Colom­bia. La gue­rri­lla fun­da­da por sacer­do­tes no renun­cia a las armas. Entre­vis­ta al coman­dan­te Uriel del ELN

Por Bruno Ama­ral de Car­valho. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 19 de junio de 2020 

En una entre­vis­ta exclu­si­va con Con­tac­to, uno de los prin­ci­pa­les líde­res del Ejér­ci­to de Libe­ra­ción Nacio­nal habla sobre uno de los con­flic­tos arma­dos más anti­guos del mun­do. El pro­ce­so de paz con las FARC, la recau­da­ción de impues­tos de los nar­co­tra­fi­can­tes y la rela­ción con Vene­zue­la, son algu­nos de los temas abordados.

La región del Cho­có es una de las zonas más pobres de Colom­bia y tam­bién una de las más vio­len­tas. Es des­de aquí que el coman­dan­te Uriel habla exclu­si­va­men­te con Con­tac­to sobre la gue­rra que el país ha esta­do expe­ri­men­tan­do duran­te más de medio siglo. A los 40 años, diri­ge a cien­tos de com­ba­tien­tes del Ejér­ci­to de Libe­ra­ción Nacio­nal (ELN), una de las gue­rri­llas más anti­guas del mun­do. A pesar de haber cre­ci­do en una fami­lia cató­li­ca de cla­se media alta, hace dos déca­das, deci­dió cam­biar la cer­te­za de una vida cómo­da por luchar en la selva.

Son una de las gue­rri­llas más anti­guas de Amé­ri­ca Lati­na. ¿Siguen vigen­tes los fun­da­men­tos que lle­va­ron a la fun­da­ción del ELN?

La pri­me­ra mar­cha del ELN fue en julio de 1964. Hubo enton­ces 16 gue­rri­lle­ros con­ven­ci­dos de que la trans­for­ma­ción polí­ti­ca, social, eco­nó­mi­ca y cul­tu­ral era nece­sa­ria en Colom­bia a tra­vés de la lucha arma­da revo­lu­cio­na­ria y comen­zó este pro­yec­to revo­lu­cio­na­rio. Has­ta el día de hoy, segui­mos con­ven­ci­dos de que la trans­for­ma­ción polí­ti­ca, social, eco­nó­mi­ca y cul­tu­ral es nece­sa­ria. Las con­di­cio­nes de opre­sión y explo­ta­ción de las mayo­rías empo­bre­ci­das del país y el con­ti­nen­te no han cam­bia­do. En Colom­bia, la nar­co bur­gue­sía, arro­di­lla­da ante los intere­ses de las capi­ta­les e impe­rios inter­na­cio­na­les, entre­ga recur­sos natu­ra­les que con­ti­núan sien­do saquea­dos. La gen­te no tie­ne garan­ti­za­da una vida digna.

Muchas cosas han cam­bia­do duran­te estos 56 años de lucha y resis­ten­cia, pero la con­tra­dic­ción prin­ci­pal en nues­tras socie­da­des con­ti­núa exis­tien­do: la des­igual­dad se pro­fun­di­za y el ham­bre sigue sien­do la lucha dia­ria de millo­nes de muje­res colom­bia­nas y lati­no­ame­ri­ca­nas. Enton­ces, sí, las razo­nes que lle­va­ron a esos 16 gue­rri­lle­ros a lle­var a cabo la pri­me­ra mar­cha con­ti­núan existiendo.

Duran­te muchas déca­das, hubo par­ti­ci­pa­ción de cató­li­cos den­tro de la gue­rri­lla. ¿Este patri­mo­nio toda­vía exis­te den­tro del ELN?

Por supues­to, exis­te el lega­do de las per­so­nas que for­ma­ron par­te de la igle­sia y tam­bién del Ejér­ci­to de Libe­ra­ción Nacio­nal. Nues­tra escue­la es huma­nis­ta. Here­da­mos de nues­tro coman­dan­te en jefe, el sacer­do­te gue­rri­lle­ro Manuel Pérez Mar­tí­nez, lo que él lla­mó «encar­nar», que es vivir y sufrir las difi­cul­ta­des de las per­so­nas más humil­des, vivir como ellos, supe­rar las difi­cul­ta­des colectivamente.

