Covid-19. Enzo Tra­ver­so: «El esta­do de emer­gen­cia sani­ta­ria corre el ries­go de ejer­cer un con­trol total sobre nues­tras vidas»

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano*, 18 abril 2020.-

¿Cual es la situa­ción en Nue­va York don­de habitas?

El gober­na­dor del Esta­do de Nue­va York ha reac­cio­na­do de for­ma bas­tan­te fuer­te y aho­ra mis­mo esta­mos con­fi­na­dos en casa. Otros Esta­dos toma­ron la mis­ma deci­sión pero hay una gran hete­ro­ge­nei­dad de pun­tos de vis­ta. Un Esta­do fede­ral pue­de ser un ins­tru­men­to extra­or­di­na­rio pero tam­bién se pue­de con­ver­tir en una fuen­te de pará­li­sis. Trump se con­tra­di­ce todos los días y los res­pon­sa­ble de la sani­dad públi­ca le con­tra­di­cen pun­to por pun­to. Comen­zó por defi­nir al coro­na­vi­rus como virus chino, con una gran con­no­ta­ción xenó­fo­ba. Des­pués dijo que Esta­dos Uni­dos dis­po­ne del mejor sis­te­ma hos­pi­ta­la­rio del mun­do y que todo iría bien. Aho­ra dice que las dos pró­xi­mas sema­nas serán muy dolo­ro­sas. Aho­ra bien, si hay un país frá­gil fren­te a la pan­de­mia, ese es Esta­dos Uni­dos debi­do a la ausen­cia de una estruc­tu­ra sani­ta­ria públi­ca. Es un país muy vul­ne­ra­ble don­de exis­te el ries­go real de una pro­pa­ga­ción rápi­da y fuer­te del virus. Dece­nas de millo­nes de per­so­nas care­cen de segu­ri­dad social o dis­po­nen de una segu­ri­dad social débil e inefi­caz. Nue­va York, una de las ciu­da­des más ricas del mun­do, con los cen­tros de inves­ti­ga­ción más avan­za­dos en cien­cia médi­ca, care­ce deses­pe­ra­da­men­te de más­ca­ras y de ven­ti­la­do­res, con hos­pi­ta­les mili­ta­res impro­vi­sa­dos en Cen­tral Park.

Tie­nes víncu­los con Ita­lia. ¿Como valo­ras lo que está ocu­rrien­do en la Península?

Estoy muy preo­cu­pa­do, por­que una par­te de mi fami­lia vive en el nor­te de Ita­lia, en un perí­me­tro en el que la pro­pa­ga­ción es muy fuer­te. Tam­bién ten­go muchos ami­gos en Milán. Espe­ro que el res­to de Euro­pa extrae­rá las lec­cio­nes per­ti­nen­tes de lo que ha pasa­do en Ita­lia. Evi­den­te­men­te, el país paga un pre­cio ele­va­do, como Fran­cia, por dece­nios de recor­tes en el gas­to sani­ta­rio y con un núme­ro de camas dis­po­ni­ble muy por deba­jo del que había hace vein­te años. Pero glo­bal­men­te, el país ha res­pon­di­do bien, con un impul­so soli­da­rio impre­sio­nan­te. Y en medio de la catás­tro­fe, una bue­na noti­cia: des­de hace tres sema­nas, Sal­vi­ni ha des­pa­re­ci­do de las pan­ta­llas! (risas).

¿Así pues el dis­cur­so xenó­fo­bo no saca pro­ve­cho de esta crisis?

El dis­cur­so xenó­fo­bo que comen­zó a des­pun­tar al ini­cio de la cri­sis –tan­to en Ita­lia como en Esta­dos Uni­dos- y que pre­ten­día que el virus lo intro­du­cía la gen­te migran­te, ha sido barri­do. La opi­nión públi­ca com­pren­dió rápi­do que esta­mos fren­te a una pan­de­mia glo­bal y que la res­pues­ta tie­ne que ser glo­bal. Tam­bién vemos a tra­vés de los media que los médi­cos chi­nos y cuba­nos son reci­bos como héroes. El dis­cur­so xenó­fo­bo ha sido blo­quea­do por el momen­to, aún cuan­do la ten­ta­ción de ins­tru­men­ta­li­zar polí­ti­ca­men­te esta epi­de­mia es fue­re. Pero, sin embar­go, no estoy con­ven­ci­do que a la lar­ga eso se mantenga.

