Eco­lo­gía Social. La agro­in­dus­tria, dis­pues­ta a poner en ries­go de muer­te a millo­nes de personas

Por Yaak Pabst, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 11 de junio de 2020.

Entre­vis­ta con Rob Wallace

El coro­na­vi­rus man­tie­ne al mun­do en esta­do de shock. Pero en lugar de com­ba­tir las cau­sas estruc­tu­ra­les de la pan­de­mia, los gobier­nos se cen­tran en medi­das de emer­gen­cia. Pre­sen­ta­mos a con­ti­nua­ción una con­ver­sa­ción con Rob Walla­ce sobre los peli­gros del Covid-19, la res­pon­sa­bi­li­dad de la agro­in­dus­tria y las solu­cio­nes sos­te­ni­bles para com­ba­tir las enfer­me­da­des infec­cio­sas. Rob Walla­ce es bió­lo­go evo­lu­ti­vo y filo­geó­gra­fo del sis­te­ma de salud públi­ca en EE UU. Ha tra­ba­ja­do en diver­sos aspec­tos de las nue­vas pan­de­mias duran­te 25 años y es el autor del libro Big Farms Make Big Flu.

Y. P.: ¿Has­ta qué pun­to es peli­gro­so el nue­vo coronavirus?

Rob Walla­ce: Depen­de del momen­to en que se encuen­tre el bro­te local de Covid-19: ¿Ini­cial, pico máxi­mo, tar­dío? ¿Qué capa­ci­dad de res­pues­ta tie­ne la sani­dad públi­ca de tu región? ¿Cuá­les son sus datos demo­grá­fi­cos? ¿Cuán­tos años tie­nes? ¿Está intac­to tu sis­te­ma inmu­ni­ta­rio? ¿Cuál es tu esta­do de salud? Para deter­mi­nar una posi­bi­li­dad no diag­nos­ti­ca­ble, ¿tu inmu­no­ge­né­ti­ca, la gené­ti­ca sub­ya­cen­te a tu res­pues­ta inmu­ne, se ali­nea con el virus o no?

Y. P.: Enton­ces, ¿todo este albo­ro­to sobre el virus no es más que una tác­ti­ca de miedo?

R. W.: No, cla­ro que no. Con res­pec­to a la pobla­ción, el Covid-19 regis­tra­ba una tasa de leta­li­dad o CFR de entre el 2 y el 4% al comien­zo del bro­te en Wuhan. Fue­ra de Wuhan, la CFR pare­ce caer más o menos al 1% e inclu­so menos, pero tam­bién pare­ce aumen­tar en algu­nos luga­res, inclu­so en zonas de Ita­lia y EE UU. Su ran­go no pare­ce muy alto en com­pa­ra­ción, por ejem­plo, con el SARS (10%), la gri­pe de 1918 (5 – 20%), la gri­pe aviar H5N1 (60%) o, en algu­nos luga­res, el ébo­la (90%). Pero sin duda supera la CFR del 0,1% de la gri­pe esta­cio­nal. Sin embar­go, el peli­gro no solo radi­ca en la tasa de mor­ta­li­dad. Tene­mos que lidiar con lo que se lla­ma pene­tran­cia o tasa de ata­que comu­ni­ta­rio: qué por­cen­ta­je de la pobla­ción mun­dial se verá afec­ta­da por el brote.

Y. P.: ¿Pue­de con­cre­tar más?

R. W.: La red mun­dial de via­jes ha alcan­za­do una conec­ti­vi­dad sin pre­ce­den­tes. A fal­ta de vacu­nas o anti­vi­ra­les espe­cí­fi­cos para los coro­na­vi­rus, ni de una inmu­ni­dad de gru­po fren­te al virus, hoy por hoy, inclu­so una cepa con tan solo un 1% de mor­ta­li­dad pue­de aca­rrear un peli­gro con­si­de­ra­ble. Con un perio­do de incu­ba­ción de has­ta dos sema­nas y cada vez más prue­bas de cier­to con­ta­gio antes de la enfer­me­dad –antes de saber que alguien está infec­ta­do – , es pro­ba­ble que pocos luga­res se sal­ven de la infec­ción. Si el Covid-19 regis­tra, diga­mos, un 1% de mor­ta­li­dad mien­tras infec­ta a 4.000 millo­nes de per­so­nas, habrá 40 millo­nes de muer­tos. Una peque­ña pro­por­ción de un gran núme­ro pue­de seguir sien­do un núme­ro elevado.

