Car­ta de Fabri­cio Ojeda

Car­ta de Fabri­cio Oje­da al Par­la­men­to Vene­zo­lano en la cual renun­cia a su con­di­ción de dipu­tado para unir­se en la zona de Los Andes a la gue­rri­lla vene­zo­la­na de las Fuer­zas Arma­das de Libe­ra­ción Nacio­nal (FALN). El 21 de junio de 1966 es ase­si­na­do duran­te su deten­ción en los cala­bo­zos de la poli­cía polí­ti­ca duran­te el gobierno de Raúl Leoni.

Cara­cas, 30 de junio de 1962

Dis­tin­gui­dos colegas:

En el pri­mer ani­ver­sa­rio de la sus­pen­sión de las garan­tías Cons­ti­tu­cio­na­les, un gru­po de estu­dian­tes de la Uni­ver­si­dad Cen­tral y yo, hici­mos una pro­me­sa de extra­or­di­na­ria sig­ni­fi­ca­ción. Está­ba­mos en el Cemen­te­rio Gene­ral del Sur, fren­te a la tum­ba de Alber­to Rudas Mez­zo­ne – uno de los tan­tos jóve­nes caí­dos en la lucha por la liber­tad -, allí levan­ta­mos las manos y las voces y jura­mos: que el sacri­fi­cio de nues­tros már­ti­res nose­ría en vano. Jura­mos con­ti­nuar sus pasos y cum­plir su obra, para que la san­gre derra­ma­da reto­ña­se en nue­va vida para el pueblo.

Y des­de enton­ces comen­za­mos a pre­pa­rar­nos para el cum­pli­mien­to irre­nun­cia­ble. Con este obje­ti­vo, redi­mir al pue­blo hacien­do honor al sacri­fi­cio de sus már­ti­res, hemos tra­ba­ja­do sin des­can­so, hemos lucha­do sin esar. Aho­ra a mí, solo me que­da, como decía un insig­ne pen­sa­dor lati­no­ame­ri­cano, “cam­biar la como­di­da por la mias­ma féti­da del cam­pa­men­to, y los goces sua­ví­si­mos de la fami­lia por los aza­res de la gue­rra, y elca­lor del hogar por el frío del bos­que y el cieno del pan­tano, y la vida mue­lle y segu­ra por la vida nóma­da y per­se­gui­da y ham­brien­ta y lla­ga­da y enfer­ma y desnuda”.

Es por ello, cole­gas Dipu­tados, que ven­go ante uste­des a expre­sar la deci­sión de dejar el Par­la­men­to – este recin­to que pisé por volun­tad del glo­rio­so pue­blo cara­que­ño, hoy opri­mi­do y humi­lla­do -, para subir a las mon­ta­ñas e incor­po­rar­me a los com­pa­ñe­ros que ya han ini­cia­do el com­ba­te y con ellos con­ti­nuar la lucha revo­lu­cio­na­ria para la libe­ra­ción de Vene­zue­la, para el bien­es­tar futu­ro del pue­blo, para la reden­ción de los humildes.

