El enga­ño sis­te­má­ti­co: El pro­ce­so de paz en Palestina

La reali­dad de los ban­tus­ta­nes, reser­vas o encla­ves pales­ti­nos es un hecho incon­tes­ta­ble. Su crea­ción es el suce­so más des­ta­ca­do de los últi­mos 25 años. Por supues­to, se pue­de decir que sus semi­llas se sem­bra­ron con la ocu­pa­ción en 1967, pero –para­dó­ji­ca­men­te– el pro­ce­so se ace­le­ró, se con­so­li­dó, madu­ró y se pro­fun­di­zó en coin­ci­den­cia con las nego­cia­cio­nes entre Israel y los pales­ti­nos, pri­me­ro en las con­ver­sa­cio­nes de Madrid y Washing­ton ini­cia­das a fina­les de 1991 y des­pués en las nego­cia­cio­nes rea­li­za­das en Oslo.

Quie­nes dan cré­di­to a las alti­so­nan­tes decla­ra­cio­nes ver­ba­les sobre la paz y un nue­vo Orien­te Medio con­ti­nua­rán cre­yen­do que solo el azar, los lamen­ta­bles erro­res huma­nos, la mala suer­te y las com­pli­ca­cio­nes téc­ni­cas con­du­je­ron a la for­ma­ción de unas reser­vas pales­ti­nas sepul­ta­das en el espa­cio israe­lí con­ti­guo entre el mar Medi­te­rrá­neo y el río Jor­dán, con­tra­rian­do toda la lógi­ca de un acuer­do jus­to entre los pales­ti­nos y los israe­líes y negan­do el anti­guo dere­cho a la auto­de­ter­mi­na­ción. Otros con­ti­nua­rán sos­te­nien­do que todo lo suce­di­do no es más que una reac­ción con­tra los ata­ques rea­li­za­dos por los pales­ti­nos opues­tos tan­to a los acuer­dos de Oslo como a Yas­ser Arafat.

Sin embar­go, deseo dar cré­di­to –lo he hecho y con­ti­núo hacién­do­lo– a la habi­li­dad para la pla­ni­fi­ca­ción de los orga­nis­mos israe­líes de la segu­ri­dad y la diplo­ma­cia y a la cal­cu­la­da suti­le­za que hay detrás de la capa­ci­dad de hablar apa­ci­ble­men­te con la pala­bra que todo el mun­do quie­re oír –«paz»– y en reali­dad hacer todo lo con­tra­rio (con­ti­nuan­do con la ocu­pa­ción median­te la ter­ce­ri­za­ción mien­tras se deja caer el peso de la res­pon­sa­bi­li­dad eco­nó­mi­ca y legal sobre la pobla­ción que sufre la ocupación).

Lo que sigue son las seña­les de aler­ta que empe­za­ron a hacer­se ver jus­to en el momen­to de la fir­ma de la Decla­ra­ción de Prin­ci­pios; estas seña­les me ense­ña­ron muy tem­pra­na­men­te a poner en duda las inten­cio­nes israe­líes pre­sen­tes en las negociaciones:

  • Mien­tras se deci­día dar pasos pau­la­ti­nos hacia la rea­li­za­ción del Acuer­do Pro­vi­sio­nal, el obje­ti­vo de las nego­cia­cio­nes no se esti­pu­la­ba explí­ci­ta­men­te. Esto es, en nin­gu­na par­te se escri­bió que la meta era el esta­ble­ci­mien­to de un esta­do pales­tino en los terri­to­rios ocu­pa­dos en 1967; al con­tra­rio de lo pac­ta­do por los pales­ti­nos, muchas per­so­nas en ese tiem­po per­te­ne­cien­tes al cam­po de la paz en Israel y los paí­ses euro­peos. ¿Qué lógi­ca hay en avan­zar poco a poco hacia una meta impre­ci­sa que solo los pales­ti­nos y los par­ti­da­rios euro­peos de una paz jus­ta entien­den como la mate­ria­li­za­ción del dere­cho a la auto­de­ter­mi­na­ción, mien­tras que la par­te dura –Israel– se arro­ga el dere­cho de impo­ner su interpretación? 
