Direc­tri­ces para el movi­mien­to comu­nis­ta femenino

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El Segun­do Con­gre­so de la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta com­pro­me­te a todos los par­ti­dos afi­lia­dos a actuar según las direc­tri­ces indi­ca­das con el fin de con­se­guir las más amplias masas feme­ni­nas, orga­ni­za­rías y pre­pa­rar­las para una fuer­te lucha y para su máxi­ma entre­ga al comu­nis­mo; para demos­trar­les con pala­bras y hechos que sólo la lucha revo­lu­cio­na­ria de cla­se del pro­le­ta­ria­do y la con­se­cu­ción de sus obje­ti­vos pue­den garan­ti­zar la ple­na jus­ti­cia, la ple­na liber­tad y la ple­na huma­ni­za­ción de todo el sexo feme­nino. De acuer­do con estas direc­tri­ces, los par­ti­dos comu­nis­tas deben actuar del siguien­te modo:

    1. En los paí­ses en los cua­les el pro­le­ta­ria­do ha con­quis­ta­do el poder esta­tal y ha edi­fi­ca­do su domi­nio en el sis­te­ma de los soviets, como en Rusia: 
      1. Movi­li­za­cio­nes gene­ra­les de muje­res en todas las luchas y actua­cio­nes de toda cla­se que com­ba­tan la acti­vi­dad de los con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rios inter­nos y extran­je­ros en el fren­te y en la patria, por la reafir­ma­ción y con­so­li­da­ción del sis­te­ma de los soviets: por ejem­plo, el ser­vi­cio de las mili­cias feme­ni­nas, de las Enfer­me­ras Rojas, tra­ba­jo de for­ma­ción edu­ca­ti­va en el Ejér­ci­to Rojo, etc. La cola­bo­ra­ción inter­na y cons­cien­te de las muje­res es indis­pen­sa­ble, por otra par­te, para la total supera­ción no sólo de todos los resi­duos eco­nó­mi­cos y socia­les del capi­ta­lis­mo, sino tam­bién de su egoís­ta moral.
      2. Pro­fun­da for­ma­ción de las pro­le­ta­rias, de las peque­ñas cam­pe­si­nas, de todas las muje­res tra­ba­ja­do­ras en gene­ral, con el fin de que sepan que una supera­ción más rápi­da del difí­cil perío­do de tran­si­ción que des­de los últi­mos ale­teos del capi­ta­lis­mo debe con­du­cir has­ta la for­ma supe­rior del capi­ta­lis­mo tam­bién depen­de de ellas, de su cre­cien­te com­pren­sión de los pro­ble­mas, de su volun­tad y de su abne­ga­ción; un perío­do difí­cil de tran­si­ción, duran­te el cual males, pena­li­da­des y sacri­fi­cios, se aba­ti­rán inevi­ta­ble­men­te en par­ti­cu­lar sobre las muje­res y sus hijos.
      3. Pro­fun­da for­ma­ción de las pro­le­ta­rias, de las peque­ñas cam­pe­si­nas, de todas las muje­res tra­ba­ja­do­ras en gene­ral, con el fin de que com­pren­dan que el nue­vo orden social libe­ra­dor que es el comu­nis­mo total ‑que está madu­ran­do bajo las luchas con­tra las fuer­zas del vie­jo mun­do bur­gués y en la con­tro­ver­sia con nue­vos pro­ble­mas- ha de ser en gran medi­da tam­bién obra de ellas mis­mas, fru­to de la cla­ri­dad de obje­ti­vos, de la inque­bran­ta­ble volun­tad, de la acción de cada una de ellas, dis­pues­tas en todo momen­to al sacrificio.
      4. Amplia par­ti­ci­pa­ción de las tra­ba­ja­do­ras en las labo­res de recons­truc­ción eco­nó­mi­ca a tra­vés de los órga­nos de los soviets, de los sin­di­ca­tos y las coope­ra­ti­vas, así como de sus diver­sas secciones.
      5. Amplia par­ti­ci­pa­ción de las muje­res en los soviets, en sus diver­sos orga­nis­mos de con­trol, admi­nis­tra­ción y cons­truc­ción, así como en cual­quier otro cam­po, sin excluir el de la ciencia.
