Frantz Fanon: el bri­llo del metal

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Des­pués de con­cluir sus estu­dios en Fran­cia, Fanon asu­mió el car­go de direc­tor del Hos­pi­tal Psi­quiá­tri­co Bli­da-Join­vi­lle en Arge­lia, una ins­ti­tu­ción colo­nial en la que imple­men­tó refor­mas radi­ca­les. Ali­ce Cher­ki, inter­na en el hos­pi­tal y pos­te­rior­men­te la bió­gra­fa más sen­si­ble de Fanon, recuer­da que su obje­ti­vo como clí­ni­co no era «silen­ciar la locu­ra, sino escucharla».

En 1956, des­cri­bien­do la socie­dad colo­nial como «una tela­ra­ña de men­ti­ras, cobar­día y des­pre­cio por el hom­bre», renun­ció a su car­go en el hos­pi­tal para unir­se a la revo­lu­ción con­tra el colo­nia­lis­mo fran­cés des­de una base en Túnez. Tra­ba­jó para la revo­lu­ción como siquia­tra, perio­dis­ta, edi­tor y diplo­má­ti­co, reali­zó tra­ba­jos de reco­no­ci­mien­to y ense­ñó filo­so­fía —inclu­yen­do La crí­ti­ca de la razón dia­léc­ti­ca de Jean Paul Sar­tre— a los sol­da­dos en el fren­te. En sus años como revo­lu­cio­na­rio se encon­tra­ría con per­so­nas como Simo­ne de Beau­voir, Cheik Anta Diop, Patri­ce Lumum­ba, Es’kia Mphah­le­le, Kwa­me Nkru­mah, y Jean-Paul Sartre.

En diciem­bre de 1957, Aba­ne Ram­da­ne, el com­pa­ñe­ro más cer­cano de Fanon en el movi­mien­to de libe­ra­ción arge­lino, fue ase­si­na­do por una fac­ción de dere­cha den­tro del movi­mien­to, que pre­ten­día subor­di­nar el tra­ba­jo polí­ti­co a la auto­ri­dad mili­tar. El nom­bre de Fanon fue pues­to en una lis­ta de per­so­nas a ser vigi­la­das, y suje­to a una suer­te simi­lar en caso de que hubie­ra un desa­fío abier­to den­tro del movi­mien­to en res­pues­ta al ase­si­na­to. Des­de ese momen­to, Fanon vivió sabien­do que había un poten­cial de ries­go sig­ni­fi­ca­ti­vo de los nacio­na­lis­tas auto­ri­ta­rios en el movi­mien­to y una lucha vital den­tro de la lucha.

El segun­do libro de Fanon, Socio­lo­gie d’une révo­lu­tion (L’an V de la révo­lu­tion algé­rien­ne) [Socio­lo­gía de una revo­lu­ción. El año V de la Revo­lu­ción arge­li­na] fue publi­ca­do en 1959 y tra­du­ci­do al inglés en 1965. En inglés se lo cono­ce como A Dying Colo­nia­lism [Un colo­nia­lis­mo ago­ni­zan­te] des­de 1967. En espa­ñol fue publi­ca­do en 1968 como Socio­lo­gía de una revo­lu­ción. El libro es, expli­ca Fanon, un recuen­to de cómo la par­ti­ci­pa­ción en la lucha «para impo­ner la razón a la sin­ra­zón [colo­nial]», para opo­ner­se a «esta indig­ni­dad, con­sen­ti­da y ali­men­ta­da cada maña­na», gene­ra lo que él deno­mi­na como «cam­bios esen­cia­les en la con­cien­cia del colonizado».

 

Es, como obser­va Cher­ki, un libro que tra­ta deli­be­ra­da­men­te sobre «los hom­bres y las muje­res comu­nes», muje­res y hom­bres en una socie­dad en movi­mien­to, más que sobre las per­so­na­li­da­des y accio­nes de una eli­te revo­lu­cio­na­ria. En con­tras­te con for­mas eli­tis­tas de anti­co­lo­nia­lis­mo que pre­ten­den diri­gir a «las masas» des­de arri­ba, el impe­ra­ti­vo de reco­no­cer «la dimen­sión abier­ta de toda con­cien­cia» se extien­de a la gen­te común.