  • La pala­bra «ocu­pa­ción» no apa­re­ce en la Decla­ra­ción de Prin­ci­pios. Sin embar­go, en su car­ta a Yitzhak Rabin, Yas­ser Ara­fat pro­me­te explí­ci­ta­men­te que la Orga­ni­za­ción de Libe­ra­ción de Pales­ti­na renun­cia­rá al terro­ris­mo. La evi­ta­ción de cual­quier men­ción de la «ocu­pa­ción» como una situa­ción dada y ori­gen de la vio­len­cia fue una expre­sión de la inver­sión diplo­má­ti­co-pro­pa­gan­dis­ta logra­da por Israel. Las ver­da­de­ras rela­cio­nes de poder –de ocu­pan­te y ocu­pa­do– se con­vir­tie­ron en rela­cio­nes de per­se­gui­do (los israe­líes) y per­se­gui­dor (los pales­ti­nos). El peso de la prue­ba fue impues­to a los pales­ti­nos (una lucha con­tra el terror) y no a Israel (un final a la ocupación). 
  • Dele­gar en la Admi­nis­tra­ción Civil la con­duc­ción de las nego­cia­cio­nes en lo que res­pec­ta a la trans­fe­ren­cia de res­pon­sa­bi­li­da­des civi­les a la Auto­ri­dad Pales­ti­na fue otra señal de aler­ta. En los menos de 15 años de su exis­ten­cia, la Admi­nis­tra­ción Civil se había con­ver­ti­do en una herra­mien­ta para imple­men­tar la polí­ti­ca de colo­ni­za­ción y con­trol mili­tar de los pales­ti­nos bajo el dis­fraz de una ins­ti­tu­ción de asun­tos civi­les. Al con­tra­rio de las decla­ra­cio­nes sobre «cam­bio de dis­co», los buró­cra­tas-fun­cio­na­rios que con­du­cían las nego­cia­cio­nes civi­les no tenían otra alter­na­ti­va que pro­te­ger el pro­pó­si­to de su orga­ni­za­ción y per­pe­tuar la acti­tud des­pó­ti­ca res­pec­to de los palestinos. 
  • La Decla­ra­ción de prin­ci­pios fir­ma­da el 13 de sep­tiem­bre de 1993 con­sig­na­ba: «Ambas par­tes ven Cis­jor­da­nia y la Fran­ja de Gaza como una uni­dad terri­to­rial úni­ca, cuya inte­gri­dad será con­ser­va­da duran­te el perio­do pro­vi­sio­nal». Esto no suce­dió. En lugar de eso, Israel hizo todo lo que pudo para sepa­rar la pobla­ción de Gaza de la de Cis­jor­da­nia median­te un régi­men de res­tric­ción de movi­mien­tos. Pese a que el núme­ro de pales­ti­nos que salie­ron y entra­ron en Gaza en los noven­ta fue rela­ti­va­men­te impor­tan­te en com­pa­ra­ción con el minúscu­lo núme­ro de quie­nes lo hacen hoy, esa can­ti­dad fue peque­ña en rela­ción con la situa­ción ante­rior al 15 de enero de 1991, cuan­do Israel puso en mar­cha la estric­ta prohi­bi­ción de movi­mien­tos de los pales­ti­nos y la exi­gen­cia de un per­mi­so per­so­nal para entrar en Israel (eso fue tres años antes de los ata­ques sui­ci­das den­tro de Israel). De este modo, Israel con­tro­ló las rela­cio­nes eco­nó­mi­cas, ins­ti­tu­cio­na­les, socia­les y fami­lia­res entre las pobla­cio­nes gaza­tí y cis­jor­da­na y las res­trin­gió a pla­cer. De esa for­ma, Israel pudo inter­fe­rir en el fun­cio­na­mien­to y desa­rro­llo apro­pia­dos de las ins­ti­tu­cio­nes de la Auto­ri­dad Palestina. 