      6. Orga­ni­za­ción de las con­di­cio­nes de tra­ba­jo de las muje­res tra­ba­ja­do­ras que ten­ga en cuen­ta la espe­cí­fi­ca natu­ra­le­za del orga­nis­mo feme­nino y los esfuer­zos físi­cos y psí­qui­cos de la fun­ción de madre, hacien­do posi­ble una vin­cu­la­ción armó­ni­ca de la mis­ma con la acti­vi­dad pro­fe­sio­nal, vin­cu­la­ción que per­mi­ta el pleno desa­rro­llo de las ener­gías y valo­res de la feminidad.
      7. Inser­ción de la tra­di­cio­nal eco­no­mía fami­liar – que es la for­ma más atra­sa­da, más defor­ma­da y más redu­ci­da del vie­jo arte­sa­na­do que la suce­de­rá- en la eco­no­mía gene­ral de la socie­dad para trans­for­mar al ama de casa, des­de escla­va de la peque­ña eco­no­mía ais­la­da en libre tra­ba­ja­do­ra de la gran eco­no­mía social.
      8. Crea­ción de ins­ti­tu­cio­nes socia­les-mode­lo que desa­rro­llen las tareas eco­nó­mi­cas de la mujer en la fami­lia del pasa­do, y que la ayu­den e inte­gren en sus tareas de madre.
      9. Ins­ti­tu­ción de órga­nos asis­ten­cia­les socia­les ejem­pla­res para la pro­tec­ción de la mater­ni­dad, de los niños y los adolescentes.
      10. Pro­mo­ción de ins­ti­tu­cio­nes aná­lo­gas para la asis­ten­cia a los enfer­mos, incu­ra­bles, ancia­nos e invá­li­dos: pre­vi­sio­nes eco­nó­mi­cas y edu­ca­ti­vas que per­mi­tan la recu­pe­ra­ción de las pros­ti­tu­tas, esa heren­cia del orden bur­gués, res­ca­tán­do­las del lum­pen­pro­le­ta­ria­do y rein­cor­po­rán­do­las a la comu­ni­dad de los trabajadores.
      11. Edi­fi­ca­ción de un sis­te­ma edu­ca­ti­vo y de for­ma­ción pro­fe­sio­nal que, basa­do en una ins­truc­ción pro­fe­sio­nal y en la edu­ca­ción de gru­po (Koe­du­ka­tion), garan­ti­ce a cada indi­vi­duo el desa­rro­llo de su pro­pia per­so­na­li­dad y de su espí­ri­tu de soli­da­ri­dad, ase­gu­ran­do con ello tam­bién al sexo feme­nino las con­di­cio­nes para el desa­rro­llo de una per­so­na­li­dad multiforme.
      12. Amplia cola­bo­ra­ción de las muje­res en la deter­mi­na­ción y la actua­ción de estas pro­vi­den­cias (en el cur­so de su crea­ción, orga­ni­za­ción y admi­nis­tra­ción de los orde­na­mien­tos), para ali­ge­rar las tareas del ama de casa y de la madre, y que ayu­den en la asis­ten­cia social, en par­ti­cu­lar a la asis­ten­cia de las muje­res, niños y adolescentes.
    2. En todos los paí­ses en los cua­les el pro­le­ta­ria­do sigue luchan­do por la con­quis­ta del poder político: 
      1. Encua­dra­mien­to de las muje­res como miem­bros con igua­les dere­chos e igua­les debe­res en el par­ti­do comu­nis­ta y en las orga­ni­za­cio­nes de lucha de cla­se eco­nó­mi­ca del pro­le­ta­ria­do; su cola­bo­ra­ción equi­pa­ra­da en todos los órga­nos e ins­tan­cias del par­ti­do, de los sin­di­ca­tos y de las asociaciones.
      2. Edu­ca­ción de las gran­des masas feme­ni­nas del pro­le­ta­ria­do y de los cam­pe­si­nos pobres en el comu­nis­mo, a fin de que conoz­can la natu­ra­le­za, obje­ti­vos, méto­dos e ins­tru­men­tos de las accio­nes y luchas revo­lu­cio­na­rias del pro­le­ta­ria­do. Par­ti­ci­pa­ción de las gran­des masas feme­ni­nas en todas estas luchas y accio­nes, como ense­ñan­za con­cre­ta y prác­ti­ca de máxi­ma efi­ca­cia; adop­ción de todos los ins­tru­men­tos, medi­das y dis­po­si­cio­nes aptos para refor­zar y cla­ri­fi­car la cons­cien­cia de cla­se de las pro­le­ta­rias e incre­men­tar su ener­gía y volun­tad revolucionarias.