¿Polí­ti­ca­men­te, cuá­les pue­den ser los efec­tos de esta cri­sis? Pen­san­do el post-coro­na­vi­rus.

Mi impre­sión es que esta pan­de­mia glo­bal no ha reve­la­do nada nue­vo. Sólo ha lle­va­do a su paro­xis­mo una serie de ten­den­cias que esta­ban ante noso­tros y que ya habían sido des­cri­tas a lo lar­go de estos últi­mos años. Por ejem­plo, el hecho de que las fron­te­ras entre lo bio­ló­gi­co y lo polí­ti­co cada vez están más difu­sas. Es el triun­fo del bio­po­der teo­ri­za­do por Fou­cault: es decir, un Esta­do que asu­me la ges­tión de nues­tras vidas en el sen­ti­do bio­ló­gi­co, físi­co del tér­mino. Un Esta­do pas­to­ral en este momen­to de emer­gen­cia sani­ta­ria en el que todos sen­ti­mos su nece­si­dad, pero que des­pués corre el ries­go de ejer­cer un con­trol total sobre nues­tras vidas. Igual­men­te, todos los tra­ba­jos sobre la eco­lo­gía polí­ti­ca nos expli­can des­de hace años que los eco­sis­te­mas en cuyo seno se han suce­di­do nues­tras civi­li­za­cio­nes no están ya en con­di­cio­nes de auto­rre­gu­lar­se y que se va hacia una mul­ti­pli­ca­ción de cri­sis y pan­de­mias. Por últi­mo, el virus no hace sino ampli­fi­car las des­igual­da­des pro­pias de la eco­no­mía neo­li­be­ral. No nos enfren­ta­mos al virus en con­di­cio­nes de igual­dad: hay un seg­men­to de la socie­dad que es mucho más vul­ne­ra­ble, tan­to debi­do al débil sis­te­ma públi­co de salud como, sobre todo, a cau­sa del paro masi­vo y de la pre­ca­rie­dad que la cri­sis están en vías de engen­drar. Todo ello gene­ra inquie­tud, aún cuan­do en para­le­lo se mani­fies­te la nece­si­dad de comu­nes, de la soli­da­ri­dad, de vivir en socie­dad, de comu­ni­car con los demás. Sin duda, esta con­tra­ten­den­cia es una fuen­te de esperanza.

En la cri­sis actual y ante los tes­ti­mo­nios del per­so­nal sani­ta­rio que denun­cia el des­man­te­la­mien­to del hos­pi­tal públi­co des­de hace años, pare­ce que emer­ge una opo­si­ción a las refor­mas neo­li­be­ra­les. ¿Pue­de apro­ve­char­se eso para gene­rar un cam­bio político?

Espe­ro que tras esta cri­sis glo­bal todo el mun­do habrá com­pren­di­do que un hos­pi­tal no pue­de fun­cio­nar como una empre­sa ren­ta­ble y que para la huma­ni­dad es vital dis­po­ner de un sis­te­ma de salud públi­co. Esta cons­cien­cia difu­sa será una palan­ca, un pun­to de apo­yo para orga­ni­zar la acti­vi­dad polí­ti­ca inme­dia­ta bajo for­mas que aún están por ser inven­ta­das, por­que no se pue­de salir a la calle. Aho­ra bien, hace vein­te años, tras el 11 de sep­tiem­bre de 2011, la reac­ción de Nue­va York fue simi­lar. Murie­ron nume­ro­sos bom­be­ros tra­tan­do de sal­var la vida de la gen­te; una cate­go­ría de tra­ba­ja­do­res pobres, de entre los peor paga­dos del país. Esta reac­ción espon­tá­nea duró menos de dos sema­nas; más tar­de, una ola cho­vi­nis­ta des­em­bo­có en la gue­rra [con­tra Irak] y se abrió un nue­vo ciclo de xeno­fo­bia y de racis­mo. Por ello, creo que no debe­mos dejar­nos arras­trar ni por el pesi­mis­mo cós­mi­co ni por un opti­mis­mo ingenuo.

