Cuba. Cró­ni­cas des­de Turín: ¡Feli­ci­da­des en el Día de los Trabajadores!/Nuestro ami­go peque­ño (fotos)

Por Enri­que Ubie­ta Gómez, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 1 de mayo de 2020

Hoy el día ha sido espe­cial, aun­que la ruti­na de la zona roja per­ma­nez­ca inal­te­ra­ble. El doc­tor Julio cami­na­ba en direc­ción al hos­pi­tal en las pri­me­ras horas de la maña­na, cuan­do un carro de la poli­cía se detu­vo fren­te a él.

El cho­fer, un hom­bre joven de uni­for­me, abrió la puer­ta y se bajó. Enton­ces, para sor­pre­sa de Julio, empu­ñó el bra­zo y le dijo en voz alta: “¡Has­ta la vic­to­ria siem­pre!”. Inme­dia­ta­men­te, retor­nó al vehícu­lo y se marchó.

En el hos­pi­tal las enfer­me­ras ita­lia­nas que entra­ban a la zona roja le pidie­ron a un cole­ga que escri­bie­ra en la par­te pos­te­rior del tra­je, jun­to a sus nom­bres y espe­cia­li­da­des, como sue­le hacer­se, un men­sa­je: feliz pri­me­ro de mayo.

En la tar­de, fue inau­gu­ra­do el Árbol de la Vida. La cos­tum­bre la traen los cuba­nos que enfren­ta­ron el ébo­la en Áfri­ca; a par­tir de hoy, por cada vida sal­va­da se colo­ca­rá una cin­ta blanca.

Las auto­ri­da­des de la Región de Pia­mon­te y de Turín, la capi­tal, acu­die­ron al acto. Tam­bién el Cón­sul Gene­ral de Cuba en Milán. Dos pacien­tes han sido dados de alta. El doc­tor Julio colo­có la pri­me­ra cin­ta, y el doc­tor ita­liano Ser­gio Livig­ni, Direc­tor del Hos­pi­tal, la segunda.

En la era post­co­vid, será tras­la­da­do a Cuba. El Árbol adquie­re una sig­ni­fi­ca­ción adi­cio­nal, a la que todos alu­den: es el Día Inter­na­cio­nal de los Tra­ba­ja­do­res, que en Cuba ha sido dedi­ca­do a los que sal­van vidas.

El edi­fi­cio don­de radi­ca el hos­pi­tal de cam­pa­ña, fue cons­trui­do en 1895 –cuan­do en Cuba se reini­cia­ba la gue­rra por la inde­pen­den­cia, y José Mar­tí caía en com­ba­te – , y es con­si­de­ra­do la “Cate­dral” de la his­to­ria indus­trial de Turín. ¿Cuán­tos obre­ros alber­gó en duras jor­na­das pro­duc­ti­vas? Hoy aco­ge a los que luchan por la vida, a los de aquí y a los de allá. La pan­de­mia exi­ge de medi­ca­men­tos y de cui­da­dos espe­cia­les. Tam­bién de la soli­da­ri­dad que siem­pre han recla­ma­do los trabajadores.

Nues­tro ami­go pequeño

Hoy los bri­ga­dis­tas le hicie­ron un rega­lo a Ales­san­dro. Foto: Facebook/​Enrique Ubie­ta.

Una tar­de, al salir del hos­tal, los bri­ga­dis­tas cuba­nos de Cre­ma, en Lom­bar­día, vie­ron a un niño de 4 años, solo, en la ace­ra de enfren­te, con una ban­de­ri­ta cuba­na en las manos. Al día siguien­te, a la mis­ma hora, el niño vol­vió. Y al otro, siem­pre con su ban­de­ri­ta. Inda­ga­ron. Los padres, en reali­dad, lo vigi­la­ban de cer­ca, vivían a pocos metros. Su nom­bre es Alessandro.

El niño, pudie­ra decir­se, se con­vir­tió en el líder de una gene­ra­ción de niños que empe­zó a reu­nir­se a la mis­ma hora todos los días fren­te al hos­tal. Traían a sus padres, no sus padres a ellos. Y les hacían por­tar ban­de­ras de Cuba y de Ita­lia. Se con­vir­tió en una tra­di­ción. La Alcal­de­sa, Ste­fa­nia Bonal­di, una mujer sen­ci­lla como su gen­te, me lo expli­ca así:

“Los pobla­do­res de Cre­ma, sor­pren­di­dos, agra­de­cen que unos médi­cos hayan cru­za­do el Océano para venir a Ita­lia a ayu­dar a su pue­blo. Eso les ha infun­di­do mucha espe­ran­za”.

Hoy los bri­ga­dis­tas le hicie­ron un rega­lo. Cru­za­ron la calle, y le entre­ga­ron una bata de médi­co de su tama­ño, un naso­bu­co (nun­ca lo lle­va­ba pues­to, ni él, ni los otros niños) y un este­tos­co­pio. No sé qué se ges­ta, pero algu­na sor­pre­sa debe depa­rar­nos el futuro. 

Por Enri­que Ubie­ta Gómez, facebook

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