Bra­sil. Entre­vis­ta a Esther Solano: «La izquier­da nece­si­ta pre­sen­tar narra­ti­vas con­tra el bolsonarismo»

Por José Eduar­do Ber­nar­des. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 20 de junio de 2020. 

El bol­so­na­ris­mo atra­vie­sa su mayor cri­sis des­de las elec­cio­nes de 2018. Las accio­nes judi­cia­les con­tra los agi­ta­do­res en su base, con­tra alia­dos y ase­so­res, como Fabrí­cio Quei­roz, y un mal desem­pe­ño en la lucha con­tra el coro­na­vi­rus, debi­li­tan cada vez más su cre­di­bi­li­dad.

Pero, según la soció­lo­ga y pro­fe­so­ra Esther Solano, quien ha esta­do inves­ti­gan­do a los fie­les segui­do­res del pre­si­den­te y el avan­ce del con­ser­va­du­ris­mo des­de 2015, par­te de las ideas pre­di­ca­das por Bol­so­na­ro, ya está arrai­ga­da en la sociedad.

“Hay dos tipos de bol­so­na­ris­mo: el más radi­cal, el fas­cis­ta, que se adhie­re al pro­yec­to de Bol­so­na­ro que no es solo polí­ti­co, es un pro­yec­to de vida. Y otro, que diría que es la mayo­ría, que no es fas­cis­ta sino que se embar­có en la idea de negar la polí­ti­ca tra­di­cio­nal, el anti­pe­tis­mo, el anti­iz­quier­dis­mo y el del «Lava Jato» y que, por supues­to, irá más allá de Bolsonaro ”.

Solano es la entre­vis­ta­da de esta sema­na en la entre­vis­ta de BDF Inter­view, que se trans­mi­te todos los vier­nes, en Rede TVT y en el canal de You­Tu­be Bra­sil do Fato.

En la con­ver­sa­ción, la pro­fe­so­ra tam­bién seña­la que es esen­cial que el cam­po pro­gre­sis­ta bra­si­le­ño amplíe el diá­lo­go con las bases que, hoy, se entien­den como bolsonaristas.

«Si la izquier­da, el cam­po demo­crá­ti­co, no pue­de dia­lo­gar con estos ele­men­tos, como el cam­po reli­gio­so, el cam­po evan­gé­li­co, o dia­lo­gar con otro ele­men­to que fue impor­tan­te para Bol­so­na­ro, que es la segu­ri­dad públi­ca, y no pre­sen­ta sus pro­pias narra­ti­vas sobre él, ven­drá un nue­vo líder, un dere­cho que lla­mo más «fra­gan­te», como João Doria, Luciano Huck, para apro­ve­char estos ele­men­tos que ya están arrai­ga­dos en la población «.

Bra­sil de Fato: en su encues­ta más recien­te, reve­la pun­tos que carac­te­ri­zan el bol­so­na­ris­mo. ¿Cuá­les son ellos?

Esther Solano: Hay dos tipos de bol­so­na­ris­mo: el más radi­cal, el que pode­mos lla­mar fas­cis­ta, ese votan­te de Bol­so­na­ro misó­gino, auto­ri­ta­rio, vio­len­to, obvia­men­te racis­ta y cla­sis­ta. Tie­ne una adhe­sión al pro­yec­to de Bol­so­na­ro que no solo es polí­ti­ca, es un pro­yec­to de vida.

Y hay otro bol­so­na­ris­mo, que diría que es la mayo­ría, que no es tan­to una visión fas­cis­ta del mun­do, sino que está impul­sa­da por algu­nos ele­men­tos que fue­ron muy fuer­tes en los últi­mos años en Bra­sil, como la nega­ción de la polí­ti­ca tra­di­cio­nal, el anti­pe­tis­mo, anti-izquier­dis­mo, lo que resul­tó en la cri­mi­na­li­za­ción de la política.

Y una pene­tra­ción muy gran­de de los valo­res cris­tia­nos. Cono­ce­mos el papel de las igle­sias pen­te­cos­ta­les y neo­pen­te­cos­ta­les y tam­bién de la éti­ca mili­tar, un ethos mili­ta­ris­ta muy fuer­te. Estos son los ele­men­tos que defi­nen el bol­so­na­ris­mo, y que, por supues­to, irán más allá de Bolsonaro.

Y es posi­ble que alguien se apro­ve­che de este bol­so­na­ris­mo arrai­ga­do en la sociedad …

Si la izquier­da, el cam­po demo­crá­ti­co, no pue­de dia­lo­gar con estos ele­men­tos, como el cam­po reli­gio­so, el cam­po evan­gé­li­co, o dia­lo­gar con otro ele­men­to que fue impor­tan­te para Bol­so­na­ro, que es la segu­ri­dad públi­ca, y no pre­sen­ta sus pro­pias narra­ti­vas sobre él, un nue­vo líder ven­drá, un dere­cho que lla­mo más «fra­gan­te», como João Doria, Luciano Huck, para apro­ve­char estos ele­men­tos que ya están arrai­ga­dos en la población.

