Bra­sil. El aca­pa­ra­mien­to de tie­rras finan­cia­do por la Uni­ver­si­dad de Har­vard afec­ta la vida de las comu­ni­da­des locales.

Por Lu Sudré*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 12 de mayo de 2020

Las gran­des ope­ra­cio­nes agrí­co­las lle­va­das a cabo por la Uni­ver­si­dad de Har­vard duran­te más de una déca­da tie­nen un impac­to direc­to en las comu­ni­da­des rura­les de Bra­sil, prin­ci­pal­men­te en las regio­nes de Bahía y Piauí. Esto es lo que denun­cia un nue­vo infor­me publi­ca­do por la Red Social por la Jus­ti­cia y los Dere­chos Huma­nos , en aso­cia­ción con Grain y otras orga­ni­za­cio­nes inter­na­cio­na­les este mar­tes (12). 

El docu­men­to expli­ca cómo la Uni­ver­si­dad uti­li­zó a las empre­sas de agro­ne­go­cios para apro­piar­se de más de 400 mil hec­tá­reas en el Cerra­do bra­si­le­ño, desem­pe­ñan­do un papel fun­da­men­tal en la carre­ra mun­dial por la tie­rra agrí­co­la que ocu­rrió entre las com­pa­ñías finan­cie­ras des­pués de la gra­ve cri­sis eco­nó­mi­ca de 2008. 

Solo en los pri­me­ros ocho años des­pués de la cri­sis, Har­vard invir­tió más de $ 1 mil millo­nes en la adqui­si­ción de tie­rras agrí­co­las y obtu­vo el con­trol de más de 1 millón de hec­tá­reas en todo el mun­do. El terreno está ubi­ca­do en los Esta­dos Uni­dos, Euro­pa del Este, Sudá­fri­ca, Nue­va Zelan­da, Aus­tra­lia y, prin­ci­pal­men­te, en Bra­sil, don­de Har­vard adqui­rió 40 granjas.

Según el infor­me, para elu­dir la legis­la­ción bra­si­le­ña que res­trin­ge la pro­pie­dad extran­je­ra de la tie­rra, la explo­ra­ción se reali­zó a tra­vés del finan­cia­mien­to direc­to de tres empre­sas de agro­ne­go­cios: Inso­lo Agro­in­dus­trial S /​A, Gor­dian Bio­energy (GBE) y su filial Terra­cal , y el Cara­col Agrícola . 

Futu­ro sombrío

La apro­ba­ción inmi­nen­te de MP 910 se ajus­ta­rá como un guan­te para estas y otras com­pa­ñías intere­sa­das en apro­piar­se de tie­rras en Bra­sil . El pro­yec­to apo­ya­do por el ban­co rural tie­ne como obje­ti­vo lega­li­zar, para 2022, alre­de­dor de 600 mil pro­pie­da­des rura­les y per­mi­tir que el nue­vo pro­pie­ta­rio ven­da la tie­rra des­pués de tres años.

La medi­da hará que más de 65 millo­nes de hec­tá­reas sean pri­va­das , un área más gran­de que el esta­do de Bahía, lega­li­zan­do la tie­rra ocu­pa­da has­ta diciem­bre de 2018 en la Ama­zo­nía Legal y has­ta mayo de 2014 para el res­to de Bra­sil, inclui­do el Cerrado.

Según Laris­sa Pac­ker, de Gran Ame­ri­ca Lati­na, el MP pro­mue­ve la eje­cu­ción de estra­te­gias para elu­dir el lími­te de adqui­si­ción de tie­rras por par­te de extran­je­ros, alen­tan­do los meca­nis­mos uti­li­za­dos por fon­dos inter­na­cio­na­les, como Har­vard, para con­tro­lar las tie­rras bra­si­le­ñas a tra­vés de empre­sas nacio­na­les de naranja. . 

“El MP ter­mi­na ins­ti­tu­cio­na­li­zan­do crí­me­nes de inva­sión y defo­res­ta­ción ile­gal en Bra­sil. Pro­ce­sos que ha lle­va­do a cabo un nego­cio inter­na­cio­nal de com­pra y ven­ta de tie­rras. El Esta­do sub­ven­cio­na­rá este nego­cio, hacien­do que el pri­mer ciclo de aca­pa­ra­mien­to de tie­rras sea más bara­to con dine­ro públi­co, y lue­go auto­ri­ce la reven­ta de estas tie­rras en solo tres años. Por lo tan­to, un área públi­ca se regu­la­ri­za a favor de una per­so­na jurí­di­ca que pue­de tener capi­tal extran­je­ro detrás, y lue­go esa área pue­de reven­der­se a cual­quier per­so­na, ya sea físi­ca o legal «, expli­ca el investigador. 