Por otra par­te, y por lo que leo en la pren­sa fran­ce­sa, las medi­das de urgen­cia adop­ta­das por Macron van en el sen­ti­do de acre­cen­tar las des­igual­da­des. Para él, el esta­do de emer­gen­cia no está para que quie­nes tie­nen dine­ro paguen impues­tos excep­cio­na­les para hacer fren­te a la cri­sis, sino para supri­mir las vaca­cio­nes paga­das en nom­bre de la unión sagra­da y del esfuer­zo nacio­nal… Has­ta el pre­sen­te, la dimen­sión social del plan de emer­gen­cia decre­ta­do por Trump es bas­tan­te más con­sis­ten­te que el adop­ta­do por Macron.

¿Qué opi­na de la ges­tión de la cri­sis por el poder polí­ti­co en Francia?

Creo que la reac­ción fran­ce­sa se encuen­tra tra­ba­da por el sis­te­ma polí­ti­co cen­tra­lis­ta y auto­ri­ta­rio de la V Repú­bli­ca. Tene­mos nece­si­dad de un New Deal, pero las ins­ti­tu­cio­nes polí­ti­cas fran­ce­sas son las menos permea­bles a los cam­bios socia­les y Emma­nuel Macron es gené­ti­ca­men­te neo­li­be­ral. De él no se pue­de espe­rar una infle­xión hacia una eco­no­mía soli­da­ria, ni un plan de nacio­na­li­za­ción de los ser­vi­cios públi­cos antes pri­va­ti­za­dos, ni un impul­so del sis­te­ma públi­co de salud, etc. Por tan­to, duran­te los dos pró­xi­mos año la situa­ción va a per­ma­ne­cer tal como está, aun­que resul­te muy impo­pu­lar. Sería nece­sa­ria una rebe­lión social, pero está por rein­ven­tar la for­ma en como se dé. Exis­ten códi­gos socia­les y una antro­po­lo­gía polí­ti­ca que hacen que una acción colec­ti­va impli­ca un con­tac­to físi­co entre la gen­te, un espa­cio públi­co no total­men­te cosi­fi­ca­do. Las redes socia­les y los media, inclu­so lo que rea­li­za un buen tra­ba­jo infor­ma­ti­vo y de refle­xión en este momen­to, fue­ron con­ce­bi­dos como un ins­tru­men­to para la demo­cra­cia, no como sus­ti­tu­tos de la socie­dad civil. ¿Cómo orga­ni­zar una rebe­lión de este tipo sin tener la posi­bi­li­dad de encon­trar­se? Todo debe de hacer­se a dis­tan­cia y eso impli­ca trans­for­ma­cio­nes que no son sim­ples a poner en pie. Pue­de ser que este­mos en vías de cru­zar el umbral y que sur­gi­rá una nue­va for­ma de prac­ti­car la polí­ti­ca y la vida pública.

¿En esta “socie­dad sin con­tac­to” que está en vías de desa­rro­llar­se, será más difí­cil desa­rro­llar la acción colectiva?

Sí; si nos dis­tan­cia­mos un poco de la con­tin­gen­cia actual para pen­sar esa cri­sis des­de una pers­pec­ti­va más amplia, tra­tan­do de detec­tar las ten­den­cias his­tó­ri­cas, esta pan­de­mia corre el ries­go de lle­gar a los lími­tes extre­mos del libe­ra­lis­mo: la socie­dad mode­la­da y trans­for­ma­da por la pan­de­mia hace de noso­tros móna­das ais­la­dos. El mode­lo de socie­dad que emer­ge de la mis­ma no se basa en una vida en común, sino en la inter­ac­ción entre indi­vi­duos ais­la­dos con la idea de que el bien común no será sino el resul­ta­do final de esas inter­ac­cio­nes; es decir, la cul­mi­na­ción final de los egoís­mos indi­vi­dua­les. Es la idea de liber­tad que defien­de alguien como Hayek. En la post-cri­sis, se pue­de anti­ci­par que se desa­rro­lla­rá la ense­ñan­za a dis­tan­cia, al igual que el tra­ba­jo a dis­tan­cia y esto ten­drá con­si­de­ra­bles impli­ca­cio­nes, tan­to sobre nues­tra socia­bi­li­dad como sobre nues­tra per­cep­ción del tiem­po. La arti­cu­la­ción del bio­po­der y el libe­ra­lis­mo auto­ri­ta­rio abre un esce­na­rio aterrador.

