Iña­ki Gil de San Vicen­te «La demo­cra­cia bur­gue­sa es la for­ma exter­na de la dic­ta­du­ra del capital»

Inter­na­cio­na­lis­ta lúci­do, expo­nen­te del pen­sa­mien­to crí­ti­co y hom­bre de res­pues­tas sin cor­ta­pi­sas, Iña­ki Gil de San Vicen­te ana­li­zó para Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, diver­sos aspec­tos que ata­ñen a la izquier­da euro­pea y en espe­cial a lo que vie­ne ocu­rrien­do en ese cam­po en Eus­kal Herria y Catalunya.

Crí­ti­co impla­ca­ble con lo que con­si­de­ra «retro­ce­sos» o «invo­lu­cio­nes» no deja de ser opti­mis­ta en cuan­to a la posi­bi­li­dad a futu­ro de un nue­vo par­to de la izquier­da revolucionaria.

Colum­nis­ta habi­tual de Tele­sur, His­pan TV y varios medios loca­les de Eus­kal Herria, las opi­nio­nes de Gil de San Vicen­te no solo pue­den ser apli­ca­das a la Euro­pa actual sino que abar­can muchos de los temas que hoy se deba­ten en Lati­noa­mé­ri­ca y el res­to del Ter­cer Mundo.

¿A cien años de la Revo­lu­ción rusa y de la apa­ri­ción de Lenin en esce­na, qué que­dan de esas ideas en la izquier­da europea?

En la izquier­da euro­pea que­dó muy poco, a nivel de esas ideas, pero se empe­zó a recu­pe­rar, sobre todo des­pués del 2007, el men­sa­je cen­tral de Lenin que afir­ma que hay que tomar el poder. Una con­sig­na cen­tral que se con­vier­te en intra­ga­ble para cual­quier bur­gue­sía. Por supues­to que mien­tras algu­nos tra­tan de redu­cir a Marx al rol de eco­no­mis­ta o filó­so­fo, a Baku­nin lo cali­fi­can como ideó­lo­go román­ti­co, o tra­tan de encor­ce­tar al pro­pio Che Gue­va­ra, es evi­den­te que con Lenin no han podi­do. Eso es así debi­do a lo que ya ha empe­za­do a plan­tear­se en muchos sitios: pri­me­ro, que la demo­cra­cia bur­gue­sa es la for­ma exter­na de la dic­ta­du­ra del capi­tal, lo que se nota cla­ra­men­te con la Unión Euro­pea, y por otro lado, que fren­te a la Unión Euro­pea, está vol­vien­do a dar­se de algu­na for­ma el vie­jo deba­te que tuvie­ron en 1915, fuer­zas revo­lu­cio­na­rias que plan­tea­ban una Euro­pa socia­lis­ta. Eso se une con la cues­tión del poder. Tomar el poder es más peren­to­rio que nun­ca. Sobre todo si se obser­va el pano­ra­ma don­de coexis­ten el loco de Trump, el nazi de Netan­yahu, espe­cí­me­nes como Rajoy, el pro­to­fas­cis­ta de Macrón en Fran­cia, nazis como los que se dan en Aus­tria, o con­ver­sos reac­cio­na­rios como es el caso de Mer­kel en Ale­ma­nia, por no hablar de lo que ocu­rre en Sudá­fri­ca, una ver­da­de­ra derro­ta, don­de han pues­to como jefe a un capi­ta­lis­ta feroz. En ese mar­co es que vemos que la cues­tión del poder es fun­da­men­tal, y Lenin se con­vier­te cada vez más en la úni­ca per­so­na­li­dad de la izquier­da que no se pue­de maqui­llar o endul­zar den­tro de una pan­ta­lla bur­gue­sa y ni siquie­ra reformista.

¿Qué pasa con ese tema del poder en Eus­kal Herria, a la luz del desar­me de ETA y la deci­di­da opción por la vía polí­ti­ca de la izquier­da abertzale?

