Mani­fies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta – Sín­te­sis de Jesús Santrich

Títu­lo en ale­mán: Mani­fest der Kom­mu­nis­tis­chen Partei.

Deno­mi­na­ción común: Manifies­to Comu­nis­ta, o El Manifiesto.

El Manifies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta, o sim­ple­men­te el Manifies­to Comu­nis­ta, es un docu­men­to de índo­le polí­ti­ca ela­bo­ra­do por Car­los Marx y Fede­ri­co Engels por encar­go de la Liga de los Comu­nes, y que fue publi­ca­do por pri­me­ra vez en Lon­dres el 21 de febre­ro de 1848.

Aque­lla pri­me­ra publi­ca­ción fue plas­ma­da por la Wor­kers’ Edu­ca­tio­nal Asso­cia­tion en un docu­men­to de 23 pági­nas. Se anun­cia­ba que el tira­je se haría en inglés, fran­cés, ita­liano, flamen­co y danés, pero sola­men­te se pudo impri­mir en ale­mán y lue­go se hicie­ron tres tira­jes más, limi­ta­dos, y una publi­ca­ción seria­li­za­da en el Deu­ts­che Lon­do­ner Zei­tung, un perió­di­co para emi­gra­dos ale­ma­nes en Inglaterra.

Hacia el medio siglo XIX se publi­có una edi­ción en sue­co y otra en inglés (1850), y qui­zás otras dos edi­cio­nes has­ta los años sesen­ta del mis­mo siglo en Lon­dres y Berlín.

Es des­pués de la Revo­lu­ción de Octu­bre, y la trans­for­ma­ción del Par­ti­do Obre­ro Social­de­mó­cra­ta de Rusia, enca­be­za­do por los bol­che­vi­ques, en Par­ti­do Comu­nis­ta de Rusia (bol­che­vi­que) que el Manifies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta toma un enor­me vue­lo, el cual se poten­cia aún más en los tiem­pos en que los par­ti­dos de la Ter­ce­ra Inter­na­cio­nal, en fun­ción de que se lle­ga­se a una mejor com­pren­sión de la teo­ría mar­xis­ta, ade­lan­tan la difu­sión pro­li­ja del Manifies­to y de muchos otros tex­tos de Marx y de Engels en diver­sos idiomas.

En este sucin­to pero extra­or­di­na­rio aná­li­sis del deve­nir de la his­tó­ri­co de la huma­ni­dad, el anun­cio de entra­da para enfren­tar a las fuer­zas anta­gó­ni­cas que se con­gre­gan en la cla­se explo­ta­do­ra, o adver­sa­rios reac­cio­na­rios, es la de un espec­tro o fan­tas­ma que se cier­ne sobre Euro­pa, o la reco­rre: el comunismo.

El tex­to, que es teni­do como uno de los tra­ta­dos polí­ti­cos más influ­yen­tes en la his­to­ria de la huma­ni­dad, con­tie­ne la sus­ten­ta­ción de los obje­ti­vos y el Pro­gra­ma de la Liga, pro­po­nien­do el cur­so de la acción revo­lu­cio­na­ria del pro­le­ta­ria­do para echar por tie­rra el sis­te­ma capi­ta­lis­ta e ins­tau­rar la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do has­ta cons­truir una nue­va socie­dad sin cla­ses y sin Estado.

En el Mani­fies­to Comu­nis­ta se esbo­zan con enor­me sín­te­sis y belle­za lite­ra­ria las bases de aspec­tos esen­cia­les de la filo­so­fía y de la eco­no­mía polí­ti­ca mar­xis­ta, y la con­cep­ción mate­ria­lis­ta de la his­to­ria que con­tem­pla el nece­sa­rio arri­bo de la huma­ni­dad a un esta­dio de orga­ni­za­ción social post capitalista.