Impac­tos sociales

Entre las comu­ni­da­des tra­di­cio­na­les más afec­ta­das por las acti­vi­da­des de las empre­sas finan­cia­das por Har­vard en el Cerra­do bra­si­le­ño, la saba­na con la mayor bio­di­ver­si­dad del mun­do es la comu­ni­dad rural de Arthur Pas­sos, en Piauí. 

Des­cen­dien­tes de pobla­cio­nes afri­ca­nas y reco­no­ci­dos ofi­cial­men­te como qui­lom­bo­la, lo que garan­ti­za­ría su dere­cho a la tie­rra, los resi­den­tes de la comu­ni­dad vie­ron que el pro­ce­so de titu­la­ción ofi­cial de la tie­rra se inte­rrum­pió drás­ti­ca­men­te en 2013, cuan­do Terra­cal recla­mó toda el área alre­de­dor de los hoga­res de la pobla­ción. ubicación 

Gor­dian Bio­ener­gía ins­ta­ló unos 17 km en el área y con­tra­tó guar­dias de segu­ri­dad pri­va­dos para evi­tar la entra­da de qui­lom­bo­las, des­tru­yen­do las posi­bi­li­da­des de man­te­ner el esti­lo de vida tra­di­cio­nal de esta población.

La infor­ma­ción tam­bién indi­ca que las ope­ra­cio­nes están conec­ta­das con nive­les alar­man­tes de defo­res­ta­ción e incen­dios fores­ta­les , gene­ran­do serios efec­tos para la cri­sis cli­má­ti­ca glo­bal. En 2015, por ejem­plo, Terra­cal des­tru­yó gran­des áreas de bos­ques para comen­zar un pro­yec­to masi­vo de mono­cul­ti­vo de rie­go en 45 mil hec­tá­reas. El recur­so pla­ni­fi­ca­do de $ 350 millo­nes, sin embar­go, fue reti­ra­do por Har­vard, que ins­tru­yó a los geren­tes bra­si­le­ños a ven­der la pro­pie­dad lo antes posible. 

Sin embar­go, la tie­rra ha esta­do inac­ti­va duran­te cin­co años y las vio­la­cio­nes de los dere­chos huma­nos de las qui­lom­bo­las tam­bién con­ti­núan. Como des­cu­brió la Red Social por la Jus­ti­cia y los Dere­chos Huma­nos en la segun­da mitad del año pasa­do, toda­vía se obser­va la pre­sen­cia de guar­dias de segu­ri­dad pri­va­dos en el sitio para evi­tar que los resi­den­tes regre­sen a sus tierras. 

Alta­mi­ran Ribei­ro, des­de la coor­di­na­ción de la Comi­sión de Tie­rras Pas­to­ra­les (CPT) de Piauí, refuer­za la gra­ve­dad de los impac­tos socia­les resul­tan­tes de la expul­sión de las comu­ni­da­des y el desem­pe­ño depre­da­dor de los fren­tes de agro­ne­go­cios. Siguió de cer­ca las con­se­cuen­cias que la acción de Inso­lo Agro­in­dus­trial tra­jo a las comu­ni­da­des en el sur del estado.

“Usa­ron las mese­tas para criar ani­ma­les y cose­char fru­ta. Hoy ese espa­cio ya no exis­te. [La ofen­si­va] Va direc­ta­men­te con­tra la segu­ri­dad ali­men­ta­ria de estas per­so­nas. Las com­pa­ñías des­tru­yen el 100% de las gran­jas, eli­mi­nan todo el bos­que y muchas pla­gas en la cima de las mon­ta­ñas des­cien­den y devo­ran los cul­ti­vos de las fami­lias. La gen­te no pue­de cose­char ali­men­tos de los cam­pos, plan­ta­dos todos los años ”, lamen­ta Altamiran.

Tam­bién dice que, en perío­dos de llu­via, los pes­ti­ci­das uti­li­za­dos por las empre­sas en los cul­ti­vos son trans­por­ta­dos por el vien­to, con­ta­mi­nan­do las plan­ta­cio­nes de los peque­ños pro­duc­to­res, así como los manan­tia­les de agua uti­li­za­dos por las fami­lias. Con la salud ame­na­za­da, los resi­den­tes se ven obli­ga­dos a aban­do­nar los terri­to­rios, que pron­to se apro­pian de los aca­pa­ra­do­res de tierras.

El esque­ma de Harvard

Según el infor­me, entre junio de 2008 y junio de 2016, Har­vard inyec­tó más de $ 138.7 millo­nes solo en Inso­lo. La Uni­ver­si­dad posee el 95.8% de la com­pa­ñía, que adqui­rió al menos seis gran­jas con un total de 115 mil hec­tá­reas en Piauí. 

