Argen­ti­na. La Cáma­ra de Ape­la­cio­nes falló en con­tra del cen­sor ex can­ci­ller y actual emba­ja­dor en Chi­le, Rafael Biel­sa, en un jui­cio ini­cia­do con­tra el perio­dis­ta Miguel Bonasso

Por Miguel Bonas­so, Resu­men lati­no­ame­ri­cano, 8 junio 2020

foto: Rafael Bielsa

Es una gran noti­cia que ocu­rrió casi en simul­ta­nei­dad con el Día del Perio­dis­ta: la Cáma­ra de Ape­la­cio­nes en lo Civil, revo­có el fallo de pri­me­ra ins­tan­cia que le daba (par­cial­men­te) la razón a Rafael Anto­nio Biel­sa en mi con­tra. Y es una gran noti­cia por razo­nes que me supe­ran y tras­cien­den lar­ga­men­te: por­que el fallo ‑revo­ca­do de mane­ra total y abso­lu­ta has­ta el pun­to de obli­gar­lo a pagar las cos­tas del jui­cio al deman­dan­te- defien­de como prin­ci­pio capi­tal de la de la demo­cra­cia a la liber­tad de expre­sión. Es una gran noti­cia, por­que se rati­fi­ca en sede judi­cial el prin­ci­pio de la real mali­cia, que obli­ga a quie­nes deman­dan a perio­dis­tas, escri­to­res, acti­vis­tas sin­di­ca­les o polí­ti­cos y a cual­quie­ra que inves­ti­gue al Poder con mayús­cu­las, a pro­bar que el denun­cian­te dijo una men­ti­ra a sabien­das de que lo era.
Biel­sa, que empe­zó su bata­lla perio­dís­ti­ca en mi con­tra en el lejano 2011 y empe­zó la gue­rra judi­cial en el 2014, no sólo no pudo pro­bar que yo men­tía a sabien­das para agra­viar­lo, como exi­ge la doc­tri­na, sino que pobló el expe­dien­te con tes­ti­mo­nios y prue­bas que le jue­gan en con­tra para siem­pre y van mucho más lejos de mis crí­ti­cas en el libro “Lo que no dije en Recuer­do de la muer­te” o en este sitio. Hizo cosas inex­pli­ca­bles que un freu­diano no vaci­la­ría en cali­fi­car de actos falli­dos. En el jui­cio que­dó cla­ro que el geno­ci­da Gal­tie­ri no lo visi­ta­ba como a Tucho Valen­zue­la, por­que era un héroe que resis­tía la tor­tu­ra has­ta nive­les de locu­ra, sino que le sal­vó la vida y lo libe­ró a pedi­do de dos mili­ta­res ami­gos de su pro­tec­tor, el abo­ga­do Rober­to Luqui. Así lo decla­ró (y está gra­ba­do) ese mis­mo Rober­to Luqui, que fue sub­se­cre­ta­rio de Jus­ti­cia del geno­ci­da Alber­to Rodrí­guez Vare­la duran­te la dic­ta­du­ra de Vide­la y se tra­jo a Biel­sa, que esta­ba exi­lia­do, como su “mano dere­cha” en el minis­te­rio.
Pero no es esto ni de lejos lo más impor­tan­te. Lo más impor­tan­te es que las cama­ris­tas que fir­man la sen­ten­cia (las doc­to­ras María Isa­bel Bena­ven­te y Gabrie­la A. Itur­bi­de) y obli­gan al “ven­ci­do” a pagar las cos­tas, no lo hacen por sim­pa­tía con­mi­go o con mi visión polí­ti­ca e ideo­ló­gi­ca de la His­to­ria, sino con ape­go estric­to a la doc­tri­na de la real mali­cia, incor­po­ra­da por la Cor­te Supre­ma como doc­tri­na. Y esta doc­tri­na ‑para poner­lo en tér­mi­nos corrien­tes- pro­te­ge la liber­tad de expre­sión, al exi­gir­le mayor tole­ran­cia res­pec­to a las denun­cias en su con­tra a quien ejer­ce la fun­ción públi­ca y obli­ga a quien deman­da a pro­bar que quien lo cues­tio­na obra con “real mali­cia”, es decir usan­do infor­ma­ción fal­sa, a sabien­das de que es fal­sa.
El argu­men­to de que la doc­tri­na no pue­de ampa­rar ata­ques a la hon­ra de una per­so­na, que es correc­to, no tie­ne nada que hacer en este caso. Biel­sa es una figu­ra públi­ca y yo opino sobre su acti­vi­dad públi­ca y no sobre su vida pri­va­da. Como lo dicen las cama­ris­tas tam­bién: la doc­tri­na invier­te la car­ga de la prue­ba y no soy yo el que debe pro­bar que la infor­ma­ción es cier­ta y la usé de bue­na fe, sino que es él quien debe pro­bar que es fal­sa y que la usé a sabien­das. Hay evi­den­cias tan gran­des al res­pec­to, como el curri­cu­lum vitae que el pro­pio Biel­sa incor­po­ró cuan­do fue can­ci­ller de Nés­tor Kirch­ner, don­de reve­la que fue fun­cio­na­rio de Vide­la, Vio­la, Gal­tie­ri y Big­no­ne y que hizo un via­je a Chi­le ‑don­de aho­ra es emba­ja­dor- para par­ti­ci­par de un pro­yec­to infor­má­ti­co inter­na­cio­nal en la dic­ta­du­ra de Augus­to Pino­chet. Punto.

