blos Indí­ge­nas de Bra­sil (APIB) – y que repre­sen­ta tan solo a una par­te – a prin­ci­pios de julio tenían unos 10.300 con­ta­gia­dos de coro­na­vi­rus y 408 muer­tos entre dis­tin­tas comu­ni­da­des índí­ge­nas. El dia­rio Glo­bo infor­mó que eran bas­tan­te más que los 6.800 infec­ta­dos y 158 falle­ci­dos que había repor­ta­do la Secre­ta­ría Espe­cial de Salud Indí­ge­na (Sesai) al 1° de julio.

Los artícu­los veta­dos por Bol­so­na­ro alcan­za­ron a la obli­ga­ción del gobierno de pro­por­cio­nar a los pue­blos ori­gi­na­rios y comu­ni­da­des qui­lom­bo­las – habi­ta­das por negros, mes­ti­zos y par­dos – “acce­so al agua pota­ble”; “dis­tri­bu­ción gra­tui­ta de mate­ria­les de higie­ne, lim­pie­za y desin­fec­ción para las aldeas”; “el sumi­nis­tro de camas de emer­gen­cia en hos­pi­ta­les y uni­da­des de cui­da­dos inten­si­vos”; la com­pra de “ven­ti­la­do­res y máqui­nas de oxi­ge­na­ción de la san­gre” y la libe­ra­ción de “fon­dos de emer­gen­cia para la salud indí­ge­na; la ins­ta­la­ción de inter­net y dis­tri­bu­ción de canas­tas de ali­men­tos bási­cos en los pue­blos”, entre otras cues­tio­nes que men­cio­na la ley y repro­du­jo Glo­bo.

La tasa de mor­ta­li­dad por Covid-19 entre los pue­blos ori­gi­na­rios es casi el doble de la que afec­ta a la pobla­ción en general.

* Fuen­te: Rebelión 

Itu­rria /​Fuen­te

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