Esta­dos Uni­dos. Muje­res, líde­res y acti­vis­tas anti­ra­cis­mo: las chi­cas que enfu­re­cen a Trump

Por Ricar­do Got­ta. Resu­men Latinoamericano/​Tiempo Argen­tino, 7 de Junio de 2020 

El encen­di­do dis­cur­so de Tami­ka Mallory dio la
vuel­ta al mun­do. Pero la pro­tes­ta por el ase­si­na­to de Lloyd arran­có la
poten­te res­pues­ta de una serie de voces femeninas.

El ataúd dora­do, cubier­to por flo­res púr­pu­ras, en
el tem­plo de la North Cen­tral Uni­ver­sity de Min­nea­po­lis. “Era un ser
humano. Tenía fami­lia, sue­ños, espe­ran­zas. El ver­da­de­ro sen­ti­do de este
memo­rial es des­ta­car el valor de una vida que fue qui­ta­da, lo que
expli­ca todo lo que está ocu­rrien­do”, dijo el reve­ren­do Al Sharpton,
líder de los Dere­chos Civi­les. El mis­mí­si­mo Barack Oba­ma ase­gu­ró que las
pro­tes­tas repre­sen­ta­ban “un cam­bio de men­ta­li­dad iné­di­to en los EEUU” y
que, inclu­so, es “mucho más repre­sen­ta­ti­vo” que el sur­gi­do tras el
ase­si­na­to de Mar­tin Luther King. Ellos y otros líde­res, activistas,
inte­lec­tua­les, o sim­ples ciu­da­da­nos se mani­fes­ta­ron con énfa­sis ante el
ase­si­na­to de Geor­ge Floyd.

Pero es incues­tio­na­ble que las muje­res, en espe­cial las más afectadas
por la dis­cri­mi­na­ción racial, son las que más alto empu­ñan las banderas
rei­vin­di­ca­ti­vas. En los últi­mos días, Tami­ka Danie­lle Mallory y Keisha
Lan­ce Bot­toms fue­ron las más estri­den­tes, inclu­so des­de posiciones
cier­ta­men­te dife­ren­tes. “La razón por la que los edi­fi­cios se están
que­man­do no es sólo por nues­tro her­mano, sino por­que Min­ne­so­ta dice: ‘Ya
basta’”. 

El dis­cur­so de Tami­ka reco­rrió el mun­do. “No somos res­pon­sa­bles de la enfer­me­dad men­tal que las ins­ti­tu­cio­nes le afli­gie­ron a nues­tro pue­blo (…) No desa­fíen a la juven­tud y a otros frus­tra­dos. Hay una sola for­ma de parar­los: atra­par a los poli­cías, impu­tar­los en todas las ciu­da­des don­de están ase­si­nan­do a nues­tro pue­blo (…) La tie­rra de los libres para todos no ha sido para los negros. Esta­mos can­sa­dos. No nos hablen de saqueos, Son uste­des los que nos han saquea­do. A los negros, a los pue­blos indí­ge­nas”. Nació en el Bronx, fue cria­da en Har­lem. Sus padres fue­ron fun­da­do­res de Red de Acción Nacio­nal. Tenía 20 años cuan­do el padre de su hijo, Jason Ryans, de 26, fue ase­si­na­do. Aho­ra tie­ne 39. Mar­có su pul­so en la his­tó­ri­ca Mar­cha de las muje­res de Washing­ton de 2017; diri­ge Until Free­dom (Has­ta la Liber­tad). Algu­nos la com­pa­ran con Mal­com X. Fue ase­so­ra de Joe Biden. 

Keisha tie­ne 50, es alcal­de­sa de Atlan­ta y madre de cua­tro hijos.
Tras el ata­que a las ofi­ci­nas de CNN pro­cla­mó: “Este no es el espíritu
de Mar­tin Luther King. Esta ciu­dad tie­ne un lega­do de alcal­des negros y
poli­cías negros”. Advir­tió en un apa­sio­na­do dis­cur­so que “cuan­do vi el
ase­si­na­to de Geor­ge Floyd, me dolió como le dole­ría a una madre”. En el
par­ti­do Demó­cra­ta tie­ne todo para ser la can­di­da­ta a vice de Biden.

No están solas

Ilhan
Omar nació en Moga­dis­cio, Soma­lía, como su padre. A los 5 per­dió a su
madre yeme­ni­ta. La gue­rra civil la lle­vó como refu­gia­da a Kenia y en
1995 emi­gró a EEUU. Aho­ra tie­ne 38 y es repre­sen­tan­te en el Con­gre­so por
una agru­pa­ción de Min­ne­so­ta alia­da a los demó­cra­tas. Sue­le cubrir su
cabe­lle­ra con un pañue­lo negro, lo que ener­va a Trump y sus acólitos.
Aho­ra, anun­ció pro­yec­tos de ley para abor­dar la responsabilidad
poli­cial, la res­pues­ta guber­na­men­tal y la ayu­da eco­nó­mi­ca para las
comu­ni­da­des afec­ta­das. «El obje­ti­vo sis­te­má­ti­co y el uso de la fuerza
mor­tal y bru­tal con­tra los negros se deri­va del lar­go lega­do de la
escla­vi­tud, el lin­cha­mien­to y las leyes de Jim Crow», dijo en su
declaración.

“Bas­ta es bas­ta. Nues­tro dolor, nues­tros gri­tos y nues­tra necesidad
de ser vis­tos y escu­cha­dos resue­nan en todo el país. Exigimos
reco­no­ci­mien­to por la deva­lua­ción y la des­hu­ma­ni­za­ción de la vida de los
negros a manos de la poli­cía. Lla­ma­mos a solu­cio­nes radi­ca­les”. Rashida
Tlaib, la mayor de 14 her­ma­nos, nació en Detrot hace 43 años de padres
pales­ti­nos. Es abo­ga­da, la pri­me­ra con­gre­sis­ta musul­ma­na. En su
encen­di­da pro­cla­ma lla­mó a des­fi­nan­ciar a las poli­cías para realizar
“inver­sio­nes en nues­tras comu­ni­da­des y garan­ti­zar que los negros no solo
sobre­vi­van, sino que prosperen”.

A Ale­xan­dria Oca­sio-Cor­tez para deni­grar­la, Trump –en fin… – la
com­pa­ró con Evi­ta y la lla­mó “luná­ti­ca”. Tam­bién nació en el Bronx, hace
30 años. De ascen­den­cia por­to­rri­que­ña, con­gre­sis­ta por Nue­va York,
miem­bro de la DSA (miem­bro de la orga­ni­za­ción Socia­lis­tas Democráticos
de Amé­ri­ca) y tam­bién se per­fi­lan para las elec­cio­nes: vue­la en las
redes un flyer en el que salu­da y se la nom­bra como “en nom­bre de los
can­di­da­tos insur­gen­tes, la nue­va estre­lla del rock demó­cra­ta está
lle­van­do un men­sa­je popu­lis­ta a tra­vés del país”.

Ayan­na Soyi­ni Press­ley no le va en zaga, aun cuan­do por estos días
pre­fi­rió un per­fil más aus­te­ro: es la pri­me­ra con­gre­sis­ta negra por
Bos­ton, nada menos. Otra de las inte­gran­tes de «The Squad» (El
Escua­drón), todas de las filas demócratas. 

Son las muje­res que irri­tan a Trump.

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