Las cin­co mara­vi­llas del gaz­tetxe Maravillas

Pri­me­ra mara­vi­lla: el anta­go­nis­mo de la oku­pa­ción popu­lar fren­te a la ocu­pa­ción fas­cis­ta. La oku­pa­ción de un local, un edi­fi­cio o de una tie­rra, o sea, la recu­pe­ra­ción por el pue­blo de aque­llo que le arre­ba­tó la bur­gue­sía, es jus­to lo con­tra­rio que la ocu­pa­ción de un local por el fas­cis­mo, como vere­mos. El gaz­tetxe Mara­vi­llas de la pla­za Nava­rre­ría de Iru­ña (Eus­kal Herria), un pala­cio aban­do­na­do, res­pon­de a una estra­te­gia de auto­or­ga­ni­za­ción popu­lar, tra­ba­ja­do­ra, que se auto­ges­tio­na para impul­sar la eman­ci­pa­ción del pue­blo obre­ro median­te la eman­ci­pa­ción juve­nil como deto­nan­te de con­cien­cia­ción colec­ti­va. El gaz­tetxe es así un expe­ri­men­to de con­tra­po­der juve­nil que demues­tra no sólo a otros sec­to­res de la juven­tud sino tam­bién de los adul­tos que es posi­ble crear islo­tes de liber­tad en el océano capi­ta­lis­ta. Islo­tes siem­pre some­ti­dos a toda cla­se de pre­sio­nes y ame­na­zas para aca­bar con ellos.

Por el con­tra­rio, cuan­do los neo­na­zis de Hogar Social Madrid ocu­pan un edi­fi­cio en el que esta­ba el Regis­tro de la Pro­pie­dad sito en la calle Prín­ci­pe de Ver­ga­ra, en Madrid (Espa­ña), no quie­ren cues­tio­nar la pro­pie­dad capi­ta­lis­ta sino refor­zar­la median­te la legi­ti­ma­ción del fas­cis­mo, del racis­mo, de las jerar­quías auto­ri­ta­rias y ver­ti­ca­les que ejer­cen la cari­dad para con la cla­se obre­ra empo­bre­ci­da, alie­nán­do­la con el nacio­na­lis­mo impe­ria­lis­ta espa­ñol y el odio a la soli­da­ri­dad entre los pue­blos, cla­ses y muje­res explotadas.

Los valo­res del gaz­tetxe se sos­tie­nen, como su pro­pio nom­bre indi­ca, en la pra­xis del poder juve­nil que rom­pe o al menos debi­li­ta las cade­nas del poder adul­to con la auto­or­ga­ni­za­ción, la auto­ges­tión, la auto­de­ter­mi­na­ción y la auto­de­fen­sa. Sin pre­ci­sio­nes aho­ra, una de las gran­des dife­ren­cias entre el poder juve­nil y el adul­to radi­ca en que la obe­dien­cia y el patriar­ca­do son carac­te­rís­ti­cas del segun­do, como lo son tam­bién el mie­do al pen­sa­mien­to crí­ti­co y a la liber­tad. El fas­cis­mo es el epí­to­me del poder adul­to en su esen­cia bru­ta aun­que haya neo­fas­cis­tas rela­ti­va­men­te jóve­nes pero enve­je­ci­dos mentalmente.

Segun­da mara­vi­lla: la cues­tión de la pro­pie­dad. El gaz­tetxe quie­re ser en la medi­da de lo posi­ble un peque­ño poder comu­nal, pro­to­so­cia­lis­ta, que cues­tio­na en su día a día la irra­cio­na­li­dad esen­cial de la pro­pie­dad bur­gue­sa y la nece­si­dad urgen­te de socia­li­zar el sue­lo como pri­mer paso inelu­di­ble para garan­ti­zar la cali­dad de vida del pue­blo tra­ba­ja­dor. Por esto mis­mo, un hilo rojo conec­ta al gaz­tetxe con un taller o fábri­ca oku­pa­da por las y los obre­ros en huel­ga, etc.: esa oku­pa­ción se orien­ta hacia la defi­ni­ti­va recu­pe­ra­ción de ese espa­cio al eman­ci­par­se como espa­cio socia­li­za­do median­te la lega­li­dad del pue­blo que es la ile­ga­li­dad de la bur­gue­sía, y viceversa.