De nues­tro tam­bién coman­dan­te en jefe, sacer­do­te gue­rri­lle­ro Cami­lo Torres Res­tre­po, hemos here­da­do el lega­do del amor efec­ti­vo, que con­sis­te en hacer que el amor actúe de mane­ra con­cre­ta para cam­biar la reali­dad de la opre­sión y la explo­ta­ción de la gen­te. Ade­más de estos dos, muchas otras per­so­nas per­te­ne­cien­tes a la igle­sia eran y con­ti­núan sien­do miem­bros del Ejér­ci­to de Libe­ra­ción Nacional.

¿Y toda­vía creen en la toma del poder por las armas o abo­gan por una sali­da nego­cia­da a la guerra?

Cree­mos que, en este momen­to his­tó­ri­co, la toma del poder, como lo expre­san los clá­si­cos de la revo­lu­ción, o como suce­dió en Cuba y Nica­ra­gua, es muy difí­cil. Sin embar­go, la cons­truc­ción del poder popu­lar sigue sien­do una tarea con­ti­nua: trans­for­ma­cio­nes de aba­jo hacia arriba.

Pro­mo­ve­mos la orga­ni­za­ción social a todos los nive­les y que las comu­ni­da­des se gobier­nen a sí mis­mas. Estos son pasos con­cre­tos en el camino revo­lu­cio­na­rio. Nues­tra lucha sigue sien­do por el poder polí­ti­co de las mayorías.

Aho­ra, con res­pec­to a una solu­ción nego­cia­da al con­flic­to, cree­mos que en Colom­bia las vías lega­les para que los explo­ta­dos ten­gan poder han esta­do cerra­das por muchos años. La his­to­ria de nues­tro país y nues­tras gue­rri­llas está lle­na de nego­cia­cio­nes de que lo úni­co que hicie­ron fue des­mo­vi­li­zar a la izquier­da y a las per­so­nas que esta­ban dis­pues­tas a dar su vida por un mun­do mejor.

La gue­rra que se ha con­ver­ti­do en la lucha de cla­ses en Colom­bia no es más que la nece­sa­ria expre­sión béli­ca del con­flic­to social. Y deci­mos que es nece­sa­rio por­que la reali­dad colom­bia­na, a dife­ren­cia de otros paí­ses de Amé­ri­ca Lati­na y otros con­ti­nen­tes, ha demos­tra­do que, sin armas, el lado popu­lar no tie­ne opción.

Cree­mos, como dirían los zapa­tis­tas, que «solo el pue­blo sal­va al pue­blo» y que es nece­sa­rio unir los esfuer­zos de todas las trin­che­ras de lucha con­tra un sis­te­ma que va no solo con­tra los pobres del mun­do, sino con­tra la vida misma.

¿Qué con­clu­sio­nes sacó del acuer­do de paz fir­ma­do en La Haba­na entre las FARC y el Gobierno?

La con­clu­sión prin­ci­pal de que este pro­ce­so [de paz] nos deja es que las FARC fue­ron des­mo­vi­li­za­das y [el Gobierno] ni siquie­ra cum­plió lo que se fir­mó, que ni siquie­ra fue la trans­for­ma­ción de la estruc­tu­ra social y eco­nó­mi­ca de la socie­dad colombiana.

Es tris­te por­que la des­mo­vi­li­za­ción de las FARC trae con­si­go muchos otros pro­ble­mas polí­ti­cos y socia­les que no se habían abor­da­do. En algu­nas áreas don­de solían ope­rar, los disi­den­tes aho­ra ope­ran y en luga­res, como el sur­oes­te de Colom­bia, la lógi­ca ha pasa­do de ser polí­ti­ca a estar limi­ta­da a obje­ti­vos indi­vi­dua­les o inclu­so acuer­dos con el gobierno; en otras pala­bras, tam­bién ope­ran como paramilitares.