Y. P.: Estos son núme­ros ate­rra­do­res para un pató­geno apa­ren­te­men­te menos que virulento…

R. W.: Efec­ti­va­men­te, y eso que solo esta­mos al comien­zo del bro­te. Es impor­tan­te com­pren­der que muchas infec­cio­nes nue­vas cam­bian en el trans­cur­so de las epi­de­mias. La infec­ti­vi­dad, la viru­len­cia, o ambas, pue­den ate­nuar­se. Por otro lado, otros bro­tes ven aumen­tar su viru­len­cia. La pri­me­ra ola de la pan­de­mia de gri­pe en la pri­ma­ve­ra de 1918 fue una infec­ción rela­ti­va­men­te leve. Fue­ron la segun­da y ter­ce­ra olea­das de ese invierno y has­ta 1919 las que mata­ron a millo­nes de personas.

Y. P.: Pero los escép­ti­cos sos­tie­nen que se han vis­to infec­ta­dos y han muer­to muchos menos pacien­tes por el coro­na­vi­rus que por la gri­pe esta­cio­nal típi­ca. ¿Qué pien­sas al respecto?

R. W.: Yo sería el pri­me­ro en cele­brar­lo si este bro­te resul­ta­ra un bluf. Pero estos esfuer­zos por qui­tar hie­rro al Covid-19 com­pa­rán­do­lo con otras enfer­me­da­des mor­ta­les, espe­cial­men­te la gri­pe, son un recur­so retó­ri­co para reba­jar toda preo­cu­pa­ción en torno al coronavirus.

Y. P.: Enton­ces, ¿la com­pa­ra­ción con la gri­pe esta­cio­nal cojea?

R. W.: Tie­ne poco sen­ti­do com­pa­rar dos pató­ge­nos en dife­ren­tes par­tes de sus cur­vas de desa­rro­llo. Sí, la gri­pe esta­cio­nal infec­ta a muchos millo­nes en todo el mun­do; según esti­ma­cio­nes de la OMS, matan­do has­ta a 650.000 per­so­nas al año. El Covid-19, sin embar­go, solo está al ini­cio de su via­je epi­de­mio­ló­gi­co. Y a dife­ren­cia de la gri­pe, no tene­mos vacu­na ni inmu­ni­dad de gru­po para fre­nar la infec­ción y pro­te­ger a las pobla­cio­nes más vulnerables.

Y. P.: Inclu­so si la com­pa­ra­ción es enga­ño­sa, ambas enfer­me­da­des se deben a virus, inclu­so a un gru­po espe­cí­fi­co, los virus de ARN. Ambos pue­den cau­sar enfer­me­dad. Ambos afec­tan el área de la boca y la gar­gan­ta y, a veces, tam­bién a los pul­mo­nes. Ambos son bas­tan­te contagiosos.

R. W.: Esas son simi­li­tu­des super­fi­cia­les que igno­ran un aspec­to crí­ti­co en la com­pa­ra­ción de dos pató­ge­nos. Sabe­mos mucho sobre la diná­mi­ca de la gri­pe. Sabe­mos muy poco acer­ca del Covid-19. Vie­ne con muchas incóg­ni­tas. De hecho, muchos ele­men­tos del Covid-19 no los cono­ce­re­mos has­ta que el bro­te se desa­rro­lle por com­ple­to. Al mis­mo tiem­po, es impor­tan­te com­pren­der que no se tra­ta del Covid-19 fren­te a la gri­pe. Es el Covid-19 y la gri­pe. La apa­ri­ción de infec­cio­nes múl­ti­ples capa­ces de cau­sar una pan­de­mia, ata­can­do a las pobla­cio­nes en con­jun­to, debe­ría ser la preo­cu­pa­ción principal.