En Eus­kal Herria hay un pro­ble­ma de fon­do y es que como en otros muchos sitios ha con­clui­do una fase gene­ral de la lucha de cla­ses y el capi­ta­lis­mo se ha logra­do desa­rro­llar con más fuer­za. Eso se dio en Irlan­da con el IRA, en Colom­bia con las FARC o aquí con ETA. Aque­lla fase que se dio en los años 70 con la vic­to­ria del neo­li­be­ra­lis­mo, se vuel­ve a vivir aho­ra y es de una bru­ta­li­dad impre­sio­nan­te en todas par­tes, en paí­ses comos Argen­ti­na y Bra­sil, en los Esta­dos espa­ñol y fran­cés, en Esta­dos Uni­dos y otros sitios. Este endu­re­ci­mien­to se da por­que a pesar de todo, el neo­li­be­ra­lis­mo no ha con­se­gui­do derro­tar la lucha de los pue­blos. En Eus­kal Herria está cos­tan­do, que ante la fase con­clui­da comien­ce a sur­gir una izquier­da revo­lu­cio­na­ria. La razón de esto últi­mo se debe entre otras cosas a que en los últi­mos años se sua­vi­zó mucho o se aban­do­nó todo lo que hace a la for­ma­ción y el deba­te teó­ri­co. Ha habi­do, y lo digo con dolor, recien­tes pasos dados por Bil­du, como la fir­ma jun­to al PP y el PSOE de un docu­men­to rea­li­za­do en el Con­gre­so de los dipu­tados de Madrid a raíz de los aten­ta­dos de Bar­ce­lo­na, o la feli­ci­ta­ción a Donald Trump cuan­do ganó las elec­cio­nes. Ambos mar­can una épo­ca y digo que es un hecho lamen­ta­ble por­que se incli­nan por una línea, tan­to en el ámbi­to esta­tal como inter­na­cio­nal, que no tie­ne nada que ver con una polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria. Por otra par­te, se están dan­do deba­tes en el seno de Sor­tu para inten­tar una recu­pe­ra­ción de la natu­ra­le­za revo­lu­cio­na­ria, lo que mar­ca que hay cier­ta efer­ves­cen­cia en ese sentido.

¿Esta ofen­si­va capi­ta­lis­ta, a su vez no está gene­ran­do anticuerpos?

Fue­ra del esque­ma antes des­crip­to, den­tro de la izquier­da aber­tza­le a la que algu­nos deno­mi­nan «ofi­cial», hay mucha movi­da en sec­to­res de la juven­tud que tie­nen una visión crí­ti­ca muy poten­te de lo que ha hecho el capi­ta­lis­mo adul­to que está macha­can­do a la juven­tud vas­ca, no solo con la repre­sión polí­ti­ca y car­ce­la­ria sino tam­bién con la eco­nó­mi­ca, la cul­tu­ral, la sexual, etc.

Por otro lado, está irrum­pien­do una juven­tud que tie­ne expre­sio­nes sig­ni­fi­ca­ti­vas en la lucha de las muje­res, tam­bién se da una refle­xión sobre nue­vo tipo de inter­na­cio­na­lis­mo, o fren­te al con­tex­to de idio­ti­za­ción uni­ver­si­ta­ria edu­ca­cio­nal, se acti­van unos deba­tes con­tra la pri­va­ti­za­ción edu­ca­ti­va y la espa­ño­li­za­ción de la cul­tu­ra. A la vez se está pro­du­cien­do un dis­tan­cia­mien­to inquie­tan­te entre lo que es el poder adul­to de la izquier­da aber­tza­le y lo que es la juven­tud militante.

¿Pue­de defi­nir­se enton­ces al actual momen­to como un nue­vo perío­do de transición?

