Esta­do espa­ñol. Pac­tos de la Mon­cloa: la gran esta­fa otra vez, no

Por Ánge­les Maes­tro (Red Roja), Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 8 abril 2020.-

Dice Rodol­fo Walsh que las cla­ses domi­nan­tes siem­pre han pro­cu­ra­do que las tra­ba­ja­do­ras y los tra­ba­ja­do­res no ten­ga­mos his­to­ria, ni teo­ría, ni héroes, que se pier­da la expe­rien­cia colec­ti­va y que cada lucha deba empe­zar de nue­vo. Cuan­do las prin­ci­pa­les orga­ni­za­cio­nes de las cla­ses opri­mi­das se hacen cóm­pli­ces de la ampu­tación de la memo­ria, el desas­tre es mucho mayor.

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Una vez más, cuan­do se oyen cru­jir los cimien­tos de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta, sus repre­sen­tan­tes polí­ti­cos invo­can el con­ju­ro de los Pac­tos de la Moncloa.

En una com­pa­re­cen­cia recien­te el pre­si­den­te del Gobierno, alu­dien­do a la encru­ci­ja­da «his­tó­ri­ca» que vivi­mos, hacía esta afir­ma­ción: “Esa uni­dad a la que ape­lo se tie­ne que tras­la­dar en una cer­te­za: todos los par­ti­dos polí­ti­cos vamos a tra­ba­jar en unos nue­vos pac­tos de la Moncloa”.

Hace pocos días, el gurú de El País Joa­quín Este­fa­nía, dedi­ca­ba su colum­na de opi­nión al mis­mo tema, con el pom­po­so títu­lo de «El com­pro­mi­so his­tó­ri­co espa­ñol». Es curio­so, por­que este ex-direc­tor de El País, duran­te los años de la Tran­si­ción era miem­bro de la Orga­ni­za­ción Revo­lu­cio­na­ria de Tra­ba­ja­do­res (ORT), que pro­po­nía «echar aba­jo el Pac­to de la Moncloa»1. El mis­mo Este­fa­nía escri­bió un impor­tan­te libro titu­la­do: «La Tri­la­te­ral Inter­na­cio­nal del capi­ta­lis­mo (el poder de la Tri­la­te­ral en Espa­ña», publi­ca­do por Akal en 1979 y que se ago­tó en pocos días. En él ana­li­za­ba con nom­bres y ape­lli­dos las rami­fi­ca­cio­nes de la Tri­la­te­ral en los dife­ren­tes órga­nos de poder ins­ti­tu­cio­nal y empre­sa­rial en el Esta­do espa­ñol. Jesús Polan­co, fun­da­dor del gru­po PRISA le hizo una pro­pues­ta al joven Este­fa­nía por la que ven­dió su alma: ser direc­tor de eco­no­mía de El País a cam­bio de que no hubie­ra una segun­da edi­ción del libro. A veces, Roma sí paga a trai­do­res. Jesús Polan­co pasó a ser miem­bro de la Tri­la­te­ral en abril de19822, muy pro­ba­ble­men­te como expre­sión del res­pal­do del capi­tal inter­na­cio­nal a la vic­to­ria del PSOE que se pro­du­ci­ría pocos meses después.

El caso de Este­fa­nía, como tan­tos otros – el más cono­ci­do es el de las tar­je­tas Black de Ban­kia – es repre­sen­ta­ti­vo de la cara ocul­ta de la Tran­si­ción: el soborno de diri­gen­tes polí­ti­cos y sin­di­ca­les de la izquierda.

