Salud de la mujer y repre­sión patriarcal

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La vio­len­cia, la opre­sión sobre las muje­res ha sido la más dura­de­ra, la más exten­di­da en el tiem­po, por lo que cree­mos nece­sa­rio dete­ner­nos en los pro­ce­sos his­tó­ri­cos que lo han ori­gi­na­do. Enten­der cómo empe­zó el patriar­ca­do, al menos en sus aspec­tos más esen­cia­les, cómo con­ti­nuó y sus cau­sas, nos ayu­da­rán a rever­tir esta situa­ción a tra­vés del cono­ci­mien­to y la acción. El sis­te­ma patriar­cal supu­so, y aún supo­ne, una situa­ción de opre­sión y sufri­mien­to de las muje­res,… que requie­re un esfuer­zo de supe­rar obje­ti­va y sub­je­ti­va­men­te toda una pra­xis que ha pesa­do sobre las cabe­zas de muje­res –y de hom­bres– duran­te mile­nios1.

Solo des­de estos pro­ce­sos his­tó­ri­cos y con­di­cio­nes de opre­sión que hemos tra­ta­do de esbo­zar, se pue­de enten­der la vio­len­cia machis­ta que sufri­mos. Des­de la más sutil y psi­co­ló­gi­ca has­ta la más bru­tal que lle­ga a matar­la, a ella y a los suyos. La agre­sión con­tra la mujer es un con­ti­nuo don­de es difí­cil sepa­rar los pro­ce­sos que la ori­gi­nan tan­to per­so­na­les, socia­les o polí­ti­cos. Por­que muchos de los con­di­cio­nan­tes, des­igual­da­des y domi­na­cio­nes que se han comen­ta­do ante­rior­men­te es vio­len­cia con­tra las muje­res y gra­ves pro­ble­mas para su salud físi­ca, psí­qui­ca y social.
La pun­ta del ice­berg de estas vio­len­cias es la agre­sión físi­ca y el ase­si­na­to. Las noti­cias sobre muje­res ase­si­na­das son con­ti­nuas, las ase­si­na­das de todas las eda­des. Fren­te a una terri­ble situa­ción que tie­ne pro­fun­das cau­sas his­tó­ri­cas de domi­na­ción, la lucha y resis­ten­cia de las muje­res las hacen tomar medi­das duras para sepa­rar­se de su pare­ja. Pero cuan­do se encuen­tran con esa situa­ción lími­te, tam­bién se ven des­pro­te­gi­das por un poder polí­ti­co que real­men­te es la cau­sa de lo que está pasan­do. La auto­de­fen­sa y pro­tec­ción de su entorno más cer­cano y de con­fian­za son esen­cia­les, la ayu­da de aso­cia­cio­nes y orga­ni­za­cio­nes loca­les, a par­tir del cual poder salir y visi­bi­li­zar su dra­ma. Recla­mar indi­vi­dual y colec­ti­va­men­te herra­mien­tas jurí­di­cas, eco­nó­mi­cas y socia­les que sean efec­ti­vas en la prác­ti­ca, por­que hoy por hoy son un fra­ca­so. Mien­tras tan­to los aná­li­sis de lo que ocu­rre son sim­plis­tas y derro­tis­tas, mani­pu­la­dos para mos­trar una situa­ción abs­trac­ta y cul­pa­bi­li­za­do­ra (o de vic­ti­mi­za­ción) de las pro­pias mujeres.
Cuan­do se escri­ben estas líneas aca­ban de ase­si­nar a dos muje­res, madre e hija, por el com­pa­ñe­ro sen­ti­men­tal de la madre que no per­mi­tió que la pri­me­ra se sepa­ra­ra de él. Pues bien, un repre­sen­tan­te polí­ti­co que dice va a tomar medi­das (nue­va­men­te abs­trac­tas y sin espe­ci­fi­car) dado el núme­ro de femi­ni­ci­dios que lle­va­mos a estas altu­ras del año, resal­ta en su alo­cu­ción que de todas las muer­tes solo hubo un caso de denun­cia. La denun­cia, sien­do en par­te nece­sa­ria, vuel­ve a con­ver­tir­se en la vari­ta mági­ca de la solu­ción de un tema tan tre­men­do y tan difí­cil de resol­ver de for­ma ais­la­da cuan­do la mujer se encuen­tra en esa tram­pa mor­tal. Mien­tras tan­to, hijas e hijos de madres ase­si­na­das por sus padres pue­den visi­tar al ase­sino de su madre en la cár­cel o no se les deja ser aco­gi­dos por fami­lia­res cer­ca­nos de la madre con todos sus dere­chos de orfandad.
Solo en los últi­mos sie­te años, son ya 800 las muje­res ase­si­na­das en el Esta­do espa­ñol y cada 8 horas se pro­du­ce una denun­cia por vio­la­ción. Por­que la vio­len­cia sexual es otra for­ma terri­ble de vio­len­cia. El pro­ble­ma de la tra­ta de muje­res, de la pros­ti­tu­ción for­za­da, es una mues­tra de este ver­da­de­ro cán­cer que se extien­de por todo el terri­to­rio en los miles de club que sal­pi­can nues­tra geo­gra­fía, con des­ca­ro, sin nin­gún tipo de pudor. ¿Por qué se per­mi­te esta situa­ción?, las mafias de la dro­ga y del sexo cam­pan a sus anchas en el «desa­rro­lla­do» mun­do occi­den­tal, por­que supo­nen sucu­len­tos bene­fi­cios jun­to al del arma­men­to. Los paque­tes de soborno a polí­ti­cos corrup­tos inclu­ye sexo y «diver­sión» a rau­da­les. Como decía hace poco una perio­dis­ta, exis­te tal deman­da de pros­ti­tu­ción por par­te de los hom­bres en el Esta­do espa­ñol, que se hace nece­sa­rio traer a chi­cas enga­ña­das para ser escla­vas sexua­les y equi­li­brar la ofer­ta de «car­ne», la cosi­fi­ca­ción tre­men­da de las muje­res. Ya sabía­mos que vivi­mos en la socie­dad de la liber­tad de la ofer­ta y la deman­da, de la liber­tad indi­vi­dual de la sacro­san­ta pro­pie­dad pri­va­da. Pero los con­di­cio­nan­tes socia­les no deben ocul­tar los indi­vi­dua­les, ¿qué está pasan­do con las mas­cu­li­ni­da­des? ¿Qué está pasan­do con las rela­cio­nes sexo-afectivas?

  1. Cruz-Rojo, C., Gil de San Vicen­te, I: Dere­chos huma­nos como arma de des­truc­ción masi­va, Boltxe, 2015. p. 385.

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