La dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do, de Marx a Lenin

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Ponen­cia pre­sen­ta­da en el taller «Lenin en 1917. De las Tesis de abril a El Esta­do y la Revo­lu­ción», rea­li­za­do en el Ins­ti­tu­to Cubano de Inves­ti­ga­ción Cul­tu­ral Juan Mari­ne­llo entre los días 20 y 21 de abril de 2016. Toma­do de Y sere­mos millo­nes. Memo­rias del taller «Lenin en 1917. De las Tesis de abril a El Esta­do y la Revo­lu­ción», ICIC Juan Mari­ne­llo, 2017, pp. 30 – 45.

La dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do reapa­re­ce bajo un nue­vo sen­ti­do en los años 1871 – 1872, tras vein­te años de eclip­se. La segun­da serie de for­mu­la­cio­nes de Marx y Engels son moti­va­das por la expe­rien­cia insó­li­ta de la Comu­na de París, a la que han de refe­rir­se des­de enton­ces de mane­ra direc­ta o indirecta.

En este segun­do momen­to, la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do no es ya des­ti­na­da a pen­sar un mode­lo de estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria, sino una for­ma polí­ti­ca ori­gi­nal, espe­cí­fi­ca­men­te «pro­le­ta­ria». Su fun­ción asu­me un carác­ter uni­ver­sal, a emplear en toda situa­ción, al refe­rir las rela­cio­nes de fuer­za entre revo­lu­ción y con­tra­rre­vo­lu­ción, entre pro­le­ta­ria­do y bur­gue­sía, con inde­pen­den­cia de las con­di­cio­nes, sean «vio­len­tas» o «pací­fi­cas», por vía insu­rrec­cio­nal o elec­to­ral, pues el con­te­ni­do de dicha fun­ción es, por un lado, la con­quis­ta del poder esta­tal, y, por otro, orga­ni­zar al pro­le­ta­ria­do —y más gene­ral­men­te a los tra­ba­ja­do­res— en cla­se domi­nan­te. «Entre la socie­dad capi­ta­lis­ta y la socie­dad comu­nis­ta se sitúa el perio­do de la trans­for­ma­ción revo­lu­cio­na­ria de la una en la otra. A este le corres­pon­de un perio­do polí­ti­co de tran­si­ción cuyo Esta­do no pue­de ser sino la dic­ta­du­ra revo­lu­cio­na­ria del pro­le­ta­ria­do»1.

Marx y Engels se refie­ren direc­ta­men­te a las carac­te­rís­ti­cas ins­ti­tu­cio­na­les y a las medi­das revo­lu­cio­na­ria toma­das por la Comu­na para defi­nir el con­te­ni­do de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do. Cua­tro aspec­tos apa­re­cen arti­cu­la­dos entre sí:

  1. El «pue­blo arma­do» (o ejér­ci­to popu­lar), con­di­ción y garan­tía de todas las otras medi­das, que hacen pasar a manos del pro­le­ta­ria­do los «ele­men­tos del poder mate­rial», el poder del Estado.

  2. «La Comu­na no había de ser más un orga­nis­mo par­la­men­ta­rio, sino una cor­po­ra­ción de tra­ba­jo, eje­cu­ti­va y legis­la­ti­va al mis­mo tiem­po»2. Ello sig­ni­fi­có el trán­si­to de los meca­nis­mos repre­sen­ta­ti­vos hacia una demo­cra­cia direc­ta, la for­ma de crear un poder indi­vi­si­ble direc­ta­men­te ejer­ci­do por el pue­blo tra­ba­ja­dor. Lo esen­cial acá no es tan­to el prin­ci­pio «cons­ti­tu­cio­nal» como la con­di­ción que de hecho lo sus­ten­ta: la exis­ten­cia de las orga­ni­za­cio­nes de masa de la cla­se proletaria.