Y. P.: Usted ha esta­do inves­ti­gan­do epi­de­mias y sus cau­sas duran­te varios años. En su libro Big Farms Make Big Flu [Las gran­des gran­jas pro­du­cen gran­des gri­pes] inten­ta esta­ble­cer cone­xio­nes entre las prác­ti­cas agrí­co­las indus­tria­les, la agri­cul­tu­ra eco­ló­gi­ca y la epi­de­mio­lo­gía víri­ca. ¿Cuá­les son sus tesis?

R. W.: El ver­da­de­ro peli­gro de cada nue­vo bro­te es el fra­ca­so o, mejor dicho, la nega­ti­va volun­ta­ria a inten­tar com­pren­der que cada nue­vo Covid-19 no es un inci­den­te ais­la­do. El aumen­to de la fre­cuen­cia de apa­ri­ción de virus está estre­cha­men­te rela­cio­na­do con la pro­duc­ción de ali­men­tos y la ren­ta­bi­li­dad de las empre­sas mul­ti­na­cio­na­les. Cual­quie­ra que pre­ten­da com­pren­der por qué los virus se están vol­vien­do más peli­gro­sos debe inves­ti­gar el mode­lo indus­trial de la agri­cul­tu­ra y, más espe­cí­fi­ca­men­te, la pro­duc­ción gana­de­ra. En la actua­li­dad, pocos gobier­nos y pocos cien­tí­fi­cos están dis­pues­tos a hacer­lo. Todo lo contrario.

Cuan­do sur­gen los nue­vos bro­tes, los gobier­nos, los medios de comu­ni­ca­ción e inclu­so la mayo­ría de los cen­tros médi­cos están tan con­cen­tra­dos en cada emer­gen­cia por sepa­ra­do que des­car­tan las cau­sas estruc­tu­ra­les que están con­vir­tien­do múl­ti­ples pató­ge­nos mar­gi­na­les en una cele­bri­dad mun­dial repen­ti­na, uno tras otro.

Y. P.: ¿A quién culpar?

R. W.: Dije agri­cul­tu­ra indus­trial, pero la cosa va más lejos. El capi­tal pro­ce­de a rotu­rar los últi­mos bos­ques pri­ma­rios y aca­pa­rar las tie­rras de cul­ti­vo de peque­ños pro­pie­ta­rios en todo el mun­do. Estas inver­sio­nes favo­re­cen la defo­res­ta­ción y el pro­ce­so que con­du­ce a la apa­ri­ción de enfer­me­da­des. La diver­si­dad fun­cio­nal y la com­ple­ji­dad que repre­sen­tan estas enor­mes exten­sio­nes de tie­rra se están racio­na­li­zan­do de tal mane­ra que los pató­ge­nos pre­via­men­te enclaus­tra­dos se extien­den a las comu­ni­da­des loca­les de gana­do y de seres huma­nos. En resu­men, los cen­tros capi­ta­lis­tas, luga­res como Lon­dres, Nue­va York y Hong Kong, deben con­si­de­rar­se nues­tros prin­ci­pa­les focos patógenos.

Y. P.: ¿De qué enfer­me­da­des se trata?

R. W.: En este momen­to no hay pató­ge­nos libres de la influen­cia del capi­tal. Inclu­so los más remo­tos se ven afec­ta­dos, aun­que sea a dis­tan­cia. El ébo­la, el zika, los coro­na­vi­rus, la fie­bre ama­ri­lla nue­va­men­te, una varie­dad de gri­pes avia­res y la pes­te por­ci­na afri­ca­na se encuen­tran entre los muchos pató­ge­nos que salen de las zonas más remo­tas para entrar en los espa­cios periur­ba­nos, las capi­ta­les regio­na­les y, final­men­te, en la red de trans­por­te glo­bal. De los mur­cié­la­gos fru­gí­vo­ros del Con­go has­ta matar a los bañis­tas de Mia­mi en unas pocas semanas.

