Micro­cré­di­tos en el Sur, ¿hacer nego­cio con los pobres?

La defi­ni­ción con­ven­cio­nal de micro­cré­di­tos, esta­ble­ci­da en la Cum­bre Mun­dial de Washing­ton en 2007, los carac­te­ri­za como pro­gra­mas de con­ce­sión de peque­ños cré­di­tos a los más nece­si­ta­dos de entre los pobres para que estos pue­dan poner en mar­cha peque­ños nego­cios que gene­ren ingre­sos con los que mejo­rar su nivel de vida y el de sus fami­lias.

Pero la reali­dad dis­ta de la glo­sa ofi­cial. Des­de los años 90 del pasa­do siglo se pro­du­jo –por ejem­plo en Amé­ri­ca Lati­na- una expan­sión rápi­da de los micro­cré­di­tos, has­ta con­ver­tir­se en el sec­tor pun­te­ro de la coope­ra­ción inter­na­cio­nal. Jus­ti­fi­ca­das para faci­li­tar la sub­sis­ten­cia de los depau­pe­ra­dos en los paí­ses del Sur, sobre todo median­te el empleo infor­mal, los micro­cré­di­tos se vin­cu­lan a la apli­ca­ción de polí­ti­cas neo­li­be­ra­les en los terri­to­rios empo­bre­ci­dos; y no sólo pro­li­fe­ra­ron estas ins­ti­tu­cio­nes micro­fi­nan­cie­ras, como se les deno­mi­na en la jer­ga, sino que en algu­nos casos pasa­ron a ope­rar con cri­te­rios comer­cia­les y ban­ca­rios. Tam­bién las ONG expan­die­ron el mode­lo de los micro­cré­di­tos, y no fue­ron pocas las que se espe­cia­li­za­ron en estos. Para ello acce­die­ron a una pro­por­ción no menor de los fon­dos de ayu­da al desa­rro­llo. Un ejem­plo de la expan­sión en el sec­tor es el Ban­co del Noroes­te de Bra­sil, que con el res­pal­do del Ban­co Mun­dial cons­ti­tu­yó una enti­dad dedi­ca­da espe­cí­fi­ca­men­te a los microcréditos.

Arro­ja luz sobre estos meca­nis­mos el libro del soció­lo­go Car­los Gómez Gil, El colap­so de los micro­cré­di­tos en la coope­ra­ción al desa­rro­llo, publi­ca­do en 2016 por Cata­ra­ta y el Ins­ti­tu­to de Desa­rro­llo y Coope­ra­ción (IUDC) de la Uni­ver­si­dad Com­plu­ten­se. Pro­fe­sor en el Depar­ta­men­to de Aná­li­sis Eco­nó­mi­co Apli­ca­do en la Uni­ver­si­dad de Ali­can­te, Gómez Gil des­ta­ca la influen­cia en el libro del pro­fe­sor Mil­ford Bate­man, uno de los gran­des espe­cia­lis­tas mun­dia­les en micro­fi­nan­zas. No siem­pre se ha des­ta­ca­do la rele­van­cia del fenó­meno: en el esta­do espa­ñol, los estu­dios crí­ti­cos son muy esca­sos. Sin embar­go, nun­ca ha habi­do una ini­cia­ti­va que haya reci­bi­do tan­tos recur­sos, con mayor inci­den­cia sobre tan­ta pobla­ción y con una exten­sión tan amplia en los paí­ses empo­bre­ci­dos, sos­tie­ne Car­los Gómez Gil. Con la mis­ma rotun­di­dad, el autor resu­me los efec­tos de la apues­ta: un estre­pi­to­so fra­ca­so. Actual­men­te las micro­fi­nan­zas se enfren­tan a un pro­ce­so de cues­tio­na­mien­to y des­mo­ro­na­mien­to glo­bal.

Tal es la impor­tan­cia de los micro­cré­di­tos que se cons­ti­tu­ye­ron orga­nis­mos inter­na­cio­na­les para pro­mo­ver­los. En 1997 vio la luz la Micro­cre­dit Sum­mit, que agru­pa­ba a 925 enti­da­des de Asia, Áfri­ca, Amé­ri­ca Lati­na y Euro­pa del Este. Ade­más se cele­bran perió­di­ca­men­te cum­bres mun­dia­les, que cuen­tan con el res­pal­do de gran­des líde­res polí­ti­cos y empre­sa­ria­les. El Citi­bank es uno de los prin­ci­pa­les finan­cia­do­res de los encuen­tros, resal­ta Car­los Gómez Gil. En el mis­mo ámbi­to actúa el CGAP (Gru­po Con­sul­ti­vo para ayu­dar a los pobres), con sede en el Ban­co Mun­dial, una alian­za de 34 donan­tes y agen­cias de ayu­da que, según su pági­na web, bus­can pro­mo­ver la inclu­sión finan­cie­ra. En una déca­da se dis­pa­ró el núme­ro de clien­tes con micro­cré­di­tos, al pasar de 22,2 millo­nes en 1999 a 128,2 millo­nes (el 93% de ellos, pobres). Por tan­to pue­de hablar­se, sin exa­ge­ra­ción, de una indus­tria de las micro­fi­nan­zas. ¿Trans­pa­ren­te? Pone en cues­tión que lo sea el autor de El colap­so de los micro­cré­di­tos en la coope­ra­ción al desa­rro­llo. No exis­ten datos ni estu­dios empí­ri­cos sobre sus efec­tos en cuan­to a reduc­ción de la pobre­za. Y en no pocas oca­sio­nes se han uti­li­za­do de for­ma frau­du­len­ta para impul­sar inter­ven­cio­nes neo­li­be­ra­les.

