Perú. La car­ta de los emba­ja­do­res extran­je­ros y la sobe­ra­nía del Perú

Por: Nico­lás Lynch/​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 10 de junio de 2020

Hace pocos días los emba­ja­do­res de cua­tro paí­ses acre­di­ta­dos en el Perú: Aus­tra­lia, Cana­dá, Colom­bia y Fran­cia; han envia­do una car­ta al Con­gre­so de la Repú­bli­ca, supo­ne­mos que, con el aval de sus gobier­nos, pro­tes­tan­do por la apro­ba­ción de una ley que con­ge­la el cobro de los pea­jes a dife­ren­tes con­ce­sio­na­rios extran­je­ros duran­te la pan­de­mia y mos­trán­do­se dis­pues­tos a ase­so­rar al órgano legis­la­ti­vo para que legis­le mejor. 

Antes de tra­tar el tema de la ley que con­ge­la los pea­jes y la rela­ción que esto guar­da con los con­tra­tos res­pec­ti­vos y con los TLC que ha fir­ma­do el Perú en los últi­mos 15 años, debe­mos seña­lar un hecho fun­da­men­tal. Esta car­ta cons­ti­tu­ye una intro­mi­sión en los asun­tos inter­nos del Perú y una vio­la­ción de la Con­ven­ción de Vie­na, que es el docu­men­to que rige las rela­cio­nes diplo­má­ti­cas en el pla­ne­ta. Esta vio­la­ción abier­ta e inso­len­te de nues­tra sobe­ra­nía no se pue­de dejar pasar. 

Ima­gí­nen­se por un momen­to que el emba­ja­dor del Perú en Fran­cia le man­de una car­ta a la Asam­blea Nacio­nal de ese país por una ley que aca­ban de apro­bar. No sólo impo­si­ble sino risi­ble, casi una cari­ca­tu­ra. Pero eso es lo que ha acon­te­ci­do, ni más ni menos, sólo que esta­mos en el Perú y hay algu­nos perua­nos (con mucho poder) que creen que eso se debe soportar. 

A los emba­ja­do­res de otros paí­ses no les toca diri­gir­se al par­la­men­to cuan­do quie­ren que­jar­se de algo, sino, de acuer­do con las nor­mas inter­na­cio­na­les, al Minis­te­rio de Rela­cio­nes Exte­rio­res. Por esa razón no sería raro que esos emba­ja­do­res se hayan diri­gi­do a dicho minis­te­rio y éste se haya lava­do las manos, con la venia de Viz­ca­rra, apun­tan­do al Con­gre­so. Lue­go de estos pri­me­ros acon­te­ci­mien­tos y ante la pro­tes­ta de dife­ren­tes sec­to­res, des­de el gobierno han pues­to paños fríos tra­tan­do de qui­tar­le impor­tan­cia al asun­to. El Minis­te­rio de Rela­cio­nes Exte­rio­res les ha mani­fes­ta­do a los emba­ja­do­res de los paí­ses seña­la­dos su extra­ñe­za por la acción toma­da y estos han envia­do una car­ta de res­pues­ta dis­cul­pán­do­se y dicien­do que habrían sido malin­ter­pre­ta­dos. Sin embar­go, la car­ta ori­gi­nal al Con­gre­so deja poco espa­cio para inter­pre­ta­cio­nes y es direc­ta en el recla­mo extran­je­ro a nues­tro par­la­men­to. La pro­me­sa y las dis­cul­pas no pare­cen sino el segun­do acto de una mis­ma obra mon­ta­da para pre­sio­nar falli­da­men­te al Con­gre­so peruano.

Hoy, lo que en otro momen­to han sido pre­sio­nes ver­ba­les de repre­sen­tan­tes extran­je­ros a los gobier­nos de turno se con­vier­ten en pre­sio­nes escri­tas, que no guar­dan ni siquie­ra el deco­ro, pro­pio de la diplo­ma­cia, cuan­do se tra­ta de la divi­sión de pode­res y de una ins­ti­tu­ción demo­crá­ti­ca­men­te ele­gi­da como el Con­gre­so. Estos gobier­nos extran­je­ros han dado un paso más en su des­pre­cio por el Perú como país inde­pen­dien­te, muy mal por ellos cier­ta­men­te que con su acti­tud nos están con­si­de­ran­do una repú­bli­ca de segun­da a la que pue­den mal­tra­tar, pero peor por nues­tro gobierno y en espe­cial por el Minis­te­rio de Rela­cio­nes Exte­rio­res que se dejan fal­tar el res­pe­to de esta manera.