Tales bases y esbo­zo expre­san los com­po­nen­tes fun­da­men­ta­les, enton­ces, de la teo­ría mar­xis­ta, en con­cep­tos o cate­go­rías como:

  1. La lucha de cla­ses, que como méto­do de aná­li­sis de la his­to­ria se des­en­vuel­ve en torno a los con­cep­tos «cla­se social», «con­tra­dic­ción» y «divi­sión social del tra­ba­jo». Se tra­ta del méto­do basa­do en la «lógi­ca hege­lia­na» o «dia­léc­ti­ca», el cual se for­mu­la de mane­ra más pre­ci­sa en 1859 en el pró­lo­go de la Crí­ti­ca de la eco­no­mía política.

  2. El mode­lo teó­ri­co de la crí­ti­ca a la eco­no­mía capi­ta­lis­ta, que será desa­rro­lla­do amplia­men­te en la obra El Capi­tal, de Marx.

  3. El con­cep­to de «ideo­lo­gía», que se comien­za a desa­rro­llar de mane­ra más espe­cí­fi­ca en el tra­ba­jo titu­la­do La ideo­lo­gía ale­ma­na, ela­bo­ra­do en coau­to­ría con Engels, en el que se expli­can las for­mas de domi­na­ción men­tal de la socie­dad capi­ta­lis­ta en rela­ción con su com­po­si­ción eco­nó­mi­ca, y tam­bién en El capi­tal, bajo el con­cep­to de «feti­chis­mo de la mer­can­cía», en el que se expli­ca con pre­ci­sión el con­cep­to de «valor de uso» de una mer­can­cía, como cla­ve para des­ci­frar las con­se­cuen­cias de las for­mas de pro­duc­ción de la vida den­tro del capitalismo.

  4. El con­cep­to de «Comu­nis­mo» como teo­ría y pro­pó­si­to de socie­dad huma­na a alcan­zar para supe­rar los lími­tes de la socie­dad capi­ta­lis­ta fun­da­da en la explo­ta­ción huma­na. De lo cual se encuen­tra una noción más cla­ra en el libro de Marx titu­la­do Crí­ti­ca del pro­gra­ma de Gotha de 1875.

En tér­mi­nos muy gene­ra­les y resu­mi­dos en el Manifies­to Comu­nis­ta se plan­tea que el mode­lo pre­do­mi­nan­te de pro­duc­ción eco­nó­mi­ca y de cam­bio de cada épo­ca his­tó­ri­ca y la orga­ni­za­ción social que gene­ra son la base de la que se levan­ta y expli­ca la his­to­ria polí­ti­ca e inte­lec­tual de dicha época.

Den­tro de esta lógi­ca, disuel­ta la socie­dad gen­ti­li­cia pri­mi­ti­va y su pro­pie­dad comu­nal de la tie­rra, la his­to­ria de la huma­ni­dad ha sido una his­to­ria de lucha de cla­ses; lucha entre explo­ta­do­res y explo­ta­dos, lucha entre cla­ses domi­nan­tes y cla­ses domi­na­das, lucha entre opre­so­res y oprimidos.

Tal his­to­ria de lucha de cla­ses ha impli­ca­do una serie de revo­lu­cio­nes has­ta lle­gar a un gra­do de desa­rro­llo en que la cla­se explo­ta­da y opri­mi­da (el pro­le­ta­ria­do) en lucha con­tra los explo­ta­do­res y opre­so­res (la bur­gue­sía), para eman­ci­par­se de su yugo debe­rá eman­ci­par al mis­mo tiem­po, y para siem­pre, a toda la socie­dad de la opre­sión, divi­sión en cla­ses y por ende de la lucha de clases.

El aná­li­sis de El Manifies­to sugie­re la abo­li­ción de la apro­pia­ción de la pro­pie­dad (con­cep­to más amplio que el con­cep­to mera­men­te jurí­di­co de pro­pie­dad) sobre los medios de pro­duc­ción, y en con­cre­to la «abo­li­ción del sis­te­ma de pro­pie­dad bur­gue­sa». En pala­bras de El Manifies­to: «Lo que carac­te­ri­za al comu­nis­mo no es la abo­li­ción de la pro­pie­dad en gene­ral sino la abo­li­ción del sis­te­ma de pro­pie­dad bur­gués», lo cual expli­ca indi­can­do que la bur­gue­sía ade­más de apro­piar­se del pro­duc­to social median­te la ley, tam­bién corrom­pe las ins­ti­tu­cio­nes u otros meca­nis­mos lega­les para hacer­se a la pro­pie­dad de los trabajadores.