El ori­gen de las micro­fi­nan­zas se retro­trae a los años 70 en Ban­gla­dés. La exten­sión de la idea no se entien­de sin la figu­ra del doc­tor Moham­mad Yunus, eco­no­mis­ta for­ma­do en India y que amplió estu­dios en Esta­dos Uni­dos. En 1983 cons­ti­tu­ye el Gra­meen Bank (Ban­co del Pue­blo) y anun­ció la bue­na nue­va: las micro­fi­nan­zas erra­di­ca­rían la pobre­za en una gene­ra­ción. Supues­ta­men­te for­ma­li­za­ba una apues­ta por la eco­no­mía real. Cuan­do damos un prés­ta­mo de 100 dóla­res, detrás hay pollos o vacas, dijo a The Eco­no­mist; no es nada ima­gi­na­rio. Pero las con­di­cio­nes reales de los prés­ta­mos no siem­pre resul­ta­ban tan gene­ro­sas. Por ejem­plo, Gómez Gil apun­ta la nece­si­dad de cons­ti­tuir gru­pos, inte­gra­dos por cin­co per­so­nas, que se res­pon­sa­bi­li­za­ran soli­da­ria­men­te de devol­ver el prés­ta­mo. Este méto­do de con­ce­sión, pira­midal y colec­ti­va, hace que los pres­ta­ta­rios velen por los intere­ses del ban­co. En 2002, año de cons­ti­tu­ción del Ban­co Gra­meen II, Yunus decla­ró en una entre­vis­ta a El País: Los pobres siem­pre pagan y son dig­nos de con­fian­za. Con el tiem­po la inge­nie­ría finan­cie­ra del Ban­co Gra­meen ha ido depu­rán­do­se has­ta vin­cu­lar los micro­cré­di­tos a la aper­tu­ra de cuen­tas de aho­rro obli­ga­to­rio, inclui­do un fon­do de pen­sio­nes. O a la com­pra for­zo­sa de accio­nes de la enti­dad finan­cie­ra. La mayo­ría de los cré­di­tos del ban­co –que según algu­nas esti­ma­cio­nes cuen­ta con 6,7 millo­nes de pres­ta­ta­rios- se con­ce­den por un año y a un tipo de inte­rés medio (anual) del 20%. 

Car­los Gómez Gil lle­va años inves­ti­gan­do a con­cien­cia las polí­ti­cas de coope­ra­ción al desa­rro­llo. En 1996 publi­có el libro El comer­cio de la ayu­da al desa­rro­llo. His­to­ria y evo­lu­ción de los cré­di­tos FAD; en 2005, Micro­cré­di­to y coope­ra­ción al desa­rro­llo. Ideas para un deba­te nece­sa­rio y un año des­pués El dile­ma de los micro­cré­di­tos en las polí­ti­cas de desa­rro­llo. En su últi­mo tra­ba­jo seña­la las regio­nes don­de más se han pro­pa­ga­do las micro­fi­nan­zas. Des­de la mitad de los años 90 des­ta­ca el esta­do de Andh­ra Pra­desh, el quin­to en pobla­ción de India, don­de dife­ren­tes enti­da­des han impul­sa­do pla­nes agre­si­vos de cre­ci­mien­to. Algu­nas como SKS Micro­fi­nan­ce han toma­do como refe­ren­cia a McDonald’s y Star­bucks para for­mar a los ofi­cia­les de préstamo.