El capi­tal siem­pre lla­ma al pac­to social cuan­do las cosas no le van bien. Se olvi­da rápi­da­men­te de su libe­ra­lis­mo y ape­la a la soli­da­ri­dad, al con­sen­so y al Esta­do. No cabe duda de que la idea lumi­no­sa ha sali­do de las filas del Ibex 35. Los Pac­tos de la Mon­cloa fue­ron su mayor nego­cio – si no con­ta­mos el gol­pe fas­cis­ta de 1936. En la Tran­si­ción, la ven­ta­ja es que las ganan­cias lle­ga­ron sin cos­te polí­ti­co. Todo lo con­tra­rio. Como en todo gran pac­to social, para el capi­tal el bene­fi­cio es doble: con­si­gue impo­ner sus obje­ti­vos y el enemi­go de cla­se se auto­des­tru­ye. Y el PSOE, repre­sen­tan­te pri­vi­le­gia­do de la gran bur­gue­sía y hace­dor de las agre­sio­nes más gra­ves con­tra la cla­se tra­ba­ja­do­ra des­de la Tran­si­ción, se apre­su­ra aho­ra a cum­plir su papel.

La estu­pi­dez más gran­de que podría come­ter la cla­se obre­ra es creer lo que agi­tan pro­fu­sa­men­te los medios y, por supues­to, el Gobierno: que si VOX no quie­re unos nue­vos Pac­tos de la Mon­cloa, es por­que serán bue­nos para las tra­ba­ja­do­ras y tra­ba­ja­do­res. Como ya escri­bí al ana­li­zar la sesión de inves­ti­du­ra (3), el esper­pen­to de la extre­ma dere­cha sir­ve como espan­ta­jo pre­ven­ti­vo ante el cual cual­quier otra opción se con­si­de­ra un mal menor 

Recu­pe­rar la Memoria

Ante una situa­ción extre­ma­da­men­te dura como la que se ave­ci­na, las tra­ba­ja­do­ras y los tra­ba­ja­do­res nece­si­ta­mos recu­pe­rar la memo­ria y ana­li­zar obje­ti­va­men­te lo que real­men­te supu­sie­ron esos pac­tos y lo que ha suce­di­do des­de enton­ces has­ta aho­ra. Y, sobre todo, lo que impli­có dejar­se arras­trar por fal­sos lla­ma­mien­tos a la uni­dad que siem­pre supo­nen para noso­tras retro­ce­sos – aho­ra direc­ta­men­te hacia el abis­mo – y ganan­cias para ellos.

En los Pac­tos de la Mon­cloa hubo un ele­men­to cla­ve: el PCE, enca­be­za­do por su secre­ta­rio gene­ral San­tia­go Carri­llo. El res­to fue­ron meras figu­ras deco­ra­ti­vas has­ta el pun­to de que Alian­za Popu­lar no los fir­mó y nadie se acuer­da de ello; por­que no impor­ta­ba. El obje­ti­vo cen­tral era domes­ti­car al poten­te movi­mien­to obre­ro, com­ba­ti­vo y orga­ni­za­do, que reco­rría el terri­to­rio del Esta­do espa­ñol. Un movi­mien­to obre­ro estruc­tu­ra­do en torno a las Comi­sio­nes Obre­ras, o Comi­sio­nes Repre­sen­ta­ti­vas, sur­gi­das des­de las mis­mas asam­bleas de fábri­ca o de tajo, y por lo tan­to enrai­za­das, más allá de las cua­li­fi­ca­cio­nes o la ideo­lo­gía, en el con­jun­to de las tra­ba­ja­do­ras y tra­ba­ja­do­res y garan­tes uno de los ele­men­tos cla­ves de la lucha obre­ra: la uni­dad de clase.

La fuer­za orga­ni­za­da de quie­nes crean la rique­za y hacen posi­ble la vida había con­se­gui­do impo­ner median­te luchas durí­si­mas, con los sin­di­ca­tos ile­ga­li­za­dos y cen­te­na­res de sin­di­ca­lis­tas en la cár­cel, la Ley de Rela­cio­nes Labo­ra­les más pro­gre­sis­ta que se ha conocido. 