Y. P.: ¿Qué papel desem­pe­ñan las empre­sas mul­ti­na­cio­na­les en este proceso?

R. W.: El pla­ne­ta Tie­rra es en gran par­te una explo­ta­ción agra­ria pla­ne­ta­ria en este momen­to, tan­to por la bio­ma­sa como por la exten­sión uti­li­za­da. La agro­in­dus­tria se pro­po­ne mono­po­li­zar el mer­ca­do de ali­men­tos. La casi tota­li­dad del pro­yec­to neo­li­be­ral se orga­ni­za en torno al apo­yo a los esfuer­zos de las empre­sas con sede en los paí­ses indus­tria­li­za­dos más avan­za­dos para robar la tie­rra y los recur­sos de los paí­ses más débi­les. Así, muchos de esos nue­vos pató­ge­nos pre­via­men­te con­tro­la­dos por eco­lo­gías fores­ta­les de lar­ga evo­lu­ción están sien­do libe­ra­dos, ame­na­zan­do al mun­do entero.

Y. P.: ¿Qué efec­tos tie­nen los méto­dos de pro­duc­ción de la agro­in­dus­tria en esto?

R. W.: La agri­cul­tu­ra diri­gi­da por el capi­tal que reem­pla­za las eco­lo­gías más natu­ra­les ofre­ce los medios pre­ci­sos por los cua­les los pató­ge­nos pue­den desa­rro­llar los feno­ti­pos más viru­len­tos e infec­cio­sos. Yo no podría con­ce­bir un sis­te­ma mejor para gene­rar enfer­me­da­des mortales.

Y. P.: ¿Cómo es eso?

R. W.: La cría de mono­cul­ti­vos gené­ti­cos de ani­ma­les domés­ti­cos eli­mi­na cual­quier cor­ta­fue­gos inmu­ne que pue­da estar dis­po­ni­ble para fre­nar la trans­mi­sión. Los tama­ños y den­si­da­des de pobla­ción más gran­des faci­li­tan mayo­res tasas de trans­mi­sión. Tales con­di­cio­nes de haci­na­mien­to depri­men la res­pues­ta inmu­ne. El alto ren­di­mien­to, pro­pio de cual­quier pro­duc­ción indus­trial, pro­por­cio­na un sumi­nis­tro de sus­cep­ti­bles con­ti­nua­men­te reno­va­do, el com­bus­ti­ble para la evo­lu­ción de la viru­len­cia. En otras pala­bras, la agro­in­dus­tria está tan enfo­ca­da en las ganan­cias que la selec­ción de un virus que podría matar a mil millo­nes de per­so­nas se con­si­de­ra un ries­go asumible.

Y. P.: ¡¿Qué?!

R. W.: Estas empre­sas pue­den reper­cu­tir los cos­tos de sus ope­ra­cio­nes epi­de­mio­ló­gi­ca­men­te peli­gro­sas en todo el mun­do. Des­de los pro­pios ani­ma­les has­ta los con­su­mi­do­res, los tra­ba­ja­do­res agrí­co­las, los entor­nos loca­les y los gobier­nos de todas las juris­dic­cio­nes. Los daños son tan exten­sos que, si man­tu­vié­ra­mos esos cos­tos en los balan­ces de la empre­sa, la agro­in­dus­tria, tal como la cono­ce­mos, se aca­ba­ría para siem­pre. Nin­gu­na com­pa­ñía podría sopor­tar los cos­tos del daño que causa.

Y. P.: En muchos medios se afir­ma que el pun­to de par­ti­da del coro­na­vi­rus fue un mer­ca­do de ali­men­tos exó­ti­cos en Wuhan. ¿Es cier­to esto?

R. W.: Sí y no. Hay pis­tas geo­grá­fi­cas que favo­re­cen esta hipó­te­sis. El tra­za­do de los con­tac­tos de las infec­cio­nes aso­cia­das nos lle­va al mer­ca­do mayo­ris­ta de pro­duc­tos de pes­ca de Hunan en Wuhan, don­de se ven­die­ron ani­ma­les sal­va­jes. El mues­treo ambien­tal pare­ce seña­lar el extre­mo oes­te del mer­ca­do, don­de había ani­ma­les salvajes.

