Bra­sil. En el esta­do de Maranhão, el 80% de la sel­va ama­zó­ni­ca ya ha sido devastada

Por Cata­ri­na Bar­bo­sa. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 1 de julio de 2020 

En Maranhão, el 80% de la sel­va ama­zó­ni­ca ya ha sido devas­ta­da
La región es blan­co de incen­dios, defo­res­ta­ción ile­gal y vio­len­cia con­tra los pue­blos originarios.

Un artícu­lo publi­ca­do en la revis­ta Land Use Policy por cien­tí­fi­cos de dife­ren­tes cen­tros y uni­ver­si­da­des lla­ma la aten­ción sobre un gra­ve pro­ble­ma: la devas­ta­ción y la vio­len­cia a la que están some­ti­dos los pue­blos nati­vos y las pobla­cio­nes tra­di­cio­na­les que viven en la par­te de la Ama­zo­nía bra­si­le­ña ubi­ca­da en el occi­den­te del esta­do. Maranhão, según el docu­men­to, ya per­dió el 76% de los bos­ques ori­gi­na­les, mien­tras que una cuar­ta par­te de la vege­ta­ción fores­tal res­tan­te se degra­da ya sea por incen­dios pro­vo­ca­dos o acti­vi­da­des ile­ga­les de la madera.

En Maranhão se encuen­tra la par­te de la Ama­zo­nía, que his­tó­ri­ca­men­te fue la pri­me­ra en ser ocu­pa­da, lla­ma­da Zona Bra­gan­ti­na, que com­pren­de el oes­te de Maranhão y el nor­te del Esta­do de Pará. El área es par­te de la lla­ma­da Ama­zo­nía Legal, que cons­ta de nue­ve esta­dos : Acre, Ama­pá, Ama­zo­nas, Mato Gros­so, Pará, Ron­dô­nia, Rorai­ma y Tocan­tins y par­te del Esta­do de Maranhão.

Para uno de los auto­res del artícu­lo, la pro­fe­so­ra Mar­lú­cia Mar­tins, eco­lo­gis­ta e inves­ti­ga­do­ra del Museu Para­en­se Emí­lio Goel­di (MPEG), la devas­ta­ción es un refle­jo de la explo­ra­ción his­tó­ri­ca a la que fue some­ti­da la región.

«Esta devas­ta­ción ya tie­ne una raíz his­tó­ri­ca. Ha sido preo­cu­pan­te duran­te mucho tiem­po. Hemos hecho otras publi­ca­cio­nes, inclui­da la cues­tión de la defo­res­ta­ción, de los res­tos. Lo que moti­vó la denun­cia fue el hecho de que el gobierno esta­tal de Maranhão lle­vó a cabo el pro­ce­so de zoni­fi­ca­ción eco­nó­mi­ca eco­ló­gi­ca. En este pro­ce­so, han esta­do uti­li­zan­do lagu­nas lega­les, modi­fi­can­do las res­tric­cio­nes en rela­ción con las reser­vas lega­les «, dice Mar­lú­cia Martins.

La Secre­ta­ría de Esta­do de Medio Ambien­te y Recur­sos decla­ró, median­te una nota que «la Zoni­fi­ca­ción Eco­ló­gi­ca del Esta­do (ZEE), apro­bó la reduc­ción de la reser­va legal al 50%. Las áreas defo­res­ta­das que no tie­nen una reser­va legal del 50% en el la nue­va ZEE debe recu­pe­rar­se has­ta un 50% «.

Pero según Mar­tins, lo correc­to sería que el 80% de las áreas defo­res­ta­das se recu­pe­ra­ron, ya que esta sería una opor­tu­ni­dad para uti­li­zar la legis­la­ción ambien­tal para hacer posi­ble esta restauración.

Ade­más de la devas­ta­ción del bos­que, el inves­ti­ga­dor tam­bién vin­cu­la la defo­res­ta­ción con el défi­cit hídri­co en la región y refuer­za que el Esta­do debe­ría, de hecho, ser un socio para recu­pe­rar los bosques.

«A pesar de estar muy devas­ta­do, el poten­cial de rege­ne­ra­ción sigue sien­do alto, por­que tene­mos pocos bos­ques, pero el que exis­te es en gran­des blo­ques y esto es favo­ra­ble para la res­tau­ra­ción, ade­más, tene­mos en Maranhão, que es lo que pone­mos en el artícu­lo: un área muy gran­de de vege­ta­ción en rege­ne­ra­ción: vege­ta­ción secun­da­ria y pro­pie­da­des abandonadas «.

El gran estan­ca­mien­to, según el inves­ti­ga­dor, es que no hay nin­gu­na ley en Maranhão que pro­te­ja estos bos­ques secun­da­rios, que es como se lla­man los que sobre­vi­ven al pri­mer pro­ce­so de devastación.