Y se hizo en ple­na cri­sis eco­nó­mi­ca. Lla­mo la aten­ción sobre esto por­que cuan­do se pro­mul­ga esta Ley, en abril de 1976, la situa­ción era muy pare­ci­da a la que se vivía en el momen­to de la fir­ma de los Pac­tos de la Mon­cloa die­cio­cho meses des­pués; sin embar­go, en su preám­bu­lo se alu­de, a dife­ren­cia de los Pac­tos, no a la cri­sis sino a las “legí­ti­mas aspi­ra­cio­nes de los tra­ba­ja­do­res”. La cri­sis, y los sacri­fi­cios de “todos” nece­sa­rios para supe­rar­la, es el man­tra que se repi­te cuan­do de lo que se tra­ta, como aho­ra, es de impo­ner nue­vos recor­tes de dere­chos y de con­di­cio­nes de vida. 

La Ley de Rela­cio­nes Labo­ra­les de 1976 esta­ble­cía (4), entre otras cosas, que la natu­ra­le­za del tra­ba­jo deter­mi­na­ba el tipo de con­tra­to; es decir, todo con­tra­to era inde­fi­ni­do, sal­vo unas pocas excep­cio­nes. Se prohi­bía y se san­cio­na­ba el pres­ta­mis­mo labo­ral y las empre­sas de tra­ba­jo tem­po­ral; se redu­cía la jor­na­da labo­ral, se amplia­ba el per­mi­so de mater­ni­dad, etc. Pero sobre todo, se regu­la­ba el des­pi­do impro­ce­den­te de for­ma favo­ra­ble a las tra­ba­ja­do­ras y los tra­ba­ja­do­res. El artícu­lo 35 dis­po­nía lo siguien­te: «Cuan­do en un pro­ce­di­mien­to por des­pi­do, el Magis­tra­do de Tra­ba­jo con­si­de­re que no hay cau­sa jus­ta para el des­pi­do, en la sen­ten­cia que así lo decla­re con­de­na­rá a la empre­sas a la read­mi­sión del tra­ba­ja­dor en las mis­mas con­di­cio­nes que regían antes de pro­du­cir­se aquel, así como del impor­te del sala­rio deja­do de per­ci­bir des­de que se pro­du­jo el des­pi­do has­ta que la read­mi­sión ten­ga lugar”. En el apar­ta­do 4 de este mis­mo artícu­lo se prohi­bía que el des­pi­do fue­ra sus­ti­tui­do por indem­ni­za­ción eco­nó­mi­ca sal­vo acuer­do volun­ta­rio de las par­tes (5). Este artícu­lo era esen­cial, como bien se pue­de com­pro­bar aho­ra, para luchar con­tra las «lis­tas negras» y la repre­sión sindical. 

Esta Ley es cla­ve para des­mon­tar el argu­men­to cen­tral de quie­nes fir­ma­ron los Pac­tos en repre­sen­ta­ción de la cla­se obre­ra: que la corre­la­ción de fuer­zas no per­mi­tió hacer otra cosa. En este sen­ti­do, es impor­tan­te des­ta­car que esto ocu­rría a con­tra­co­rrien­te del res­to de los paí­ses cen­tra­les del capi­ta­lis­mo, don­de los amplios dere­chos labo­ra­les con­quis­ta­dos por la vic­to­ria con­tra el fas­cis­mo en la II Gue­rra Mun­dial – que fue sobre todo una gue­rra de cla­ses – habían entra­do en fase de demo­li­ción con la pique­ta de las polí­ti­cas neoliberales.