Estoy cons­cien­te de lo que esta deci­sión impli­ca, de los ries­gos, peli­gros y sacri­fi­cios que ella con­lle­va; pero no otro pue­de ser el camino de un revo­lu­cio­na­rio ver­da­de­ro. Vene­zue­la – lo sabe­mos y los sen­ti­mos todos -, nece­si­ta un cam­bio a fon­do para reco­brar su per­fil de nación sobe­ra­na, recu­pe­rar los medios de rique­za hoy en manos del capi­tal extran­je­ro y con­ver­tir­los en ins­tru­men­to de pro­gre­so colec­ti­vo. Nece­si­ta­mos un cam­bio a fon­do para libe­rar al tra­ba­ja­dor de la mise­ria, la igno­ran­cia y la explo­ta­ción; para poner la ense­ñan­za, la téc­ni­ca y la cien­cia al alcan­ce del pue­blo: para que el obre­ro ten­ga tra­ba­jo per­ma­nen­te y sus hijos ampa­ro y pro­tec­ción. Vene­zue­la, en fin, nece­si­ta un cam­bio pro­fun­do para que los dere­chos demo­crá­ti­cos del pue­blo no sean letra muer­ta en el tex­to de las leyes; para que la liber­tad exis­ta y la jus­ti­cia impe­re; para que el dere­cho a la edu­ca­ción, al tra­ba­jo, a la salud y al bien­es­tar sean ver­da­de­ros dere­chos para las mayo­rías popu­la­res y no pri­vi­le­gios de esca­sas mino­rías. Pero nada de esto podrá lograr­se en un país sub-desa­rro­lla­do y depen­dien­te, como el nues­tro, sino a tra­vés de la acción revo­lu­cio­na­ria que con­clu­ya con la con­quis­ta del Poder Polí­ti­co por par­te del pue­blo. De otra mane­ra, tan­to los ins­tru­men­tos de poder, como los medios de rique­za, con­ti­nua­rán en manos de los mono­po­lios inter­na­cio­na­les y de las cas­tas oli­gár­qui­cas del país, con la con­si­guien­te explo­ta­ción de los tra­ba­ja­do­res, la pro­li­fe­ra­ción del ham­bre y la mise­ria y el aban­dono per­ma­nen­te del pue­blo. Esta situa­ción pre­ci­sa una trans­for­ma­ción estruc­tu­ral que cam­bie el sis­te­ma for­ma­lis­ta de la demo­cra­cia por la efec­ti­va rea­li­za­ción de la mis­ma: es decir, que arra­se con todo lo podri­do, con todo lo injus­to, con todo lo indigno de nues­tra socie­dad y en su lugar eri­ja una nue­va vida de jus­ti­cia y libertades.

A estas altu­ras de la his­to­ria, cuan­do un ven­da­val de reno­va­ción sacu­de al mun­do, los vene­zo­la­nos no pode­mos per­ma­ne­cer afe­rra­dos a una vida polí­ti­ca, sin pers­pec­ti­vas de futu­ro y que man­tie­ne al país sumer­gi­do en el sub­de­sa­rro­llo eco­nó­mi­co, en el atra­so cró­ni­co y al pue­blo, doble­ga­do bajo el peso cons­tan­te de la mise­ria y la igno­ran­cia y el ham­bre. Vene­zue­la es un país pri­vi­le­gia­do por la natu­ra­le­za. Las entra­ñas de su tie­rra están pobla­das de rique­za y sobre la super­fi­cie cre­cen mon­ta­ñas de dine­ro. Pero estas rique­zas y este dine­ro sólo van a parar a los bol­si­llos de los gran­des tibu­ro­nes de la polí­ti­ca nacio­nal e inter­na­cio­nal, mien­tras que el pue­blo, due­ño de ellas, se deba­te entre la angus­tia de no poseer nada y el dolor de su pre­ca­ria situa­ción eco­nó­mi­ca. Este país, don­de se pro­du­ce tres millo­nes de barri­les de petró­leo dia­ria­men­te y mas de vein­te millo­nes de tone­la­das de hie­rro cada año, don­de las empre­sas extran­je­ras que lo explo­tan acu­san uti­li­da­des que sobre­pa­san los mil qui­nien­tos millo­nes de bolí­va­res anua­les, vive un dra­ma terri­ble con cen­te­na­res de miles de obre­ros sin tra­ba­jo, con cen­te­na­res de miles de cam­pe­si­nos sin tie­rra, con cen­te­na­res de miles de niños aban­do­na­dos y sin escue­las, con cen­te­na­res de miles de anal­fa­be­tos, con legio­nes de indi­gen­tes que escar­ban en los des­per­di­cios en bus­ca de ali­men­tos y cen­te­na­res de miles de hom­bres y muje­res sin techo que se arras­tran haci­na­dos en ran­chos insa­lu­bres, sin la menor pro­tec­ción social, sani­ta­ria o eco­nó­mi­ca. Este país que es el mas rico de toda la Amé­ri­ca Lati­na, mues­tra ante los ojos angus­tia­dos de su gen­te, un pano­ra­ma de males y penu­rias que se ahon­da en la exis­ten­cia mis­ma de gran­des con­tra­dic­cio­nes: mien­tras unos lo tie­nen todo, como­di­da­des, lujos, pla­ce­res y bonan­za; otros nada poseen, ni nada les espe­ra, a no ser la muer­te en la mas com­ple­ta pobre­za. Mien­tras unos tie­nen en ban­cos y cajas fuer­tes millo­nes de bolí­va­res, otros care­cen de recur­sos mas ele­men­ta­les de la vida huma­na. Mien­tras unos pue­den man­dar a sus hijos a los mejo­res cole­gios, otros tie­nen que resig­nar­se a ver a los suyos cre­cer en la igno­ran­cia. Mien­tras unos viven como pará­si­tos, sin tra­ba­jar ni pro­du­cir, otros no encuen­tran don­de colo­car su fuer­za de tra­ba­jo. Mien­tras unos ven a sus muje­res dar a luz en clí­ni­cas lujo­sas, otros, los más, tie­nen que con­for­mar­se con ver­las parir como ani­ma­les en sus ran­chos inmundos.

