Pen­sa­mien­to crí­ti­co. La vida sobre el capi­tal: tiem­po de Nues­tra América

Por Lla­nis­ca Lugo Gon­zá­lez- La Haba­na, Cuba /​Resumen lati­no­ame­ri­cano, 28 mar­zo 2020

Estos días en que esta­mos en casa para limi­tar la pro­pa­ga­ción del Covid-
19, es un desa­fío esca­par de la ten­ta­ción de la res­pues­ta indi­vi­dual a la crisis
y la fan­ta­sía de un futu­ro que se pre­sen­ta, autó­no­mo a nues­tra existencia,
como ese momen­to “cuan­do todo esto pase”; el tiem­po al que llegaremos,
más uni­dos o en mayor soledad.

El neo­li­be­ra­lis­mo y sus ins­tru­men­tos ganan pro­ta­go­nis­mo en la cri­sis, se
pre­sen­tan autó­no­mos y al mis­mo tiem­po afec­ta­dos, se vic­ti­mi­zan, y llegan
a apa­re­cer como cau­sa por la que algu­nos héroes debie­ran dar la vida.

El des­car­te de los que ya acu­mu­la­ron tiem­po de vida, esos que ya no
pue­den seguir pro­du­cien­do rique­za para la socie­dad de mer­ca­do, toma
apa­rien­cia de ofrenda.

Por esa liber­tad de con­su­mir, habrá que dar­lo todo.

El lla­ma­do al dis­tan­cia­mien­to social ocul­ta el aban­dono. Otra vez nos
colo­can fren­te a la fan­ta­sía de lo nece­sa­rio, ocul­tan­do la lógica
apa­ren­te­men­te natu­ral del “sál­ve­se quien pue­da” y “cada quien vaya a su
casa”.

Algu­nos filó­so­fos toman par­te en la dispu­ta de pro­yec­tos que vivi­mos y
refle­xio­nan sobre la posi­bi­li­dad de supe­rar el capi­ta­lis­mo neo­li­be­ral, fren­te a
la des­nu­dez de la fra­gi­li­dad del capi­tal para sal­var vidas.

En dos pun­tos están de acuerdo:

Pri­me­ro: El abso­lu­to fra­ca­so del mer­ca­do se expre­sa una vez más en esta cri­sis. Se hun­de la ima­gen de la mano invi­si­ble que no pre­ci­sa al Esta­do. ¿Por qué la mano invi­si­ble no colo­ca nue­vas camas y amplía la capa­ci­dad hos­pi­ta­la­ria ante los lími­tes de las estruc­tu­ras sani­ta­rias y los sis­te­mas de 

salud en gene­ral? ¿Por qué no dis­tri­bu­ye equi­pa­mien­tos bási­cos y deja a
gran­des ciu­da­des espe­ran­do por el apo­yo que pue­da lle­gar? El virus ha sido
la gota que colma.

Por otro lado, como plan­tea David Har­vey, “no hay desas­tres natu­ra­les, las
cir­cuns­tan­cias en que la muta­ción de un virus se con­vier­te en una amenaza
para la vida, depen­de de accio­nes huma­nas. La difu­sión del virus depende
de grie­tas y vul­ne­ra­bi­li­da­des en el mode­lo eco­nó­mi­co hegemónico.”

A par­tir de ese con­sen­so, el deba­te está en si podre­mos supe­rar la lógica
del capi­tal ima­gi­nan­do un mun­do en comu­ni­dad, de soli­da­ri­dad global,
cen­tra­do en la vida; o si el capi­ta­lis­mo gana­rá toda­vía más fuer­za y poder
de con­trol sobre todos los ciu­da­da­nos del pla­ne­ta y nos espe­ra un tiempo
de mayor pobre­za, sole­dad y total entre­ga de nues­tra inti­mi­dad, don­de los
de siem­pre se car­ga­rán las peo­res consecuencias.

Sla­voj Zizek ha habla­do del gol­pe mor­tal que sig­ni­fi­ca el coro­na­vi­rus al
capi­ta­lis­mo y del tiem­po de las alter­na­ti­vas, de socie­da­des más allá de los
esta­dos nación, mien­tras el filó­so­fo sud­co­reano Byung –Chul Han dice que
el virus no ven­ce­rá al capi­ta­lis­mo dada su capa­ci­dad de ais­lar­nos. “Nin­gún
virus es capaz de hacer la revo­lu­ción. Son las per­so­nas.” Con esta fra­se se
deve­la la natu­ra­le­za de un deba­te que pare­cie­ra externo a nosotros.