En el Esta­do espa­ñol la corre­la­ción de fuer­zas en la lucha de cla­ses era otra. A pesar de los durí­si­mos cole­ta­zos del final de la Dic­ta­du­ra – los fusi­la­mien­tos del 27 de sep­tiem­bre de 1975, el ase­si­na­to de cin­co tra­ba­ja­do­res y los cien­tos de per­so­nas heri­das de bala el 3 de mar­zo de 1976 en Vito­ria o la matan­za de los abo­ga­dos labo­ra­lis­tas de Ato­cha el 24 de enero de 1977 – la com­ba­ti­vi­dad y la orga­ni­za­ción del movi­mien­to obre­ro eran gran­des y cre­cien­tes. Ade­más no se tra­ta­ba sólo de rei­vin­di­ca­cio­nes labo­ra­les. El movi­mien­to esta­ba impreg­na­do de con­te­ni­dos polí­ti­cos de rup­tu­ra con el Régi­men que ago­ni­za­ba y de exi­gen­cias de demo­cra­cia y de con­trol obre­ro en la empre­sa. La fuer­za orga­ni­za­da de la cla­se obre­ra fue capaz de sobre­po­ner­se a los vien­tos neo­li­be­ra­les que empe­za­ban a arra­sar las polí­ti­cas socia­les en una CEE(6) con pode­ro­sas cen­tra­les sin­di­ca­les y supues­to paraí­so de los dere­chos sociales.

Año y medio des­pués, los pre­cep­tos de esa Ley se con­vir­tie­ron en agua de borra­jas. No se pro­du­jo un cam­bio en la corre­la­ción de fuer­zas, sino una monu­men­tal trai­ción de clase.

Es curio­so leer que el PCE defen­día los Pac­tos argu­men­tan­do que las medi­das agre­si­vas con­tra la cla­se obre­ra no iban a durar más de “año y medio”, el tiem­po de aca­bar con la cri­sis, o que par­ti­ci­par de ellos era la mane­ra de evi­tar un gol­pe de Esta­do. Suce­dió exac­ta­men­te lo con­tra­rio. La cri­sis con­ti­nua­ría pro­fun­di­zán­do­se y de hecho fue el gran pre­tex­to para el nue­vo ata­que que ven­dría con la cíni­ca­men­te lla­ma­da recon­ver­sión indus­trial, y el rui­do de sables toma­ría cuer­po el 23 de febre­ro de 1981. El sal­do real, apa­bu­llan­te, fue que ante ambos acon­te­ci­mien­tos la cla­se obre­ra era ya mucho más débil.

Lo más impor­tan­te de los Pac­tos de la Mon­cloa no fue­ron sus medi­das con­cre­tas con­tra la cla­se obre­ra: pér­di­da del poder adqui­si­ti­vo de los sala­rios, faci­li­ta­ción del despido(7), etc, a cam­bio de una tími­da refor­ma fis­cal, muy por deba­jo de la exis­ten­te en Euro­pa occi­den­tal y que pro­gre­si­va­men­te, todos los gobier­nos han ido cam­bian­do a favor del capi­tal. Mien­tras tan­to, como sabe­mos, la eva­sión y el frau­de fis­cal adquie­re pro­por­cio­nes gigantescas.

El cam­bio cua­li­ta­ti­vo que intro­du­je­ron los Pac­tos de la Mon­cloa y que los sitúan como pie­dra angu­lar del retro­ce­so impa­ra­ble sufri­do por los dere­chos labo­ra­les des­de enton­ces has­ta aho­ra, es de natu­ra­le­za ideo­ló­gi­ca. Esos acuer­dos plas­ma­ron con la fir­ma de quie­nes tenían mayor influen­cia entre la cla­se obre­ra la pre­emi­nen­cia de la lógi­ca del capi­tal sobre cual­quier otra con­si­de­ra­ción, y la acep­ta­ción del orden capi­ta­lis­ta como algo natu­ral y per­ma­nen­te. Se capi­tu­la­ba ante el dog­ma cen­tral del capi­ta­lis­mo: para que a la cla­se obre­ra le vaya bien, lo prio­ri­ta­rio es res­tau­rar la tasa de ganan­cia del capi­tal y, en aras de la com­pe­ti­ti­vi­dad, hay que liqui­dar los obs­tácu­los que se le opo­nen: ter­mi­nar con la nego­cia­ción colec­ti­va, redu­cir al máxi­mo los cos­tes labo­ra­les y «fle­xi­bi­li­zar» tan­to la con­tra­ta­ción como el despido.

