Esta­dos Uni­dos. ¿Qué se sabe sobre el homi­ci­dio poli­cial del hijo de una migran­te argentina?

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 19 de junio de 2020

Sean Mon­te­rro­sa (22) salió a las calles duran­te las pro­tes­tas por el cri­men de Geor­ge Floyd, que­dó envuel­to en un apa­ren­te saqueo y nun­ca regre­só. Melis­sa Nold, abo­ga­da de la fami­lia, le dice a RT que los uni­for­ma­dos de la ciu­dad de Valle­jo, Cali­for­nia, tie­nen lar­ga data de «fuer­za excesiva». 

La madru­ga­da del 2 de junio encon­tró a Sean Mon­te­rro­sa en medio de pro­tes­tas por el homi­ci­dio de Geor­ge Floyd, el afro­des­cen­dien­te que falle­ció por el abu­so de auto­ri­dad de un uni­for­ma­do en EE.UU., situa­ción que moti­vó masi­vas movi­li­za­cio­nes anti­ra­cis­tas y dis­tur­bios en dis­tin­tas ciu­da­des del país. 

Como Floyd, Mon­te­rro­sa tam­po­co vol­vió a casa. Aquel joven de 22 años naci­do en San Fran­cis­co, hijo de una migran­te argen­ti­na, se sumó de un dis­pa­ro a la lis­ta de víc­ti­mas de las fuer­zas de segu­ri­dad esta­dou­ni­den­ses. ¿Qué fue lo que pasó?

La ver­sión policial 

Todo comen­zó en la pri­me­ra noche del mes, cuan­do la Poli­cía de la ciu­dad de Valle­jo, esta­do de Cali­for­nia, habría reci­bi­do denun­cias por pre­sun­tos inci­den­tes y saqueos en Wal­greens, una impor­tan­te far­ma­cia. Los uni­for­ma­dos lle­ga­ron al lugar a las 22:17 (hora local), pero los indi­vi­duos bus­ca­dos ya habían esca­pa­do. Ape­nas 15 minu­tos des­pués de la media­no­che, el telé­fono vol­vió a sonar para avi­sar que unos suje­tos esta­ban inten­tan­do ingre­sar al esta­ble­ci­mien­to, y los ofi­cia­les regresaron.

A par­tir de allí, empie­zan las impre­ci­sio­nes del par­te ofi­cial, publi­ca­do el 3 de junio por el Depar­ta­men­to de la Poli­cía de Valle­jo: «Una uni­dad de res­pues­ta infor­mó haber vis­to de diez a 12 saquea­do­res poten­cia­les en el esta­cio­na­mien­to», dice. Las per­so­nas impli­ca­das en el inci­den­te habrían inten­ta­do esca­par en un camión y un auto­mó­vil negro, que cho­có con­tra una uni­dad policial. 

En simul­tá­neo, otros poli­cías vie­ron a «un solo hom­bre ves­ti­do con una suda­de­ra y capu­cha negra, de pie, en el lado este del edi­fi­cio». Era Sean. Según el repor­te, empe­zó a correr hacia el coche oscu­ro, pero repen­ti­na­men­te se detu­vo. «Abrúp­ta­men­te se vol­vió hacia los ofi­cia­les, aga­chán­do­se en una posi­ción de rodi­llas, como pre­pa­rán­do­se para dis­pa­rar, movien­do sus manos hacia el área de su cin­tu­ra, cer­ca de lo que pare­cía ser la cula­ta de una pis­to­la», rela­ta el documento. 

Ante la duda, «un ofi­cial dis­pa­ró su arma cin­co veces des­de el inte­rior del vehícu­lo poli­cial, a tra­vés del para­bri­sas, gol­pean­do al sos­pe­cho­so una vez, hirién­do­lo fatal­men­te». Tras come­ter el ase­si­na­to, ya reco­no­ci­do en el infor­me poli­cial, tam­bién se dejó de mani­fies­to que la supues­ta «ame­na­za» no era tal: «Las inves­ti­ga­cio­nes pos­te­rio­res reve­la­ron que el arma [de Sean] era un mar­ti­llo lar­go de 15 pul­ga­das, meti­do en el bol­si­llo de su sudadera».

Se des­co­no­ce si el due­ño de la far­ma­cia se acer­có para brin­dar algún tipo de auxilio. 

«Deman­da­re­mos a la ciu­dad y al oficial»

La abo­ga­da Melis­sa Nold, miem­bro del equi­po que repre­sen­ta a la fami­lia, le dice a RT que «este fue un inci­den­te de fuer­za exce­si­va». De hecho, sub­ra­ya que «este depar­ta­men­to de Poli­cía tie­ne una lar­ga his­to­ria» de prác­ti­cas abu­si­vas. Así, el caso recién está «en las pri­me­ras eta­pas», pero la letra­da ya se dis­po­ne a lan­zar las acu­sa­cio­nes: «Espe­ra­mos deman­dar a la ciu­dad y al oficial».