En sin­to­nía con lo dicho en El Manifies­to, Marx expli­ca en Mise­ria de la Filo­so­fía que: «El anta­go­nis­mo entre el pro­le­ta­ria­do y la bur­gue­sía es la lucha de una cla­se con­tra otra cla­se, lucha que lle­va­da a su máxi­ma expre­sión impli­ca una revo­lu­ción total…»

«Por cier­to, con­sig­na, pue­de cau­sar extra­ñe­za que una socie­dad basa­da en la opo­si­ción de las cla­ses lle­gue como últi­mo des­en­la­ce a la con­tra­dic­ción bru­tal, a un cho­que cuer­po a cuer­po. No digáis que el movi­mien­to social exclu­ye el movi­mien­to polí­ti­co. No hay jamás movi­mien­to polí­ti­co que al mis­mo tiem­po no sea social. Solo en un orden de cosas en el que ya no exis­tan cla­ses ni el anta­go­nis­mo de cla­ses, las revo­lu­cio­nes socia­les deja­rán de ser revo­lu­cio­nes polí­ti­cas.» Y pre­ci­sa que «Has­ta que ese momen­to lle­gue, en vís­pe­ras de toda reor­ga­ni­za­ción gene­ral de la socie­dad, la últi­ma pala­bra de la cien­cia social será siem­pre luchar o morir, la lucha san­grien­ta o la nada. Es el dile­ma inexo­ra­ble». Y con­clu­yen­te­men­te indi­ca que «No hay movi­mien­to polí­ti­co que no sea social». Aho­ra bien, vol­vien­do al Manifies­to, recor­de­mos que Marx y Engels expli­can que el acce­so de los tra­ba­ja­do­res a los medios de pro­duc­ción per­mi­ti­ría una socie­dad sin acu­mu­la­ción de pro­pie­dad pri­va­da sobre tales medios en pocas manos de explo­ta­do­res y, por tan­to, una socie­dad sin cla­ses socia­les por­que se supo­ne que la acu­mu­la­ción de la pro­pie­dad es la raíz de la divi­sión de la socie­dad en clases.

Esto impli­ca­ría:

– Una enor­me com­pe­ten­cia y efi­cien­cia en la economía;

– Que el tra­ba­ja­dor no se podría explo­tar a sí mis­mo ni a otro tra­ba­ja­dor por­que ambos ten­drían medios de producción;

– Que en estas cir­cuns­tan­cias los tra­ba­ja­do­res ten­drían la posi­bi­li­dad de orga­ni­zar­se para crear empre­sas más gran­des a tra­vés de aso­cia­cio­nes jus­tas; pero lo qué Marx obser­va en el Manifies­to es que «el pre­cio medio del tra­ba­jo asa­la­ria­do es el míni­mo posi­ble. Es decir, el míni­mo nece­sa­rio para que el obre­ro per­ma­nez­ca vivo. Todo lo que el obre­ro asa­la­ria­do obtie­ne con su tra­ba­jo es, pues, lo que estric­ta­men­te nece­si­ta para seguir vivien­do y repro­du­cién­do­se», que es lo que los comu­nis­tas que­re­mos cam­biar radi­cal­men­te, y por eso pre­ci­sa en que los comu­nis­tas «no aspi­ra­mos en modo alguno a impe­dir los ingre­sos gene­ra­dos median­te el tra­ba­jo per­so­nal, des­ti­na­dos a adqui­rir los bie­nes nece­sa­rios para la vida».

Recal­ca Marx en el Manifies­to, enton­ces, que: «Solo aspi­ra­mos a des­truir el carác­ter igno­mi­nio­so de la explo­ta­ción bur­gue­sa, en la que el obre­ro solo vive para mul­ti­pli­car el capi­tal». Así, el tra­ba­ja­dor o tra­ba­ja­do­res serán due­ños de sus pro­pios nego­cios, ini­cian­do un ele­va­do comer­cio; por esa razón, se espe­cifi­ca en el Manifies­to que «el comu­nis­mo no pri­va a nadie del poder de adqui­rir bie­nes y servicios».

En Mise­ria de la Filo­so­fía Marx tam­bién hace impor­tan­tes pre­ci­sio­nes sobre estos asun­tos, como que «la lucha de una cla­se con­tra otra cla­se es una lucha política…»

«La exis­ten­cia de una cla­se opri­mi­da es la con­di­ción vital de una socie­dad fun­da­men­ta­da en el anta­go­nis­mo de clases…»

«Para que la cla­se opri­mi­da pue­da libe­rar­se es pre­ci­so que las fuer­zas pro­duc­ti­vas ya adqui­ri­das y las rela­cio­nes socia­les vigen­tes no pue­dan seguir exis­tien­do unas al lado de las otras…»

«La fuer­za pro­duc­ti­va más gran­de es la exis­ten­cia de la pro­pia cla­se revolucionaria…”

«La con­di­ción de la eman­ci­pa­ción de la cla­se obre­ras es la abo­li­ción de todas las cla­ses, del mis­mo modo que la con­di­ción de la eman­ci­pa­ción del ter­cer esta­do, del orden bur­gués, fue la abo­li­ción de todos los esta­dos y de todos los órdenes…»

La con­cep­ción que Marx y Engels plan­tean de la his­to­ria, colo­can como eje de su des­en­vol­vi­mien­to, enton­ces, la lucha de cla­ses, pre­ci­san­do des­de la intro­duc­ción del Manifies­to Comu­nis­ta que: «La his­to­ria de toda la socie­dad has­ta aho­ra exis­ten­te es la his­to­ria de la lucha de cla­ses». Y lo que des­en­ro­lla­rá es pre­ci­sa­men­te el Pro­gra­ma para el derro­ca­mien­to del capi­ta­lis­mo y sus sus­ti­tu­ción por el socia­lis­mo y sub­si­guien­te­men­te por el comunismo.

Por ello, las últi­mas líneas del Manifies­to Comu­nis­ta lla­man a gene­rar las con­di­cio­nes para crear una nue­va socie­dad sobre las rui­nas del derro­ca­mien­to total de todas las con­di­cio­nes socia­les exis­ten­tes, con­si­de­ran­do que los pro­le­ta­rios no tie­nen nada para per­der, sal­vo sus cade­nas. Ellos tie­nen un mun­do para ganar.

Estruc­tu­ra del Mani­fies­to Comunista. 

El Manifies­to Comu­nis­ta cons­ta de un preám­bu­lo y cua­tro capí­tu­lo, a saber: 1. Bur­gue­ses y pro­le­ta­rios; 2. Pro­le­ta­rios y comu­nis­tas; 3. Lite­ra­tu­ra socia­lis­ta y comu­nis­ta; y 4. Acti­tud de los comu­nis­tas ante los otros par­ti­dos de la opo­si­ción. En cada edi­ción sue­le incluir­se los pre­fa­cios que Marx y Engels ela­bo­ra­ron para cada ocasión.

1. El Capí­tu­lo I: Bur­gue­ses Y Proletarios.

Como idea cen­tral de su con­cep­ción de la his­to­ria, Marx y Engels pre­ci­san que la his­to­ria de la socie­dad huma­na es la his­to­ria de la lucha de cla­ses, lle­gan­do por efec­to del desa­rro­llo eco­nó­mi­co a los cam­bios polí­ti­cos y cul­tu­ra­les que cau­sa­ron la des­com­po­si­ción de la socie­dad feu­dal y el sur­gi­mien­to o ascen­so revo­lu­cio­na­rio de la moder­na socie­dad bur­gue­sa en que la divi­só y con­fron­ta­ción anta­gó­ni­ca se da entre bur­gue­sía y proletariado.

Den­tro del papel revo­lu­cio­na­rio que se le reco­no­ce a la bur­gue­sía como crea­do­ra de un mun­do civi­li­za­do con su sello de cla­se, Marx y Engels encuen­tran que al con­tra­rio que las socie­da­des que le pre­ce­die­ron la bur­gue­sía la bur­gue­sía sólo pue­de exis­tir «revo­lu­cio­nan­do ince­san­te­men­te los ins­tru­men­tos de la pro­duc­ción». Y así en ese camino del desa­rro­llo ince­san­te de las fuer­zas de pro­duc­ción, la bur­gue­sía tie­ne un lími­te en las pro­pias rela­cio­nes de pro­duc­ción burguesas.

Los auto­res lle­gan a la con­clu­sión de que como pro­duc­to del desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, el pro­le­ta­ria­do, que es la nue­va cla­se revo­lu­cio­na­ria será la que aca­be con el régi­men bur­gués impo­nien­do nue­vas rela­cio­nes de pro­duc­ción. Pero en este caso, a dife­ren­cia de la revo­lu­ción bur­gue­sa y de las otras de las cla­ses que la pre­ce­die­ron y con­quis­ta­ron el Poder pro­cu­ran­do «con­so­li­dar las posi­cio­nes adqui­ri­das some­tien­do a la socie­dad ente­ra a su régi­men de adqui­si­ción», los pro­le­ta­rios, pre­ci­san Marx y Engels, «sólo pue­den con­quis­tar para sí las fuer­zas socia­les de la pro­duc­ción abo­lien­do el régi­men adqui­si­ti­vo a que se hallan suje­tos, y con él todo el régi­men de apro­pia­ción de la socie­dad. Los pro­le­ta­rios no tie­nen nada pro­pio que ase­gu­rar, sino des­truir todos los ase­gu­ra­mien­tos y segu­ri­da­des pri­va­das de los demás…»

De mane­ra ine­quí­vo­ca en el cie­rre del capí­tu­lo se dice que «Has­ta aho­ra, todos los movi­mien­tos socia­les habían sido movi­mien­tos des­ata­dos por una mino­ría o en inte­rés de una mino­ría. El movi­mien­to pro­le­ta­rio es el movi­mien­to autó­no­mo de una inmen­sa mayo­ría en inte­rés de una mayo­ría inmen­sa. El pro­le­ta­ria­do, la capa más baja y opri­mi­da de la socie­dad actual, no pue­de levan­tar­se, incor­po­rar­se, sin hacer sal­tar, hecho añi­cos des­de los cimien­tos has­ta el rema­te, todo ese edifi­cio que for­ma la socie­dad oficial.» Así según los auto­res, se dará la des­apa­ri­ción de la bur­gue­sía y la vic­to­ria del proletariado.

2. El Capí­tu­lo II: Pro­le­ta­rios y Comunistas.

El pro­le­ta­ria­do, sien­do la capa más baja y opri­mi­da de la socie­dad actual, son la cla­se que sepul­ta­rá a la bur­gue­sía, y los comu­nis­tas son par­te impor­tan­te del movi­mien­to pro­le­ta­rio, que están lla­ma­dos a des­ta­car los intere­ses comu­nes que tie­nen los pro­le­ta­rios de todas las nacio­nes. Pero los comu­nis­tas no for­man un par­ti­do apar­te de los demás par­ti­dos obre­ros por­que no tie­nen intere­ses pro­pios que se dis­tin­gan de los intere­ses gene­ra­les del pro­le­ta­ria­do. No pro­fe­san prin­ci­pios espe­cia­les con los que aspi­ren a mode­lar el movi­mien­to pro­le­ta­rio, y su obje­ti­vo inme­dia­to es idén­ti­co al que per­si­guen los demás par­ti­dos pro­le­ta­rios en gene­ral: for­mar la con­cien­cia de cla­se del pro­le­ta­ria­do, derro­car el régi­men de la bur­gue­sía, lle­var al pro­le­ta­ria­do a la con­quis­ta del Poder.

En la teo­ría del comu­nis­mo un plan­tea­mien­to cen­tral es el de la abo­li­ción de la pro­pie­dad pri­va­da bur­gue­sa, resul­tan­te de la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta. Lo cual deja en cla­ro que no se tra­ta de aca­bar con todo tipo de pro­pie­dad y se refu­tan cues­tio­na­mien­tos hechos por la bur­gue­sía con­tra los comu­nis­tas en el sen­ti­do de que tam­po­co el plan­tea­mien­to es el de aca­bar con el tra­ba­jo, la fami­lia, la nacio­na­li­dad o la indi­vi­dua­li­dad sino con las for­mas bur­gue­sas de estas ins­ti­tu­cio­nes. Y no es con­tra los intere­ses de la socie­dad sino con­tra los intere­ses de cla­se de la bur­gue­sía, que está quie­re pre­sen­tar como intere­ses de todos, que se actúa. A lo que agre­gan que no hay ver­da­des eter­nas, sino que cada épo­ca pre­sen­ta ideas depen­dien­tes o basa­das en las con­di­cio­nes de vida y en las rela­cio­nes socia­les exis­ten­tes; es decir, que «Las ideas impe­ran­tes en una épo­ca han sido siem­pre las ideas pro­pias de la cla­se imperante».

Para Marx y Engels, la con­quis­ta del poder polí­ti­co por par­te de la cla­se tra­ba­ja­do­ra es el pri­mer paso de la revo­lu­ción pro­le­ta­ria, y una vez eri­gi­do el pro­le­ta­ria­do en cla­se domi­nan­te y gober­nan­te, cen­tra­li­za los medios de pro­duc­ción en manos del Esta­do para pro­ce­der con el reor­de­na­mien­to de la sociedad.

El pro­gra­ma a seguir esbo­za­do en el Manifies­to Comu­nis­ta, cons­ta de diez pro­pues­ta o prin­ci­pios que, según el pró­lo­go a la edi­ción ale­ma­na de 1872 toda­vía escri­to por Marx y Engels, don­de dice que «han que­da­do a tro­zos anti­cua­do por efec­to del inmen­so desa­rro­llo expe­ri­men­ta­do por la gran indus­tria en los últi­mos vein­ti­cin­co años (des­de que se escri­bió el libro) […]». Al res­pec­to se plan­tea, enton­ces, que la apli­ca­ción de dichos pos­tu­la­dos depen­de­rá de las cir­cuns­tan­cias his­tó­ri­cas exis­ten­tes. De hecho, se plan­tea en l men­cio­na­do pró­lo­go que «Si tuvié­se­mos que for­mu­lar­lo hoy (en 1872), este pasa­je pre­sen­ta­ría un tenor dis­tin­to en muchos respectos”.

Y agre­gan, tras ana­li­zar la expe­rien­cia de La Comu­na de París, que «la cla­se obre­ra no pue­de limi­tar­se a tomar pose­sión de la máqui­na del Esta­do en blo­que, ponién­do­la en mar­cha para sus pro­pios fines».

Esos diez pos­tu­la­dos bási­ca­men­te se refie­ren a: expro­pia­ción de la pro­pie­dad de la tie­rra y empleo de la ren­ta de la tie­rra para los gas­tos del Esta­do; fuer­tes impues­tos pro­gre­si­vos; supre­sión del dere­cho de heren­cia; con­fis­ca­ción de la pro­pie­dad de todos los emi­gran­tes y sedi­cio­sos; cen­tra­li­za­ción del cré­di­to en manos del Esta­do por; cen­tra­li­za­ción del trans­por­te en manos del Esta­do; mul­ti­pli­ca­ción de las fábri­cas nacio­na­les, de los medios de pro­duc­ción, rotu­ra­ción y mejo­ra de terre­nos con arre­glo a un plan colec­ti­vo; pro­cla­ma­ción del deber de tra­ba­jar y crea­ción de ejér­ci­tos indus­tria­les, prin­ci­pal­men­te en el cam­po; arti­cu­la­ción de las explo­ta­cio­nes agrí­co­las e indus­tria­les para ir borran­do las dife­ren­cias entre el cam­po y la ciu­dad; edu­ca­ción públi­ca y gra­tui­ta para todos los niños, abo­li­ción del tra­ba­jo infan­til fabril, uni­fi­ca­ción de la edu­ca­ción con la pro­duc­ción material…