Está cla­ro que tran­si­ta­mos un perío­do de tran­si­ción don­de ten­drá que sur­gir una izquier­da revo­lu­cio­na­ria que podrá alum­brar­se en base a las apor­ta­cio­nes de la juven­tud (entre los 18 y vein­ti­tan­tos años). Noso­tros, los que «acu­mu­la­mos juven­tud» hemos lle­ga­do ya a un lími­te. Por otra par­te, en este año que aca­ba de fina­li­zar que­dó con­fir­ma­do que por pri­me­ra vez los sala­rios de los jóve­nes son infe­rio­res a los que reci­ben sus abue­los y abue­las jubi­la­das. Cual­quier joven vas­co de la actua­li­dad tie­ne que espe­rar has­ta los 28 o 30 años para inde­pen­di­zar­se de su fami­lia, depen­de de la hipo­te­ca de sus padres o sus abue­los para poder alqui­lar o com­prar un piso y eso, obvia­men­te, gene­ra muchas ten­sio­nes. Hay una ofen­si­va muy gran­de de nue­vas dro­gas quí­mi­cas y de alcohol y hay una pasi­vi­dad de la izquier­da en este sen­ti­do. No se los com­ba­te, no hay con­fron­ta­ción con muchos cam­pos de opre­sión como se acos­tum­bra­ba en otro momen­to en la izquie­ra aber­tza­le. En este com­ple­jo pano­ra­ma se vis­lum­bran gér­me­nes y atis­bos de que empie­za a per­ge­ñar­se una pers­pec­ti­va revo­lu­cio­na­ria que va a tener difi­cul­ta­dos en sur­gir pero que inevi­ta­ble­men­te lle­ga­rá, y es de espe­rar que sea capaz de inte­grar todo lo bueno que se ha man­te­ni­do en este pue­blo duran­te 60 años y tam­bién pue­da abor­dar crí­ti­ca­men­te posi­cio­nes como las sur­gi­das de los dos docu­men­tos fir­ma­dos por Bil­du de los que antes hablé.

Tan­to en Colom­bia como en Eus­kal Herria, des­pués del adios a las armas por par­te de orga­ni­za­cio­nes insur­gen­tes, se ha comen­za­do a plan­tear el tema del «per­dón» y la «recon­ci­lia­ción», dos con­cep­tos extraí­dos de pro­ce­sos ante­rio­res como los que se die­ron en Sudá­fri­ca o en menor medi­da en Irlan­da. ¿Crees que hay már­ge­nes reales para dichas propuestas?

Creo que exis­ten dos éti­cas y dos mora­les, las del opre­sor, las del tor­tu­ra­dor, las del juez, y por otro lado las del tor­tu­ra­do, de la mujer gol­pea­da, las del des­ocu­pa­do o del que tie­ne un tra­ba­jo con un sala­rio que no le per­mi­te lle­gar a fin de mes para ali­men­tar a su fami­lia. Se tra­ta de dos éti­cas y dos mora­les irre­con­ci­lia­bles. Por des­gra­cia, cícli­ca­men­te, y no es la pri­me­ra vez que ocu­rre, cuan­do una izquier­da se sien­te auto­de­rro­ta­da o da un giro espec­ta­cu­lar al cen­tro, ter­mi­na acep­tan­do la éti­ca del domi­nan­te y mos­tran­do dis­tin­tos gra­dos de cul­pa­bi­li­dad y sin­tien­do com­ple­jo por los daños come­ti­dos. Esto tam­bién está rela­cio­na­do con el des­plo­me sufri­do en el deba­te teó­ri­co. La acep­ta­ción de tesis abs­trac­tas sobre dere­chos huma­nos abs­trac­tos, la acep­ta­ción de valo­res del opre­sor. Es un pro­ble­ma que reco­rre des­de siem­pre la his­to­ria de la lucha de cla­ses de los pue­blos domi­na­dos. Espe­re­mos que el resur­gir de una izquier­da revo­lu­cio­na­ria supere todo esto y per­mi­ta plan­tear de for­ma defi­ni­ti­va que exis­ten dos éti­cas enfren­ta­das. Para poner un ejem­plo con­cre­to: el recru­de­ci­mien­to del machis­mo más bru­tal, o de gra­dos de vio­len­cia patriar­cal que creía­mos que este pue­blo iba dejan­do atrás, como es el caso recien­te de cua­tro jóve­nes en la loca­li­dad de Bara­kal­do, que han asal­ta­do sexual­men­te a una niña. No son hechos nue­vos pero sir­ven para mos­trar toda la putre­fac­ción de la socie­dad bur­gue­sa que noso­tros pen­sá­ba­mos que se había supe­ra­do en Eus­kal Herria. Esos hechos abe­rran­tes que sur­gen de la pro­pia lógi­ca del capi­tal se están refle­jan­do en esa vio­lan­cia machis­ta o en el con­su­mo de dro­gas y alcohol por gen­te cada vez más joven. Esto no se pue­de enfren­tar con pasi­vi­dad. Des­de una éti­ca revo­lu­cio­na­ria hay que vol­ver a armar ideo­ló­gi­ca­men­te a la socie­dad y fun­da­men­tal­men­te a los jóve­nes y hay que rei­vin­di­car la éti­ca de la resis­ten­cia y la jus­ti­cia popular.

