Méxi­co. En ple­na emer­gen­cia sani­ta­ria, más de 350 víc­ti­mas de femi­ni­ci­dio en México

Jor­da­na Gon­zá­lez /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 19 de mayo de 2020

El femi­ni­ci­dio –y no el nue­vo coro­na­vi­rus– fue la cau­sa por la cual 367 muje­res y niñas murie­ron entre el 28 de febre­ro y el 13 de abril. Cada día, más de 10 fémi­nas son ase­si­na­das por razo­nes de odio en Méxi­co. En lo que va del con­fi­na­mien­to por la pan­de­mia, las soli­ci­tu­des de ingre­so a los 69 espa­cios de la Red Nacio­nal de Refu­gios se incre­men­ta­ron 50% por la vio­len­cia intrafamiliar

Segun­da par­te y últi­ma. En tiem­pos de pan­de­mia, la vio­len­cia hacia las muje­res y niñas se ha recru­de­ci­do: entre el 28 de febre­ro y el 13 de abril, 367 fue­ron víc­ti­mas de femi­ni­ci­dio, indi­can datos de la Secre­ta­ría de Segu­ri­dad y Pro­tec­ción Ciu­da­da­na. En con­tras­te, el nue­vo coro­na­vi­rus SARS-CoV‑2 cobró la vida de 100 muje­res en el mis­mo perio­do, “lo que evi­den­cia que el machis­mo es más des­truc­ti­vo que la Covid-19”, lamen­ta la doc­to­ra Aimeé Vega Mon­tiel, comu­ni­có­lo­ga e inves­ti­ga­do­ra feminista.

En el perio­do de con­fi­na­mien­to por la pan­de­mia, en los 69 espa­cios de pre­ven­ción, aten­ción y pro­tec­ción inte­gran­tes de la Red Nacio­nal de Refu­gios (RNR) se incre­men­ta­ron 50 por cien­to las soli­ci­tu­des de ingresos.

La orga­ni­za­ción infor­mó que al 18 de mayo se incre­men­tó 77 por cien­to el núme­ro de muje­res, niñas y niños aten­di­dos en com­pa­ra­ción al mis­mo perio­do en 2019. Tam­bién deta­lló que todas las muje­res sufrie­ron vio­len­cia psi­co­ló­gi­ca; ade­más, el 49.47 por cien­to, pade­ció vio­len­cia físi­ca; 43.37 por cien­to, eco­nó­mi­ca; 17.62 por cien­to, sexual; y 4 por cien­to sufrió inten­tos de femi­ni­ci­dio. La RNR indi­có que el cien­to por cien­to es víc­ti­ma de vio­len­cia en el ámbi­to familiar.

La psi­có­lo­ga Wendy Figue­roa Mora­les –direc­to­ra gene­ral de la RNR– con­si­de­ra “preo­cu­pan­te” la sus­pen­sión de acti­vi­da­des por la pan­de­mia de ins­tan­cias guber­na­men­ta­les esen­cia­les para pre­ve­nir y com­ba­tir la vio­len­cia con­tra muje­res y menores.

Y es que en este con­tex­to de la Jor­na­da Nacio­nal de Sana Dis­tan­cia es cuan­do más vio­len­cia de este tipo se ha regis­tra­do. Tan sólo en mar­zo pasa­do se repor­ta­ron 64 mil 858 lla­ma­das por vio­len­cia intra­fa­mi­liar al núme­ro de emer­gen­cia 911; por abu­so sexual se regis­tra­ron 545; por vio­la­ción 395 y por vio­len­cia de pare­ja 22 mil 628, reve­lan datos del Secre­ta­ria­do Eje­cu­ti­vo del Sis­te­ma Nacio­nal de Segu­ri­dad Pública.

Ade­más, el Obser­va­to­rio Ciu­da­dano Nacio­nal del Femi­ni­ci­dio seña­la que en pro­me­dio 10.54 muje­res son ase­si­na­das al día en Méxi­co, con base en datos del Secre­ta­ria­do Eje­cu­ti­vo del Sis­te­ma Nacio­nal de Segu­ri­dad Públi­ca que indi­can que de enero a mar­zo fue­ron ase­si­na­das 960 muje­res. De ese total, sólo 240 se han inves­ti­ga­do como feminicidios.

Esta situa­ción de vul­ne­ra­bi­li­dad en la que se encuen­tran millo­nes de muje­res y niñas se agra­va por la sus­pen­sión de los pode­res judi­cia­les encar­ga­dos de pro­te­ger­las, obser­va la doc­to­ra Vega Mon­tiel. De acuer­do con la orga­ni­za­ción Equis Jus­ti­cia para las Muje­res, el 84 por cien­to de los pode­res judi­cia­les sus­pen­die­ron acti­vi­da­des por la con­tin­gen­cia sin haber con­tem­pla­do el fun­cio­na­mien­to de recur­sos lega­les para pre­ve­nir y aten­der la vio­len­cia con­tra las mujeres.