No deci­mos nada nue­vo ni des­cu­bri­mos nin­gún mis­te­rio al insis­tir en el cru­cial pro­ble­ma de la pro­pie­dad. El anta­go­nis­mo entre la pro­pie­dad bur­gue­sa y la socia­lis­ta, o comu­nal para res­ca­tar la auto­crí­ti­ca de Engels, pudre aho­ra más que nun­ca antes la civi­li­za­ción del capi­tal. Debe­mos refe­rir­nos siem­pre a ese anta­go­nis­mo para des­cu­brir la razón últi­ma que impul­sa a los repre­sen­tan­tes socio­po­lí­ti­cos del capi­tal en Nafa­rroa e Iru­ña, en todas par­tes, a cerrar los gaz­tetxes y las empre­sas recu­pe­ra­das, a legis­lar y apli­car toda serie de prohi­bi­cio­nes u obs­tácu­los pre­vios a los embrio­nes de con­tra­po­der popu­lar. Sean gro­se­ra­men­te reac­cio­na­rios o edu­ca­da­men­te refor­mis­tas, los dele­ga­dos socio­po­lí­ti­cos del capi­tal saben que su cómo­da for­ma de vida, sus suel­dos, depen­den de la efec­ti­vi­dad de su ser­vi­dum­bre al capital.

Cuan­do la ini­cia­ti­va juve­nil y popu­lar empie­za a rei­vin­di­car nece­si­da­des y dere­chos socia­lis­tas inacep­ta­bles por el capi­tal, los ama­bles refor­mis­tas que defien­den sus intere­ses se ponen ner­vio­sos por­que el capi­tal les recuer­da para qué les ha pres­ta­do el poder legal que admi­nis­tran. Y es que, como dijo el alcal­de peneu­vis­ta de Bil­bo, Azku­na, cuan­do solem­ne­men­te jus­ti­fi­có el des­man­te­la­mien­to vio­len­to de Kukutza: la pro­pie­dad es into­ca­ble. Tam­bién el mons­truo de la pro­pie­dad bur­gue­sa aplas­tó Kortxoe­nea y revo­lo­tea sobre Erre­ka­leor y sobre tan­tos y tan­tos embrio­nes de espe­ran­za huma­na: hay que des­truir­les antes de que ger­mi­nen y demues­tren que se pue­de cons­truir el futu­ro libre median­te la liber­tad presente.

Ter­ce­ra mara­vi­lla: la nación popu­lar, comu­nal, tra­ba­ja­do­ra. El gaz­tetxe es auto­or­ga­ni­za­ción juve­nil que se iden­ti­fi­ca como eus­kal­dun y bus­ca auto­ges­tio­nar­se cada vez más median­te el eus­ka­ra como valor de uso comu­nal. Por ello el con­te­ni­do de nación vas­ca que desa­rro­lla es con­tra­rio al con­jun­to de la ideo­lo­gía bur­gue­sa que lle­va en su seno for­mas com­ple­men­ta­rias de nacio­na­lis­mo espa­ñol en sus varias expre­sio­nes, de auto­no­mis­mo y regio­na­lis­mo de las media­nas y peque­ñas bur­gue­sías autóc­to­nas, y del cos­mo­po­li­tis­mo fabri­ca­do por el capi­tal finan­cie­ro mun­dial para com­ba­tir el inter­na­cio­na­lis­mo de los pueblos.

Dado que el gaz­tetxe es la pra­xis de lo común des­de y para su valor de uso, el idio­ma y la cul­tu­ra en la que se expre­sa cada vez más, el eus­ka­ra en su pra­xis dia­ria con­fir­ma aque­lla vital e impres­cin­di­ble afir­ma­ción de Marx de que la len­gua común es «el ser comu­nal que habla por sí mis­mo». Esto tam­bién es inacep­ta­ble para un capi­ta­lis­mo que tie­ne en su indus­tria polí­ti­co-cul­tu­ral una de las ramas más ren­ta­bles, uni­da a la del turis­mo des­truc­tor de las iden­ti­da­des popu­la­res e impo­si­tor del opre­sor enga­ño de la «ciu­da­da­nía del mun­do». Y por lo mis­mo, la len­gua como valor de uso comu­nal, es decir, como con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria, tam­bién es incon­ci­lia­ble con la mer­can­ti­li­za­ción que de ella hace el auto­no­mis­mo y en menor medi­da el regio­na­lis­mo. O sea, el gaz­tetxe ayu­da a la (re)construcción de otra nación vas­ca anta­gó­ni­ca con la pro­pie­dad capitalista.