  • De acuer­do con una exi­gen­cia de Israel, en las nego­cia­cio­nes se esti­pu­ló que este con­ti­nua­ría con­tro­lan­do el regis­tro de la pobla­ción pales­ti­na, lo que sig­ni­fi­có que solo Israel tenía la potes­tad de deci­dir la con­ce­sión de la resi­den­cia a pales­ti­nos, a quié­nes, cuán­do y a cuán­tos. En el Acuer­do Pro­vi­sio­nal hay una dis­po­si­ción que facul­ta a la Auto­ri­dad Pales­ti­na para que haga algu­nas modi­fi­ca­cio­nes en el regis­tro de la pobla­ción, tales como cam­bios de domi­ci­lio y de situa­ción per­so­nal pero está obli­ga­da a infor­mar a Israel de cual­quier cam­bio que haga. A fines de 1996, para los pales­ti­nos se hizo evi­den­te que Israel esta­ba negán­do­se a reco­no­cer los cam­bios de domi­ci­lio –que apa­re­cían en el docu­men­to de iden­ti­dad– de una ciu­dad de Gaza a otra de Cis­jor­da­nia (sobre todo para los miles de per­so­nas naci­das en Gaza pero habían esta­do resi­dien­do en Cis­jor­da­nia duran­te muchos años), mien­tras que esta­ba apro­ban­do los cam­bios de domi­ci­lio pro­du­ci­dos den­tro de Cis­jor­da­nia o den­tro de la Fran­ja de Gaza. Estas apa­ren­te­men­te meno­res medi­das buro­crá­ti­cas tenían una sig­ni­fi­ca­ción tre­men­da: demos­tra­ban que Israel con­ti­nua­ba con­si­de­ran­do que la Fran­ja de Gaza era una enti­dad sepa­ra­da de Cis­jor­da­nia. Para Israel, Gaza es un encla­ve aparte. 
  • Tam­bién en 1997, Israel prohi­bió a quie­nes vivían en la Fran­ja de Gaza que entra­ran en Cis­jor­da­nia des­de Jor­da­nia uti­li­zan­do el paso fron­te­ri­zo del puen­te de Allenby. Des­de que en enero de 1991 se impu­so la obli­ga­ción del per­mi­so per­so­nal para via­jar, los pales­ti­nos que no tenían un per­mi­so de trán­si­to por Israel en su camino hacia Cis­jor­da­nia des­cu­brie­ron que podían lle­gar a des­tino hacien­do un lar­go rodeo. Entra­ban en Egip­to por el paso de Rafah y des­de allí se diri­gían a Jor­da­nia y entra­ban a Cis­jor­da­nia por el paso de Allenby. En gene­ral, se tra­ta­ba de estu­dian­tes matri­cu­la­dos en las uni­ver­si­da­des cis­jor­da­nas, inte­gran­tes de fami­lias des­he­chas, comer­cian­tes, fun­cio­na­rios de la Auto­ri­dad Pales­ti­na y otras per­so­nas cuya soli­ci­tud de trán­si­to a tra­vés de Israel había sido recha­za­da. Des­de 1997, a quie­nes vivían en la Fran­ja de Gaza se les exi­gió que soli­ci­ta­ran un per­mi­so para entrar por el puen­te de Allenby (per­mi­sos que eran con­ce­di­dos solo en casos excep­cio­na­les); una prue­ba más de que Israel con­si­de­ra­ba como enti­da­des sepa­ra­das las dos par­tes del terri­to­rio pales­tino, en con­tra­ven­ción de la Decla­ra­ción de Principios. 
  • La dis­po­si­ción del Acuer­do Pro­vi­sio­nal con­cer­nien­te al agua es una mues­tra espe­cial­men­te cíni­ca de la acti­tud israe­lí una Gaza con­si­de­ra­da como encla­ve sepa­ra­do. Apar­te de unos pocos millo­nes de metros cúbi­cos de agua que lle­gan a la Fran­ja de Gaza des­de Israel (como com­pen­sa­ción por el agua dul­ce de la mejor cali­dad que bom­bean en su terri­to­rio en bene­fi­cio de los asen­ta­mien­tos israe­líes), se exi­gió a la Fran­ja –y con­ti­núa exi­gién­do­se­le hoy– que se las arre­gle con el agua dis­po­ni­ble den­tro de sus fron­te­ras. El mis­mo acuí­fe­ro que ase­gu­ra­ba la pro­vi­sión de agua a los apro­xi­ma­da­men­te 80.000 pales­ti­nos que vivían allí antes de 1948 con­ti­nuó dan­do agua a los refu­gia­dos que se agre­ga­ron (unas 200.000 per­so­nas) en 1949 y a la pobla­ción que ha ido cre­cien­do has­ta cer­ca de las 900.000 per­so­nas hacia 1994 y lle­ga a los dos millo­nes hoy en día. Des­de fina­les de los ochen­ta del siglo pasa­do, Gaza ha esta­do sufrien­do la con­ta­mi­na­ción del acuí­fe­ro con agua de mar debi­do a la exa­ge­ra­da extrac­ción de agua en los pozos. En lugar de la sen­ci­lla solu­ción de enviar agua por una tube­ría a Gaza des­de el terri­to­rio israe­lí (lo que habría esta­do com­pen­sa­do por la enor­me can­ti­dad de agua que Israel extrae en Cis­jor­da­nia para bene­fi­cio de los israe­líes que viven en Israel y en los asen­ta­mien­tos), Israel ha obli­ga­do a la fran­ja de Gaza a man­te­ner una eco­no­mía autár­qui­ca del agua. De este modo, el 97 por cien­to de su agua no es apto para ser bebida. 