¿En este nue­vo mar­co que se va con­fi­gu­ran­do, temes el con­trol de los gigan­tes digi­ta­les sobre nues­tros comportamientos?

En reali­dad, no se tra­ta de nin­gún des­cu­bri­mien­to. Esto me trae a la memo­ria el libro de Raz­mig Keu­che­yan La natu­ra­le­za es un cam­po de bata­lla. En él mos­tra­ba cómo el poder mili­tar, indus­trial y finan­cie­ro refle­xio­nan a lar­go pla­zo y pla­ni­fi­can estra­te­gias para hacer fren­te a una catás­tro­fe eco­ló­gi­ca. ¡El capi­ta­lis­mo sobre­vi­vi­rá a no impor­ta que cri­sis y no mori­rá de muer­te natu­ral! No creo en las tesis sobre su hun­di­mien­to a cau­sa de sus con­tra­dic­cio­nes inter­nas. Se pue­de adap­tar, está a la vis­ta, aún cuan­do ello com­por­te rea­li­zar ajustes.

¿Eso for­ma par­te de lo que deno­mi­nas el “triun­fo de la biopolítica”?

Sí. Lo que entien­do por ello es que la fun­ción bio­po­lí­ti­ca del Esta­do va a desa­rro­llar­se. Tras supe­rar esta cri­sis, de cara al futu­ro, se tra­ta­rá de poner en pie medi­das orien­ta­das a pre­ve­nir nue­vas cri­sis. De ese modo, se corre el ries­go de que medi­das adop­tas como excep­cio­na­les se hagan per­ma­nen­tes. El Esta­do, que a par­tir de una jus­ti­fi­ca­da preo­cu­pa­ción por la salud públi­ca, se ha con­ver­ti­do en un esta­do que regu­la nues­tras vidas, es lo que se pue­de lla­mar la con­fir­ma­ción del para­dig­ma bio­po­lí­ti­co. El poder se con­vier­te en un bio­po­der, y si la polí­ti­ca se trans­for­ma en una polí­ti­ca inmu­ni­ta­ria, con­ce­bi­da para que cada per­so­na se pro­te­ja de las demás, enton­ces, sería mucho más difí­cil pro­du­cir lo común, nues­tras vidas se verán afec­ta­das de arri­ba abajo.

Hay quie­nes vuel­ven a poner de moda el eslo­gan de Rosa Luxem­burg: “Socia­lis­mo o bar­ba­rie”. ¿Tie­nes la espe­ran­za de que se pue­den extraer expe­rien­cias posi­ti­vas de la pan­de­mia actual?

Des­de una pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca, creo que ese diag­nós­ti­co tie­ne toda la actua­li­dad del mun­do. Pero ese eslo­gan es de 1914 y no pode­mos con­ten­tar­nos con repe­tir­lo inde­fi­ni­da­men­te. Tras Rosa Luxem­burg, hemos acu­mu­la­do la expe­rien­cia de un siglo en el que el pro­pio socia­lis­mo ¡se trans­for­mó en una de las caras de la bar­ba­rie! Sin embar­go, des­de un pun­to de vis­ta his­tó­ri­co, es la alter­na­ti­va que tene­mos fren­te a noso­tros. ¿En qué se tra­du­ci­rá polí­ti­ca­men­te? Es difí­cil de pre­ver. En cuan­to a la sali­da de la pan­de­mia, pien­so que a nivel glo­bal exis­ten todas las pre­mi­sas para lo mejor como para lo peor. Podrá dar­se una infle­xión a izquier­da capaz de poner radi­cal­men­te en cues­tión el mode­lo de socie­dad que se ha impues­to a lo lar­go de los últi­mos cua­ren­ta años; pero tam­bién podría dar­se, como decía antes, una nue­va ola xenó­fo­ba y auto­ri­ta­ria: un esta­do de excep­ción per­ma­nen­te que se arti­cu­le con las cre­cien­tes des­igual­da­des socia­les en la que la deses­pe­ra­ción empu­je a bus­car cabe­zas de turco.