Cuar­ta mara­vi­lla: la con­cien­cia polí­ti­ca en el pues­to de man­do. Lenin decía que la polí­ti­ca es la eco­no­mía con­cen­tra­da. La lucha por la pro­pie­dad comu­nal ata­ca a la raíz mate­rial y sim­bó­li­ca de la dic­ta­du­ra bur­gue­sa que sos­tie­ne la extrac­ción de plus­va­lía. Tan­to en el gaz­tetxe como en una uni­ver­si­dad en huel­ga, en un hos­pi­tal movi­li­za­do o en una asam­blea popu­lar y obre­ra exter­na al par­la­men­to en la que se deba­te cómo intro­du­cir la demo­cra­cia direc­ta en el sanc­ta sanc­to­rum de la fic­ción bur­gue­sa de demo­cra­cia, en estas y otras prác­ti­cas de demo­cra­cia de base, actúan nive­les más o menos desa­rro­lla­dos de con­cien­cia polí­ti­ca que se ha for­ma­do com­pren­dien­do que la úni­ca solu­ción es cons­truir el poder popular.

El gaz­tetxe como espa­cio común solo vive en la medi­da en que sir­ve para inter­re­la­cio­nar la mayor can­ti­dad posi­ble de luchas: des­de la Amnis­tía y la anti­pa­triar­cal has­ta la eco­lo­gis­ta pasan­do por el urba­nis­mo y el anti­rra­cis­mo, la lucha con­tra el nar­co­ca­pi­ta­lis­mo, el arte y la cul­tu­ra en todas sus for­mas, la eman­ci­pa­ción de las sexua­li­da­des y los afec­tos, y un inaca­ba­ble etcé­te­ra. Un míni­mo deba­te demues­tra que esas luchas en apa­rien­cia inco­ne­xas entre sí, tie­nen sin embar­go un deno­mi­na­dor: en la medi­da en que avan­zan apun­tan al poder de cla­se de la pro­pie­dad pri­va­da: cár­ce­les y tor­tu­ras, muje­res como pro­pie­dad mas­cu­li­na, natu­ra­le­za mer­can­ti­li­za­da, urba­nis­mo para ricos, explo­ta­ción sexo-eco­nó­mi­ca de las y los migran­tes, las dro­gas como arma de des­truc­ción y de ganan­cia… Según se des­cu­bren sus cone­xio­nes con la tasa media de bene­fi­cio del capi­tal tam­bién se des­ve­lan sus con­te­ni­dos polí­ti­cos. La teo­ría siem­pre es nece­sa­ria y por eso se com­pren­de que, entre las múl­ti­ples tareas a rea­li­zar, tam­bién esta­ba orga­ni­za­do un cur­so de crí­ti­ca de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta des­de su esen­cia política.

Y quin­ta mara­vi­lla: la auto­de­fen­sa. Fren­te a la entra­da del gaz­tetxe Mara­vi­llas, en la mitad de la pla­za hay un tabu­re­te, una mesa nor­mal de esas de for­mi­ca y varios micró­fo­nos. Alre­de­dor muchas per­so­nas y algu­nos perio­dis­tas que rodean a una pare­ja que expli­ca en eus­ke­ra y espa­ñol el inmi­nen­te cie­rre del gaz­tetxe. Esta­mos ante uno de los méto­dos de auto­de­fen­sa no vio­len­ta. Hay otros muchos méto­dos, pero pasan siem­pre por la expli­ca­ción de los por­qués de la repre­sión: dado que el gaz­tetxe asu­me que la polí­ti­ca está en el pues­to de man­do, su auto­de­fen­sa con­sis­te en expli­car todos los intrín­gu­lis ocul­tos de la polí­ti­ca del poder para movi­li­zar amplios sec­to­res popu­la­res en defen­sa del gaztetxe.
La auto­de­fen­sa comien­za des­de antes de oku­par el gaz­tetxe, des­de el momen­to en el que se deci­de abrir otro en res­pues­ta al que nos están cerran­do en ese ins­tan­te. La auto­de­fen­sa no es otra cosa que la ofen­si­va juve­nil per­ma­nen­te y cre­cien­te expre­sa­da en la con­sig­na de «nos cie­rran uno, abri­mos dos». Esta estra­te­gia, la úni­ca posi­ble, exi­ge pla­ni­fi­car con ante­la­ción toda la peda­go­gía de diá­lo­go y comu­ni­ca­ción con el pue­blo por­que sólo así la auto­de­fen­sa será común, cre­cien­te, la úni­ca con visos de vic­to­ria acumulativa.

Iña­ki Gil de San Vicente

Eus­kal Herria, 15 de agos­to de 2018

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