En nues­tra región el dile­ma capi­tal – vida está en el cen­tro de la dispu­ta de
pro­yec­tos, con­du­ci­da por gobier­nos de extre­ma dere­cha y gobiernos
com­pro­me­ti­dos con pro­yec­tos de justicia.

Alber­to Fer­nán­dez dice que luchar con­tra la pan­de­mia es ir jun­tos, trae de vuel­ta al país a los argen­ti­nos, tra­ba­ja con los inten­den­tes para tomar las medi­das, se encuen­tra con los curas de las villas, agra­de­ce a los camio­ne­ros que están en la calle jun­to a otros tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras sir­vien­do al pue­blo, a los médi­cos y per­so­nal de salud, y en la Cum­bre vir­tual del G20 plan­tea la bata­lla entre eco­no­mía y vida. Mien­tras tan­to, Bol­so­na­ro insis­te en dejar­le a Dios la res­pues­ta a la pan­de­mia, demos­tran­do total inca­pa­ci­dad para sal­var la vida de su pue­blo, insis­te en que el coro­na­vi­rus es una “gri­pe­ci­ta que no afec­ta­rá a los bra­si­le­ños”, quie­nes pue­den bucear en una alcan­ta­ri­lla y salir ile­sos; sigue sin decla­rar la cua­ren­te­na con más de 2000 casos. 

Mien­tras Nico­lás Madu­ro supri­me el pago de alqui­le­res de comer­cio y
vivien­das, admi­nis­tra una cri­sis agra­va­da por las san­cio­nes de EEUU,
man­tie­ne la entre­ga de las cajas CLAP a las fami­lias vene­zo­la­nas, toma
medi­das drás­ti­cas para evi­tar la pro­pa­ga­ción de la enfer­me­dad y disminuye
el patrón de con­ta­gio; en Perú los ban­cos siguen cobran­do la congelación
de deu­das, ganan­do más dine­ro con la cri­sis, y en EEUU la administración
Trump pier­de tiem­po en res­pon­der a la pan­de­mia y expre­sa preocupación
con que el reme­dio expre­sa­do en las medi­das no sea peor que la
enfer­me­dad cau­sa­da a una eco­no­mía impac­ta­da por esta otra crisis.

En medio del dra­ma y la inca­pa­ci­dad de hacer fren­te a la pro­pa­ga­ción de la
enfer­me­dad, EEUU for­ta­le­ce las san­cio­nes con­tra Vene­zue­la, inclu­yen­do la
ame­na­za a labo­ra­to­rios para que no les ven­dan prue­bas ni medicamentos;
pide a los paí­ses que se nie­guen a la ayu­da médi­ca ofre­ci­da des­de Cuba,
pre­sio­na para unas elec­cio­nes de la OEA que han deja­do a Alma­gro por
cin­co años más en la silla y se lan­za a la bús­que­da de una vacu­na en
Ale­ma­nia con dudo­sas inten­cio­nes. Ellos saben que todo eso es absurdo,
casi increí­ble, y aun así, lo hacen.

La cri­sis tam­bién nos reve­la la ausen­cia de meca­nis­mos de integración
soli­da­rios. Recien­te­men­te en la Cum­bre de la Unión Euro­pea, Alemania,
Holan­da y Aus­tria se han nega­do al pedi­do de Fran­cia, Ita­lia y Espa­ña de
un plan euro­peo ambi­cio­so y con­jun­to. Han dicho que “nues­tra res­pues­ta se
inten­si­fi­ca­rá según sea nece­sa­rio, con más accio­nes, de mane­ra inclusiva
(…) a la luz de los acontecimientos…para una res­pues­ta inte­gral…” En fin,
¿se acuer­dan de aque­lla can­ción de Serrat: “los sica­rios no pier­den ocasión
de decla­rar públi­ca­men­te su empe­ño en pro­pi­ciar un dia­lo­go de franca
dis­ten­sión que les per­mi­ta hallar un mar­co pre­vio que garan­ti­ce unas
pre­mi­sas míni­mas que faci­li­ten crear los resor­tes… entre esos tipos y yo
hay algo per­so­nal”. Y yo que creía que a Serrat se le iba la mano.

En nues­tra región, ante un FMI que negó la ayu­da a Vene­zue­la del fon­do de emer­gen­cias ocul­tan­do su ori­gen en la espal­da de los más pobres, de la explo­ta­ción de nues­tros bie­nes comu­nes, de la fra­gi­li­dad de nues­tras eco­no­mías endeu­da­das y ante una OEA total­men­te des­apa­re­ci­da fren­te a la cri­sis, qué dis­tin­to sería si con­tá­ra­mos con UNASUR y el Ban­co del Sur, con una CELAC capaz de arti­cu­lar visio­nes regio­na­les; con meca­nis­mos de 

inte­gra­ción que cons­tru­ye­ron sobe­ra­nía regio­nal para el diá­lo­go y la
colaboración.