Pero, ¿has­ta dón­de debe­mos inves­ti­gar en el tiem­po y en el espa­cio? ¿Cuán­do exac­ta­men­te comen­zó real­men­te la emer­gen­cia? Si nos cen­tra­mos en el mer­ca­do, per­de­mos de vis­ta los orí­ge­nes de la agri­cul­tu­ra sil­ves­tre en el hin­ter­land, y su cre­cien­te capi­ta­li­za­ción. En todo el mun­do, como en Chi­na, la ven­ta de ani­ma­les sal­va­jes está sien­do for­ma­li­za­da como sec­tor eco­nó­mi­co. Pero su rela­ción con la agri­cul­tu­ra indus­trial se extien­de más allá de sim­ple­men­te com­par­tir las mis­mas bol­sas de dine­ro. A medi­da que la pro­duc­ción indus­trial (cer­dos, aves de corral y simi­la­res) se expan­de en el bos­que pri­ma­rio, ejer­ce pre­sión sobre los ope­ra­do­res de ali­men­tos sil­ves­tres para pene­trar más en el bos­que y encon­trar ani­ma­les sal­va­jes, lo que aumen­ta la inter­faz y la pro­pa­ga­ción de nue­vos pató­ge­nos, inclui­do el Covid-19.

Y. P.: El Covid-19 no es el pri­mer virus que se ha desa­rro­lla­do en Chi­na y que el gobierno tra­tó de ocultar.

R. W.: Sí, pero esta no es una mane­ra de actuar espe­cí­fi­ca­men­te chi­na. EE UU y Euro­pa tam­bién han sido ori­gen de nue­vas gri­pes, como recien­te­men­te el H5N2 y el H5Nx, y sus mul­ti­na­cio­na­les y repre­sen­tan­tes neo­co­lo­nia­les favo­re­cie­ron la apa­ri­ción del ébo­la en Áfri­ca Occi­den­tal y el zika en Bra­sil. Los fun­cio­na­rios de salud públi­ca de EE UU pro­te­gie­ron la agro­in­dus­tria duran­te los bro­tes de H1N1 (2009) y H5N2.

Y. P.: La Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud (OMS) ha decla­ra­do una emer­gen­cia sani­ta­ria de inte­rés inter­na­cio­nal. ¿Es correc­to este paso?

R. W.: Sí. El peli­gro de este pató­geno es que las auto­ri­da­des sani­ta­rias no con­tro­lan la dis­tri­bu­ción esta­dís­ti­ca del ries­go. No tene­mos idea de cómo pue­de res­pon­der el pató­geno. Pasa­mos de un bro­te en un mer­ca­do a infec­cio­nes en todo el mun­do en cues­tión de sema­nas. El pató­geno podría ago­tar­se. Eso sería genial. Pero no lo sabe­mos. Una mejor pre­pa­ra­ción aumen­ta­ría las pro­ba­bi­li­da­des de fre­nar la velo­ci­dad de pro­pa­ga­ción del patógeno.

La decla­ra­ción de la OMS tam­bién es par­te de lo que yo lla­mo tea­tro pan­dé­mi­co. Las orga­ni­za­cio­nes inter­na­cio­na­les han muer­to por inac­ción. Pien­so en la Liga de las Nacio­nes. El raci­mo de orga­ni­za­cio­nes de la ONU siem­pre está preo­cu­pa­do por su rele­van­cia, su poder y su finan­cia­ción. En cam­bio, esta orga­ni­za­ción y sus dife­ren­tes agen­cias podrían haber con­ver­gi­do en la pre­pa­ra­ción y pre­ven­ción reales que el mun­do nece­si­ta para inte­rrum­pir las cade­nas de trans­mi­sión del Covid-19.

Y. P.: La rees­truc­tu­ra­ción neo­li­be­ral del sis­te­ma de aten­ción médi­ca ha difi­cul­ta­do tan­to la inves­ti­ga­ción como la aten­ción gene­ral de los pacien­tes, por ejem­plo en los hos­pi­ta­les. ¿Qué dife­ren­cia podría hacer un sis­te­ma de salud mejor finan­cia­do para com­ba­tir el virus?