  • La masa­cre de Golds­tein: no solo los vio­len­tos colo­nos de Hebron no fue­ron eva­cua­dos de la ciu­dad; ade­más fue­ron recom­pen­sa­dos. El gobierno de Rabin cas­ti­gó a los pales­ti­nos por la matan­za que un ciu­da­dano judío israe­lí come­tió allí y fue­ron obli­ga­dos a sopor­tar un pro­lon­ga­do toque de que­da. Des­pués se impu­sie­ron varias res­tric­cio­nes de movi­mien­to a los pales­ti­nos para imple­men­tar el prin­ci­pio de sepa­ra­ción entre ellos y los colo­nos, mien­tras se pri­vi­le­gia­ba la como­di­dad y el bien­es­tar de unos pocos judíos a cos­ta de la mayo­ría palestina. 
  • Pese a la ima­gen de «reci­pro­ci­dad» y «sime­tría» entre pales­ti­nos e israe­líes que tra­tó de mos­trar la Decla­ra­ción de Prin­ci­pios, duran­te todo el pro­ce­so de nego­cia­ción la situa­ción de los pri­sio­ne­ros pales­ti­nos nun­ca fue equi­va­len­te a la de los sol­da­dos israe­líes a pesar del hecho de que sus coman­dan­tes –que en ese momen­to se encon­tra­ban con la otra par­te y nego­cia­ban con ella– los habían man­da­do a com­ba­tir y matar. Los pri­sio­ne­ros pales­ti­nos fue­ron pin­ta­dos como cri­mi­na­les cuyo nom­bre y lugar de resi­den­cia era cono­ci­do por todo el mun­do, y los israe­líes como héroes. La libe­ra­ción de los pri­sio­ne­ros ni siquie­ra se men­cio­nó en la Decla­ra­ción de Prin­ci­pios. Más tar­de, las libe­ra­cio­nes par­cia­les estu­vie­ron siem­pre acom­pa­ña­das de humi­lla­cio­nes y pos­ter­ga­cio­nes, y no inclu­ye­ron a pales­ti­nos que habían mata­do a israe­líes antes de la fir­ma de los acuer­dos de Oslo. 
  • En los años noven­ta del siglo pasa­do, Israel con­ti­nuó demo­lien­do edi­fi­cios en Cis­jor­da­nia; es basa­ban en que habían sido cons­trui­dos sin tener un per­mi­so para ello, cuan­do todo el mun­do sabía que des­de los seten­ta Israel había sido muy mez­quino a la hora de con­ce­der un per­mi­so de cons­truc­ción a los pales­ti­nos y de ela­bo­rar un plan gene­ral para ellos. 
  • En julio de 1994, duran­te las reunio­nes en Oslo y bajo un gobierno labo­ris­ta-Meretz, se expi­die­ron órde­nes de des­alo­jo a los bedui­nos de la tri­bu Jaha­lin para per­mi­tir la expan­sión del asen­ta­mien­to de Ma’aleh Adu­mim. En mayo de 1995, el Tri­bu­nal Supre­mo de Jus­ti­cia recha­zó unas ape­la­cio­nes con­tra el des­alo­jo. Órde­nes de des­alo­jo simi­la­res se envia­ron a otras peque­ñas comu­ni­da­des de pas­to­res y agri­cul­to­res, gen­te que tra­di­cio­nal­men­te –y para ganar­se la vida– pasa­ban un tiem­po con­si­de­ra­ble en tie­rras ale­ja­das de su aldea de ori­gen, por ejem­plo jun­to a lo que sería la carre­te­ra 443 (que va de Jeru­sa­lén a Modi’in) y en el blo­que Etzion. 