Es, con las debi­das dife­ren­cias, simi­lar a lo que suce­dió en Libia des­pués del ase­si­na­to de Gada­fi. Y la lec­ción es la mis­ma, don­de el impe­ria­lis­mo tie­ne un obje­ti­vo, se esfuer­za por lograr­lo, lograr bene­fi­cios y sin preo­cu­par­se por las con­se­cuen­cias o cómo podría ser un país. En resu­men, es un revés que afec­ta a toda la izquier­da colom­bia­na, lati­no­ame­ri­ca­na y mun­dial. Lenin dijo algo así, cada revo­lu­cio­na­rio lle­va la res­pon­sa­bi­li­dad del movi­mien­to en su con­jun­to sobre sus hombros.

Ade­más, en muchos luga­res don­de esta­mos pre­sen­tes y don­de ellos tam­bién estu­vie­ron pre­sen­tes, cono­ce­mos comu­ni­da­des que se sien­ten aban­do­na­das. Tomó 50 años de pro­ce­sos y decir­le a la gen­te que los acom­pa­ña­ra y lue­go dejar los terri­to­rios para ser abandonados.

Había mucha espe­ran­za con el pro­ce­so de paz. ¿Por qué falló este acuerdo?

Cree­mos que para la bur­gue­sía colom­bia­na e inter­na­cio­nal este no es un acuer­do falli­do. Logra­ron lo que que­rían: des­mo­vi­li­zar una gue­rri­lla fuer­te para saquear más fácil­men­te los recur­sos natu­ra­les de los terri­to­rios en los que esta­ban pre­sen­tes las FARC, para aumen­tar la con­fian­za de los inver­so­res y el capi­tal para mega­pro­yec­tos en esos terri­to­rios. Evi­den­te­men­te, la mayo­ría de la gue­rri­lla se vio afec­ta­da. No tan­to los coman­dan­tes sino las bases. Más de 200 excom­ba­tien­tes han sido ase­si­na­dos. Muchos otros aban­do­na­ron las áreas don­de se con­cen­tra­ron y vol­vie­ron a las armas.

¿Quién está detrás del ase­si­na­to de estos ex guerrilleros?

El esta­do tie­ne la cul­pa, ya sea por acción o por omi­sión. Se supo­ne que garan­ti­za la vida de quie­nes aban­do­na­ron sus armas pero no lo hicie­ron. En algu­nos casos, ha sido posi­ble demos­trar la res­pon­sa­bi­li­dad direc­ta de las Fuer­zas Arma­das por el ase­si­na­to de ex com­ba­tien­tes de las FARC.

Mien­tras tan­to, varios ex coman­dan­tes y gue­rri­lle­ros de las FARC han vuel­to a fun­dar la orga­ni­za­ción a tra­vés de la Segun­da Mar­que­ta­lia de las FARC. ¿Hay algu­na posi­bi­li­dad de enten­der con el ELN?

Cuan­do anun­cia­ron que esta­ban regre­san­do al camino de la lucha arma­da revo­lu­cio­na­ria, los salu­da­mos por­que cree­mos que cual­quier per­so­na o gru­po que deci­da unir­se al lado popu­lar es un aliado.

En el caso par­ti­cu­lar de las FARC o las anti­guas FARC, al mis­mo tiem­po que se están dis­cu­tien­do, inter­na­men­te, tam­bién tene­mos deba­tes inten­sos para tomar posi­cio­nes colec­ti­vas. Ade­más, entre las dife­ren­tes expre­sio­nes y fac­cio­nes en las que las extin­tas FARC se ato­mi­za­ron, la dis­cu­sión debe­ría pro­fun­di­zar­se para resol­ver algu­nas con­tra­dic­cio­nes, acla­rar posi­cio­nes y defi­nir su agen­da y plan de acción.

Con res­pec­to a las alian­zas con­cre­tas, hay avan­ces en estas defi­ni­cio­nes, enten­dien­do que la situa­ción pue­de ser dife­ren­te en las dife­ren­tes regio­nes don­de está pre­sen­te el ELN.

Se les acu­sa de estar vin­cu­la­dos al nar­co­trá­fi­co. ¿Qué tipo de rela­ción tie­nen con la pro­duc­ción de coca y con los gran­des terratenientes?

El ELN ha defi­ni­do una polí­ti­ca de demar­ca­ción del trá­fi­co de dro­gas y esta polí­ti­ca se está siguien­do. Lo que hace­mos es recau­dar impues­tos sobre todas las acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas que tie­nen lugar en los terri­to­rios en los que esta­mos pre­sen­tes. Si en un terri­to­rio hay gana­do, mine­ría, made­ra, gran comer­cio, trans­por­te o las dife­ren­tes eta­pas de la pro­duc­ción de coca, cobra­mos impues­tos sin dis­tin­ción. La lega­li­dad o ile­ga­li­dad de cada acti­vi­dad es una defi­ni­ción cir­cuns­tan­cial y con­ve­nien­te del Esta­do que con­si­de­ra­mos corrup­to e ilegítimo.

¿Cómo ana­li­za las acu­sa­cio­nes de Nico­lás Madu­ro de que Colom­bia está detrás del últi­mo inten­to de incur­sión arma­da en Venezuela?

No es nece­sa­rio ser muy inte­li­gen­te para saber que la bur­gue­sía y el gobierno colom­biano nece­si­tan que el gobierno vene­zo­lano cam­bie y, obvia­men­te, pre­fe­ri­rían que sea un gobierno diri­gi­do a sus intere­ses y los de los oli­gar­cas proim­pe­ria­lis­tas, como es el caso de Guaidó.

No sabe­mos en qué medi­da, o en qué nivel de pla­ni­fi­ca­ción, están tenien­do lugar los altos círcu­los de la bur­gue­sía colom­bia­na, pero dado que el Gobierno es el prin­ci­pal alia­do de Esta­dos Uni­dos en Amé­ri­ca Lati­na, se ha pres­ta­do, no con poca fre­cuen­cia, a vio­lar la sobe­ra­nía de los paí­ses. de nues­tro sub­con­ti­nen­te. Vene­zue­la no es la excepción.

Es evi­den­te que la oli­gar­quía colom­bia­na con­ti­núa colo­can­do a Colom­bia como el Caín lati­no­ame­ri­cano; es la cabe­za de pla­ya del plan grin­go para la región. El ser­vi­lis­mo lo colo­ca por enci­ma de la sobe­ra­nía y el res­pe­to del dere­cho de los pue­blos a la libre determinación.

El gobierno colom­biano lo acu­sa de cola­bo­rar con Nico­lás Madu­ro. ¿Hay algún tipo de relación?

ELN nació en las mon­ta­ñas del depar­ta­men­to de San­tan­der en el este de Colom­bia. Hemos sido par­te de los terri­to­rios fron­te­ri­zos con Vene­zue­la por más de 50 años. Es natu­ral que para las her­ma­nas y her­ma­nos del pue­blo vene­zo­lano tam­bién for­me­mos par­te del pai­sa­je y que, ade­más, muchos de ellos, en medio de sus vidas de opri­mi­dos y opri­mi­dos, hayan inte­gra­do nues­tra orga­ni­za­ción. Las ciu­da­des fron­te­ri­zas son una, las líneas del mapa no sepa­ran cul­tu­ras o lazos familiares.

No es cier­to que haya acuer­dos con el Pre­si­den­te de Vene­zue­la. Sin embar­go, tene­mos cier­ta afi­ni­dad ideo­ló­gi­ca con algu­nas posi­cio­nes y pro­ce­sos que han teni­do lugar en el país vecino des­de la pre­si­den­cia de Hugo Chá­vez, algu­nos de los cua­les con­ti­nua­ron con Madu­ro. Nues­tra posi­ción es de apo­yo crí­ti­co para el pro­ce­so boli­va­riano y res­pe­to total por la auto­de­ter­mi­na­ción del pue­blo vene­zo­lano. Cree­mos que es el pue­blo vene­zo­lano, con sus for­mas de orga­ni­za­ción, de demo­cra­cia, con sus pro­ce­sos, quie­nes deben defi­nir el futu­ro de sus vidas y sus territorios.

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