Salud de la mujer y repre­sión patriarcal

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La vio­len­cia, la opre­sión sobre las muje­res ha sido la más dura­de­ra, la más exten­di­da en el tiem­po, por lo que cree­mos nece­sa­rio dete­ner­nos en los pro­ce­sos his­tó­ri­cos que lo han ori­gi­na­do. Enten­der cómo empe­zó el patriar­ca­do, al menos en sus aspec­tos más esen­cia­les, cómo con­ti­nuó y sus cau­sas, nos ayu­da­rán a rever­tir esta situa­ción a tra­vés del cono­ci­mien­to y la acción. El sis­te­ma patriar­cal supu­so, y aún supo­ne, una situa­ción de opre­sión y sufri­mien­to de las muje­res,… que requie­re un esfuer­zo de supe­rar obje­ti­va y sub­je­ti­va­men­te toda una pra­xis que ha pesa­do sobre las cabe­zas de muje­res –y de hom­bres– duran­te mile­nios1.

Los estu­dios son con­sis­ten­tes al res­pec­to, las muje­res tie­nen mayor tasa de des­em­pleo2 y menor tasa de pobla­ción acti­va, res­pec­to a los hom­bres. Datos del Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Esta­dís­ti­ca (INE) mues­tran que, en el Esta­do espa­ñol, ellas ganan casi un 23% menos de media al año por igual tra­ba­jo, des­igual­dad que se da en mayor medi­da en el sec­tor pri­va­do y que se acre­cien­ta fun­da­men­tal­men­te por­que los hom­bres reci­ben más com­ple­men­tos sala­ria­les y horas extra­or­di­na­rias que las muje­res. Esta bre­cha sala­rial aumen­ta con la edad de las muje­res, su gra­do de res­pon­sa­bi­li­dad y mayor for­ma­ción aca­dé­mi­ca3. Tam­bién los datos de Euros­tat, con una meto­do­lo­gía algo dife­ren­te al INE, sigue cons­ta­tan­do esa bre­cha sala­rial que aún es mayor en paí­ses como Esto­nia, Aus­tria, Repú­bli­ca Che­ca, Ale­ma­nia y Eslo­va­quia4.
El ini­cio de la cri­sis (del año 2008) agu­di­za la pre­ca­rie­dad eco­nó­mi­ca y social que afec­tó antes y en mayor medi­da a la pobla­ción feme­ni­na. Esto ha pro­vo­ca­do el aumen­to de la bre­cha sala­rial en los últi­mos años jun­to con el incre­men­to de las des­igual­da­des socia­les, la pobla­ción pobre aumen­ta, y son más pobres, y la pobla­ción rica dis­mi­nu­ye, y es mucho más rica. Ade­más, las muje­res siguen tenien­do, como en el pasa­do, una mayor pro­por­ción de tra­ba­jo even­tual y a tiem­po par­cial. Los empleos son de menor cua­li­fi­ca­ción, menos remu­ne­ra­dos, lo que hace que su situa­ción eco­nó­mi­ca y social es de mayor vul­ne­ra­bi­li­dad y depen­den­cia. Estos datos se repi­ten en el mis­mo sen­ti­do en otros luga­res del mundo.
En Anda­lu­cía en el año 2015 la tasa de acti­vi­dad fue solo del 66% en hom­bres, y aun menor, 52%, en las muje­res. Sobre estas cifras tan bajas de per­so­nas anda­lu­zas que se ins­cri­ben en las ofi­ci­nas del INEM (Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Empleo) con la espe­ran­za de encon­trar tra­ba­jo remu­ne­ra­do, ya que el res­to ni siquie­ra lo inten­tan, las muje­res se lle­van la peor par­te. De esa pobla­ción acti­va, la tasa de des­em­pleo es del 29% en hom­bres y del 34% en muje­res5. Cifras escan­da­lo­sas si tene­mos en cuen­ta que, ade­más, los sub­si­dios por des­em­pleo son, pese al tópi­co, de los más bajos del Esta­do espa­ñol. La pobla­ción anda­lu­za, espe­cial­men­te feme­ni­na, vive una tre­men­da situa­ción de pobre­za y pre­ca­rie­dad eco­nó­mi­ca y social, con todas las con­se­cuen­cias que para su salud y bien­es­tar tiene.
