Argen­ti­na. Belen Rozas: «Tene­mos un Minis­te­rio por­que tene­mos un movi­mien­to femi­nis­ta fuer­te, diná­mi­co y masivo»

Maria­na Di Mau­ro, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 12 de mar­zo de 2020

En el mar­co del 4to Paro Inter­na­cio­nal Femi­nis­ta y el recien­te lan­za­mien­to de la Secre­ta­ría de Muje­res y Diver­si­dad de la UTEP, entre­vis­ta­mos a Belén Rozas. Mili­tan­te popu­lar de la OLP y miem­bro del Sin­di­ca­to de la Eco­no­mía Popu­lar, nos com­par­te su pers­pec­ti­va res­pec­to a la crea­ción del Minis­te­rio de Géne­ros, los espa­cios en los que mili­ta, el femi­nis­mo en la región, sus lími­tes y apuestas.

Lo popu­lar del femi­nis­mo es algo tan sim­ple y pode­ro­so como el des­per­tar de les más pos­ter­ga­des e invi­si­bi­li­za­des de la his­to­ria como suje­tos polí­ti­cos transformadores.

Tan­to el femi­nis­mo como los movi­mien­tos popu­la­res vie­nen toman­do cada vez más pro­ta­go­nis­mo, ¿Cómo se da esa arti­cu­la­ción y, en ese sen­ti­do, cuál es el rol de la Secre­ta­ría de géne­ro en la UTEP? 

No creo que se tra­te de una arti­cu­la­ción entre dos cosas sino el resul­ta­do con­cre­to de la con­sig­na más vie­ja del femi­nis­mo: lo per­so­nal es polí­ti­co. En un país don­de la femi­ni­za­ción de la pobre­za es par­te de una mise­ria pla­ni­fi­ca­da que data des­de la últi­ma dic­ta­du­ra cívi­co mili­tar, no sor­pren­de que el sec­tor de la eco­no­mía popu­lar esté fuer­te­men­te pro­ta­go­ni­za­do por muje­res, les­bia­nas, trans, tra­ves­tis y no bina­ries, que a su vez par­ti­ci­pan acti­va­men­te de un movi­mien­to femi­nis­ta que vie­ne en auge. Lo popu­lar del femi­nis­mo es algo tan sim­ple y pode­ro­so como el des­per­tar de les más pos­ter­ga­des e invi­si­bi­li­za­des de la his­to­ria como suje­tos polí­ti­cos transformadores.

En este sen­ti­do, la con­for­ma­ción de la Secre­ta­ría de Muje­res y Diver­si­dad de la UTEP tie­ne un doble sig­ni­fi­ca­do. Por el lado gre­mial, nos per­mi­te orga­ni­zar­nos den­tro del sec­tor para desa­rro­llar herra­mien­tas con­cre­tas en tan­to tra­ba­ja­do­ras que bus­can con­quis­tar más dere­chos, y apor­tar a la cons­truc­ción de un sin­di­ca­lis­mo con pers­pec­ti­va de géne­ro jun­to a com­pa­ñe­ras de otras cen­tra­les. Por el lado polí­ti­co, es suma­men­te intere­san­te lo que se pue­de sumar des­de esta iden­ti­dad al movi­mien­to femi­nis­ta en gene­ral. Hay quie­nes dicen que la eco­no­mía popu­lar es eco­no­mía femi­nis­ta. Yo no estoy de acuer­do, por más valo­ra­ción que ten­ga sobre la eco­no­mía popu­lar, por­que la ausen­cia de bre­cha sala­rial entre géne­ros, el acce­so a pro­gra­mas como la AUH y un acer­ca­mien­to a la remu­ne­ra­ción de tareas de cui­da­dos median­te un plan social pre­ca­ri­za­do no impli­ca una eli­mi­na­ción de la divi­sión sexual del tra­ba­jo. Pero, ¿qué es nece­sa­rio para que exis­tan expe­rien­cias que explo­ren esta aris­ta? sin lugar a dudas, esta Secre­ta­ría y mesas de deba­te y tra­ba­jo con otros sec­to­res míni­ma­men­te para empezar.

En el mar­co del nue­vo gobierno, ¿cómo ves que se haya crea­do el Minis­te­rio de Muje­res, Géne­ro y Diversidad?

Hace poco escu­ché al pre­si­den­te decir que la crea­ción de un Minis­te­rio de Muje­res, Géne­ros y Diver­si­dad había sido una deci­sión polí­ti­ca basa­da sola­men­te en escu­char una deman­da masi­va. Estoy muy de acuer­do con él, creo que tene­mos Minis­te­rio por­que tene­mos un movi­mien­to femi­nis­ta fuer­te, diná­mi­co, masi­vo que está des­de hace años en las calles exi­gien­do res­pues­tas al Esta­do en para­le­lo al tra­ma­do de redes por todos lados para sos­te­ner­nos en una coyun­tu­ra hos­til y extre­ma­da­men­te vio­len­ta con los cuer­pos feminizados.