Ya la gor­diano Bio­ener­gía /​Terra­cal , pro­pie­ta­rio de la tie­rra agrí­co­la en y alre­de­dor de la ciu­dad de Gua­da­lu­pe, tam­bién en Piauí, reci­bió 246 millo­nes de dóla­res trans­fe­ri­dos de Har­vard entre 2008 y 2015. La inver­sión fue para las ope­ra­cio­nes de cons­truc­ción de la caña de azú­car y pro­duc­ción de toma­te a gran escala.

En total, había más de 30 gran­jas para Har­vard en cin­co esta­dos del nores­te de Bra­sil, con un total de 168 mil hec­tá­reas que per­ma­ne­cen inac­ti­vas hoy.

Antes de la agri­cul­tu­ra, la ins­ti­tu­ción tam­bién invir­tió en el sec­tor de la made­ra. Se entre­ga­ron más de 10 millo­nes de dóla­res a Cara­col Agro­pe­cuá­ria, crea­da en socie­dad con empre­sa­rios bra­si­le­ños de Gran­flor Agroflorestal. 

La Uni­ver­si­dad posee el 100% de la com­pa­ñía a tra­vés de un gru­po de sub­si­dia­rias regis­tra­das en el esta­do esta­dou­ni­den­se de Dela­wa­re. El acuer­do tam­bién reci­bió más de $ 60 millo­nes del admi­nis­tra­dor de fon­dos de la Uni­ver­si­dad Blue Mar­ble Hol­dings entre junio de 2008 y junio de 2016 para la adqui­si­ción de tie­rras, prin­ci­pal­men­te en el esta­do de Bahía.

Sin embar­go, como advier­ten las orga­ni­za­cio­nes, la apues­ta de Har­vard se ha con­ver­ti­do en un desas­tre finan­cie­ro para su dota­ción. La uni­ver­si­dad tuvo que redu­cir el valor de su car­te­ra de recur­sos natu­ra­les en $ 1,1 mil millo­nes en 2017 y ha esta­do tra­tan­do de encon­trar com­pra­do­res para sus pro­pie­da­des rura­les des­de enton­ces, una gran señal de adver­ten­cia para los especuladores. 

Indem­ni­za­ción

Crí­ti­ca­men­te, el infor­me res­pal­da que «la dota­ción de Har­vard se des­cri­be a sí mis­ma como un» inver­sor a lar­go pla­zo «y afir­ma estar com­pro­me­ti­da con» ser un buen admi­nis­tra­dor de la tie­rra que posee y admi­nis­tra «», pero no cum­ple con sus pro­pias directrices . 

“La ins­ti­tu­ción pue­de corre­gir la situa­ción, pero para eso nece­si­ta dejar de ven­der sus tie­rras en Bra­sil, devol­ver­las a las comu­ni­da­des afec­ta­das y pagar daños a esas comu­ni­da­des. Estas son deman­das de los estu­dian­tes de Har­vard y de las comu­ni­da­des bra­si­le­ñas afec­ta­das ”, defien­den las organizaciones.

Entre ellos, el Fos­sil Fuel Divest Har­vard, for­ma­do por estu­dian­tes, ex alum­nos y pro­fe­so­res de la ins­ti­tu­ción. En una entre­vis­ta con Bra­sil de Fato , el joven Caleb Sch­wartz, miem­bro del gru­po, con­de­na el desem­pe­ño de la Universidad. 

«Cuan­do se sien­tan en una ofi­ci­na de Bos­ton y deci­den tomar tie­rra de Bra­sil, no lo hacen por intere­ses de las per­so­nas que viven allí o están preo­cu­pa­dos por la salud de la tie­rra. Lo están hacien­do para obte­ner ganan­cias y hacer Har­vard toda­vía». El infor­me Grain mues­tra lo poco que les impor­tan las per­so­nas afec­ta­das por sus inver­sio­nes «, dice el representante. 

» Har­vard no nece­si­ta ese dine­ro , y al igual que sus estu­dian­tes, no que­re­mos que nues­tra edu­ca­ción sea finan­cia­da por la explo­ra­ción glo­bal», dice Caleb, argu­men­tan­do que los fon­dos de pen­sio­nes de la Uni­ver­si­dad res­pon­sa­bles de las inver­sio­nes deben ren­dir cuen­tas. «De lo con­tra­rio, segui­rán jugan­do con la vida de las per­so­nas y la salud de nues­tro planeta».

Edi­ción: Rodri­go Chagas

*Bra­sil de Fato

Itu­rria /​Fuen­te

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