Si nos cen­tra­mos en el gru­po de más edad, vol­ve­mos a encon­trar que las muje­res, que viven solas en una alta pro­por­ción, tie­nen menos recur­sos eco­nó­mi­cos. Las pen­sio­nes de jubi­la­ción –de mayor cuan­tía eco­nó­mi­ca– se abo­nan mayo­ri­ta­ria­men­te a los hom­bres y las de viu­de­dad (de mucho menor apor­te eco­nó­mi­co) es abru­ma­do­ra­men­te mayor en las muje­res. Y no sólo este hecho esta­ble­ce las dife­ren­cias entre los ingre­sos que per­ci­ben unas y otros. Exis­te un efec­to de géne­ro, en el sen­ti­do de que aún den­tro del mis­mo tipo de pres­ta­ción se mani­fies­tan dife­ren­cias nota­bles en las ingre­sos eco­nó­mi­cas entre muje­res y hom­bres6.
Esta situa­ción estruc­tu­ral de des­igual­dad socio-eco­nó­mi­ca tie­ne su corres­pon­den­cia con la menor par­ti­ci­pa­ción en la vida públi­ca, social y polí­ti­ca; y que su pro­ta­go­nis­mo y poder en todas las esfe­ras de la vida sea, obvia­men­te, menor. Las muje­res siguen sien­do las que mayo­ri­ta­ria­men­te se ocu­pan del tra­ba­jo del hogar y son las prin­ci­pa­les cui­da­do­ras. Por supues­to que hay hom­bres que rea­li­zan estas tareas pero el lar­go pro­ce­so his­tó­ri­co don­de solo ellas «ser­vían» para este tipo de tra­ba­jo y «no ser­vían» para otros con­si­de­ra­dos de poder y pres­ti­gio social se ha per­pe­tua­do duran­te siglos.
Esta tre­men­da ima­gen de des­igual­dad que emer­ge cla­ra­men­te en pleno siglo XXI es suma­men­te útil al sis­te­ma capi­ta­lis­ta. Por­que las tareas domés­ti­cas en el ámbi­to fami­liar siguen sien­do esen­cia­les para la repro­duc­ción de la fuer­za de tra­ba­jo, tra­ba­jos que nun­ca les ha intere­sa­do trans­for­mar com­ple­ta­men­te en pro­fe­sio­nes remu­ne­ra­das y/​o en pro­duc­tos que se ven­den en el mer­ca­do. Se man­tie­ne y poten­cia que los hom­bres y las muje­res inte­rio­ri­cen, entre otras, que hay una pre­dis­po­si­ción natu­ral de las muje­res para hacer estas tareas. Lo que jus­ti­fi­ca polí­ti­cas que des­pla­zan la res­pon­sa­bi­li­dad del bien­es­tar social del Esta­do e ins­ti­tu­cio­nes colec­ti­vas, a la «inti­mi­dad» de la fami­lia. Cuan­do se nece­si­ta mano de obra, bus­can a las muje­res y les pagan menos que a los hom­bres, lo que tam­bién pro­vo­ca la dis­mi­nu­ción de todos los sala­rios y el Esta­do rea­li­za aque­llos ser­vi­cios que per­mi­tan a las muje­res libe­rar­se de algu­nas de sus res­pon­sa­bi­li­da­des. Y cuan­do no se nece­si­ta mano de obra, se «reen­vía» a las muje­res a sus casas, don­de se encuen­tra su «ver­da­de­ro» espa­cio7.