      3. Ple­na igual­dad de dere­chos de los dos sexos ante la ley y en la pra­xis, en todos los sec­to­res de la vida públi­ca y privada.
      4. Uti­li­za­ción revo­lu­cio­na­ria y cla­sis­ta del dere­cho de voto acti­vo y pasi­vo de la mujer en los par­la­men­tos muni­ci­pa­les y fede­ra­les, así como en todas las cor­po­ra­cio­nes públi­cas, ponien­do nece­sa­ria­men­te un fuer­te acen­to en el limi­ta­do valor del dere­cho de voto, del par­la­men­ta­ris­mo, de la demo­cra­cia bur­gue­sa en rela­ción con el pro­le­ta­ria­do y en la nece­si­dad his­tó­ri­ca de supe­rar el par­la­men­ta­ris­mo y la demo­cra­cia bur­gue­sa median­te el sis­te­ma sovié­ti­co y la dic­ta­du­ra de cla­se obrera.
      5. Cons­cien­te y acti­va par­ti­ci­pa­ción de las obre­ras, de las fun­cio­na­rias, de las emplea­das y de todas las tra­ba­ja­do­ras de la ciu­dad y el cam­po como elec­to­ras para la elec­ción de los con­se­jos obre­ros revo­lu­cio­na­rios, eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos; la más fer­vien­te par­ti­ci­pa­ción de las obre­ras, fun­cio­na­rias y tra­ba­ja­do­ras en cali­dad de ele­gi­das en estos con­se­jos obre­ros y en sus órga­nos; inser­ción de las amas de casa per­te­ne­cien­tes al pro­le­ta­ria­do y a los estra­tos más pobres de la pobla­ción como elec­to­ras de los con­se­jos obre­ros revo­lu­cio­na­rios y su cola­bo­ra­ción, en cuan­to ele­gi­das en los mis­mos con­se­jos; difu­sión y actua­ción de las con­cep­cio­nes con­se­jis­tas entre las cam­pe­si­nas pobres y los estra­tos de la pobla­ción agra­ria de pare­ci­das con­di­cio­nes sociales.
      6. Dere­cho de la mujer a una for­ma­ción pro­fe­sio­nal pari­ta­ria, libre, gra­tui­ta y gene­ral y su inser­ción, en cali­dad de tra­ba­ja­do­ra con igua­les dere­chos e igua­les debe­res, en el tra­ba­jo eco­nó­mi­co y social a todos los nive­les; reco­no­ci­mien­to y recua­li­fi­ca­ción de la fun­ción de madre como pres­ta­ción social.
      7. Pari­dad de sala­rio a pari­dad de tra­ba­jo para hom­bres y mujeres.
      8. Radi­cal y enér­gi­ca deli­mi­ta­ción del poder de explo­ta­ción capi­ta­lis­ta median­te una efi­caz pro­tec­ción legal de las obre­ras, de las fun­cio­na­rias y de las emplea­das ‑el lla­ma­do per­so­nal de ser­vi­cio inclu­si­ve- a todos los nive­les de la eco­no­mía y res­pe­to a las dis­po­si­cio­nes opor­tu­nas para las ado­les­cen­tes, las ges­tan­tes, las par­tu­rien­tas y las madres en el perío­do de amamantamiento.
      9. Amplias posi­bi­li­da­des de ins­pec­ción del tra­ba­jo median­te un cuer­po sufi­cien­te­men­te amplio de fun­cio­na­rios inde­pen­dien­tes, com­pues­to por médi­cos, téc­ni­cos, obre­ros con ple­nos pode­res, en el cual las muje­res deben estar repre­sen­ta­das en pro­por­ción a la enti­dad del tra­ba­jo femenino.
      10. Medi­das y regla­men­tos socia­les que ali­ge­ren las tareas de la mujer tra­ba­ja­do­ra en sus fun­cio­nes de ama de casa y madre, medi­das que per­mi­tan tras­la­dar los tra­ba­jos domés­ti­cos tra­di­cio­na­les de la fami­lia a la eco­no­mía social, hacien­do posi­ble con ello una total edu­ca­ción de los hijos median­te la edu­ca­ción social que les impar­ta una edu­ca­ción basa­da fun­da­men­tal­men­te en la solidaridad.