Un tema del que se habla en algu­nos paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos, como es el caso de Boli­via, es el de la deco­lo­ni­za­ción. ¿Cómo dar la bata­lla cul­tu­ral en Eus­kal Herria con­tra la incur­sión con­ti­nua en ese aspec­to por par­te del capitalismo?

En este país esa bata­lla es muy com­ple­ja. Hay que tener en cuen­ta que el eus­ke­ra, nues­tra len­gua, no tie­ne los dere­chos que poseen el cas­te­llano y el fran­cés. Inclu­so en muchos sitios tie­ne menos dere­chos que otras len­guas, como son el inglés, el chino o el ale­mán. O direc­ta­men­te se da una polí­ti­ca de prohi­bi­ción o aco­rra­la­mien­to. Tene­mos cla­ro lo que es el com­ple­jo mediá­ti­co de la lla­ma­da «tele­vi­sión públi­ca vas­ca», que es un ins­tru­men­to en manos de una mul­ti­cul­tu­ra, que refle­ja la cul­tu­ra bur­gue­sa inter­na­cio­nal y el mer­ca­do de la indus­tria cul­tu­ral. Pero ade­más tene­mos tam­bién la pro­pia inde­fi­ni­ción de cier­tos sec­to­res de la izquier­da aber­tza­le, como es el caso dra­má­ti­co de lo ocu­rri­do en Donos­tia-San Sebas­tián, don­de duran­te todo el año 2016 se la desig­nó como «Capi­tal cul­tu­ral euro­pea» y ha habi­do muy poca denun­cia y muy poca movi­li­za­ción crí­ti­ca. Recién al final de ese año, sin­di­ca­tos como LAB comen­za­ron a com­ba­tir eso, o sur­gie­ron algu­nos movi­mien­tos popu­la­res para recon­quis­tar un espa­cio que se había per­di­do. Hubo total impu­ni­dad y vía libre al capi­tal cul­tu­ral mul­ti­na­cio­nal para que hicie­ran de Donos­tia un esca­pa­ra­te de la cul­tu­ra euroimperialista.

Lue­go hay un ter­cer pro­ble­ma en este sen­ti­do y es que no solo por la izquier­da sino tam­bién por par­te de la polí­ti­ca ins­ti­tu­cio­nal del Par­ti­do Nacio­na­lis­ta Vas­co (PNV) o el poder cas­te­llano y unio­nis­ta de UPN (Unión del Pue­blo Nava­rro). Tene­mos el caso escan­da­lo­so de los res­tos encon­tra­dos en Iru­ña-Beleia, que indi­can que ya en el siglo III de la era cris­tia­na había ins­crip­cio­nes en eus­ke­ra y esto ha sido silen­cia­do por las instituciones.

Por otro lado, hay que decir que actual­men­te la indus­tria cul­tu­ral y mediá­ti­ca se mue­ve en pará­me­tros muy dis­tin­tos a los de hace 20 años, hoy es una de las ramas más ren­ta­bles de un capi­ta­lis­mo en cri­sis, y eso coin­ci­de con el pro­yec­to que tie­ne el PNV en las pro­vin­cias Vas­con­ga­das, de hacer una «eco­no­mía de turis­mo», con una aper­tu­ra en Donos­tia, Bil­bao e iru­ña (Pam­plo­na), hacia una indus­tria cul­tu­ral «selec­ta», de gas­tro­no­mía, etc. Todo eso es demo­le­dor y no pare­ce haber con­cien­cia de eso por par­te de la izquierda.