  • El Acuer­do Pro­vi­sio­nal esta­ble­ció una osten­si­ble­men­te des­igual divi­sión de los recur­sos de agua en Cis­jor­da­nia y deter­mi­nó un cupo de la can­ti­dad de agua que los pales­ti­nos podían con­su­mir (mien­tras que a los colo­nos no se les impu­so cupo alguno). Los pozos de agua per­fo­ra­dos en el valle del Jor­dán abas­te­cían –y con­ti­núan hacién­do­lo– a los apro­xi­ma­da­men­te 6.000 colo­nos que viven allí con una can­ti­dad de agua equi­va­len­te a un cuar­to de la asig­na­da a los pales­ti­nos –entre 1,5 y 2 millo­nes de per­so­nas – . En las reunio­nes de la comi­sión con­jun­ta del agua, a los pales­ti­nos se les hizo evi­den­te muy pron­to que para ellos era mejor pedir que se apro­ba­ran un con­duc­to de agua de un diá­me­tro menor del que habían pen­sa­do ini­cial­men­te; de otro modo, los israe­líes no apro­ba­rían el pro­yec­to propuesto. 
  • A pesar de que en el acuer­do hay una dis­po­si­ción para que nin­gu­na de las par­tes hicie­ra algún cam­bio que pudie­ra afec­tar los resul­ta­dos del acuer­do per­ma­nen­te, a fines de 1995 el minis­te­rio del Inte­rior israe­lí enca­be­za­do por Haim Ramon empe­zó a revo­car la situa­ción de resi­den­te de miles de pales­ti­nos de Jeru­sa­lén, sobre la base de de que su cen­tro vital ya no era esa ciu­dad. Esta fue la señal de lo que se ha lla­ma­do «tras­la­do silen­cio­so», la expul­sión de la ciu­dad de muchas per­so­nas, el des­po­jo de su situa­ción legal y la con­fis­ca­ción de su docu­men­to de iden­ti­dad, y el avan­ce de un sis­te­ma de vigi­lan­cia y espio­na­je con­tra dece­nas de miles de pales­ti­nos lle­va­do a cabo por el minis­te­rio del Inte­rior y el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Pro­tec­ción. Las res­tric­cio­nes de edi­fi­ca­ción en Jeru­sa­lén tam­bién siguie­ron en vigor y el régi­men de per­mi­sos de via­je cor­tó la cone­xión natu­ral que los pales­ti­nos tenían con este cen­tro eco­nó­mi­co, social y cultural. 
  • Otra señal fue la divi­sión de Cis­jor­da­nia en tres zonas de con­trol –A, B y C– que serían adap­ta­das a una relo­ca­li­za­ción de de las Fuer­zas de Defen­sa de Israel (equí­vo­ca­men­te lla­ma­da reti­ra­da). Al prin­ci­pio, esto se hizo en las ciu­da­des, des­pués en las aldeas y final­men­te en las zonas menos pobla­das que son las reser­vas de tie­rra y espa­cio para una futu­ra enti­dad pales­ti­na. Aun­que igno­re­mos el hecho de que Israel resol­vió el rit­mo del redes­plie­gue y cuán­do y dón­de se deten­dría, el acuer­do no esta­ble­ció el tama­ño de la zona que final­men­te deja­rían sus fuer­zas. Cada par­te inter­pre­tó esto según sus pro­pios deseos; una vez más, la impre­ci­sión fun­cio­nó en bene­fi­cio de la par­te más fuer­te: Israel. Vein­ti­cin­co años más tar­de, la Zona C –total­men­te con­tro­la­da por Israel– cubre más del 60 por cien­to de Cis­jor­da­nia. Había una lógi­ca de segu­ri­dad para la relo­ca­li­za­ción gra­dual del ejér­ci­to pero –la reten­ción por par­te de Israel– de las res­pon­sa­bi­li­da­des civi­les y admi­nis­tra­ti­vas en el Zona C le per­mi­tió apo­de­rar­se de más tie­rra. Israel se ha que­da­do con la mayor par­te de Cis­jor­da­nia, y en ese terri­to­rio limi­ta la cons­truc­ción y el desa­rro­llo pales­ti­nos a lo estric­ta­men­te esen­cial; ade­más, se reser­va para sí la inter­mi­na­ble expan­sión de los asentamientos. 