Marx, en su Crí­ti­ca al pro­gra­ma de Gotha que había con­si­de­ra­do que «La prohi­bi­ción gene­ral del tra­ba­jo infan­til es incom­pa­ti­ble con la exis­ten­cia de la gran indus­tria y, por tan­to, un pia­do­so deseo». Y pro­pu­so un cam­bio pro­gre­si­vo de la indus­tria de la épo­ca, don­de los niños com­bi­na­sen su edu­ca­ción con una jor­na­da de tra­ba­jo, toman­do en cuen­ta las eda­des y apli­can­do medi­das pre­ven­ti­vas para su protección.

3. El Capí­tu­lo III: Lite­ra­tu­ra Socia­lis­ta y Comunista.

En el Manifies­to, sus auto­res cla­si­fi­can con visión crí­ti­ca las ten­den­cias socia­lis­tas de la épo­ca: el socia­lis­mo reac­cio­na­rio, el socia­lis­mo bur­gués o con­ser­va­dor, y el socia­lis­mo y comu­nis­mo crítico.

4. El Capí­tu­lo IV: Acti­tud De Los Comu­nis­tas Ante Los Otros Par­ti­dos De La Oposición.

Tam­bién sobre este capí­tu­lo sus auto­res, en el pró­lo­go a la edi­ción ale­ma­na de 1872, advier­ten sobre su des­ac­tua­li­za­ción como con­se­cuen­cia de la des­apa­ri­ción de muchos de los «par­ti­dos de opo­si­ción» que se nom­bra­ban y los cam­bios en mate­ria eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca sus­ci­ta­dos des­de la pri­me­ra edición.

En el capí­tu­lo se pro­ce­de a tra­zar los linea­mien­tos de la tác­ti­ca a seguir por par­te de los comu­nis­tas en el con­tex­to polí­ti­co euro­peo, pre­ci­san­do que don­de no sea posi­ble lle­var a cabo direc­ta­men­te los obje­ti­vo tra­za­dos se debe actuar situán­do­se de par­te de los par­ti­dos más pro­gre­sis­tas y con­tra los más reac­cio­na­rios, sin per­der la iden­ti­dad y la inde­pen­den­cia pro­gra­má­ti­ca y orga­ni­za­ti­va. Y sin escon­der las ideas y las inten­cio­nes de los comu­nis­tas, entre cuyos obje­ti­vos están los de derro­car el orden social exis­ten­te, abo­lir las cla­ses socia­les y la pro­pie­dad bur­gue­sa para con­so­li­dar la revo­lu­ción comu­nis­ta. Los pro­le­ta­rios, con ella, no tie­nen nada que per­der, como no sea sus cade­nas. Tie­nen, en cam­bio, un mun­do ente­ro que ganar.

Difu­sión del Manifies­to Comunista.

Des­pués de su publi­ca­ción de 1848 y segu­ra­men­te tras otras pocas repro­duc­cio­nes sin noto­rie­dad, entre 1864 a 1874, el inte­rés por la obra de Marx y Engels toma auge por el peso que alcan­za en la Aso­cia­ción Inter­na­cio­nal de Tra­ba­ja­do­res, y por el sur­gi­mien­to de diná­mi­cos par­ti­dos de cla­se obre­ra que la Liga de los Comu­nis­tas fun­da en Ale­ma­nia, y por el impac­to que tie­ne la defen­sa que Car­los Marx hace de la Comu­na de París (bre­ve movi­mien­to insu­rrec­cio­nal socia­lis­ta auto­ges­tio­na­rio que gober­nó a París entre el 18 de mar­zo al 28 de mayo de 1871), lo cual lo lle­va a ser con­si­de­ra­do un peli­gro­so líder por dife­ren­tes gobier­nos europeos.