R. W.: Exis­te la terri­ble pero sin­to­má­ti­ca his­to­ria del emplea­do de la com­pa­ñía de pro­duc­tos médi­cos de Mia­mi que, al regre­sar de Chi­na con sín­to­mas simi­la­res a la gri­pe, hizo lo correc­to por su fami­lia y su comu­ni­dad y exi­gió que un hos­pi­tal local lo exa­mi­na­ra por Covid-19. Le preo­cu­pa­ba que su opción por la varian­te míni­ma de Oba­ma­ca­re no cubrie­ra las prue­bas. Esta­ba en lo cier­to, dado que la prue­ba cos­tó 3.720 dóla­res. Habría que recla­mar en EE UU que se emi­tie­ra una orden de emer­gen­cia que esti­pu­le que, duran­te una pan­de­mia, el gobierno fede­ral paga­rá todas las fac­tu­ras médi­cas rela­cio­na­das con la prue­ba de infec­ción y el tra­ta­mien­to tras un resul­ta­do posi­ti­vo. Que­re­mos alen­tar a las per­so­nas a bus­car ayu­da, des­pués de todo, en lugar de escon­der­se –e infec­tar a otras – , por­que no pue­den pagar­se el tra­ta­mien­to. La solu­ción obvia es un ser­vi­cio nacio­nal de salud, con el per­so­nal nece­sa­rio y equi­pa­do para afron­tar emer­gen­cias en toda la comu­ni­dad, de modo que nun­ca sur­ja un pro­ble­ma tan ridícu­lo como des­alen­tar la coope­ra­ción comunitaria.

Y. P.: Tan pron­to como se des­cu­bre el virus en un país, los gobier­nos de todo el mun­do reac­cio­nan con medi­das auto­ri­ta­rias y puni­ti­vas, como una cua­ren­te­na obli­ga­to­ria de terri­to­rios ente­ros y ciu­da­des. ¿Se jus­ti­fi­can medi­das tan drásticas?

R. W.: El uso de un bro­te para ensa­yar lo últi­mo en con­trol auto­crá­ti­co des­pués del bro­te demues­tra la inmo­ra­li­dad y el carác­ter des­ho­nes­to del capi­ta­lis­mo del desas­tre. En tér­mi­nos de salud públi­ca, yo peca­ría de con­fian­za y com­pa­sión, que son varia­bles epi­de­mio­ló­gi­cas impor­tan­tes. Sin esto, las juris­dic­cio­nes pier­den el apo­yo de sus pobla­cio­nes. Un sen­ti­do de soli­da­ri­dad y res­pe­to mutuo es fun­da­men­tal para obte­ner la coope­ra­ción que nece­si­ta­mos las per­so­nas para sobre­vi­vir jun­tas a tales ame­na­zas. Las cua­ren­te­nas auto­im­pues­tas con el apo­yo ade­cua­do –bri­ga­das de veci­nos capa­ci­ta­dos debi­da­men­te regis­tra­dos, camio­nes de sumi­nis­tro de ali­men­tos que van de puer­ta en puer­ta, bajas labo­ra­les y segu­ro de des­em­pleo– pue­den gene­rar ese tipo de coope­ra­ción, que todos y todas este­mos jun­tos en esto.

Y. P.: Como sabrá, en Ale­ma­nia tene­mos a la AfD, un par­ti­do cla­ra­men­te nazi con 94 esca­ños en el Par­la­men­to. La dere­cha dura pro­na­zi y otros gru­pos, aso­cia­dos con polí­ti­cos de la AfD, usan la cri­sis del coro­na­vi­rus con fines de agi­ta­ción. Difun­den (fal­sos) infor­mes sobre el virus y exi­gen más medi­das auto­ri­ta­rias del gobierno: res­trin­gir los vue­los y blo­quear la entra­da de inmi­gran­tes, el cie­rre de fron­te­ras y la cua­ren­te­na forzosa…