En tan­to que obser­va­dor de la vida polí­ti­ca ame­ri­ca­na, ¿encar­na Ber­nie San­ders una espe­ran­za para la izquierda?

Sin duda, pero des­gra­cia­da­men­te el coro­na­vi­rus coin­di­ce exac­ta­men­te con el debi­li­ta­mien­to de la espe­ran­za que nació en torno suyo. Con­ti­núa sien­do muy popu­lar y ha sido capaz de crear un movi­mien­to tras su can­di­da­tu­ra y ese movi­mien­to con­ti­nua­rá. Pero ha fra­ca­sa­do fren­te a una medio­cri­dad abso­lu­ta como Joe Biden, ante el que inclu­so Hilary Clin­ton emer­ge como una gigan­te polí­ti­ca. Ha fra­ca­so por dife­ren­tes razo­nes sobre las que está abier­to el deba­te; en par­ti­cu­lar, su inca­pa­ci­dad para atraer el voto afro­ame­ri­cano a pesar del movi­mien­to Black lives mat­ter o del hecho que le hayan apo­ya­do impor­tan­tes per­so­na­li­da­des afro­ame­ri­ca­nas. ¡Ha movi­li­za­do a una juven­tud que no vota! (risas). Aho­ra, el deba­te está en saber si se pue­den cam­biar las cosas a tra­vés de la vía elec­to­ral y las pri­ma­rias del Par­ti­do Demó­cra­ta. Lo que es ver­dad es que en Esta­dos Uni­dos ha naci­do una nue­va izquier­da que pue­de cono­cer reve­ses, pero que va más allá de la cam­pa­ña de Ber­nie San­ders. ¡Me ima­gino el impac­to que podrá tener den­tro de cua­tro años la can­di­da­tu­ra de Ale­xan­dra Oca­sio-Cor­tés! Des­de hace diez años se vive una efer­ves­cen­cia extra­or­di­na­ria en Esta­dos Uni­dos. Pero esta izquier­da no pue­de tener éxi­to si no se arti­cu­la con los movi­mien­tos socia­les, polí­ti­cos y cul­tu­ra­les más allá de las instituciones.

¿Cómo ima­gi­nas el mun­do de des­pués? ¿Qué esperas?

Todo el mun­do ha com­pren­di­do que los pro­ble­mas que tene­mos enfren­te no tie­nen solu­cio­nes nacio­na­les. Es pre­ci­so ir hacia una acción glo­bal. Por des­gra­cia, la Unión Euro­pea ha demos­tra­do una vez más que no sir­ve para nada: ni siquie­ra ha sido capaz de pro­du­cir y dis­tri­buir más­ca­ras a los paí­ses que care­cían de ellas. Ita­lia y Espa­ña las com­pran en Chi­na; Macron anun­cia que Fran­cia será auto­su­fi­cien­te hacia fina­les de año. Por otra par­te, los minis­tros de finan­zas ale­mán, holan­dés y aus­tria­co exclu­yen cual­quier rega­lo fis­cal a los paí­ses medi­te­rrá­neos; nos enca­mi­na­mos hacia una nue­va cri­sis grie­ga a una esca­la mucha mayor. El New Deal fue fru­to de un shock com­pa­ra­ble al que vivi­mos actual­men­te, pero por el momen­to, todo indi­ca que nues­tros gober­nan­tes cami­nan en una direc­ción total­men­te contraria.

Entre­vis­ta a Les Inrocks remi­ti­da por Enzo Tra­ver­so https://​vien​to​sur​.info/​s​p​i​p​.​p​h​p​?​a​r​t​i​c​l​e​1​5​817

*Fuen­te: Lobo Suelto

Itu­rria /​Fuen­te

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