Casi des­de que este Con­gre­so entró en fun­cio­nes, la dere­cha neo­li­be­ral en sus dis­tin­tos esca­lo­nes de poder: la CONFIEP, los gran­des medios, los tec­nó­cra­tas y el gobierno de Viz­ca­rra, han desa­rro­lla­do una cam­pa­ña de des­pres­ti­gio del Con­gre­so y sus miem­bros. La razón no ha sido solo la medio­cri­dad y el apro­ve­cha­mien­to que muchos de los repre­sen­tan­tes han hecho de sus car­gos, sino dis­tin­tas medi­das que bus­can miti­gar la cri­sis sani­ta­ria y de sobre­vi­ven­cia por la que atra­vie­sa la mayo­ría nacio­nal. No hay duda de que varias de esas medi­das cau­san per­jui­cio al mode­lo eco­nó­mi­co neo­li­be­ral, un mode­lo dise­ña­do para que un peque­ño gru­po siga vivien­do a cos­ta de los demás en las con­di­cio­nes de esta glo­ba­li­za­ción neo­li­be­ral. No creo que haya otra for­ma de bene­fi­ciar, aun­que sea muy limi­ta­da­men­te, al pue­blo peruano. Sino vea­mos las medi­das dadas por el Poder Eje­cu­ti­vo e ins­pi­ra­das por el MEF: el 90% de la pla­ta para ayu­dar al gran capi­tal, prin­ci­pal­men­te a los ban­cos y un 10% para las mayo­rías que se han que­da­do sin ingresos. 

Por esa razón, esta pare­ce ser una cam­pa­ña más de esa mis­ma dere­cha, que ha con­ta­do en este caso con la com­pli­ci­dad de cua­tro gobier­nos extran­je­ros. En cual­quier país esto no podría que­dar así. Los emba­ja­do­res debe­rían ser decla­ra­dos per­so­nas no gra­tas, aban­do­nar el terri­to­rio nacio­nal de inme­dia­to y a sus gobier­nos soli­ci­tar­les las indis­pen­sa­bles satis­fac­cio­nes. Pero es soñar pen­sar que un gobierno de la dere­cha neo­li­be­ral pue­de estar intere­sa­do en la dig­ni­dad del Perú y en el man­te­ni­mien­to de rela­cio­nes diplo­má­ti­cas en pie de igual­dad con otros esta­dos. Es más, pode­mos obser­var el dete­rio­ro cre­cien­te de nues­tra diplo­ma­cia, otro­ra defen­so­ra de la sobe­ra­nía nacio­nal y hoy imbui­da de la ideo­lo­gía neo­li­be­ral y al ser­vi­cio, prin­ci­pal­men­te, de los Esta­dos Uni­dos. Ya nos lo han demos­tra­do con la pro­mo­ción ver­gon­zo­sa del lla­ma­do gru­po de Lima, y el alien­to, a veces abier­to y otras sola­pa­do, de la inter­ven­ción arma­da en Venezuela. 

La invo­ca­ción a los tra­ta­dos de libre comer­cio, al esta­tus cons­ti­tu­cio­nal de los con­tra­tos y demás nor­mas que nos ata­rían a un deter­mi­na­do com­por­ta­mien­to inter­na­cio­nal, no son sino pre­tex­tos para no defen­der al Perú fren­te al poder eco­nó­mi­co y, como vemos, tam­bién polí­ti­co extran­je­ro. Nues­tra ata­du­ra a ese anda­mia­je legal neo­li­be­ral pue­de y debe dis­cu­tir­se. Es más, esta es una exce­len­te opor­tu­ni­dad para hacer­lo. Pero jamás pue­de argu­men­tar­se como razón para que gobier­nos extran­je­ros inter­ven­gan en los tra­ba­jos de un poder del Esta­do peruano. 

Como pocas veces ha apa­re­ci­do ante nues­tros ojos un ejem­plo de por qué debe­mos cam­biar la cons­ti­tu­ción espú­rea que nos rige y los TLC que, como lo han demos­tra­do diver­sos estu­dios, no son sino tra­ta­dos de ser­vi­dum­bre que no tie­nen que ver con el desa­rro­llo nacional.

Sopor­tar esta situa­ción sin la pro­tes­ta, la denun­cia y las accio­nes res­pec­ti­vas, será reafir­mar una vez más el carác­ter semi­co­lo­nial y en este caso sir­vien­te, del Esta­do peruano, al que nos ha lle­va­do la dere­cha neo­li­be­ral y sobre lo cual algún día debe­rán dar cuen­ta los que hoy man­ci­llan al Perú.

FUENTE: Otra Mirada

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