La izquier­da está dejan­do un vacío polí­ti­co y social al no hablar de estas narra­cio­nes. Y pode­mos estar lan­zan­do esto al rega­zo de este nue­vo líder de dere­cha o cen­tro dere­cha, que es más ape­te­ci­ble que Bol­so­na­ro, pero que tie­ne un pro­yec­to neo­li­be­ral en el corazón.

Hay un con­tra­pe­so del STF y el Con­gre­so a algu­nas medi­das del gobierno de Bol­so­na­ro. ¿Cuál es la influen­cia de las otras ins­ti­tu­cio­nes en este proceso?

En la actua­li­dad, es muy impor­tan­te para noso­tros crear cual­quier tipo de fren­te, lo más amplio posi­ble, por­que el momen­to no es solo una emer­gen­cia polí­ti­ca, sino tam­bién la vida de los bra­si­le­ños, para sacar a Bol­so­na­ro del poder. Cuan­to más tiem­po per­ma­nez­ca en el poder, más per­so­nas morirán.

Pero una cosa debe­mos tener muy cla­ro: los alia­dos de hoy son aque­llos que crea­ron el pro­ble­ma que tene­mos. Cuan­do habla­mos del Poder Judi­cial, todo el gru­po Lava­ja­tis­ta y el pro­pio STF fue­ron cóm­pli­ces de la vic­to­ria de Bol­so­na­ro. La pren­sa bra­si­le­ña fue un gran cóm­pli­ce en la vic­to­ria de Bol­so­na­ro. Ade­más de otros que aho­ra fir­man mani­fies­tos, como MBL [Movi­men­to Bra­sil Livre].

Es un momen­to com­ple­jo, por­que aun­que defen­de­mos las ins­ti­tu­cio­nes, sabe­mos que tra­ba­jan con­tra el tra­ba­ja­dor, alen­ta­ron un anti­pe­tis­mo muy fuer­te y la cri­mi­na­li­za­ción de la izquier­da. Hoy, no esta­ría­mos en la situa­ción en la que esta­mos, si no fue­ra por la com­pli­ci­dad, direc­ta o indi­rec­ta, de muchos de los que aho­ra fir­man estos mani­fies­tos a favor de la democracia.

Estas ins­ti­tu­cio­nes, prin­ci­pal­men­te el STF, han esta­do tra­tan­do de des­man­te­lar el bol­so­na­ris­mo. ¿Cómo has vis­to estas accio­nes, que en algu­nos casos ter­mi­na­ron en las cár­ce­les, por bolsonaristas?

Soy un abo­li­cio­nis­ta penal, abso­lu­ta­men­te con­tra el encar­ce­la­mien­to, pero con­fie­so que me ale­gré cuan­do vi a Sara Win­ter (Giro­mi­ni) arres­ta­da. Son per­so­na­jes abso­lu­ta­men­te trá­gi­cos y necropolíticos.

¿Pero cuál es el pro­ble­ma con eso? Y una cosa que hemos cap­tu­ra­do en nues­tra inves­ti­ga­ción: cada vez que el STF hace un movi­mien­to para arres­tar a per­so­na­jes polí­ti­cos, la gen­te se da cuen­ta de que el Supre­mo es muy poli­ti­za­do, mili­tan­te, tan­to para un lado como para el otro. La gen­te se da cuen­ta de que no se tra­ta de un orga­nis­mo neu­tral, impul­sa­do por cues­tio­nes téc­ni­cas, sino por cues­tio­nes políticas.

Vea qué lío tene­mos: la Cor­te Supre­ma, una de las gran­des cri­mi­na­li­za­das por Bol­so­na­ro, no solo por temas popu­la­res como Sara, sino tam­bién por la base del pre­si­den­te, que inclu­so votó por el PT, pero que aho­ra se deja lle­var por esta cri­mi­na­li­za­ción de jus­ti­cia, se con­vier­te en rehén de esa situación.

Actúan más como pre­sen­ta­do­res de tele­vi­sión que como minis­tros de la Cor­te Supre­ma. Ese es el pro­ble­ma: ¿cómo salir de esta diná­mi­ca, cuan­do el sis­te­ma de jus­ti­cia en sí mis­mo ter­mi­na jugan­do a este jue­go que es muy peli­gro­so y tam­bién muy antidemocrático?

* Fuen­te: Bra­sil de Fato

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