¿Por don­de bus­car enton­ces la luz al final del túnel en este aspecto?

Hay un par de cosas que creo impor­tan­tes a nivel de anti­cuer­pos: una de ellas es el con­te­ni­do del eus­ke­ra como len­gua no mer­can­ti­li­za­da y por otra par­te, el con­te­ni­do del paga­nis­mo vas­co. Hay una cul­tu­ra paga­na vas­ca sub­ya­cen­te a la figu­ra de Mari (N.de R: Mari o Mad­di es el numen prin­ci­pal de la mito­lo­gía vas­ca pre­cris­tia­na), de las tra­di­cio­nes vas­cas, de resis­ten­cia a toda la men­ta­li­dad cris­tia­na de sumi­sión, que hay que reto­mar, y en par­te la intro­duc­ción de tan­tos chi­cos y chi­cas jóve­nes que se están acer­can­do a la lucha de libe­ra­ción tie­ne que ver con este paga­nis­mo, con figu­ras e ico­nos ante­rio­res a la pro­pie­dad pri­va­da. Un deba­te de recu­pe­ra­ción de la cul­tu­ra vas­ca que no ten­ga en cuen­ta las cone­xio­nes ante­rio­res a la pro­pie­dad medioe­val y capi­ta­lis­ta, no con­du­ci­rá a nada, será una pér­di­da de tiem­po. Se tra­ta de recons­truir una cul­tu­ra comu­ni­ta­ria que se orien­te a la supera­ción de la pro­pie­dad pri­va­da y del patriar­ca­do, empe­zan­do por los espa­cios pri­ma­rios, por los gaz­tetxes (cen­tros socia­les juve­ni­les), por los espa­cios poli­se­xua­les libe­ra­dos, por la recu­pe­ra­ción de las comu­nas. En fin: por la lucha cotidiana.

Nos intere­sa una refle­xión tuya sobre Cata­lun­ya y todo lo que se ha veni­do pro­du­cien­do allí a nivel de lucha por la inde­pen­den­cia y de abier­ta rebe­lión popu­lar con­tra el man­da­to del impe­rio español.

Hay que par­tir del hecho de que todo el apa­ra­to del Esta­do espa­ñol está vol­ca­do para que el pró­xi­mo 17 de enero (N.de R: fecha de cons­ti­tu­ción del nue­vo par­la­men­to cata­lán), no se pue­da imple­men­tar un gobierno cata­lán que res­pon­da a la mayo­ría par­la­men­ta­ria. La deten­ción de los dipu­tados y la per­ma­nen­cia en el exi­lio de altos miem­bros del gobierno cata­lán tie­ne como obje­ti­vo impe­dir que el Par­la­men­to refle­je la com­po­si­ción real del mis­mo. El gobierno de Rajoy está recu­rrien­do a todos los méto­dos de pre­sión para lograr eso, están impu­tan­do a tra­vés de la Judi­ca­tu­ra (como tam­bién lo hacen con jóve­nes vas­cos y de todo el Esta­do) y ade­más uti­li­zan el pro­pio sis­te­ma par­la­men­ta­rio para ampu­tar al Par­la­men­to cata­lán. Ese poder espa­ñol está recor­tan­do de esta mane­ra su pro­pio mito de la demo­cra­cia burguesa.