Duran­te el diá­lo­go, Nold deta­lla el nom­bre del pre­sun­to tira­dor, aun­que este medio no pue­de difun­dir­lo por­que la Jus­ti­cia local acep­tó un pedi­do de la Aso­cia­ción de Ofi­cia­les de Poli­cía para res­guar­dar la iden­ti­dad del impli­ca­do. De momen­to, se pue­de publi­car que las ini­cia­les son J.T.: «Estu­vo invo­lu­cra­do en tres tiro­teos antes de matar a Sean», aco­ta Melissa.

A su vez, seña­la: «No sabe­mos de tes­ti­gos en este momen­to, pero el jefe de Poli­cía ha dicho que Sean esta­ba des­ar­ma­do, arro­di­lla­do y comen­zan­do a levan­tar las manos cuan­do le dis­pa­ra­ron y lo mata­ron». Enton­ces, tam­bién que­dan dudas sobre si Mon­te­rro­sa tenía los bra­zos en su cin­tu­ra cuan­do reci­bió el impac­to, o si esta­ba ponien­do las manos en alto.

Mien­tras tan­to, hay muchos ciu­da­da­nos exi­gien­do la publi­ca­ción del video de los hechos, un regis­tro que debe­rían tener las fuer­zas poli­cia­les. «Nadie lo ha vis­to, toda­vía esta­mos espe­ran­do», comen­ta Nold. La sen­sa­ción de los fami­lia­res y ami­gos de la víc­ti­ma es que se está ocul­tan­do algo. Suce­de que, con las imá­ge­nes, se podrían con­fir­mar las cir­cuns­tan­cias del tiro­teo: ¿real­men­te Mon­te­rro­sa, ren­di­do, era un peli­gro para los poli­cías? ¿Se tra­tó de una con­fu­sión o pasó algo más? 

Con este pano­ra­ma, don­de los uni­for­ma­dos son cues­tio­na­dos por la pobla­ción, el Ayun­ta­mien­to de Valle­jo soli­ci­tó al fis­cal gene­ral de Cali­for­nia que reali­ce una inves­ti­ga­ción inde­pen­dien­te sobre el inci­den­te. Asi­mis­mo, ya hay otras dos inda­ga­cio­nes ini­cia­das: una de la Fis­ca­lía de Dis­tri­to del Con­da­do de Solano, y la otra por par­te del gru­po OIR, una fir­ma con­du­ci­da por un exfis­cal, con­tra­ta­da por la ciu­dad para dilu­ci­dar cómo actua­ron los efec­ti­vos. Tam­bién, a modo interno, la Uni­dad de Nor­mas Pro­fe­sio­na­les del Depar­ta­men­to de Poli­cía está ela­bo­ran­do un suma­rio sobre las prác­ti­cas de sus uniformados. 

Cre­ce la indignación

La muer­te de este joven de ras­gos his­pa­nos cau­só repu­dio en la pobla­ción, y mani­fes­ta­cio­nes fren­te a la sede poli­cial de Valle­jo. Entre tan­to, las auto­ri­da­des pro­me­ten una refor­ma poli­cial para mejo­rar su actua­ción, siguien­do las reco­men­da­cio­nes del gru­po OIR.

Por lo pron­to, «el ofi­cial que des­car­gó su arma fue pues­to en licen­cia admi­nis­tra­ti­va paga­da de ruti­na», seña­la el tex­to ya cita­do. RT le con­sul­tó a Brit­tany K. Jack­son, ofi­cial de Infor­ma­ción Públi­ca en esa ins­ti­tu­ción, si el tira­dor reci­bió otro tipo de san­ción admi­nis­tra­ti­va, pero toda­vía no contestó. 

Lo curio­so, es que la Poli­cía de Valle­jo sí se ocu­pó en difun­dir todos los malos ante­ce­den­tes del chi­co muer­to. Entre ellos, se des­ta­ca: robo con arma, dis­pa­ros a una vivien­da habi­ta­da y pose­sión de nar­có­ti­cos para la ven­ta. ¿Aca­so ello exi­me al tira­dor uni­for­ma­do de res­pon­sa­bi­li­da­des penales?

Para los alle­ga­dos del mucha­cho, todo for­ma par­te de lo mis­mo: fal­sas acu­sa­cio­nes y estig­ma poli­cial, por sus tatua­jes y for­ma de ves­tir. Pero, inclu­so si fue­ran deli­tos reales, ello no cam­ba el hecho de que el homi­ci­dio del 2 de junio debe ser investigado. 

Miche­lle Mon­te­rro­sa, la her­ma­na, ya había dicho que el últi­mo men­sa­je que reci­bió de Sean fue una peti­ción para pedir jus­ti­cia por Floyd. Así las cosas, la fami­lia se dis­cul­pa por no poder hacer más decla­ra­cio­nes. Están rea­li­zan­do el funeral. 

Fuen­te: Actua­li­dad

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