Perú. El impues­to a la rique­za es via­ble y de justicia

Por José De Echa­ve, César Flo­res y Luis Espe­jo /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de abril de 2020

En el Perú exis­te una gran con­cen­tra­ción de la rique­za y muchas de estas gran­des for­tu­nas se han acu­mu­la­do gra­cias a que el Esta­do les ha otor­ga­do gran­des pri­vi­le­gios, entre ellos exo­ne­ra­cio­nes y una varie­dad de bene­fi­cios tri­bu­ta­rios. El impues­to a la rique­za es una pro­pues­ta via­ble y ade­más, par­te de un cri­te­rio ele­men­tal de jus­ti­cia.

Algu­nas pre­ci­sio­nes sobre el impues­to a la riqueza

En medio de la emer­gen­cia y la pan­de­mia, el tema del impues­to a la rique­za (tam­bién se lo cono­ce como impues­to a las gran­des for­tu­nas o impues­to al patri­mo­nio) se ha pues­to en agen­da. Des­de Coope­rAc­ción que­re­mos com­par­tir algu­nas pre­ci­sio­nes sobre este tipo de impues­to y cómo ubi­car su dis­cu­sión en el actual con­tex­to. A con­ti­nua­ción resu­mi­mos varios aspectos:

Algu­nos ante­ce­den­tes a tomar en cuenta

Para comen­zar, hay que reco­no­cer que la ban­ca­da del Fre­pap tuvo la pri­me­ra ini­cia­ti­va en el actual Con­gre­so de crear un impues­to a la rique­za (antes de la emer­gen­cia). El pro­yec­to de la con­gre­sis­ta del Fre­pap, Luz Mila­gros Cay­gua­ray Gam­bi­ni, plan­tea gra­var a las per­so­nas, jurí­di­cas y natu­ra­les, bajo los siguien­tes parámetros:

(1) Las per­so­nas natu­ra­les que hayan obte­ni­do ingre­sos a par­tir de un millón de soles o que los mon­tos de sus inmue­bles ascien­dan a dicho mon­to. La tasa sería de 0.22% al 1%).

(2) Las per­so­nas jurí­di­cas que hayan fac­tu­ra­do duran­te el año fis­cal ingre­sos a par­tir de diez millo­nes de soles o que su patri­mo­nio inmo­bi­lia­rio en libros regis­tre tal mon­to. En este caso el impues­to será del 1% al 2% del mon­to registrado.

(3) Los gru­pos eco­nó­mi­cos que hayan fac­tu­ra­do ingre­sos supe­rio­res a los cin­cuen­ta millo­nes de soles o que su patri­mo­nio inmo­bi­lia­rio ten­ga en libros el mis­mo valor.

Una de las pri­me­ras obser­va­cio­nes al pro­yec­to del Fre­pap es el mon­to bajo que esta­ble­ce como pun­to de par­ti­da de apli­ca­ción del impues­to, sobre todo para las per­so­nas natu­ra­les (a par­tir de un millón de soles o que el valor de sus inmue­bles ascien­dan a dicho mon­to). Es un pun­to de par­ti­da exce­si­va­men­te bajo.

Por otro lado, una pro­pues­ta de impues­to a la rique­za debe plan­tear una defi­ni­ción ade­cua­da del lla­ma­do “patri­mo­nio líqui­do” ‑espe­cial­men­te en el con­tex­to actual- que con­si­de­re tan­to los acti­vos como los pasi­vos o deu­das de cada suje­to. Asi­mis­mo, en el caso de los inmue­bles debe­rá eva­luar­se (por lo menos tomar en cuen­ta) si se pro­du­ce o no una dupli­ci­dad en tan­to ya exis­te el impues­to pre­dial que tie­ne una perio­di­ci­dad anual.

Los pará­me­tros internacionales

Una inte­rro­gan­te cla­ve para el deba­te es si una pro­pues­ta de impues­to a la rique­za se sale de los pará­me­tros tri­bu­ta­rios a nivel inter­na­cio­nal. Todo indi­ca que no. Hay una lar­ga lis­ta de paí­ses que apli­can ‑o han apli­ca­do- este tipo de impues­to. Algu­nos ejem­plos: Espa­ña (a par­tir de 700,000 euros y tasas de 0.2% al 3.5%); Fran­cia (a par­tir de 1.3 millo­nes de euros con tasas que van de 0.5% a 1.5%); Norue­ga (con tasas de 0.9% y 1.1%); Sui­za (varía por can­to­nes y comu­nas); Ita­lia, con dos tipos de impues­tos a la rique­za (con tasas dife­ren­cia­das para acti­vos fue­ra y den­tro del país); Holan­da (con tasas pro­gre­si­vas de acuer­do a la rique­za); etc.

En Amé­ri­ca Lati­na, Argen­ti­na, Colom­bia y Uru­guay tam­bién apli­can un impues­to a la rique­za: Argen­ti­na apli­ca­ba una tasa de 0.25% a par­tir del 1 millón 250 mil dóla­res (se deno­mi­na­ba impues­to a los bie­nes per­so­na­les) y en la actua­li­dad, en medio de la emer­gen­cia, se vie­ne dis­cu­tien­do un apor­te extra­or­di­na­rio a las gran­des for­tu­nas; en Uru­guay se apli­ca a per­so­nas y núcleos fami­lia­res resi­den­tes en ese país y va del 0.4% al 0.7% (se deno­mi­na impues­to al patri­mo­nio) y en Colom­bia se apli­ca al patri­mo­nio neto de per­so­nas natu­ra­les y jurí­di­cas, inclu­yen­do los bie­nes en el exte­rior, supe­rio­res a 1 – 5 millo­nes de dóla­res y a una tasa fija de 1%.

