Frantz Fanon: el bri­llo del metal

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En junio de 1959, Fanon sufrió heri­das gra­ves cuan­do un jeep en el que via­ja­ba fue vola­do por una mina cer­ca de la fron­te­ra entre Túnez y Arge­lia. Fue envia­do a Roma para reci­bir tra­ta­mien­to médi­co, don­de esca­pó por poco de ser ase­si­na­do, muy pro­ba­ble­men­te a manos de una vio­len­ta orga­ni­za­ción de colo­nos vin­cu­la­da al esta­do francés.

En mar­zo de 1960, Fanon fue envia­do a Accra como emba­ja­dor iti­ne­ran­te del gobierno pro­vi­sio­nal del movi­mien­to de libe­ra­ción nacio­nal de Arge­lia, el Front de libé­ra­tion natio­na­le (Fren­te de Libe­ra­ción Nacio­nal). Sus encuen­tros con Esta­dos recien­te­men­te inde­pen­di­za­dos a menu­do fue­ron des­alen­ta­do­res. En noviem­bre de 1960, for­mó par­te de un equi­po encar­ga­do de una misión de reco­no­ci­mien­to des­ti­na­da a abrir un fren­te meri­dio­nal en la fron­te­ra con Mali, con líneas de sumi­nis­tro que irían des­de Bama­ko a tra­vés del Saha­ra. En el últi­mo minu­to, sos­pe­chan­do que era una tram­pa, aban­do­na­ron su plan de via­jar en avión y con­du­je­ron los dos mil kiló­me­tros de Mon­ro­via a Bama­ko. El avión en el que tenían pre­vis­to via­jar fue des­via­do a Abi­jan, don­de fue regis­tra­do por el ejér­ci­to francés.

En su cua­derno de bitá­co­ra, Fanon regis­tró su preo­cu­pa­ción por los lími­tes de las polí­ti­cas que no logran ir más allá del mani­queís­mo intro­du­ci­do por el colo­nia­lis­mo para desa­rro­llar ideas y prác­ti­cas eman­ci­pa­do­ras: «El colo­nia­lis­mo y sus deri­va­dos no cons­ti­tu­yen, de hecho, los actua­les enemi­gos de Áfri­ca. En poco tiem­po este con­ti­nen­te será libe­ra­do. Por mi par­te, mien­tras más pro­fun­da­men­te entro en las cul­tu­ras y los círcu­los polí­ti­cos, más segu­ro estoy de que el gran peli­gro que ame­na­za a Áfri­ca es la ausen­cia de ideología».

Con­mo­vi­do por los vas­tos pai­sa­jes del desier­to, y retor­nan­do a la poe­sía de sus pri­me­ras obras, Fanon escri­bió: «A veces vemos una pues­ta de sol que tor­na el man­to del cie­lo de un vio­le­ta bri­llan­te. En estos días encon­tra­mos un rojo muy fuer­te». Aun­que el via­je a tra­vés del desier­to le había deja­do visi­ble­men­te exhaus­to, fue inme­dia­ta­men­te a Accra a escri­bir una con­tri­bu­ción para una publi­ca­ción en inglés del gobierno pro­vi­sio­nal de Arge­lia. Un examen rea­li­za­do por un médi­co en Accra plan­teó la posi­bi­li­dad de una leu­ce­mia. Regre­só a Túnez, se hizo un examen de san­gre y se diag­nos­ti­có a sí mis­mo de leu­ce­mia. Esa noche anun­ció su deci­sión de escri­bir un nue­vo libro. Des­pués de reci­bir tra­ta­mien­to en una clí­ni­ca a las afue­ras de Mos­cú, tuvo un bre­ve tiem­po para escri­bir mien­tras el cán­cer entró en remisión.

 

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