Bajo esa égi­da, y con un debi­li­ta­mien­to pro­gre­si­vo – orga­ni­za­ti­vo, polí­ti­co e ideo­ló­gi­co – con­tra­rre­for­ma tras con­tra­rre­for­ma, recor­te tras recor­te, hemos lle­ga­do al esper­pen­to de la situa­ción actual: con millo­nes de per­so­nas tra­ba­ja­do­ras en la mise­ria, más de un millón de jóve­nes con alta cua­li­fi­ca­ción en la emi­gra­ción, los ser­vi­cios públi­cos degra­da­dos y some­ti­dos a la lógi­ca del bene­fi­cio pri­va­do y con­di­cio­nes de tra­ba­jo de semi-esclavitud.

El balan­ce de estos cua­ren­ta años en tér­mi­nos de cla­se es tan obvio que no mere­ce la pena argu­men­tar­lo. Los enor­mes nego­cios de las pri­va­ti­za­cio­nes de la ban­ca públi­ca y las empre­sas estra­té­gi­cas de trans­por­te, comu­ni­ca­cio­nes, ener­gía, etc, son las gran­des for­tu­nas del Ibex 35; mono­po­lios que a su vez, están en bue­na medi­da en manos de los gran­des bancos.

La explo­ta­ción y la mise­ria de millo­nes de tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras – 12 millo­nes en situa­ción de extre­ma pobre­za – se escon­de bajo cifras indig­nan­tes. Mien­tras los bene­fi­cios empre­sa­ria­les de los gran­des mono­po­lios regis­tra­ban cre­ci­mien­tos del 60% en los últi­mos años, el sala­rio medio ha sufri­do una pér­di­da de poder adqui­si­ti­vo de 133 euros anuales.

Y en estas con­di­cio­nes, ¿nos hablan de Pac­to Social? ¿Qué más quie­ren robar?

No con­vie­ne enga­ñar­se. En las cri­sis, la inver­sión de capi­tal se fre­na, e inclu­so hay una hui­da masi­va de capi­ta­les como la que ya está suce­dien­do – tan patrio­tas ellos – por­que no ven posi­bi­li­da­des de recu­pe­rar la tasa de ganan­cia. Y la inver­sión no vuel­ve has­ta que no se ha pro­du­ci­do un “sanea­mien­to” – es decir la des­truc­ción de empre­sas débi­les, fun­da­men­tal­men­te la peque­ña y media­na empre­sa – y con­di­cio­nes más favo­ra­bles de explo­ta­ción de la mano de obra.

En defi­ni­ti­va, cuan­do tan­to el Gobierno como el BCE ponen en poder de la ban­ca y de las gran­des empre­sas la capa­ci­dad de deci­sión sobre los fon­dos públi­cos, no sólo es que los vayan a emplear para res­ca­tar­se a sí mis­mos, sino que sus intere­ses son opues­tos a la sal­va­ción de las dece­nas de miles de peque­ñas y media­nas empre­sas, de las que depen­den millo­nes de tra­ba­ja­do­ras y trabajadores.

No insis­ti­ré aquí en la mez­quin­dad de las ayu­das direc­tas del Gobierno, fren­te a las apli­ca­das por otros gobier­nos, y su ver­gon­zo­sa pasi­vi­dad para inter­ve­nir empre­sas pri­va­das, aun cuan­do la situa­ción adquie­re tin­tes dra­má­ti­cos en la sani­dad públi­ca. Todo ello da idea de lo que se pue­de espe­rar de este Eje­cu­ti­vo de coa­li­ción por sí mis­mo o, como podría ocu­rrir, si se aca­ba incor­po­ran­do a la toma de deci­sio­nes algu­na de las tres derechas.