R. W.: La pla­ta­for­ma radi­cal quie­re uti­li­zar lo que hoy son enfer­me­da­des glo­ba­les para racia­li­zar la prohi­bi­ción de via­jes y el cie­rre de fron­te­ras. Esto es, por supues­to, un sin­sen­ti­do. En este pun­to, dado que el virus ya se está pro­pa­gan­do por todas par­tes, lo más sen­sa­to es tra­ba­jar para desa­rro­llar el tipo de resis­ten­cia de salud públi­ca en el que, al mar­gen de quién se pre­sen­te con una infec­ción, ten­ga­mos los medios para tra­tar­lo y curar­lo. Por supues­to, en pri­mer lugar que dejen de robar en el extran­je­ro la tie­rra de las per­so­nas y de pro­vo­car los éxo­dos, y podre­mos evi­tar que emer­jan los patógenos.

Y. P.: ¿Cuá­les serían los cam­bios sostenibles?

R. W.: Para redu­cir la apa­ri­ción de nue­vos bro­tes de virus, la pro­duc­ción de ali­men­tos tie­ne que cam­biar radi­cal­men­te. La auto­no­mía de las y los agri­cul­to­res y un sec­tor públi­co fuer­te pue­den fre­nar la apa­ri­ción ambien­tal de cade­nas de con­ta­gio uni­di­rec­cio­na­les y las infec­cio­nes des­con­tro­la­das. Es nece­sa­rio intro­du­cir varie­da­des de gana­do y cul­ti­vos y una rees­truc­tu­ra­ción estra­té­gi­ca, tan­to a nivel de explo­ta­ción como regio­nal; per­mi­tir que los ani­ma­les de cría se repro­duz­can in situ para que se trans­mi­tan las inmu­ni­da­des pro­ba­das. Conec­tar una pro­duc­ción jus­ta con una cir­cu­la­ción jus­ta. Sub­si­diar los pre­cios de apo­yo y los pro­gra­mas de com­pra de los con­su­mi­do­res que apo­yan la pro­duc­ción agro­eco­ló­gi­ca. Defen­der estas expe­rien­cias tan­to de las com­pul­sio­nes que la eco­no­mía neo­li­be­ral impo­ne, por igual, a indi­vi­duos y comu­ni­da­des como de la ame­na­za de la repre­sión esta­tal diri­gi­da por el capital.

Y. P.: ¿Qué debe­rían pedir los socia­lis­tas revo­lu­cio­na­rios ante la cre­cien­te diná­mi­ca de los bro­tes de enfermedades?

R. W.: La agro­in­dus­tria como modo de repro­duc­ción social debe ter­mi­nar para siem­pre, aun­que solo fue­ra por una cues­tión de salud públi­ca. La pro­duc­ción de ali­men­tos alta­men­te capi­ta­li­za­da depen­de de prác­ti­cas que ponen en peli­gro a toda la huma­ni­dad, en este caso ayu­dan­do a des­atar una nue­va pan­de­mia mor­tal. Debe­ría­mos exi­gir que los sis­te­mas ali­men­ta­rios se socia­li­cen de tal mane­ra que, ante todo, se evi­te la apa­ri­ción de agen­tes pató­ge­nos tan peli­gro­sos. Eso reque­ri­rá, de entra­da, readap­tar la pro­duc­ción de ali­men­tos a las nece­si­da­des de las comu­ni­da­des rura­les. Reque­ri­ría, tam­bién, prác­ti­cas agro­eco­ló­gi­cas que pro­te­jan el medio ambien­te y a las y los agri­cul­to­res a medi­da que cul­ti­van nues­tros ali­men­tos. En gene­ral, debe­mos sanar las fallas meta­bó­li­cas que sepa­ran nues­tras eco­lo­gías de nues­tras eco­no­mías. En resu­men, tene­mos un pla­ne­ta por ganar.

Y. P.: Muchas gra­cias por la entrevista.

Tra­duc­ción: vien­to sur

Fuen­te: Kaosenlared.

Itu­rria /​Fuen­te

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