Argen­ti­na. La des­apa­ri­ción for­za­da de Luis Espi­no­za en Tucu­mán: «Tie­ne todos los con­di­men­tos del terro­ris­mo de Estado»

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano*, 25 mayo 2020.- 

El juez de ins­truc­ción penal Mario Veláz­quez des­ta­ca la res­pon­sa­bi­li­dad poli­cial en el ase­si­na­to del tra­ba­ja­dor rural, y la pre­me­di­ta­ción poli­cial para que no se encuen­tre el cuerpo. 

Por Adria­na Meyer.

No es el pri­mer hecho repre­si­vo que pro­ta­go­ni­za la poli­cía de Tucu­mán pero sí uno de los que más con­mo­cio­nó a la pro­vin­cia y alcan­zó reper­cu­sión nacio­nal. El juez de ins­truc­ción penal Mario Veláz­quez dice haber teni­do casos de reso­nan­cia pero nin­guno como el de Luis Arman­do Espi­no­za . Este tra­ba­ja­dor rural de 31 años fue ata­ca­do jun­to a su her­mano por poli­cías de la comi­sa­ría de Mon­tea­gu­do, estu­vo una sema­na des­apa­re­ci­do y su cuer­po sin vida fue encon­tra­do el vier­nes pasa­do, lue­go de que el jefe de esa depen­den­cia pre­sio­na­ra a sus subor­di­na­dos para arro­jar­lo en un barran­co, en La Ban­de­ri­ta, lími­te entre Tucu­mán y Cata­mar­ca. La poli­cía depen­de del Poder Eje­cu­ti­vo, de modo que este dia­rio pre­gun­tó al magis­tra­do al res­pec­to. «La jefa­tu­ra puso en dis­po­ni­bi­li­dad a todo el per­so­nal poli­cial que está dete­ni­do. Con el dia­rio del lunes, como se dice, creo que pue­de haber san­cio­nes tam­bién des­de lo admi­nis­tra­ti­vo aún más seve­ras», fue su res­pues­ta. De hecho, el gober­na­dor Juan Man­zur decla­ró que «todos aque­llos que hayan sido par­tí­ci­pes de este ase­si­na­to tie­nen que ser juz­ga­dos, con­de­na­dos, y oja­lá que esto se haga rápi­do y pron­to, van a ser juz­ga­dos, pues­tos a dis­po­si­ción y oja­lá que la Jus­ti­cia actúe con todo el peso de la ley». 

Ape­nas comien­za el diá­lo­go, el magis­tra­do acla­ra que la cali­fi­ca­ción legal de la cau­sa sigue sien­do des­apa­ri­ción for­zo­za de per­so­na, agra­va­da por­que sus auto­res son poli­cías y por la muer­te de la víc­ti­ma. «Es la figu­ra más gra­ve del Códi­go Penal, des­pués de la des­apa­ri­ción for­zo­za de la dic­ta­du­ra mili­tar es el tipo penal más gra­ve«, dice el juez des­de Tucu­mán. En las últi­mas horas, a los diez dete­ni­dos –nue­ve poli­cías y un vigía comu­nal– se sumó otro civil con pri­sión pre­ven­ti­va que estu­vo en el lugar de los hechos. Si el com­plot urdi­do por los uni­for­ma­dos al man­do del sub­co­mi­sa­rio Rubén Mon­te­ne­gro hizo que arro­ja­ran el cuer­po del lado de Cata­mar­ca para entor­pe­cer el escla­re­ci­mien­to, la tec­no­lo­gía impi­dió que que­da­ra allí oculto. 

«En 15 minu­tos el juez de Cata­mar­ca Rodol­fo Cece­na­rro, juez de Garan­tías de Andal­ga­lá, reci­bió el exhor­to y auto­ri­zó el tra­ba­jo en el lugar don­de encon­tra­ron el cadá­ver, en el lími­te entre el depar­ta­men­to tucu­mano de Chi­cli­gas­ta y Las Estan­cias, pro­vin­cia de Cata­mar­ca, una zona que se cono­ce como Las Ban­de­ri­tas», expli­có Veláz­quez. De hecho, esto suce­dió cer­ca de las 18 del vier­nes, y como había empe­za­do a nevar había que sacar el cuer­po antes de que anocheciera.