Sin embar­go, esa es la par­te super­fi­cial del pro­ble­ma, lo que Cata­lun­ya está indi­can­do actual­men­te es el impas­se que ha sur­gi­do a tra­vés de la manio­bra de todas las fuer­zas polí­ti­cas, crean­do el par­ti­do Ciu­da­da­nos y tam­bién a Pode­mos, inme­dia­ta­men­te des­pués del 15M. Ciu­da­da­nos se creó antes con un pro­yec­to inter­na­cio­nal don­de esta­ban los ser­vi­cios secre­tos de Esta­dos Uni­dos y otros paí­ses, mien­tras Pode­mos sur­gió pre­ci­sa­men­te para para­li­zar todo el ascen­so de lucha que había des­pués del 15M y con­du­cir­lo al pan­tano del par­la­men­ta­ris­mo como ha logra­do hacer. Sin embar­go, esa manio­bra fra­ca­só por­que la podre­dum­bre del Esta­do espa­ñol es tal, que eso se des­mon­tó. En estos momen­tos hay una situa­ción socio­eco­nó­mi­ca bru­tal, sobre ganan­cia para una mino­ría y empo­bre­ci­mien­to para el res­to. Y sobre todo, los cua­tro pro­ble­mas his­tó­ri­cos que arras­tra des­de el siglo XVI el Esta­do espa­ñol: la cues­tión inter­na­cio­nal den­tro del Esta­do, la terri­ble corrup­ción, el atra­so tecno-cien­tí­fi­co y de pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­jo y por últi­mo, el con­trol tre­men­do que tie­nen pode­res fác­ti­cos, como la Igle­sia, las Fuer­zas Arma­das, la pren­sa y la ban­ca. Cata­lun­ya es hoy el pun­to crí­ti­co de esa situa­ción de impas­se, pero van a sur­gir otros.

Ade­más, tene­mos que recor­dar que en Cata­lun­ya, pese a que hay una mayo­ria par­la­men­ta­ria inde­pen­den­tis­ta, exis­te tam­bién una mayo­ría social de dere­cha. Esto refle­ja que se está ges­tan­do una ten­sión cre­cien­te den­tro del Esta­do espa­ñol, don­de se está unien­do jun­to a la com­ple­ji­dad del movi­mien­to obre­ro, la influen­cia de un nacio­na­lis­mo espa­ñol muy duro. Un nacio­na­lis­mo que se plan­ta por dere­cha en Ciu­da­da­nos pero tam­bién por «izquier­da», con Pode­mos o Izquier­da Uni­da, y entre todos ellos apo­yan a esta Espa­ña decré­pi­ta. La pasi­vi­dad que ha teni­do la izquier­da espa­ño­la para denun­ciar el papel del gobierno de Rajoy, de la monar­quía, del ejér­ci­to, de la Igle­sia, de la pren­sa, o el repre­si­vo e inter­ven­cio­nis­ta artícu­lo 155, o hechos terri­bles como son la repre­sión en Cata­lun­ya, Gali­cia, Anda­lu­cía y Eus­kal Herria, indi­can que dicha izquier­da está retro­ce­dien­do fren­te al auge de ese nacio­na­lis­mo español.

¿Cómo se sale de esta encrucijada?

Espe­ro que una vez que se lle­gue, en esta situa­ción de impas­se, a una situa­ción de rebo­te y res­pues­ta. Cuan­do se ten­ga cla­ro que ya no hay más terreno que per­der, es pro­ba­ble que se vuel­va nue­va­men­te a la con­fron­ta­ción. Hay una lógi­ca elec­to­ral y par­la­men­ta­ria que ocul­ta una lógi­ca sub­te­rrá­nea que pre­ce­de a giros hacia la izquier­da, y que gene­ral­men­te se mani­fies­tan en has­tío, cabreo, bron­ca y ges­tos simi­la­res del elec­to­ra­do, fren­te a un cúmu­lo de injus­ti­cias. Eso es lo que se obser­va hoy en Cata­lun­ya, la diver­gen­cia entre el voto elec­to­ral y los movi­mien­tos sub­te­rrá­neos. Pero si no hay una izquier­da revo­lu­cio­na­ria, un sin­di­ca­lis­mo com­ba­ti­vo, y movi­mien­tos popu­la­res fuer­tes que estén den­tro de esa ten­den­cia hacia el males­tar y a la auto­or­ga­ni­za­ción sub­te­rrá­nea, y ayu­den des­de aden­tro a que esa ten­den­cia se for­ta­lez­ca, pue­de pasar que se para­li­ce como ocu­rrió con el 15M. Hay que evi­tar que eso vuel­va a ocu­rrir, y tra­ba­jar des­de den­tro de esta ten­den­cia a la radi­ca­li­za­ción que no se tie­ne que plas­mar inme­dia­ta­men­te en una for­ma­ción electoral.

Car­los Aznares

Enero de 2018

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