No pode­mos seguir sien­do pre­sas del círcu­lo vicio­so que nos ama­rra des­de la Tran­si­ción: huir del PP para que gobier­ne el PSOE para, tras com­pro­bar que prac­ti­can las mis­mas polí­ti­cas, hacer el mis­mo camino en sen­ti­do contrario.

Cuan­do la situa­ción es tan dra­má­ti­ca como la que vivi­mos – y la que aso­ma sabe­mos que será mucho peor – no pode­mos con­sen­tir que el caos y la bar­ba­rie sigan imperando.

Es into­le­ra­ble que pre­va­lez­can los meca­nis­mos repre­si­vos en el con­fi­na­mien­to – con el esper­pen­to de ver a dia­rio a los repre­sen­tan­tes del ejér­ci­to, la guar­dia civil y la poli­cía infor­man­do de la evo­lu­ción de la pan­de­mia – mien­tras se man­tie­ne la pro­duc­ción de bie­nes no esen­cia­les a mayor glo­ria del capi­tal, y con­de­nan­do a una sobre­mor­ta­li­dad evi­den­te a los terri­to­rios don­de se con­cen­tra esa cla­se obre­ra obli­ga­da a tra­ba­jar con ries­go de su vida (8).

No pode­mos con­sen­tir que per­ma­nez­ca impu­ne el des­man­te­la­mien­to de la sani­dad públi­ca, que está pro­du­cien­do escan­da­lo­sas caren­cias de aten­ción y cen­te­na­res de muer­tes per­fec­ta­men­te evi­ta­bles. Por­que ese dete­rio­ro, per­fec­ta­men­te pla­ni­fi­ca­do des­de las Con­se­je­rías de Sani­dad, tie­ne res­pon­sa­bles con­cre­tos que han veni­do pre­co­ni­zan­do la supe­rio­ri­dad de la sani­dad pri­va­da, per­mi­tien­do la entra­da masi­va del capi­tal pri­va­do – fon­dos bui­tres inclui­dos – en la ges­tión con fon­dos guber­na­men­ta­les de la sani­dad públi­ca (9) y redu­cien­do y pre­ca­ri­zan­do has­ta extre­mos incon­ce­bi­bles las con­di­cio­nes de tra­ba­jo del personal.

Es una irres­pon­sa­bi­li­dad afron­tar la heca­tom­be social y eco­nó­mi­ca que se ave­ci­na per­mi­tien­do que la oli­gar­quía finan­cie­ra y mono­po­lis­ta siga impo­nien­do su ley de ham­bre, enfer­me­dad y muerte.

Pre­ci­sa­men­te el desas­tre actual es el resul­ta­do de una izquier­da débil y cobar­de que, bajo el eufe­mis­mo del pac­to social, ha veni­do acep­tan­do la dic­ta­du­ra del capi­tal, más sal­va­je cuan­to más se debi­li­ta­ba la cla­se obre­ra. Y aún siguen tra­tan­do de jus­ti­fi­car su goteo ince­san­te de con­ce­sio­nes con el argu­men­to de una “corre­la­ción de fuer­zas adver­sa” que, curio­sa­men­te, esta mis­ma izquier­da con­tri­bu­ye a ali­men­tar para­li­zan­do movi­li­za­cio­nes y blan­quean­do men­sa­jes combativos.

Es hora de enfren­tar la situa­ción des­de cla­ves dife­ren­tes. Des­de posi­cio­nes que nece­sa­ria e impres­cin­di­ble­men­te tie­nen que enfren­tar la lógi­ca del capital.

No hay otra: o se sal­va al capi­tal, o se sal­va al pue­blo. La reso­lu­ción de este dile­ma es una cues­tión de poder. En ese sen­ti­do, lo que Red Roja pro­po­ne no es un plan de cho­que de los muchos que se están pro­po­nien­do como peti­cio­nes o exi­gen­cias diri­gi­das al Gobierno, y que pue­den muy bien com­par­tir­se, pero que no poseen, ni se plan­tean, el poder polí­ti­co para lle­var­las a cabo.