Este es el dra­ma, la horri­ble tra­ge­dia de nues­tro país y nues­tro pue­blo. Bus­car­le reme­dio es res­pon­sa­bi­li­dad de los vene­zo­la­nos pro­gre­sis­tas, encon­trar­le solu­ción es deber irre­nun­cia­ble. Pero no debe­mos dete­ner­nos en apli­car los con­sa­bi­dos “paños calien­tes” que sólo pos­ter­gan la enfer­me­dad, sino que hemos de ir a su mis­ma raíz para extir­par, como el buen ciru­jano, los orí­ge­nes del mal. Ya el pue­blo vene­zo­lano está can­sa­do de pro­me­sas que no pue­den cum­plir­se y esta ya decep­cio­na­do de una demo­cra­cia que no lle­ga, pero que a nom­bre de la cual se le mal­tra­ta, se le per­si­gue y se le engaña.

Nin­gún movi­mien­to polí­ti­co ha nega­do has­ta aho­ra estas reali­da­des; pero lo que es reali­dad y con­vic­ción para algu­nos, es dema­go­gia y poli­ti­que­ría para otros. Esto se ha veni­do demos­tran­do, al menos, en nues­tra acci­den­ta­da his­to­ria, en nues­tro pro­ce­so repu­bli­cano. Una cosa ha sido la pré­di­ca polí­ti­ca fue­ra del poder y otra, muy dis­tin­ta, acción de gober­nan­tes. Y a cada paso, sal­ta a la vis­ta cómo el pue­blo, las mayo­rías ham­brien­tas, mise­ra­bles y des­am­pa­ra­das, no han sido más que infe­liz esca­le­ra cuyos pel­da­ños tre­pan ambi­cio­sos y carre­ris­tas. Todo has­ta aho­ra ha sido enga­ño, men­ti­ra, far­sa ver­gon­zo­sa que com­pro­me­te res­pon­sa­bi­li­da­des y escar­ne­ce prin­ci­pios. La demo­cra­cia no ha sido otra cosa que medio para ese enga­ño, para esa men­ti­ra, para esa far­sa ver­gon­zo­sa. A tra­vés de la pré­di­ca insin­ce­ras de sus pos­tu­la­dos y noble­zas se ha opri­mi­do, se ha veja­do, se ha explo­ta­do al pue­blo. La demo­cra­cia que defien­den quie­nes opri­men y roban en su nom­bre, ha ser­vi­do solo como escu­do para la igno­mi­nia, la podre­dum­bre, la corrup­ción y la des­ver­güen­za de quie­nes sir­ven intere­ses extra­ños y de quie­nes entien­den la demo­cra­cia como ins­tru­men­tos de ape­ti­tos subal­ter­nos. Con­se­cuen­cia de esto es el papel que en nues­tro país están jugan­do ins­ti­tu­cio­nes demo­crá­ti­cas como el Par­la­men­to, son esen­cia mis­ma de la sobe­ra­nía popular.