  3. El des­man­te­la­mien­to de la maqui­na­ria repre­si­va del Esta­do: supre­sión de las fun­cio­nes polí­ti­cas de la poli­cía y crea­ción de una for­ma gene­ral de subor­di­na­ción direc­ta (con revo­ca­bi­li­dad inme­dia­ta) de los magis­tra­dos y fun­cio­na­rios elec­tos, reem­pla­za­dos al nivel de la asam­blea del pue­blo (inclu­yen­do para ellos «sala­rios obre­ros»). Se per­se­guía así abo­lir cual­quier «inves­ti­du­ra jerár­qui­ca» y hacer del per­so­nal espe­cia­li­za­do del apa­ra­to de Esta­do un con­jun­to de «ser­vi­do­res res­pon­sa­bles» de la socie­dad, toma­dos de su seno y no situa­dos «por enci­ma de la nación mis­ma»3. De este modo se ten­día a crear un poder polí­ti­co que, por pri­me­ra vez en la his­to­ria, tenía como con­di­ción la des­truc­ción del poder del Esta­do, la lucha con­tra su mis­ma existencia.

  4. La orga­ni­za­ción de la pro­duc­ción nacio­nal (en polé­mi­ca con los anar­quis­tas) con­for­me a las exi­gen­cias crea­das por el desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo. Por una par­te, pla­ni­fi­car y cen­tra­li­zar las «fun­cio­nes gene­ra­les» de la socie­dad; por otra, fun­dar la uni­dad nacio­nal sobre la «direc­ción espi­ri­tual» de los obre­ros de las ciu­da­des4.

Cuan­do Marx argu­men­ta la nece­si­dad his­tó­ri­ca de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do se refie­re al pro­ce­so que con­du­ce, des­de el inte­rior de la actual lucha de cla­ses, hacia la socie­dad sin cla­ses, hacia el comu­nis­mo. La socie­dad sin cla­ses es el obje­ti­vo real que carac­te­ri­za a la polí­ti­ca pro­le­ta­ria, la fun­ción his­tó­ri­ca de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do. Cla­ro que las bre­ves expe­rien­cias de las revo­lu­cio­nes de 1848 y de la Comu­na de París (cuya ten­den­cia supie­ron des­cu­brir y ana­li­zar) no per­mi­tie­ron a Marx y a Engels con­ce­bir de modo más indi­vi­dua­li­za­do los pro­ble­mas a que conlleva.

No obs­tan­te, la ori­gi­na­li­dad del nue­vo con­cep­to resi­de en esta­ble­cer, a la vez, que esta fun­ción requie­re una for­ma polí­ti­ca espe­cí­fi­ca y defi­nir esta for­ma no de modo jurí­di­co-cons­ti­tu­cio­nal, sino dia­léc­ti­co, por su pro­pia capa­ci­dad inter­na de autotransformación:

…una for­ma polí­ti­ca per­fec­ta­men­te fle­xi­ble, a dife­ren­cia de las for­mas ante­rio­res de gobierno, que habían sido todas fun­da­men­tal­men­te repre­si­vas. He aquí su ver­da­de­ro secre­to: la Comu­na era, esen­cial­men­te, un gobierno de la cla­se obre­ra, fru­to de la lucha de la cla­se pro­duc­to­ra con­tra la cla­se apro­pia­do­ra, la for­ma polí­ti­ca al fin des­cu­bier­ta que per­mi­tía rea­li­zar la eman­ci­pa­ción eco­nó­mi­ca del tra­ba­jo5.

Este es el pun­to en que se levan­tan las difi­cul­ta­des teó­ri­cas pro­mo­vi­das por el con­cep­to de Marx, deve­ni­do prin­ci­pio intan­gi­ble para la «orto­do­xia» de la Segun­da y Ter­ce­ra Inter­na­cio­nal. Las varian­tes ideo­ló­gi­cas del mar­xis­mo de la social­de­mo­cra­cia (de Kautsky al aus­tro­mar­xis­mo, pasan­do por Berns­tein y por el «con­se­jis­mo» ale­mán, holan­dés e ita­liano) son así inter­pre­ta­cio­nes diver­gen­tes del con­cep­to de «gobierno de los productores».

  1. Marx, Car­los: «Crí­ti­ca del pro­gra­ma de Gotha», trad. de G. Muñoz, en Tex­tos selec­tos, Edi­to­rial Gre­dos, Madrid, 2012, p. 670.
  2. Marx, Car­los: La gue­rra civil en Fran­cia, en Marx, C. y Engels, F.: Obras esco­gi­das, ed. cit., t. II, p. 129.
  3. Ibíd.
  4. Ídem, p. 130.
  5. bíd.

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