El lla­ma­mien­to de Red Roja plan­tea la nece­si­dad de cam­biar radi­cal­men­te el enfo­que y cons­truir un poder alter­na­ti­vo edi­fi­ca­do sobre la hege­mo­nía de la satis­fac­ción de las nece­si­da­des socia­les, que nece­sa­ria­men­te tie­ne que rom­per con el orden exis­ten­te, y que ten­ga al pue­blo en el pues­to de man­do (10).


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2 https://​elpais​.com/​d​i​a​r​i​o​/​1​9​8​2​/​0​4​/​1​7​/​e​c​o​n​o​m​i​a​/​3​8​7​8​4​2​4​0​6​_​8​5​0​2​1​5​.​h​tml

3 https://​redro​ja​.net/​i​n​d​e​x​.​p​h​p​/​a​u​t​o​r​e​s​/​a​n​g​e​l​e​s​-​m​a​e​s​t​r​o​/​5​4​8​2​-​s​i​-​s​e​-​p​u​e​d​e​-​q​u​e​-​q​u​e​-​s​e​-​p​u​e​d​e​-​e​s​p​e​r​a​r​-​d​e​-​e​s​t​e​-​g​o​b​i​e​r​n​o​-​y​-​c​o​m​o​-​a​c​t​u​a​r​-​e​n​-​c​o​n​s​e​c​u​e​n​cia

4 https://​www​.lahai​ne​.org/​e​s​t​_​e​s​p​a​n​o​l​.​p​h​p​/​e​l​-​h​u​n​d​i​m​i​e​n​t​o​-​d​e​l​-​e​n​g​r​a​n​a​j​e​-de

5 https://​www​.boe​.es/​b​u​s​c​a​r​/​d​o​c​.​p​h​p​?​i​d​=​B​O​E​-​A​-​1​976 – 8373 

6 Comu­ni­dad Eco­nó­mi­ca Europea 

7 El empre­sa­rio tenía liber­tad para des­pe­dir al 5% de la plan­ti­lla si la lucha obre­ra le obli­ga­ba a rom­per los topes sala­ria­les esta­ble­ci­dos por los Pac­tos de la Moncloa. 

8 https://​elpais​.com/​e​s​p​a​n​a​/​m​a​d​r​i​d​/​2​020 – 04-06/como-afecta-el-coronavirus-a-cada-distrito-y-municipio-de-madrid.html

9 En el año 1997 se pro­mul­gó la Ley de per­mi­tía la ges­tión por par­te de empre­sas pri­va­das de todo tipo hos­pi­ta­les, cen­tros de salud, y cen­tros socio-sani­ta­rios «públi­cos». Eso sí, la finan­cia­ción es siem­pre públi­ca. Se apro­bó en el Con­gre­so de los Dipu­tados con los votos de PP. PSOE, PNV, Coa­li­ción Cana­ria y Con­ver­gen­cia y Unió-. Un aná­li­sis de las con­se­cuen­cias de la cita­da ley pue­de ver­se aqui. Maes­tro. A «Lay 1597: el arte de con­fun­dir­se con el pai­sa­je. https://​www​.dia​go​nal​pe​rio​di​co​.net/​c​u​e​r​p​o​/​l​e​y​-​1​5​9​7​-​a​r​t​e​-​c​o​n​f​u​n​d​i​r​s​e​-​c​o​n​-​p​a​i​s​a​j​e​.​h​tml

10 https://​redro​ja​.net/​i​n​d​e​x​.​p​h​p​/​n​o​t​i​c​i​a​s​-​r​e​d​-​r​o​j​a​/​n​o​t​i​c​i​a​s​-​c​e​r​c​a​n​a​s​/​5​5​3​7​-​h​a​c​i​a​-​u​n​-​f​r​e​n​t​e​-​d​e​-​s​a​l​v​a​c​i​o​n​-​p​o​p​u​lar

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