«Se pue­den redi­se­ñar. Es por eso que nos resul­ta difí­cil alen­tar la res­tau­ra­ción, debi­do a esta estan­da­ri­za­ción en la zoni­fi­ca­ción eco­ló­gi­ca y eco­nó­mi­ca del esta­do», dice ella.

La Zoni­fi­ca­ción Eco­ló­gi­ca y Eco­nó­mi­ca de Maranhão (ZEE-MA) tuvo su pri­me­ra eta­pa entre­ga­da en octu­bre de 2019. Ofi­cial­men­te, bus­ca esta­ble­cer una ges­tión téc­ni­co-cien­tí­fi­ca y polí­ti­ca para for­mu­lar polí­ti­cas públi­cas para el desa­rro­llo socio­eco­nó­mi­co y ambiental.

En la prác­ti­ca, Mar­tins expli­ca que el pro­ce­so fun­cio­na rea­li­zan­do estu­dios pre­li­mi­na­res, indi­ca­ti­vos y lue­go audien­cias públi­cas, foros de dis­cu­sión colec­ti­va (en los que par­ti­ci­pó), ade­más de uni­ver­si­da­des, enti­da­des loca­les y el Con­se­jo de Apo­yo de Guru­pi, de los cua­les Tam­bién es inte­gral, pero que el pro­ce­so tie­ne pun­tos controvertidos.

El bos­que que no vuelve

Es impor­tan­te tener en cuen­ta que la vege­ta­ción y la bio­di­ver­si­dad per­di­das en un pro­ce­so de defo­res­ta­ción no se rege­ne­ra. Cuan­do se tra­ta de recu­pe­ra­ción, lo que real­men­te suce­de es solo la super­vi­ven­cia de un bosque.

No es posi­ble lle­var a cabo la res­tau­ra­ción del bos­que por­que está cons­ti­tui­do de mane­ra muy mix­ta, pero es posi­ble per­mi­tir que sigan exis­tien­do los que sobre­vi­vie­ron a la defo­res­ta­ción. «Una bue­na par­te de la espe­cie pue­de recu­pe­rar­se, y prin­ci­pal­men­te, pode­mos recu­pe­rar el bos­que que está al ser­vi­cio de impor­tan­tes eco­sis­te­mas que nece­si­ta­mos para dar cali­dad de vida a las per­so­nas«, dice ella.

Refuer­za que his­tó­ri­ca­men­te el Ama­zo­nas comen­zó a ser ocu­pa­do por la par­te occi­den­tal de Maranhão y el nores­te de Pará, es decir, la región ha sufri­do impac­tos ambien­ta­les duran­te siglos.

Por lo tan­to, recu­pe­rar el bos­que tam­bién está pen­san­do en una cali­dad de vida más dig­na para las per­so­nas. La pro­pues­ta de los inves­ti­ga­do­res es que la refo­res­ta­ción se reali­ce res­pe­tan­do a quie­nes habi­tan el lugar, los espa­cios urba­nos, los espa­cios pro­duc­ti­vos rura­les, las reser­vas lega­les y las APP (Áreas de Pro­tec­ción Per­ma­nen­te). Al res­tau­rar los eco­sis­te­mas, las per­so­nas ten­drán una vida mejor.

«La recu­pe­ra­ción fores­tal pue­de recu­pe­rar muchos otros aspec­tos socia­les que están vin­cu­la­dos a los bene­fi­cios del bos­que. Ese es el men­sa­je cen­tral», señala.

La mise­ria como resul­ta­do de la deforestación.

Maranhão es el undé­ci­mo esta­do bra­si­le­ño en cuan­to a pobla­ción. Según la esti­ma­ción del Ins­ti­tu­to Bra­si­le­ño de Geo­gra­fía y Esta­dís­ti­ca (IBGE), en 2019 hay 6 millo­nes 574 mil 789 per­so­nas. Por otro lado, Maranhão tie­ne el penúl­ti­mo peor Índi­ce de Desa­rro­llo Humano (IDH) en el país (0.639) solo por detrás de Ala­goas (0.631) y como si fue­ra poco, el ingre­so pro­me­dio del esta­do es infe­rior al sala­rio míni­mo, R $ 636.

El IDH es una uni­dad de medi­da uti­li­za­da para medir el gra­do de desa­rro­llo de una socie­dad dada en tér­mi­nos de edu­ca­ción, salud e ingre­sos. La refe­ren­cia varía entre 0 y 1. Cuan­to más cer­cano a cero, menor será el indi­ca­dor de salud, edu­ca­ción e ingre­sos. Cuan­to más cer­ca de 1, mejo­res son las con­di­cio­nes para estos requisitos.

