Las nue­vas orien­ta­cio­nes del impe­ria­lis­mo fran­cés en África

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La Operación Barkhane no es sino uno de los aspectos de la presencia militar francesa en el continente africano. Se suma (y lo refuerza) al dispositivo de las bases militares permanentes francesas que oficialmente son cuatro para unos efectivos de 3.000 soldados (Yibuti, Abiyán, Libreville y Dakar). Sin embargo, a estas bases hay que añadir las «Fuerzas Armadas de la Zona Sur del Océano Índico» (FAZSOI) estacionadas en la isla de La Reunión y en la de Mayotte con unos efectivos de 1.900 hombres. Las bases permanentes y las «bases provisionales» (una provisionalidad cada vez más permanente en el caso de la Operación Barkhane) de las Operaciones Exteriores (OPEX) permiten una división en zonas del continente desde el Sahel al Cuerno de África. Así, cerca de 10.000 soldados franceses permanecen de forma permanente en el continente africano, lo que convierte a Francia el país que mantiene permanentemente a la mayor cantidad de militares en África. Actualmente solo el África Austral y el Norte de África están al margen de estas zonas militares.

A estas cifras también hay que añadir la presencia militar de otros países de la Unión Europea, que no por ser «puntual» es menos regular. Lo más frecuente es que la intervención militar europea adquiera la forma de una ayuda a la financiación de las operaciones militares que lleva a cabo Francia. Sin embargo, también se puede traducir en una intervención militar directa, como en el caso de la Operación Artemis en la República Democrática del Congo en 2003 en la que estuvieron presentes militares procedentes de «Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, España, Grecia, Holanda Hungría, Irlanda, Italia, Portugal, Reino Unido y Suecia»1. Estas intervenciones militares europeas se despliegan bajo coordinación francesa: «Francia, la más comprometida, adopta la función de «nación marco»»2, explica la historiadora Martine Cuttier. París se convierte así en un subcontratista de la intervención militar europea y el ejército francés en un ejército mercenario.

La presencia militar estadounidense en el continente no le va a la zaga. Lo principal del dispositivo estadounidense está en la base de Yibutu con unos efectivos de 4.000 hombres destinados a cubrir operaciones tanto en África como en Oriente Próximo. No es la única base. «Estados Unidos cuenta con un total de 34 emplazamientos militares entre las 14 bases militares y los 20 campos, puestos avanzados»3, resume la revista Tribune Afrique del 3 de diciembre de 2018. Esta red militar dirigida por AFRICOM (Comando para África de Estados Unidos, cuya sede está en Stuttgart, Alemania), «permite a las fuerzas desplegadas proporcionar una flexibilidad operativa y una respuesta rápida a las crisis que implican a personal o intereses estadounidenses»4, resume Thomas Waldhauser comandante de AFRICOM.

La importancia de la presencia militar occidental en el continente no es comparable a la de otras grandes potencia. Así, Rusia no dispone de ninguna base militar en África y China de una sola en Yibuti, que se abrió en 2017 y cuenta con 400 soldados. Un estudio del IFRI (Instituto Francés de Relaciones Internacionales) sintetiza de la siguiente manera sus conclusiones tras comparar la presencia estadounidense, rusa y china:

África, que fue un reto geopolítico durante la guerra fría, de nuevo emerge hoy como un espacio fundamental de la competición estratégica y atrae a grandes potencias no europeas como Estados Unidos, China y Rusia. Estas potencias tratan de asegurarse el acceso al teatro africano por medio de financiaciones y acuerdos diplomáticos, la construcción de bases logísticas y el ejercicio de su soft power. También llevan a cabo ahí operaciones militares que son significativas y coercitivas en el caso de Estados Unidos, involucrado en África en virtud del antiterrorismo. China, por su parte, se concentra en sus operaciones de mantenimiento de la paz y de evacuación de sus ciudadanos en caso de crisis. Rusia se limita todavía a acciones de asesoramiento5.

Por supuesto, en esta «competición estratégica» en África hay que añadir a la Unión Europea (y el lugar de «nación marco» que Francia ocupa en ella). La desproporción de la presencia militare entre las diferentes potencias pone de relieve que la estrategia militar occidental no es una respuesta a una estrategia militar rusa o china, como en la época de la llamada «Guerra Fría». La estrategia militar parece así una respuesta al desarrollo de la presencia económica rusa y china. En efecto, el consejero de seguridad nacional de Trump, John Bolton, explica de la siguiente manera las motivaciones de la estrategia estadounidense en África: «Las prácticas depredadoras de China y Rusia frenan el crecimiento económico en África, amenazan la independencia financiera de los países africanos, inhiben las inversiones estadounidenses e interfieren con las operaciones militares de Estados Unidos. Suponen una amenaza real para nuestros intereses de seguridad nacional»6.

Como decía ya el teórico militar prusiano Carl von Clausewitz, «la guerra no es sino la continuación de las relaciones políticas por otros medios»7.

  1. Martine Cuttier: Bilan de la présence militaire européenne en Afrique subsaharienne, 2000-2010, Res Militaris, volumen 2, n° 2, primavera-invierno de 2012, p. 17.
  2. Ibid., p. 17.
  3. Ibrahima Bayo: La carte militaire africaine des Etats-Unis dévoilées, Tribune Afrique, 3 de diciembre de 2018.
  4. Ibid.
  5. Aline Leboeuf: La compétition stratégique en Afrique. Approches militaires américaines, chinoises et russe, Focus Stratégique, n° 91, IFRI, agosto de 2019, p. 5.
  6. John R. Bolton: «Remarks by National Security Advisor Ambassador John R. Bolton on The Trump Administration’s New Africa Strategy», Casa Blanca, 13 de diciembre de 2018 (https://www.whitehouse.gov/briefings-statements/remarks-national-security-advisor-ambassador-john-r-bolton-trump-administrations-new-africa-strategy/).
  7. Carl von Clausewitz: De la guerre, libro 1, Minuit, París, 1955, p. 703. [En castellano, De la guerra, Molins de Rey, Astri, 2003; traducción al castellano y prólogo de Francisco Moglia].

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