Las com­pa­ñe­ras a car­go del Minis­te­rio a nivel nacio­nal y pro­vin­cial son per­fec­ta­men­te capa­ces de lle­var ade­lan­te las nue­vas res­pon­sa­bi­li­da­des. Sabe­mos de su mili­tan­cia femi­nis­ta y com­par­ti­mos con ellas preo­cu­pa­cio­nes y expec­ta­ti­vas. Se abren nue­vas posi­bi­li­da­des que creo es impor­tan­te apro­ve­char, enten­dien­do al Esta­do como una trin­che­ra más de esta lar­ga lucha colec­ti­va que tie­ne como prin­ci­pal obje­ti­vo en el día a día levan­tar el techo de lo posi­ble, para poder hege­mo­ni­zar un femi­nis­mo de libe­ra­ción con­tra los dis­cur­sos libe­ra­les. No creo que sean cosas con­tra­pues­tas, y oja­lá sea mayo­ri­ta­ria esta lec­tu­ra para poder hacer cre­cer el femi­nis­mo popu­lar y aten­der rápi­da­men­te las emer­gen­cias que esta­mos pagan­do con nues­tras vidas.

Demás está decir que lo que pue­da lograr este Minis­te­rio vie­ne de la mano del pre­su­pues­to que se le asig­ne. Sé de los mala­ba­res que están hacien­do en este momen­to las com­pa­ñe­ras que son fun­cio­na­rias por­que no cuen­tan con lo indis­pen­sa­ble para hacer lo que nece­si­ta­mos que hagan. Cuan­do des­de los femi­nis­mos deci­mos que la deu­da es con noso­tres tam­bién esta­mos dicien­do que para empe­zar a sal­dar­la no hay más opcio­nes para el Esta­do que poner pla­ta. Es así de sim­ple. El FMI no sufrió más de 70 femi­ci­dios y tra­ves­ti­ci­dios en lo que va del año. Tam­po­co el cam­po soje­ro, ni los bonis­tas que andan como pio­jos bus­can­do aumen­tar ganan­cias aún en las peo­res cri­sis. Ni hablar de las igle­sias. No tene­mos mie­do a las repre­sa­lias de estos pará­si­tos, espe­ra­mos que el gobierno tam­po­co y que haga lo que tie­ne que hacer.

Hoy se tra­ta de poner al femi­nis­mo popu­lar como ejem­plo de éti­ca polí­ti­ca, de jus­ti­cia social y de pro­yec­to de eman­ci­pa­ción de la humanidad. 

En los últi­mos años Argen­ti­na tuvo un impor­tan­te cre­ci­mien­to en lo que es el femi­nis­mo y tie­ne una lucha muy fuer­te y bas­tan­te con­so­li­da­da, ¿cómo lo ves en otros paí­ses de la región?

Lo veo emo­cio­na­da, al pun­to que el femi­nis­mo popu­lar se trans­for­mó en el úni­co pro­yec­to polí­ti­co que sien­to que me repre­sen­ta, por­que se sos­tie­ne con una prác­ti­ca que se per­fi­la trans­for­ma­do­ra y fiel­men­te enfren­ta­da a toda opre­sión. Este femi­nis­mo es inter­na­cio­na­lis­ta, anti­bio­lo­gi­cis­ta, anti­ra­cis­ta, anti­ca­pi­ta­lis­ta, y anti toda opre­sión que aten­ta con­tra los pue­blos y las tie­rras que habi­ta­mos y tra­ba­ja­mos. La cohe­ren­cia es una vir­tud de la que no todo mili­tan­te se pue­de jac­tar, pero veo ejem­plos de cohe­ren­cia en les com­pa­ñe­res de Chi­le que com­ba­ten al neo­li­be­ra­lis­mo en pri­me­ra línea, en las muje­res de polle­ra que se enfren­tan a la dic­ta­du­ra en Boli­via, en les que man­tie­nen en su lucha a Marie­lle Fran­co con­tra misó­gi­nos retró­gra­das como Bol­so­na­ro en Bra­sil, y en quie­nes a lo lar­go de toda la región siguen el lega­do de enor­mes lucha­do­ras como Ber­ta Cáce­res que fue ase­si­na­da por pelear con­tra el extrac­ti­vis­mo atroz.

La poten­cia de un nivel de inte­gra­li­dad y rebel­día como éste debe­ría acer­car­nos a los obje­ti­vos revo­lu­cio­na­rios que nun­ca deja­mos de tener. Sólo el tiem­po y la his­to­ria de los pue­blos dirá si lo logra­mos, lo que no me cabe dudas es que mori­re­mos inten­tán­do­lo por­que ya no tene­mos nada que perder.