Aún con la vio­len­cia de géne­ro dis­pa­ra­da e ins­tan­cias de los pode­res judi­cia­les encar­ga­das de aten­der los casos de vio­len­cia de géne­ro cerra­das, la RNR ope­ró sin recur­sos has­ta el 28 de abril pasado.

Lue­go de que la Red exi­gie­ra duran­te el pri­mer mes de con­fi­na­mien­to la libe­ra­ción de los recur­sos a la Secre­ta­ría de Hacien­da, los refu­gios del país “cuen­tan con la pri­me­ra minis­tra­ción del Pre­su­pues­to de Egre­sos de la Fede­ra­ción de 2020, des­ti­na­do para con­ti­nuar brin­dan­do aten­ción inte­gral y pro­tec­ción a muje­res en situa­ción de vio­len­cia y, en su caso, hijas e hijos”, indi­có la RNR en un comunicado.

Para la psi­có­lo­ga Wendy Figue­roa Mora­les –direc­to­ra gene­ral de la RNR – , resul­ta lla­ma­ti­vo el hecho de que la Secre­ta­ría de Hacien­da haya incre­men­ta­do el pre­su­pues­to para el plan de con­tin­gen­cia por el coro­na­vi­rus y que haya dete­ni­do la libe­ra­ción de recur­sos eti­que­ta­dos previamente.

En un mes de la pues­ta en mar­cha de la cam­pa­ña “Ais­la­mien­to Sin Vio­len­cia, ¡No estás sola!” de la RNR, la aso­cia­ción civil infor­mó que del 17 de mar­zo al 20 de abril brin­dó orien­ta­ción y aten­ción vía remo­ta a tra­vés de líneas tele­fó­ni­cas y redes socia­les a 2 mil 633 per­so­nas, de las cua­les el 76.26 por cien­to fue mujer. Duran­te ese perio­do, la Red reali­zó sie­te tras­la­dos al inte­rior de la Repú­bli­ca y cua­tro res­ca­tes de muje­res y sus hijas e hijos.

La aso­cia­ción civil de los refu­gios, jun­to con escue­las, colec­ti­vas femi­nis­tas y gru­pos de muje­res han crea­do espa­cios vir­tua­les don­de se teje la soro­ri­dad, como el caso de la unión de Luna, escue­la de pen­sa­mien­to femi­nis­ta; y la colec­ti­va El Aque­la­rre de Salem, quie­nes abrie­ron la línea de “Apo­yo emo­cio­nal tele­fó­ni­co para muje­res en cri­sis” vía WhatsApp (5565767815.), de la que for­ma par­te la psi­có­lo­ga Eli­sa Her­nán­dez Blengio.

Eli­sa Her­nán­dez expli­ca que en esta red hay quie­nes pre­fie­ren comu­ni­car­se por men­sa­je de tex­to en vez de lla­ma­da, “para que el espo­so no se dé cuen­ta de que habla sobre las vio­len­cias vivi­das en su casa. Tal for­ma de con­ten­ción sir­ve para bajar los nive­les de angustia”.

Estas aten­cio­nes emo­cio­na­les vía remo­ta, sin embar­go, no fue­ron crea­das para seguir un tra­ta­mien­to. En opi­nión del psi­co­ana­lis­ta Mau­ri­cio Gon­zá­lez, éstas sir­ven “para encau­sar un males­tar que en algún momen­to no esté tenien­do buen cur­so o que se esté salien­do de cause”.

Para la direc­to­ra gene­ral de la Red, al gobierno fede­ral no se le pide poner al mis­mo nivel de impor­tan­cia la pan­de­mia con el com­ba­te de la vio­len­cia hacia las muje­res, sino lo que se exi­ge es que no invi­si­bi­li­ce “que la vio­len­cia con­tra las muje­res mata”.

Estra­te­gias de segu­ri­dad en el hogar

Des­de la Red Nacio­nal de Refu­gios las reco­men­da­cio­nes hacia las muje­res en ais­la­mien­to con su agre­sor es crear redes de apo­yo sóli­das, a tra­vés de gru­pos de WhatsApp, Tele­gram, Ins­ta­gram; es decir, gru­pos a don­de pue­dan man­dar un icono cla­ve para cuan­do estén en una situa­ción de ries­go, así quie­nes par­ti­ci­pan en del gru­po lla­man a la poli­cía o, si lo con­si­de­ran per­ti­nen­te, acu­dan al domi­ci­lio para dete­ner la situa­ción de violencia.