Fanon acla­ra su posi­ción des­de el prin­ci­pio: «El poder de la Revo­lu­ción arge­li­na resi­de, des­de hoy en ade­lan­te, en el cam­bio radi­cal que se ha pro­du­ci­do en el pro­pio hom­bre arge­lino». En el con­tex­to de la lucha revo­lu­cio­na­ria, el cam­bio ha esca­pa­do del estran­gu­la­mien­to de la ideo­lo­gía racis­ta, que solo entien­de el pro­gre­so como el movi­mien­to de negro a blan­co, y aho­ra es un pro­ce­so autó­no­mo y autodirigido.

El libro pre­sen­ta cin­co estu­dios de caso del tipo de «cam­bio radi­cal» o trans­for­ma­ción de la con­cien­cia que pue­de tener lugar en el vór­ti­ce de la lucha, del movi­mien­to colec­ti­vo. En cada caso, Fanon ofre­ce un rela­to de cómo se rom­pe en la lucha el mani­queís­mo intro­du­ci­do por el colo­nia­lis­mo. El libro exa­mi­na cómo tec­no­lo­gías intro­du­ci­das a tra­vés del colo­nia­lis­mo e ini­cial­men­te iden­ti­fi­ca­das como inhe­ren­te­men­te colo­nia­les, como por ejem­plo la radio y la medi­ci­na bio­mé­di­ca, son apro­pia­das en la lucha, cómo las rela­cio­nes de géne­ro cam­bian en la lucha y, en el últi­mo capí­tu­lo, cómo par­te de la mino­ría euro­pea eli­ge apo­yar la revo­lu­ción anticolonial.

Tal vez no es sor­pren­den­te, dado el con­tex­to de todo o nada de la gue­rra de Arge­lia, que los estu­dios de caso de Fanon sobre el desa­rro­llo de soli­da­ri­da­des polí­ti­cas radi­ca­les atra­ve­san­do cla­se, géne­ro y raza, tra­cen todos un movi­mien­to uni­di­rec­cio­nal de ilus­tra­ción pro­gre­si­va. Por ejem­plo, el médi­co, antes vis­to como un agen­te del colo­nia­lis­mo, pero aho­ra «dur­mien­do en el sue­lo con los hom­bres y las muje­res de las mech­tas, vivien­do el dra­ma del pue­blo», se con­vier­te en «nues­tro médico».

Las nor­mas de géne­ro tam­bién se mues­tran cam­bian­tes en la lucha. Fanon des­cri­be a la mujer arge­li­na «que ocu­pa un lugar cada vez más impor­tan­te en la acción revo­lu­cio­na­ria», y «hace esta­llar el mun­do redu­ci­do e irres­pon­sa­ble en el que vivía, y fra­ter­nal­men­te cola­bo­ra en la des­truc­ción del colo­nia­lis­mo y en el naci­mien­to de una nue­va mujer». Este aspec­to del tra­ba­jo de Fanon y su com­pro­mi­so más amplio con el géne­ro está muy bien ana­li­za­do por Shar­pley-Whi­ting, quien con­clu­ye, en un rigu­ro­so aná­li­sis femi­nis­ta, que está cla­ro que «Fanon reco­no­ció el dere­cho de la mujer arge­li­na a exis­tir como un ser social com­ple­to y autónomo».

Cual­quie­ra que haya par­ti­ci­pa­do en una lucha popu­lar sos­te­ni­da reco­no­ce­rá inme­dia­ta­men­te el valor y la vali­dez del rela­to de Fanon sobre «cam­bios radi­ca­les» que pue­den cam­biar, dra­má­ti­ca y a menu­do rápi­da­men­te, las capa­ci­da­des y el pen­sa­mien­to de las per­so­nas. Sin embar­go, en Socio­lo­gía de una revo­lu­ción, no hay una idea de la lucha den­tro de la lucha, ni de que el pro­gre­so dia­léc­ti­co pue­de ser rever­ti­do, y que eso acon­te­ce a menu­do una vez que las luchas han disminuido.

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