No exis­te aún nin­gún país en el mun­do, inclu­so entre los lla­ma­dos avan­za­dos, en el que –como ya hemos comen­ta­do– el sala­rio de las muje­res sea igual al sala­rio de los hom­bres. Prác­ti­ca­men­te todos los son­deos prue­ban que la mayo­ría de las tra­ba­ja­do­ras son deman­dan­tes de un tra­ba­jo a tiem­po com­ple­to (pese a que ellas tie­nen una mayor pro­por­ción de tra­ba­jos even­tua­les y a tiem­po par­cial). La reduc­ción cre­cien­te de ser­vi­cios como las guar­de­rías, o la pri­va­ti­za­ción de otros como las resi­den­cias para las per­so­nas ancia­nas, mul­ti­pli­can los obs­tácu­los que encuen­tra la mujer que tra­ba­ja. Al rele­gar­las a las tareas domés­ti­cas, per­mi­ti­rá a los capi­ta­lis­tas jus­ti­fi­car la sobre­ex­plo­ta­ción sala­rial de las muje­res con el argu­men­to de que su tra­ba­jo será menos pro­duc­ti­vo que el de los hom­bres (absen­tis­mo por emba­ra­zo, lac­tan­cia, cui­da­do de meno­res y per­so­nas enfer­mas, entre otras). Es la cues­tión del sala­rio com­ple­men­ta­rio que expli­ca la actual y cons­tan­te bre­cha sala­rial. Así dis­po­nen de mano de obra más bara­ta y más fle­xi­ble en fun­ción de las fluc­tua­cio­nes del mercado.
Las muje­res en el Esta­do espa­ñol cubren estas enor­mes insu­fi­cien­cias que debe­rían ser res­pon­sa­bi­li­dad del Esta­do y sus admi­nis­tra­cio­nes, ori­gen del incre­men­to de las enfer­me­da­des por estrés en las muje­res o el enor­me des­cen­so de la nata­li­dad, de las más bajas del mun­do. La mujer den­tro de la fami­lia debe cui­dar a los meno­res y jóve­nes, a sus pare­jas y a los ancia­nos, y el 53% tie­ne que com­pa­gi­nar estas tareas con su tra­ba­jo en el mer­ca­do labo­ral. Una enor­me car­ga de res­pon­sa­bi­li­dad, y de pér­di­da de salud, pro­vo­ca­da por la casi nula ayu­da esta­tal. Hechos que con­tras­tan con el dis­cur­so ofi­cial de nues­tros gober­nan­tes «muy pro fami­liar», muy repre­sor sobre el dere­cho a deci­dir de las muje­res sobre su cuer­po, pero los ser­vi­cios de ayu­da a la fami­lia bri­llan por su ausen­cia8.
Con la des­lo­ca­li­za­ción de las indus­trias en el nor­te de Áfri­ca, en Amé­ri­ca Lati­na o en Asia, la patro­nal ha reclu­ta­do a jóve­nes muje­res en el mer­ca­do de tra­ba­jo. Estas jóve­nes obre­ras sobre­ex­plo­ta­das han podi­do obte­ner algo de inde­pen­den­cia finan­cie­ra con res­pec­to a los hom­bres de la fami­lia y aumen­tar sus exi­gen­cias de nue­vas liber­ta­des. Sin embar­go, es el mis­mo capi­ta­lis­mo el que man­tie­ne la ins­ti­tu­ción fami­liar tra­di­cio­nal que tie­ne un papel fun­da­men­tal en la repro­duc­ción de las divi­sio­nes (y de la jerar­quía) entre las dife­ren­tes cla­ses socia­les y entre los géne­ros a los que se les asig­na fun­cio­nes eco­nó­mi­cas y socia­les dife­ren­tes. Es por esto que den­tro del sis­te­ma capi­ta­lis­ta no se podrá con­se­guir la libe­ra­ción de las muje­res, de todas las muje­res. Lo que hace indis­pen­sa­ble que las luchas femi­nis­tas con­tra la opre­sión patriar­cal y la lucha de los asa­la­ria­dos y asa­la­ria­das con­tra la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta tie­ne que con­ver­ger a pesar de las difi­cul­ta­des9.