Cin­co gran­des enti­da­des implan­ta­das en el esta­do de Andh­ra Pra­desh en 2010, suma­ban 17,1 millo­nes de clien­tes. De hecho, el 83% de las fami­lias habían fir­ma­do micro­cré­di­tos. Pero la expan­sión de los prés­ta­mos tie­ne un rever­so ocul­to: los sui­ci­dios ante la impo­si­bi­li­dad de pagar las deu­das. A los cam­pe­si­nos indios, les mata la deu­da, titu­la­ba el dia­rio Libe­ra­tion en febre­ro de 2011. Estos casos han tras­cen­di­do en paí­ses como India, Ban­gla­dés y Marrue­cos. A par­tir de 2005 se empe­za­ron a denun­ciar en el esta­do de Andh­ra Pra­desh serias irre­gu­la­ri­da­des: cobros inde­bi­dos, apro­pia­ción frau­du­len­ta de aho­rros o abu­sos en las tasas de inte­rés. Final­men­te las auto­ri­da­des legis­la­ron para esta­ble­cer limi­ta­cio­nes en el nego­cio de los micro­cré­di­tos. Entre los estan­dar­tes del mun­do de las micro­fi­nan­zas des­ta­ca asi­mis­mo Marrue­cos. Des­de los ini­cios del nego­cio en los años 90, los prés­ta­mos en el país magre­bí se mul­ti­pli­ca­ron por diez en una déca­da. Y tam­bién el Gobierno inter­vino y regu­ló el sec­tor, ante la bom­ba del endeu­da­mien­to cru­za­do (clien­tes que habían con­traí­do micro­cré­di­tos con dos, tres y has­ta cin­co enti­da­des). Actual­men­te el sec­tor de las micro­fi­nan­zas cuen­ta en Marrue­cos con 900.000 clien­tes y 1.300 agen­cias de microcrédito.

Des­pués de los años de gue­rra (1992−1995), tam­bién el Ban­co Mun­dial dio un impul­so a los micro­cré­di­tos en Bos­nia-Her­ze­go­vi­na. Sin embar­go, el epi­cen­tro mun­dial es el país de naci­mien­to de esta moda­li­dad de nego­cio, Ban­gla­dés, sede del Ban­co Gra­meen y los expe­ri­men­tos del doc­tor Moham­mad Yunus. Duran­te la déca­da de los 90, sub­ra­ya Car­los Gómez Gil, los nue­vos pres­ta­ta­rios en Ban­gla­dés cre­cían a un rit­mo del 30% anual. Y lo hacían en medio de estra­te­gias comer­cia­les agre­si­vas y una fuer­te ten­den­cia cen­tra­li­za­do­ra: entre cua­tro enti­da­des acu­mu­la­ban dos ter­cios de los más de 20 millo­nes de pres­ta­ta­rios. Ten­den­cias que no supo­nían una nove­dad, pero que con­ta­ban con el bene­plá­ci­to de la ONU –que decla­ró el Año Inter­na­cio­nal del Micro­cré­di­to en 2005‑, el Ban­co Mun­dial y las agen­cias inter­na­cio­na­les para el desa­rro­llo. Yunus y su cria­tu­ra, el Ban­co Gra­meen, fue­ron galar­do­na­dos con el Pre­mio Nobel de la Paz en 2006. Dos años des­pués, la mitad de las fami­lias de Ban­gla­dés tenían con­tra­ta­do un micro­cré­di­to. La satu­ra­ción codu­jo a los ajus­tes, la rees­truc­tu­ra­ción del mode­lo de micro­fi­nan­zas y el aflo­ra­mien­to de irre­gu­la­ri­da­des, como los cré­di­tos fan­tas­ma a per­so­nas inexistentes.

Fren­te a este elen­co de prác­ti­cas, no fal­tó la con­tes­ta­ción popu­lar. La pri­me­ra rebe­lión cita­da por Car­los Gómez Gil se sitúa en la ciu­dad india de Rama­na­ga­ram, en 2009. La revuel­ta con­tra los abu­sos se exten­dió por otras ciu­da­des indias, como Chan­na­pat­na y Kolar. Tam­bién a otro de los terri­to­rios señe­ros, Andh­ra Pra­desh. Ini­cia­ti­vas pro­mo­vien­do el impa­go se exten­die­ron por Ban­gla­dés, Nica­ra­gua, Ecua­dor, Pakis­tán, Boli­via, Méxi­co, Marrue­cos y Bos­nia-Her­ze­go­vi­na. En sin­to­nía con el movi­mien­to No Pago, el pri­mer minis­tro de Ban­gla­dés resu­mía la cues­tión en diciem­bre de 2010: los micro­pres­ta­mis­tas están chu­pan­do san­gre de la gen­te pobre en el nom­bre del ali­vio de la pobre­za. Poco tenía que ver con los pobres –jus­ti­fi­ca­ción teó­ri­ca del mode­lo- los méto­dos pura­men­te ban­ca­rios y las sali­das a bol­sa de SKS Micro­fi­nan­ce, en India; y de Com­par­ta­mos, en Méxi­co. La pri­me­ra de las enti­da­des pasó de 10.000 clien­tes en 2003 a 75.000 en 2005. Y cap­tó inver­sio­nes de Mor­gan Stan­ley, J.P. Mor­gan, BNP Pari­bás o Cré­dit Agri­co­le, con lo que salió como un cohe­te en la Bol­sa de Bombay…

Enric Llo­pis

10 de febre­ro de 2017

Fuen­te: http://​www​.cadtm​.org/​M​i​c​r​o​c​r​e​d​i​t​o​s​-​e​n​-​e​l​-​S​u​r​-​h​a​cer

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