El caso de Maranhão, en el aná­li­sis del inves­ti­ga­dor, es una aler­ta para que toda la Ama­zo­nía entien­da qué cau­sa la defo­res­ta­ción o «mode­lo de ocu­pa­ción depre­da­do­ra» para una sociedad.

De los pro­ble­mas socia­les a la muerte.

La inten­si­fi­ca­ción de la vio­len­cia con­tra los pue­blos indí­ge­nas en los últi­mos dos años ha sido denun­cia­da por varias enti­da­des vin­cu­la­das a los dere­chos huma­nos, espe­cial­men­te el Con­se­jo Misio­ne­ro Maranhão (CIMI).

En noviem­bre de 2019, el Guar­dián del Bos­que Pau­lo Pau­lino Gua­ja­ja­ra fue ase­si­na­do den­tro de tie­rra indí­ge­na de Ara­ri­boia. El 7 de diciem­bre, los jefes Fir­mino Pre­xe­de Gua­ja­ja, de la aldea de Sil­vino, fue­ron ase­si­na­dos en Cana Bra­va; y Rai­mun­do Bení­cio Gua­ja­ra­ra, del pue­blo de Des­cen­dên­cia, de Lagoa Com­pri­da. Días des­pués, el 13 de diciem­bre, Eris­van Gua­ja­ja­ra, de solo 15 años, fue encon­tra­do acuar­te­la­do en la sede del muni­ci­pio de Ama­ran­te y en mar­zo de este año, el mili­tan­te indí­ge­na Zezi­co Rodri­gues, del pue­blo de Gua­ja­ja­ra, fue ase­si­na­do en el muni­ci­pio de Ara­me, en Maranhão. , cer­ca del pue­blo de Zutiwa.

Para el coor­di­na­dor regio­nal del Con­se­jo Misio­ne­ro Indí­ge­na Maranhão, Gil Rodri­gues da Sil­va, el aumen­to de la defo­res­ta­ción en el esta­do está rela­cio­na­do no solo con los ase­si­na­tos de defen­so­res de los bos­ques, sino tam­bién con las con­di­cio­nes mise­ra­bles en las que vive mucha gente.

«Las per­so­nas que están o han sido colo­ca­das en una situa­ción de vul­ne­ra­bi­li­dad ter­mi­nan hacien­do el ser­vi­cio en la línea del fren­te. Ellos son los que van al mon­te, a las tie­rras indí­ge­nas, trans­por­tan la made­ra, la ven, iden­ti­fi­can la made­ra. Esta indus­tria está com­pues­to por estas per­so­nas que se colo­ca­ron en esta con­di­ción de vul­ne­ra­bi­li­dad, que ter­mi­nan some­tién­do­se a este tipo de tra­ba­jo, de hecho, por­que a menu­do no tie­nen otra pers­pec­ti­va del tra­ba­jo for­mal. Hay, por supues­to, vio­len­cia, que ter­mi­na sien­do for­ta­le­ci­da por esta situa­ción «, dice.

La muer­te del Guar­dián del Bos­que Pau­lo Pau­lino Gua­ja­ja­ra, por ejem­plo, tie­ne como telón de fon­do la explo­ta­ción ile­gal de made­ra den­tro de la Tie­rra Indí­ge­na Ara­ri­bóia. Rodri­gues dice que una vez que coop­ta­ron acti­vi­da­des ile­ga­les, los invo­lu­cra­dos tie­nen impu­ni­dad del Esta­do y el Poder Judi­cial para avan­zar sobre los territorios.

«Muchas veces, saben que es un acto ile­gal. Inva­den terri­to­rios para comen­tar ase­si­na­tos. Des­afor­tu­na­da­men­te, tie­nen este gobierno, que no ha arres­ta­do a nadie, no ha pre­sio­na­do más a los inva­so­res. Es una reali­dad difí­cil de ver, Por ejem­plo, en los muni­ci­pios, en las tie­rras indí­ge­nas tie­nen un IDH muy bajo y, lamen­ta­ble­men­te, los empre­sa­rios de la indus­tria cri­mi­nal de la made­ra ile­gal atraen fácil­men­te a este tipo de tra­ba­jo, por­que nece­si­tan tra­ba­jo «, dice.

Rodri­gues dice que el pro­ce­so de vio­len­cia y defo­res­ta­ción ha aumen­ta­do des­de la toma de pose­sión del pre­si­den­te Jair Bol­so­na­ro. «Aho­ra está más ace­le­ra­do con este gobierno, por­que no tie­ne las ope­ra­cio­nes que tenía ante­rior­men­te. La cer­te­za de la impu­ni­dad hace que ocu­rra este aumen­to de la defo­res­ta­ción», dice.

Edi­ción: Rodri­go Durão Coelho

* Fuen­te: Bra­sil de Fato

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