      11. Crea­ción de las orde­nan­zas corres­pon­dien­tes, no sólo en las ciu­da­des y en los cen­tros indus­tria­les, sino tam­bién en las regio­nes del cam­po, en favor de las tra­ba­ja­do­ras de la tie­rra, de las cam­pe­si­nas, etc.
      12. Expli­ca­ción a las muje­res del carác­ter atra­sa­do de la anti­gua eco­no­mía fami­liar y del des­per­di­cio de tiem­po, ener­gía y medios que impli­ca; expli­ca­ción del uso que el capi­ta­lis­mo hacía de la eco­no­mía domés­ti­ca como ins­tru­men­to para man­te­ner bajos los sala­rios del hom­bre, adu­cien­do como moti­vo que el tra­ba­jo del ama de casa no se paga; y ade­más ins­tru­men­to para man­te­ner a la mujer en una situa­ción de retra­so cul­tu­ral y polí­ti­co, cerrán­do­le el acce­so a la vida social.
      13. Refor­ma radi­cal del sis­te­ma de alo­ja­mien­tos, que no ten­ga en cuen­ta el dere­cho de pro­pie­dad bur­gue­sa a resi­den­cias super­fluas y de lujo, y en cuya rea­li­za­ción debe hacer­se par­ti­ci­par a las mujeres.
      14. Amplia y orgá­ni­ca regu­la­ción de la sani­dad públi­ca que com­pren­da, entre otras cosas, la crea­ción en las ciu­da­des y en el cam­po de cen­tros médi­cos que cuen­ten tam­bién con el auxi­lio de doc­to­ras, y ten­gan a su dis­po­si­ción enfer­me­ras y nodrizas.
      15. Adop­ción de las dis­po­si­cio­nes eco­nó­mi­cas y socia­les ade­cua­das para com­ba­tir la pros­ti­tu­ción; medi­das higié­ni­cas con­tra la difu­sión de las enfer­me­da­des vené­reas; eli­mi­na­ción del pre­jui­cio social en rela­ción a las pros­ti­tu­tas; supera­ción de la doble moral sexual, dis­tin­ta para los dos sexos.
      16. Cola­bo­ra­ción de las muje­res en la elec­ción de las dis­po­si­cio­nes y orde­nan­zas que afec­tan de modo deci­si­vo el dere­cho de la mujer a la ins­truc­ción, a la acti­vi­dad pro­fe­sio­nal, a la pro­tec­ción con­tra la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta, etc.
    3. En los paí­ses carac­te­ri­za­dos por un desa­rro­llo precapitalista: 
      1. Supera­ción de los pre­jui­cios, hábi­tos y cos­tum­bres, de los pre­cep­tos reli­gio­sos y jurí­di­cos que degra­dan a la mujer como escla­va de su casa, del tra­ba­jo y del pla­cer del hom­bre, supera­ción que pre­su­po­ne una toma de cons­cien­cia no sólo de las muje­res, sino tam­bién de los hombres.
      2. Ple­na igual­dad jurí­di­ca de la mujer con res­pec­to al hom­bre en la edu­ca­ción, la vida pri­va­da y la vida pública.
      3. Asis­ten­cia radi­cal a las muje­res pobres y explo­ta­das con­tra la opre­sión y la explo­ta­ción por par­te de las cla­ses posee­do­ras domi­nan­tes, como suce­de espe­cial­men­te en la indus­tria a domi­ci­lio, y cuyos estra­gos más evi­den­tes pue­den ser ate­nua­dos con la crea­ción de cooperativas.
      4. Medi­das y regla­men­ta­cio­nes que per­mi­tan el paso de las for­mas pre­ca­pi­ta­lis­tas de la eco­no­mía y de la vida social al comu­nis­mo, espe­cial­men­te con ejem­plos de rea­li­za­cio­nes naci­das de una ins­truc­ción con­cre­ta y basa­da en los hechos, los cua­les demues­tran a las muje­res que la eco­no­mía domés­ti­ca indi­vi­dual las hace escla­vas, mien­tras que el tra­ba­jo social las hace libres.

En el tra­ba­jo de movi­li­za­ción y orga­ni­za­ción de las muje­res de los paí­ses con desa­rro­llo pre­ca­pi­ta­lis­ta, debe hacer­se valer de modo espe­cial las expe­rien­cias acu­mu­la­das por las cama­ra­das y los cama­ra­das rusos en el cur­so de su acti­vi­dad entre las muje­res de los pue­blos orientales.

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