Yo sé que muchos de uste­des, cole­gas Dipu­tados, creen de bue­na fe que lo que está ocu­rrien­do hoy en nues­tro Par­la­men­to – el poder mas impor­tan­te de la demo­cra­cia repre­sen­ta­ti­va – es pro­duc­to de la poca expe­rien­cia demo­crá­ti­ca que tene­mos los vene­zo­la­nos o sim­ple­men­te resul­ta­dos de con­tra­dic­cio­nes cir­cuns­tan­cia­les que pue­den ser supe­ra­das con un cam­bio sen­ci­llo en el tren guber­na­men­tal. Y que aquí podría resol­ver­se el ingen­te pro­ble­ma nacio­nal: con­quis­tar la inde­pen­den­cia del país y crear bases per­du­ra­bles para el bien­es­tar colec­ti­vo, a tra­vés de la lucha cívi­ca, o lo que es lo mis­mo, en el trán­si­to pací­fi­co de las pro­pias ins­ti­tu­cio­nes. A mi jui­cio, quie­nes así pien­san, o están equi­vo­ca­dos hones­ta­men­te, o lo que es más gra­ve: ocul­tan su pro­pia cobar­día. O temen que la Revo­lu­ción los arra­se o jue­guen a la dema­go­gia para satis­fa­cer ambi­cio­nes egoís­tas. O no han logra­do com­pren­der la natu­ra­le­za y carác­ter de las fuer­zas reac­cio­na­rias que tra­di­cio­nal­men­te han impues­to la opre­sión, el escar­nio y la humi­lla­ción al pue­blo vene­zo­lano, o quie­ren dis­fra­zar sus ver­da­de­ras intenciones.

Este pue­blo que ofre­ce san­gre y vida por la liber­tad, cre­yó igual que muchos de uste­des en una solu­ción pací­fi­ca del pro­ble­ma vene­zo­lano. Yo mis­mo y con­mi­go quie­nes inter­vi­nie­ron en el gran movi­mien­to de la Jun­ta Patrió­ti­ca, creí­mos de bue­na fe, sin­ce­ra­men­te, que con el derro­ca­mien­to del tirano y el retorno a la Patria de todos sus hijos per­se­gui­dos, podría lograr­se un enten­di­mien­to gene­ral uni­ta­rio, vene­zo­la­nis­ta, que tra­ba­ja­ra por el engran­de­ci­mien­to de la país, por la dig­ni­dad de los vene­zo­la­nos, por la inde­pen­den­cia mis­ma de la Nación. Esta ilu­sión de jóve­nes inge­nuos, de polí­ti­cos sin mali­cia, todos bue­na fe y bue­na volun­tad, se derrum­bo bajo el peso del egoís­mo y las ambi­cio­nes de otro. El 23 de enero, lo con­fie­so a mane­ra de auto­crí­ti­ca crea­do­ra, nada ocu­rrió en Vene­zue­la, a no ser el sim­ple cam­bio de unos hom­bres por otros al fren­te de los des­ti­nos públi­cos. Nada se hizo para erra­di­car los pri­vi­le­gios ni las injus­ti­cias. Quie­nes ocu­pa­ron el Poder, con excep­cio­nes hon­ro­sas, cla­ro está, nada hicie­ron para libe­rar­nos de las coyun­das impe­ria­lis­tas, de la domi­na­ción feu­dal, de la opre­sión oli­gár­qui­ca. Por el con­tra­rio, sir­vie­ron como ins­tru­men­to a aque­llos intere­ses que gra­vi­tan en for­ma nega­ti­va sobre el cuer­po des­fa­lle­cien­te de la Patria.