En su ausen­cia, nos hemos refu­gia­do en las reali­da­des nacio­na­les, solo
supe­ra­das por el inter­na­cio­na­lis­mo y la soli­da­ri­dad entre algu­nos pueblos
de la región que sos­tie­nen los prin­ci­pios del ALBA como inspiración
cotidiana. .

Con una ges­tión que ha demos­tra­do com­pro­mi­so con el pue­blo, auto­ri­dad y
osa­día en el tra­ta­mien­to a la pan­de­mia, enfren­tan­do una cri­sis también
agra­va­da por las san­cio­nes recru­de­ci­das del blo­queo de EEUU hacia la isla,
hoy están en Vene­zue­la 136 médi­cos cuba­nos para enfren­tar el coronavirus.
A los 53 que lle­ga­ron a Lom­bar­día, se suman 200 en El Cari­be que estarán
tra­ba­jan­do en Anti­gua y Bar­bu­das, San Vicen­te y las Gra­na­di­nas, Dominica
y San­ta Lucía. Son 140 los médi­cos cuba­nos miem­bros de la Bri­ga­da Henry
Reeve que ya están en Jamai­ca y lle­gó a Bue­nos Aires el pri­mer avión con
cola­bo­ra­do­res cuba­nos. El dis­tan­cia­mien­to nece­sa­rio para pre­ve­nir el virus
no pue­de dejar­nos solos, aban­do­na­dos a la suer­te de cada quien.

Ante la lógi­ca sacri­fi­cial del capi­tal, se pre­ci­sa la belle­za de compartir
recur­sos y expe­rien­cias para guar­dar cada vida; ante el dolor de cada
pér­di­da, la ter­nu­ra entre los pueblos.

Tene­mos esa fuer­za. Veni­mos de años de luchas, de tes­ti­mo­nios diversos
de la posi­bi­li­dad de un mun­do dis­tin­to. Debe­mos hacer notar esa resistencia
para recons­truir la demo­cra­cia, poner la alter­na­ti­va sobre la mesa y regresar
a un camino de jus­ti­cia, como nos dice Nao­mi Klein.

No hay tiem­po que per­der. La gen­te está en casa, pero pendiente,
expec­tan­te, eva­luan­do, preo­cu­pa­da por lo que pasa­rá; ima­gi­nan­do la crisis
que ven­drá, en la incer­ti­dum­bre, en la sos­pe­cha de quie­nes car­ga­rán con
los des­pi­dos y la pobreza.

El movi­mien­to popu­lar en Amé­ri­ca Lati­na tie­ne pro­pues­tas: la sobe­ra­nía ali­men­ta­ria, la sus­pen­sión del pago de la deu­da de la que real­men­te somos acree­do­res, la garan­tía de todos los dere­chos en salud y edu­ca­ción que tan afec­ta­dos han sido en los últi­mos años, el dere­cho a la tie­rra de quien la tra­ba­ja, la garan­tía de sala­rios y ren­ta para toda la pobla­ción, la nece­si­dad de polí­ti­cas para los tra­ba­ja­do­res pre­ca­ri­za­dos, que ni siquie­ra pue­den estar tran­qui­la­men­te en casa por­que mori­rían de ham­bre, la defen­sa de los 

dere­chos de las muje­res sobre quie­nes caen todos los impac­tos de un
sis­te­ma patriar­cal que sabe por don­de comen­zar su cacería.

En estos días la gen­te refle­xio­na, ima­gi­na las cosas de otro modo, descubre
sen­ti­mien­tos dor­mi­dos, deve­la cau­sas y res­pon­sa­bles. Es tiem­po entonces
de dia­lo­gar, de bus­car las vías para pen­sar jun­tos, para ser más, para
regre­sar más uni­dos cuan­do pase la tor­men­ta. La incer­ti­dum­bre es
inevi­ta­ble, pero una cer­te­za tene­mos: depen­de­rá de nosotros.

Estas no son con­sig­nas. Son luchas que anun­cian la semi­lla de otro tiempo,
don­de la jus­ti­cia, la vida en armo­nía con la Natu­ra­le­za, el protagonismo
popu­lar en los barrios, serán con­quis­tas de las bata­llas que libremos
orga­ni­za­dos en amplios fren­tes de luchas.

En este tiem­po, Nues­tra Amé­ri­ca debe hacer­se car­go de su futu­ro, inspirada
en la fuer­za de los pue­blos cuan­do se unen en nom­bre de la jus­ti­cia, la
liber­tad y la belle­za, en nom­bre de la vida.

Itu­rria /​Fuen­te

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