En caso de que se pida ayu­da del exte­rior con el uso de las nue­vas tec­no­lo­gías podría lla­mar­se a la poli­cía para que acu­da al auxi­lio. Sin embar­go, la for­ma de actua­ción más efec­ti­va sólo la saben las muje­res que com­par­ten espa­cios con el agre­sor. Ellas saben si se tra­ta de un tipo de agre­sor que ante la pre­sen­cia de ter­ce­ros se tran­qui­li­za y se vuel­ve total­men­te pasi­vo o si es uno que no tie­ne nin­gu­na reser­va ante la pre­sen­cia de otras personas.

La psi­có­lo­ga Figue­roa Mora­les aña­de que si la situa­ción de vio­len­cia se sale de con­trol y se des­en­ca­de­na un even­to vio­len­to mien­tras están en casa, es reco­men­da­ble no estar en luga­res que pudie­ran faci­li­tar el daño hacia ella o sus hijos. Por ejem­plo, la coci­na o cer­ca de las ven­ta­nas, que son luga­res que pudie­ran dar pie a otras agresiones.

Asi­mis­mo, dice que en la pri­me­ra opor­tu­ni­dad que ten­gan deben salir del hogar. Para ello es fun­da­men­tal que lo hagan con docu­men­tos ofi­cia­les, medi­ci­na, una car­ga extra de bate­ría para el celu­lar y, si se pue­de, con un poco de efec­ti­vo para poder salir y pedir auxilio.

“Aho­ra con las nue­vas tec­no­lo­gías, si ellas no pudie­ran sacar sus docu­men­tos, es momen­to de digi­ta­li­zar­los, de tener foto­gra­fías en el celu­lar, man­dar­los a un correo elec­tró­ni­co segu­ro para que si, por cual­quier situa­ción, no pudie­ran pre­pa­rar­los pre­via­men­te, los lle­ven [digi­tal­men­te] en los móvi­les quie­nes ten­gan la posi­bi­li­dad de hacerlo”.

La actua­ción tie­ne que ser colec­ti­va, reite­ra la exper­ta en aten­ción a víc­ti­mas de vio­len­cia, por­que habrá muje­res que se enfren­ten a que el agre­sor esté en la casa y no pue­dan hacer lla­ma­das tele­fó­ni­cas. En esos casos, la direc­to­ra de la Red ins­ta a los veci­nos a actuar si se escu­chan gri­tos, insul­tos, gol­pes, que lla­men a la patru­lla. Ade­más recal­ca la impor­tan­cia de las denun­cias anó­ni­mas en tales situaciones.

Al res­pec­to, la psi­có­lo­ga San­dra Triay Gar­cía expli­ca que para sumar­se a la cero tole­ran­cia de vio­len­cia con­tra las muje­res en los hoga­res hay estra­te­gias como o “ir a tocar la puer­ta” con pre­tex­tos –así como de: “me rega­las azú­car” – , “para rom­per la situa­ción de violencia”.

En cuan­to a las reco­men­da­cio­nes hacia la niñez están: iden­ti­fi­car los luga­res de mayor segu­ri­dad den­tro de la casa, cui­dan­do que no haya obje­tos pun­zo­cor­tan­tes. Será nece­sa­rio que bus­quen, de la mano de la per­so­na vio­len­ta­da, sitios don­de poder escon­der­se y estar en silen­cio has­ta que lle­gue la ayuda.

De acuer­do con una info­gra­fía hecha por la Red, es impor­tan­te char­lar con los hijos sobre las per­so­nas con­fia­bles a quie­nes poder lla­mar si hay esce­na­rios vio­len­tos; si la edad lo per­mi­te, ense­ñar­le a comu­ni­car­se con la línea del 911, a enviar men­sa­je de auxi­lio por telé­fono celu­lar o bus­car ayu­da con veci­nos. Inclu­so con­fi­gu­rar pla­nes de segu­ri­dad en con­jun­to uti­li­zan­do jue­gos como “qué haría si…”

Mejo­rar la con­vi­ven­cia en el hogar para redu­cir violencia

Orga­ni­za­cio­nes como Saved the Chil­dren, el Fon­do de las Nacio­nes Uni­das para la Infan­cia y la Comi­sión Nacio­nal de los Dere­chos Huma­nos han publi­ca­do tex­tos sobre cómo mejo­rar la con­vi­ven­cia en las casas duran­te el con­fi­na­mien­to, como crear ruti­nas, hacer acti­vi­da­des en colec­ti­vo (padres e hijos). Sin embar­go, aun­que son bue­nas herra­mien­tas los mate­ria­les están diri­gi­dos hacia un sec­tor pobla­cio­nal: la cla­ses pri­vi­le­gia­das. “Son bue­nas herra­mien­tas, el tema –y don­de nos segui­mos que­dan­do cor­ti­tos– es cómo lle­ga a la pobla­ción que lo nece­si­ta, cómo se res­guar­da”, obser­va la psi­có­lo­ga Edith Esca­re­ño Granados.