Tucu­mán tie­ne el deno­mi­na­do sis­te­ma acu­sa­to­rio, la fis­cal Móni­ca de Tar­ga enca­be­zó la inves­ti­ga­ción y el juz­ga­do ope­ró como con­trol de garan­tía del pro­ce­so. Des­de que el caso tomó esta­do públi­co, la estruc­tu­ra del Minis­te­rio Públi­co Fis­cal estu­vo dedi­ca­da noche y día a la inves­ti­ga­ción en el enten­di­mien­to de que era urgen­te encon­trar el cuer­po de Espi­no­za. «Cuan­do una per­so­na des­apa­re­ci­da no apa­re­ce gene­ra una angus­tia tre­men­da», expre­só el magistrado.

–¿La des­apa­ri­ción for­za­da en demo­cra­cia es una rémo­ra de la dictadura?

Estas per­so­nas por­tan el uni­for­me pero no son poli­cías, son delin­cuen­tes. Ante la hipó­te­sis de un exce­so, hay un tras­fon­do por el cual no habría que gene­ra­li­zar. Sabe­mos que todas las estruc­tu­ras poli­cia­les tie­nen en su géne­sis el ver­ti­ca­lis­mo. Des­de el adve­ni­mien­to de la demo­cra­cia con Alfon­sín en su gobierno, y con la pro­fun­di­za­ción de los gobier­nos jus­ti­cia­lis­tas, la defen­sa de los dere­chos huma­nos en su sen­ti­do más amplio debe ser el eje de una socie­dad más jus­ta y equi­ta­ti­va. Toda­vía exis­ten resa­bios, aun­que no me atre­ve­ría a ser tan tajante.

–Le pre­gun­to espe­cí­fi­ca­men­te por lo que pasó por la cabe­za de quien deci­dió des­ha­cer­se del cuer­po para que fue­ra un des­apa­re­ci­do más en democracia.

–En defi­ni­ti­va es eso, esto fue abso­lu­ta­men­te pre­me­di­ta­do para que no se encuen­tre el cadá­ver. En ese caso, en el jui­cio oral y públi­co los jue­ces nece­si­tan cer­te­za por lo tan­to sin el cuer­po se hubie­ra hecho com­ple­jo lograr una con­de­na. Como ciu­da­dano estoy con­mo­vi­do, esto no pue­de pasar, tene­mos que recon­si­de­rar un mon­tón de cosas. La gen­te que por­ta un uni­for­me tie­ne la res­pon­sa­bi­li­dad de hacer pre­ven­ción, de cui­dar­nos fren­te a un fla­ge­lo en una socie­dad con cada vez más des­igual­da­des. La poli­cía debe estar cer­ca de las per­so­nas, esto es una atro­ci­dad que debe ser repu­dia­da y recha­za­da des­de todo ámbi­to y sobre todo des­de la admi­nis­tra­ción de jus­ti­cia, mere­ce el máxi­mo rigor que esta­ble­ce el códi­go penal. Lle­vo quin­ce años como juez de garan­tías, y ya he teni­do casos de poli­cías invo­lu­cra­dos en enfren­ta­mien­tos pero nun­ca tuve un caso como éste. Acá se pri­vó a una per­so­na de la liber­tad, se la hizo des­apa­re­cer y habién­do­la mata­do, se la tiró. Tie­ne todos los con­di­men­tos de la épo­ca más atroz de nues­tra his­to­ria en manos del terro­ris­mo de Esta­do. Es el fiel refle­jo de car­gar a alguien en un heli­cóp­te­ro y tirar­lo en otro lado para des­apa­re­cer­lo. Des­pués de tan­tos años de demo­cra­cia apa­re­cen estas som­bras, para hacer­nos reac­cio­nar a todos los pode­res del Esta­do. No mere­ce­mos vivir en una socie­dad con este tipo de epi­so­dios, todos los que tene­mos res­pon­sa­bi­li­dad debe­mos ser impla­ca­bles al apli­car el rigor que esta­ble­ció la socie­dad en el ejer­ci­cio del poder puni­ti­vo del Esta­do. Matar a una per­so­na en estas con­di­cio­nes no tie­ne expli­ca­ción, es una locura. 

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