Pero, al menos, crea­ron un cli­ma de liber­tad, de res­pe­to, de con­vi­ven­cia entre los vene­zo­la­nos, ausen­te hoy de la vida nacio­nal. Todo lo demás es pro­duc­to de cues­tio­nes más pro­fun­das que pene­tra en la razón mis­ma de un sis­te­ma polí­ti­co crea­do por el enga­ño y la men­ti­ra. Y es que era de inge­nuo o de ilu­so pen­sar que con el sólo derro­ca­mien­to del tirano y el retorno a la vida ins­ti­tu­cio­nal, con pode­res ele­gi­dos, se había logra­do la solu­ción de nues­tros pro­ble­mas. Noso­tros creí­mos, de muy bue­na fe, lo repi­to, que las dife­ren­cias tran­si­to­rias podrían poner­se a un lado para sen­tar­se todos a tra­ba­jar por la Patria, para que cesa­ran los vie­jos odios, las ren­ci­llas parro­quia­nas y cada uno pen­sa­ra mas en el pro­gre­so del país que en sus intere­ses per­so­na­les. Noso­tros creí­mos que el patrio­tis­mo esta­ba por enci­ma de ban­de­rías y de gru­pos. Pero lo pri­me­ro que algu­nos hicie­ron de regre­so al país, fue aten­tar con­tra la Jun­ta Patrió­ti­ca, con­tra sus miem­bros fun­da­do­res, que en la resis­ten­cia habían sabi­do tra­zar una línea polí­ti­ca jus­ta que cul­mi­nó con la vic­to­ria popu­lar. Mas, aho­ra esta­mos con­ven­ci­dos que todo lo ocu­rri­do, que el nue­vo fra­ca­so, no fue sino el resul­ta­do de las gran­des con­tra­dic­cio­nes eco­nó­mi­cas y socia­les que se agi­tan en nues­tra socie­dad, que pug­nan den­tro de un sis­te­ma polí­ti­co como el nues­tro. No podía espe­rar­se otra cosa sino se había hecho otra cosa que cam­biar los hom­bres del gobierno. El 23 de enero hubo solo esto: un cam­bio de nom­bres. La oli­gar­quía explo­ta­do­ra, los ser­vi­do­res del impe­ria­lis­mo bus­ca­ron aco­mo­do inme­dia­to en el nue­vo gobierno.

El poder polí­ti­co había que­da­do en manos de los mis­mos intere­ses y los ins­tru­men­tos de ese poder seguían bajo la res­pon­sa­bi­li­dad de las mis­mas cla­ses. Así hemos segui­do, pero esto no podrá con­ti­nuar por mucho tiem­po. Ya el pue­blo de Vene­zue­la como todos los pue­blos opri­mi­dos del mun­do, se ha dado cuen­ta de las cau­sas que ori­gi­nan sus males. Y todos estos pue­blos se han plan­tea­do la his­tó­ri­ca tarea de la libe­ra­ción eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca, para empren­der el desa­rro­llo inde­pen­dien­te que ha de cris­ta­li­zar en pro­gre­so, en bien­es­tar, en feli­ci­dad para los humil­des. Un ejem­plo de la vic­to­ria popu­lar hay ya res­plan­de­cien­do en Amé­ri­ca Lati­na: La Revo­lu­ción Cuba­na. Este hecho ha con­tri­bui­do enor­me­men­te a escla­re­cer el pano­ra­ma futu­ro de nues­tros pue­blos, a des­per­tar a las masas dor­mi­das, a abrir­le los ojos a los enga­ña­dos y a gal­va­ni­zar la con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria y anti­im­pe­ria­lis­ta que se agi­gan­ta en la fibra más hon­da de nues­tro patrio­tis­mo, de nues­tro sen­ti­mien­to nacionalista.