Tenien­do en cuen­ta que venís de la mili­tan­cia en orga­ni­za­cio­nes popu­la­res, des­de esa mira­da, ¿cómo ves los femi­nis­mos hoy en día?

Creo que es peli­gro­so igno­rar el cre­ci­mien­to de gru­pos que se deno­mi­nan femi­nis­tas pero des­de con­cep­cio­nes libe­ra­les, o de la lle­ga­da que tie­nen los espa­cios de par­ti­ci­pa­ción para muje­res, les­bia­nas, trans, tra­vas, no bina­ries des­de ONG, o igle­sias inclu­so, que lo que bus­can no es empo­de­rar a nadie sino más bien adoc­tri­nar para sos­te­ner sus pri­vi­le­gios como hom­bres cis y su poder como ins­ti­tu­cio­nes. La exis­ten­cia de esta línea, que no es más que el con­tac­to con los femi­nis­mos de una línea pos­mo­der­na gene­ra­li­za­da, sus­ti­tu­ye el tér­mino opre­sión por el tér­mino vio­len­cia, vuel­ve la pelea hacia algo indi­vi­dual divi­dién­do­nos entre (bue­nas) víc­ti­mas y (malos) vic­ti­ma­rios, y nos con­ven­ce len­ta­men­te del uso del len­gua­je penal para hablar de lo que nos pasa y de lo que enten­de­mos por jus­ti­cia. Así es como ter­mi­na­mos escra­chan­do en redes socia­les a un pibe de 13 años que no tie­ne ni idea de cómo vin­cu­lar­se sexoa­fec­ti­va­men­te de mane­ra res­pon­sa­ble y salu­da­ble, y tam­bién así es como nos sen­ti­mos dolo­ro­sa­men­te cómo­des en nues­tro lugar de víc­ti­ma en detri­men­to de una posi­ción más fuer­te como suje­tos polí­ti­cos que pue­den trans­for­mar la reali­dad. Resul­ta todo muy con­ve­nien­te para los pocos machos que domi­nan el pla­ne­ta y para los muchos con los que con­vi­vi­mos coti­dia­na­men­te. Como femi­nis­tas popu­la­res me pare­ce impor­tan­te dar­nos estos deba­tes de mane­ra fra­ter­nal para rom­per con los abso­lu­tis­mos que muchas veces nos tra­ban, pro­fun­di­zar nues­tra inter­ven­ción polí­ti­ca en todos lados y que ésta sea efi­caz para las mayo­rías. La reali­dad no se cam­bia con hash­tags sino ponien­do el cuer­po. Si cree­mos en el femi­nis­mo dedi­que­mos nues­tra vida a mili­tar y vere­mos los cam­bios que aho­ra deci­mos bus­car por medio de las pantallas.

Por otro lado, estoy con­ven­ci­da que nues­tro prin­ci­pal défi­cit es la fal­ta de voca­ción de poder. Dis­cu­ti­mos sobre cómo hace­mos polí­ti­ca les femi­nis­tas pero no sobre cómo uti­li­za­mos esas prác­ti­cas para la cons­truc­ción de un nue­vo poder. No le creo a nin­gu­ne femi­nis­ta que me diga que está con­for­me con que la repre­sen­ta­ción polí­ti­ca mayo­ri­ta­ria esté en manos hom­bres cis, y no me refie­ro sólo a la estruc­tu­ra guber­na­men­tal sino a todos los espa­cios. Esto no sig­ni­fi­ca exclu­si­va­men­te que migre­mos de nues­tras orga­ni­za­cio­nes mix­tas o que nos mude­mos a un pla­ne­ta sepa­ra­tis­ta por­que no con­si­de­ro que eso sea cohe­ren­te con la inte­gra­li­dad de nues­tras luchas, pero sí es nece­sa­rio que como femi­nis­tas cam­bie­mos una corre­la­ción de fuer­zas que en este momen­to es des­fa­vo­ra­ble y nos sigue hacien­do pagar cos­tos con nues­tros cuer­pos y nues­tras vidas. Ya no espe­ro el momen­to en el que las mas­cu­li­ni­da­des hege­mó­ni­cas comien­cen a orga­ni­zar­se, aho­ra creo que hay que con­di­cio­nar­los para que lo hagan. Y no se tra­ta de quién ten­ga razón. Hoy se tra­ta de poner al femi­nis­mo popu­lar como ejem­plo de éti­ca polí­ti­ca, de jus­ti­cia social y de pro­yec­to de eman­ci­pa­ción de la humanidad.

Itu­rria /​Fuen­te

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