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Des­de aho­ra este fallo se suma a una juris­pru­den­cia que cir­cu­la en el mis­mo sen­ti­do y pro­te­ge a todos los que pue­den ser suma­dos a hechos de cen­su­ra pre­vios o pos­te­rio­res a la publi­ci­dad de sus dichos. Biel­sa, por cier­to, come­tió el error de incluir en la deman­da a la edi­to­rial Pen­güin-Ran­dom Hou­se, que publi­có “Lo que no dije en “Recuer­do de la muer­te”, acu­sán­do­la de no haber exa­mi­na­do con mayor cui­da­do lo que yo había escri­to. Un dato curio­so para el nie­to de un famo­so cons­ti­tu­cio­na­lis­ta: exi­gir­le a una edi­to­rial que ejer­za la cen­su­ra pre­via.
Tam­bién pedía en la deman­da que se supri­mie­ran del libro los capí­tu­los don­de es nom­bra­do. Cosa a la cual no acce­dió en la sen­ten­cia revo­ca­da el ama­ble juez Gas­tón Polo Matías Oli­ve­ra, poco des­pués ascen­di­do a cama­ris­ta. Oli­ve­ra se limi­tó a exi­gir­me que yo publi­ca­ra a mi cos­ta una soli­ci­ta­da en Pági­na 12 rene­gan­do de mis acu­sa­cio­nes. Una per­ver­si­dad, de cor­te esta­li­nis­ta, que obvia­men­te fue recha­za­da en la exce­len­te ape­la­ción de mi abo­ga­do, el doc­tor Nico­lás Tau­ber Sanz.
En suma, el gran Mariano Moreno fue hon­ra­do en su Día por la hones­ti­dad inte­lec­tual de dos jue­zas, a quie­nes no ten­go el honor de cono­cer, que no me dan la “razón his­tó­ri­ca”, por­que esta no es como algu­nos han dicho una “pelea entre dos ex mon­to­ne­ros”, sino una cau­sa judi­cial de enor­me tras­cen­den­cia polí­ti­ca y social, don­de está en jue­go que quie­nes pre­ten­den inves­ti­gar a los pode­ro­sos lo pue­dan hacer a fon­do, sin temor de tener que pagar­les millo­nes de pesos, como me exi­gía en su deman­da el ex eje­cu­ti­vo del arra­sa­dor de bos­ques Eduar­do Eur­ne­kian. Para que los jóve­nes perio­dis­tas (que impor­tan más que este crí­ti­co mar­gi­na­do de los medios) pue­dan hacer honor a la sen­ten­cia del gran Geor­ge Orwell: “el perio­dis­mo que no inquie­ta a los pode­ro­sos no es perio­dis­mo, son rela­cio­nes públicas”.

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