  • Los israe­líes han cons­trui­do des­víos en las carre­te­ras –varian­tes– para que los colo­nos no deban atra­ve­sar las ciu­da­des y pue­blos pales­ti­nos cuan­do quie­ren ir a su casa. Han des­pe­da­za­do Cis­jor­da­nia sin con­si­de­ra­ción algu­na por la rela­ción entre los cen­tros urba­nos pales­ti­nos y sus zonas cir­cun­dan­tes, con sus res­pec­ti­vos pue­blos y aldeas, y cor­ta­do los cami­nos his­tó­ri­cos. Las varian­tes han sido una herra­mien­ta de per­pe­tua­ción de un arre­glo que supues­ta­men­te era tem­po­ral. La orga­ni­za­ción del espa­cio terri­to­rial y las cons­truc­cio­nes fue­ron hechas a la medi­da de las nece­si­da­des de los actua­les colo­nos, pero tam­bién de las de los futu­ros pro­yec­tos de asen­ta­mien­tos: así, por ejem­plo, las «carre­te­ras en túnel» alla­na­ron el camino al blo­que Etzion con­vir­tién­do­lo –en la prác­ti­ca– en un pres­ti­gio­so subur­bio del sur de Jeru­sa­lén. Las garan­tías dadas a los colo­nos en el Acuer­do Pro­vi­sio­nal obvia­ron la nece­si­dad de un arre­glo per­ma­nen­te que habría reque­ri­do su eva­cua­ción; de ese modo, más israe­líes se habrían sen­ti­do ten­ta­dos a ir a vivir en esos asen­ta­mien­tos y a soli­ci­tar que les per­mi­tie­ran que­dar­se en ese lugar. 
  • Israel no pare­cía estar pre­pa­ra­do para la bús­que­da de «medi­das de cons­truc­ción de con­fian­za» rela­cio­na­das con la cues­tión de la tie­rra y el terri­to­rio. Por ejem­plo, la par­te israe­lí podría haber com­pen­sa­do a los pales­ti­nos por la con­fis­ca­ción de tie­rras para cons­truir las varian­tes median­te la devo­lu­ción de cien­tos de miles dunam El dunam es una uni­dad de super­fi­cie; véa­se https://​es​.wiki​pe​dia​.org/​w​i​k​i​/​D​u​nam. (N. del T.) que en los ochen­ta, en un mali­cio­so pro­ce­so que incum­plía la ley inter­na­cio­nal, fue­ron decla­ra­das «tie­rras fis­ca­les». Esto no se suce­dió debi­do a que des­de el prin­ci­pio Israel no aban­do­nó su man­tra de «tan­to terri­to­rio como sea posi­ble y tan pocos ára­bes como sea posi­ble». Así, el con­trol de la Zona C, la prohi­bi­ción de cons­truc­ción y de acce­so a la tie­rra a los pales­ti­nos, la cons­truc­ción de los asen­ta­mien­tos y la red de carre­te­ras de uso exclu­si­vo de los israe­líes, todo ello con­du­jo a la crea­ción de nume­ro­sos encla­ves pales­ti­nos des­co­nec­ta­dos unos de otros que aca­ba­ron devo­ra­dos por la expan­sión israe­lí. En un pro­ce­so que repro­du­jo en Cis­jor­da­nia la reali­dad que carac­te­ri­za al encla­ve de Gaza. En el cur­so de las nego­cia­cio­nes de Oslo se ha inver­ti­do mucho pen­sa­mien­to, no para avan­zar hacia la paz sino para la crea­ción de encla­ves palestinos. 

Ami­ra Hass

Fuen­te: https://www.haaretz.com/israel-news/.premium-israel-s-intention-was-never-peace-or-palestinian-statehood‑1.6469548
[Tra­duc­ción del inglés para Rebe­lión de Car­los Riba García.]

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *