Frantz Fanon: el bri­llo del metal

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El últi­mo libro de Fanon, Les dam­nés de la terre [publi­ca­do en espa­ñol en 1961 como Los con­de­na­dos de la tie­rra], lle­gó al mun­do poco des­pués de que él lo deja­ra. En 1963 fue mal tra­du­ci­do al inglés como The Wret­ched of the Earth [Los mise­ra­bles de la tie­rra]. Algu­nos eru­di­tos pre­fie­ren refe­rir­se a él como The Dam­ned of the Earth, que es una mejor tra­duc­ción. Des­de el comien­zo, Jean-Paul Sar­tre, un inte­lec­tual anti­co­lo­nial com­pro­me­ti­do, des­vió a muchos lec­to­res con una intro­duc­ción que, aun­que ama­ble, malin­ter­pre­tó a Fanon como un pen­sa­dor mani­queo. En 1970 Han­nah Arendt, una pen­sa­do­ra que alcan­zó una posi­ción impor­tan­te en la aca­de­mia esta­dou­ni­den­se y más allá a pesar de tomar con­sis­ten­te­men­te posi­cio­nes anti-negras, agra­vó el pro­ble­ma con otra mala inter­pre­ta­ción influ­yen­te que redu­jo el pen­sa­mien­to com­ple­jo de Fanon a su apo­yo a la lucha arma­da con­tra el colonialismo.

Sin embar­go, hay un con­jun­to de inte­lec­tua­les que han leí­do a Fanon como un pen­sa­dor sofis­ti­ca­do y no como un arque­ti­po racial. Pau­lo Frei­re fue uno de los pri­me­ros inte­lec­tua­les impor­tan­tes que enten­dió la teo­ría de la pra­xis de Fanon. En 1968, Frei­re esta­ba ter­mi­nan­do el manus­cri­to de su segun­do libro, Peda­go­gía del opri­mi­do, en San­tia­go de Chi­le, mien­tras vivía en el exi­lio de la dic­ta­du­ra mili­tar en Bra­sil. En una entre­vis­ta en Cali­for­nia en 1987, recor­da­ba: «un joven que esta­ba en San­tia­go con una tarea polí­ti­ca me dio el libro Los con­de­na­dos de la tie­rra. Yo esta­ba escri­bien­do Peda­go­gía del opri­mi­do, y casi había ter­mi­na­do el libro cuan­do leí a Fanon. Tuve que rees­cri­bir el libro».

Des­pués de leer a Fanon, Frei­re desa­rro­lló un huma­nis­mo radi­cal com­pro­me­ti­do con el reco­no­ci­mien­to inme­dia­to de la huma­ni­dad ple­na e igual de los opri­mi­dos como una pre­con­di­ción para la acción eman­ci­pa­do­ra. Al igual que Fanon, su for­ma de pra­xis se basa en una éti­ca de mutua­li­dad entre el inte­lec­tual auto­ri­za­do y las per­so­nas que no han teni­do acce­so a mucha edu­ca­ción formal.

Peda­go­gía del opri­mi­do fue publi­ca­da más tar­de ese año y en 1972 fue reco­gi­da por la Orga­ni­za­ción de Estu­dian­tes Suda­fri­ca­nos (SASO, por su sigla en inglés), que había sido crea­da en 1968 por Ste­ve Biko, Bar­ney Pit­ya­na, Rubin Phi­llip y otros. Des­de Dur­ban, Sudá­fri­ca, las ideas de Frei­re se con­vir­tie­ron en el cen­tro de una for­ma de acción radi­cal­men­te demo­crá­ti­ca que tenía como obje­ti­vo tra­ba­jar hacia la con­cien­cia crí­ti­ca como un pro­yec­to com­par­ti­do, en lugar de anun­ciar al pue­blo nue­vas ver­sio­nes de lo que Marx había lla­ma­do «abs­trac­ción dogmática».

A fina­les de la déca­da de los seten­ta y duran­te los ochen­ta, las ideas de Frei­re sobre la pra­xis —mol­dea­das en un gra­do sig­ni­fi­ca­ti­vo por Fanon y en muchos casos leí­das jun­to con Fanon— fue­ron fun­da­men­ta­les para el tra­ba­jo polí­ti­co lle­va­do a cabo en las luchas labo­ra­les y comu­ni­ta­rias de toda Sudá­fri­ca. La teo­ría de la pra­xis de Frei­re per­mi­tió el sur­gi­mien­to de algu­nas de las fuer­zas socia­les más pode­ro­sas e impre­sio­nan­tes del pla­ne­ta en ese momen­to, en las que la gen­te común se vol­vió pro­ta­go­nis­ta de la lucha y de la cons­truc­ción de sen­ti­do, con­tra­po­der e his­to­ria des­de abajo.

En tér­mi­nos de la lec­tu­ra de Fanon como teó­ri­co de la pra­xis, la rápi­da pero extra­or­di­na­ria y dura­de­ra res­pues­ta de Syl­via Wyn­ter a los dis­tur­bios de Los Ánge­les en 1992 fue ejem­plar. En su con­clu­sión explí­ci­ta­men­te fano­nia­na de No Humans Invol­ved: A Let­ter to My Collea­gues [No hay huma­nos invo­lu­cra­dos: una car­ta a mis cole­gas, en tra­duc­ción libre], fue más allá de Los Ánge­les hacia «las vidas dese­cha­bles… de la vas­ta mayo­ría de las per­so­nas que viven en la favela/​barrio mar­gi­nal del pla­ne­ta y sus archi­pié­la­gos de des­em­pleo». Wyn­ter argu­men­tó que para los inte­lec­tua­les for­ma­dos en la uni­ver­si­dad —a quie­nes ella entien­de como «gra­má­ti­cos» for­ma­dos del orden cons­ti­tui­do, un orden que no con­si­de­ra a todos como igual­men­te huma­nos— es impe­ra­ti­vo «casar nues­tro pen­sa­mien­to» con el de los oprimidos.

En 1996, Sek­yi-Otu pro­du­jo una bri­llan­te y pro­fun­da­men­te dia­léc­ti­ca lec­tu­ra de Fanon cen­tra­da en Áfri­ca, que situó la cues­tión de la pra­xis y, espe­cial­men­te, lo que lla­ma «el apla­za­mien­to de la razón pró­di­ga» en el cora­zón de lo que Fanon se refie­re como «la mar­cha labo­rio­sa hacia el cono­ci­mien­to racio­nal». Aca­dé­mi­cos como Nigel Gib­son, Lewis Gor­don y Tracy Shar­pley-Whi­ting tam­bién han enri­que­ci­do sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te la eru­di­ción sobre Fanon.

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