Espe­cí­fi­ca­men­te en mar­zo de 1872 se pro­du­ce una situa­ción que ayu­da a la difu­sión del Manifies­to; ocu­rrió que en los pro­ce­sos por «trai­ción» con­tra Wilhelm Liebk­necht, August Bebel y Adolf Hep­ner, duran­te una de las sesio­nes del tri­bu­nal, la par­te acu­sa­do­ra leyó el Manifies­to, lo cual dio lugar para que los social­de­mó­cra­tas par­ti­da­rios de los acu­sa­dos pudie­ran hacer publi­ca­ción legal­men­te del tex­to com­ple­to del con­tro­ver­sial docu­men­to en la mane­ra de actas del jui­cio que se ade­lan­ta­ba. Todo lo cual no fue des­apro­ve­cha­do por Engels, quien pro­du­jo un nue­vo pre­fa­cio que actua­li­za­ba el Manifies­to den­tro del con­tex­to de las revo­lu­cio­nes de 1848 (deno­mi­na­da tam­bién Pri­ma­ve­ra de los Pue­blos), que fue como se lla­mó a la olea­da revo­lu­cio­na­ria más amplia del siglo XIX ini­cia­da con las revo­lu­cio­nes de 1820 y 1830,y que con la revo­lu­ción de 1848 dan ini­cio a las pri­me­ras expre­sio­nes orga­ni­za­das del movi­mien­to obre­ro y que ini­cia­da en Fran­cia pron­to se expan­die­ron por casi toda Euro­pa Cen­tral aca­ban­do con la lla­ma­da Euro­pa de la Res­tau­ra­ción, en la que pre­do­mi­na­ba el abso­lu­tis­mo des­de el Con­gre­so de Vie­na de 1814 – 1815. Tales expe­rien­cias, aun­que con éxi­tos rela­ti­va­men­te poco dura­bles, deja­ron la ense­ñan­za de gran impac­to polí­ti­co en cuan­to que, si era posi­ble lograr cam­bios en el Anti­guo Régi­men, al con­tra­rio de lo que has­ta enton­ces habían pre­ten­di­do las fuer­zas con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rias de la Restauración.

Aun­que el nue­vo pre­fa­cio de Engels no pudo dis­tri­buir­se legal­men­te, dio base para nue­vas edi­cio­nes del Manifies­to y la con­se­cuen­te expan­sión del influ­jo del pen­sa­mien­to mar­xis­ta en el orbe, lle­gan­do a cono­cer­se entre 1870 y 1917 que fue el año de la Revo­lu­ción Rusa, cen­te­na­res de publi­ca­cio­nes en al menos 30 idio­mas dife­ren­tes, entre los que se cuen­tan el ale­mán, el inglés, el fran­cés, el espa­ñol, el por­tu­gués, el ita­liano, el ruso, el chino, el japo­nés, el norue­go, el sue­co, el danés, el pola­co, el che­co, el eslo­veno, etc.

Con la irrup­ción de la Revo­lu­ción de Octubre, la difu­sión del Manifies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta adquie­re su máxi­mo esplen­dor; y, más tar­de, los par­ti­dos de la Ter­ce­ra Inter­na­cio­nal hacen masi­vos tira­jes en todos los idio­mas posi­bles, con­vir­tién­do­se el Manifies­to en un clá­si­co glo­bal del mar­xis­mo, guía de acción revo­lu­cio­na­ria en diver­sas y disí­mi­les lati­tu­des del mun­do, y mate­rial de estu­dio de cen­tros uni­ver­si­ta­rios, aca­dé­mi­cos y de for­ma­ción polí­ti­ca en gene­ral, has­ta nues­tros días, con su incen­dia­rio y vigen­te lla­ma­do nece­sa­rio: ¡Pro­le­ta­rios de todos los paí­ses, uníos!

FARC-EP

Segun­da Marquetalia

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