Agre­ga que muchos mate­ria­les van diri­gi­dos a hoga­res que tie­nen luz, inter­net o que hay un uso de la tec­no­lo­gía a favor de bus­car infor­ma­ción y saber cómo afron­tar lo que va pasan­do. “Pero si pen­sa­mos en una pobla­ción que no cuen­ta con esos recur­sos el tema sigue sien­do cómo se trans­mi­te y cómo lle­ga esa infor­ma­ción a los niños, niñas y a las muje­res que los nece­si­tan para pedir ayu­da, para poder hacer algo con los agresores”.

La psi­có­lo­ga refle­xio­na que si el mate­rial va diri­gi­do hacia los agre­so­res, el pano­ra­ma se tor­na más com­ple­jo: “Cómo les hace­mos lle­gar, de quien depen­de tomen esas estra­te­gias para domi­nar, mane­jar su ira, expre­sar­la de otra mane­ra que no sea la violencia”.

Por ello, las exper­tas cri­ti­can la fal­ta de visión res­pec­to de las vio­len­cias en las ins­ti­tu­cio­nes de gobierno. Por ejem­plo, el dis­cur­so fami­lis­ta emplea­do no sólo por el pre­si­den­te Andrés Manuel López Obra­dor sino tam­bién por la titu­lar del Ins­ti­tu­to de las Muje­res, Nadi­ne Gas­man, quien ha lla­ma­do a que “se expre­sen emo­cio­nes posi­ti­vas den­tro del hogar” y por la secre­ta­ria Olga Sán­chez Cor­de­ro de “reen­con­trar­se con la familia”.

Wendy Figue­roa cri­ti­ca ese dis­cur­so de “dis­fru­tar a la fami­lia” en estos tiem­pos, por­que las pala­bras boni­tas no sir­ven para redu­cir los nive­les de vio­len­cia. “Es un men­sa­je muy román­ti­co, muy lin­do de diga­mos pala­bras boni­tas [… pero] esa no es la reali­dad de todas, todos los mexicanos”.

Para ella, el men­sa­je que debe exis­tir es uno de pre­ven­ción, de cero tole­ran­cia a cual­quier tipo de vio­len­cia con­tra las muje­res, de esta­ble­cer rela­cio­nes igua­li­ta­rias, una dis­tri­bu­ción equi­ta­ti­va de las labo­res en el hogar.

Para la psi­có­lo­ga Esca­re­ño Gra­na­dos, coau­to­ra del docu­men­to “Yo sólo que­ría que ama­ne­cie­ra. Impac­tos psi­co­so­cia­les del caso Ayotzi­na­pa”, es fun­da­men­tal denun­ciar y sacar de lo pri­va­do estas vio­len­cias, des­de la super­vi­sión y exi­gen­cia duran­te la con­tin­gen­cia para que las ins­ti­tu­cio­nes hagan su trabajo.

Por más bue­nos deseos de no impu­ni­dad y no vio­len­cia que se ten­gan lo más impor­tan­te es pasar a la acción, pues, con­si­de­ra que si sólo hay bue­nos deseos la vio­len­cia “sigue pasan­do y con­ti­nua­rá si se ocul­ta y si se sigue negan­do des­de las gran­des esfe­ras de poder. En estos momen­tos [negar­lo] no ayu­da a resol­ver nada”.

Lla­ma­das de auxi­lio de muje­res en ries­go, en aumento

Al 18 de mayo, la Red Nacio­nal de Refu­gios infor­mó las esta­dís­ti­cas de lla­ma­das y men­sa­jes de soli­ci­tud de apo­yo a cau­sa de vio­len­cias fami­liar reci­bi­dos en los refugios:

  • Incre­men­to del 80 por cien­to; no obs­tan­te, en las últi­mas sema­nas de mayo hubo una dis­mi­nu­ción exis­tien­do un nue­vo fenó­meno: el 19 por cien­to de las lla­ma­das y men­sa­jes de auxi­lio fue­ron rea­li­za­dos por algu­na red de apo­yo de la mujer víc­ti­ma al no poder­se comu­ni­car por la pre­sen­cia del agresor.
  • El 44 por cien­to fue de la Ciu­dad de Méxi­co y el Esta­do de Méxi­co, segui­dos del 25 por cien­to de Chia­pas, Coahui­la, Hidal­go, Michoa­cán, Nue­vo León, More­los y Veracruz.
  • El 20.21 por cien­to de las muje­res ya había soli­ci­ta­do ante­rior­men­te apo­yo a otra ins­tan­cia, pero no reci­bió la ayu­da esperada.
  • El 48 por cien­to de las hijas e hijos de las muje­res que soli­ci­ta­ron apo­yo tam­bién fue­ron víc­ti­mas de agre­sio­nes den­tro de sus casas duran­te el perio­do de confinamiento.

FUENTE: Con­tra Linea

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