  1. Cruz-Rojo, C., Gil de San Vicen­te, I: Dere­chos huma­nos como arma de des­truc­ción masi­va, Boltxe, 2015. p. 385.
  2. Con­si­de­ra­mos más apro­pia­do hablar de des­em­pleo y no de paro para refe­rir­nos al empleo remu­ne­ra­do, ya que pre­ci­sa­men­te son las muje­res las que más tra­ba­jan en labo­res no remuneradas.
  3. Ins­ti­tu­to Nacio­nal del Esta­dís­ti­ca (INE). INEba­se /​Sala­rios, ingre­sos, cohe­sión social (http://​www​.ine​.es/​j​a​x​i​T​3​/​T​a​b​l​a​.​h​t​m​?​t​=​1​0​888).
  4. Ale­jan­dro Bola­ños: La bre­cha sala­rial de géne­ro en Espa­ña, la sex­ta más alta de la Unión Euro­pea, 8 de mar­zo de 2016 (http://​eco​no​mia​.elpais​.com/​e​c​o​n​o​m​i​a​/​2​0​1​6​/​0​3​/​0​7​/​a​c​t​u​a​l​i​d​a​d​/​1​4​5​7​3​7​8​3​4​0​_​8​5​5​6​8​5​.​h​tml).
  5. Ins­ti­tu­to de Esta­dís­ti­ca y Car­to­gra­fía de Anda­lu­cía: Encues­ta de Pobla­ción Acti­va. Año 2015 (http://​www​.jun​ta​dean​da​lu​cia​.es/​i​n​s​t​i​t​u​t​o​d​e​e​s​t​a​d​i​s​t​i​c​a​y​c​a​r​t​o​g​r​a​f​i​a​/​i​e​a​/​c​o​n​s​u​l​t​a​s​A​c​t​i​v​i​d​a​d​.​j​s​p​?​C​o​d​O​p​e​r​=​2​5​&​s​u​b​=​6​3​165).
  6. Gómez Bueno, Car­mu­ca; Bre­tin Hélè­ne: Sexua­li­dad y enve­je­ci­mien­to, Con­se­je­ría de Salud, Sevi­lla 2011. p. 26 (http://​www​.jun​ta​dean​da​lu​cia​.es/​s​a​l​u​d​/​e​x​p​o​r​t​/​s​i​t​e​s​/​c​s​a​l​u​d​/​g​a​l​e​r​i​a​s​/​d​o​c​u​m​e​n​t​o​s​/​p​_​4​_​p​_​3​_​p​r​e​v​e​n​c​i​o​n​/​s​e​x​u​a​l​i​d​a​d​_​e​n​v​e​j​e​c​i​m​i​e​n​t​o​.​pdf).
  7. Deni­se Coman­ne: Cómo el patriar­ca­do y el capi­ta­lis­mo refuer­zan en for­ma con­jun­ta la opre­sión de las muje­res, mayo de 2010 (http://​lhblog​.nue​va​ra​dio​.org/​b​2​-​i​m​g​/​c​o​m​a​n​n​e​_​p​a​t​r​i​a​r​c​a​d​o​.​pdf).
  8. Nava­rro V.: «Como el poder de géne­ro, ade­más del poder de cla­se, expli­ca tam­bién el sub­de­sa­rro­llo social de Espa­ña» (par­te 2), Nue­va tri­bu­na, 1 de mar­zo de 2017 (http://www.nuevatribuna.es/opinion/vicenc-navarro/poder-genero-ademas-poder-clase-explica-tambien-subdesarrollo-social-espana-parte‑2/20170301131438137259.html).
  9. Deni­se Coman­ne: Cómo el patriar­ca­do y el capi­ta­lis­mo refuer­zan en for­ma con­jun­ta la opre­sión de las muje­res, mayo de 2010 (http://​lhblog​.nue​va​ra​dio​.org/​b​2​-​i​m​g​/​c​o​m​a​n​n​e​_​p​a​t​r​i​a​r​c​a​d​o​.​pdf).

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