Sin embar­go, otra dis­cu­sión es cuál es el real impac­to recau­da­dor de este impues­to y si es una con­tri­bu­ción que podría ser útil en un con­tex­to de emer­gen­cia como el actual. Si uno revi­sa la expe­rien­cia lati­no­ame­ri­ca­na (habría que revi­sar con mayor deta­lle otros casos), todo indi­ca que no es una gran impues­to recau­da­dor: por ejem­plo, en el caso de Amé­ri­ca Lati­na, el apor­te a la pre­sión tri­bu­ta­ria de los paí­ses que lo han apli­ca­do es limi­ta­do (ver cuadro).

La jus­ti­fi­ca­ción

Todo indi­ca que la impor­tan­cia de un impues­to de esta natu­ra­le­za es de otro tipo: repre­sen­ta una suer­te de por­ta estan­dar­te de una apues­ta por una polí­ti­ca tri­bu­ta­ria alter­na­ti­va y cla­ra­men­te pro­gre­si­va. Par­te de un cri­te­rio ele­men­tal de jus­ti­cia que las gran­des for­tu­nas sean gra­va­das con un impues­to espe­cial. Está cla­ro que no es la úni­ca medi­da (no debe­ría ser pre­sen­ta­da como una medi­da ais­la­da), pero sí un pri­mer paso impor­tan­te, sobre todo en un con­tex­to de emer­gen­cia, para ini­ciar una refor­ma tri­bu­ta­ria de carác­ter estructural.

Como se sabe, el Perú es uno de los paí­ses con más baja pre­sión tri­bu­ta­ria a nivel de Amé­ri­ca Lati­na: mien­tras que en el Perú la pre­sión tri­bu­ta­ria ape­nas supera el 14% del PBI, el pro­me­dio para Amé­ri­ca Lati­na es de 23 % y en los paí­ses de la Orga­ni­za­ción para la Coope­ra­ción y el Desa­rro­llo Eco­nó­mi­cos lle­ga a 34 %. Esta es una reali­dad que nos acom­pa­ña hace más de tres déca­das, tan­to en épo­cas de bonan­za, como ocu­rrió en el perío­do de pre­cios altos de las mate­rias pri­mas y, por supues­to, en épo­cas de vacas fla­cas como la actual.

En el Perú pre­do­mi­nan los impues­tos indi­rec­tos; es decir los que paga­mos todos cuan­do com­pra­mos o con­su­mi­mos algo, etc., mien­tras que los impues­tos direc­tos, por ejem­plo sobre las ren­tas de las empre­sas y sobre los ingre­sos, son par­ti­cu­lar­men­te bajos. Es lo que se cono­ce como el carác­ter regre­si­vo de una polí­ti­ca tributaria.

en el Perú la mayor can­ti­dad de impues­tos lo han paga­do los consumidores 

Al ana­li­zar la estruc­tu­ra de los ingre­sos tri­bu­ta­rios del Esta­do, vemos que está con­for­ma­da, prin­ci­pal­men­te, por el Impues­to a la Ren­ta (Impues­to direc­to), el Impues­to Gene­ral a las Ven­tas y el Impues­to Selec­ti­vo al Con­su­mo (Impues­tos Indi­rec­tos). De acuer­do con los datos de las últi­mas dos déca­das, en el Perú la mayor can­ti­dad de impues­tos lo han paga­do los con­su­mi­do­res. Tal como se pue­de apre­ciar en el siguien­te grá­fi­co, el pago por IGV e ISC se ha man­te­ni­do siem­pre por enci­ma de lo recau­da­do por el impues­to a la ren­ta, lo que evi­den­cia el carác­ter regre­si­vo de nues­tra polí­ti­ca tributaria.

El impues­to a la rique­za y otros impues­tos direc­tos (sobre ganan­cias, gran­des heren­cias, etc.) debe­rían for­mar par­te de una pro­pues­ta de refor­ma tri­bu­ta­ria pro­gre­si­va. Este es un tema que se vie­ne dis­cu­tien­do en dife­ren­tes paí­ses: el eco­no­mis­ta fran­cés Piketty ha pro­pues­to un impues­to para los billo­na­rios entre el 5 y 10 por cien­to; en Esta­dos Uni­dos tam­bién se venían dis­cu­tien­do pro­pues­tas que bus­can aumen­tar drás­ti­ca­men­te el impues­to a la ren­ta para las gran­des for­tu­nas y, por otro lado, un impues­to a la rique­za del 2% para rique­zas mayo­res a los 50 millo­nes de dóla­res. Por otro lado, orga­nis­mos como el Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal y el Ban­co Mun­dial, tam­bién están dis­cu­tien­do el tema.

Como se sabe, en el Perú exis­te una gran con­cen­tra­ción de la rique­za y muchas de estas gran­des for­tu­nas se han acu­mu­la­do gra­cias a que el Esta­do les ha otor­ga­do gran­des pri­vi­le­gios, entre ellos exo­ne­ra­cio­nes y una varie­dad de bene­fi­cios tri­bu­ta­rios. El impues­to a la rique­za es una pro­pues­ta via­ble y ade­más, par­te de un cri­te­rio ele­men­tal de justicia.

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