No obs­tan­te las reali­da­des obje­ti­vas, las expe­rien­cias pro­pias y extra­ñas, el pue­blo vene­zo­lano, aman­te siem­pre de la paz ha que­ri­do resol­ver sus pro­ble­mas a tra­vés del camino cívi­co. Y a pen­sar de todos los con­tra­tiem­pos, se hizo gran­des ilu­sio­nes al cam­biar la corre­la­ción de fuer­zas en el seno del Con­gre­so Nacio­nal. Nues­tro pue­blo cre­yó que el con­trol de la opo­si­ción sobre la Cáma­ra de Dipu­tados y sobre el Poder Legis­la­ti­vo, abría de veras nue­vas pers­pec­ti­vas para erra­di­car la vio­len­cia y paci­fi­car el país. Pero ya esas ilu­sio­nes han sufri­do fuer­tes gol­pes y defi­ni­ti­va­men­te se han veni­do aba­jo, fren­te a las inde­fen­sión del Par­la­men­to ante un Eje­cu­ti­vo pre­po­ten­te y arbi­tra­rio. Dos meses hace que esta Cáma­ra de Dipu­tados, en medio del táci­to rego­ci­jo popu­lar, apro­bó radio­di­fun­dir algu­nas de sus sesio­nes y toda­vía esta reso­lu­ción no ha podi­do ser cum­pli­da. Hace igual­men­te dos meses que el Con­gre­so Nacio­nal, en uso de sus atri­bu­cio­nes y facul­ta­des cons­ti­tu­cio­na­les, decre­tó la res­ti­tu­ción de las garan­tías que por mas de un año estu­vie­ron sus­pen­di­das; pero a pesar del Decre­to del Poder Legis­la­ti­vo, se con­ti­núan alla­nan­do hoga­res, apre­san­do ciu­da­da­nos sin deli­tos. Y al ampa­ro de un decre­to «Pérez­ji­me­nis­ta» que el pue­blo dero­go el 23 de Enero se prohí­be a la Unión Nacio­nal de Muje­res un acto en el Pala­cio de los Depor­tes de Cara­cas para hablar sobre la deva­lua­ción del bolí­var y su inci­den­cia en el ya alto cos­to de la vida; al ampa­ro de ese mis­mo decre­to, el gobierno de Betan­court prohí­be a los tra­ba­ja­do­res, a las cla­ses obre­ra revo­lu­cio­na­ria cele­brar el 1° de Mayo, Día Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo. Y por si ello fue­ra poco, los agen­tes de la repre­sión ofi­cial, sus ban­das arma­das, arre­me­tie­ron con­tra obre­ros inde­fen­sos que desa­fian­do el terror salie­ron a la calle para con­me­mo­rar su día con su dig­ni­dad. Algu­nos muer­tos y nume­ro­sos heri­dos – san­gre del pue­blo – fue­ron el balan­ce del 1° de Mayo en todo el país. Pero estos no son hechos ais­la­dos de la arbi­tra­rie­dad tran­si­to­ria, sino nor­ma y razón de ser de un gobierno al mar­gen de la ley, que no res­pe­ta la Cons­ti­tu­ción, ni res­pe­ta el Con­gre­so, ni res­pe­ta nada. En El Tigre, en Pun­to Fijo, en Valen­cia, en toda la exten­sa lati­tud vene­zo­la­na se dis­pa­ra con­tra tra­ba­ja­do­res inde­fen­sos que expre­sa su libre volun­tad den­tro del movi­mien­to sin­di­cal. Y fren­te a los Liceos, estu­dian­tes de todas las eda­des bau­ti­zan con su san­gre pro­mi­so­ria el regre­so «a la nor­ma­li­dad cons­ti­tu­cio­na­li­dad». Y es que el Eje­cu­ti­vo no res­pe­ta las deci­sio­nes del Con­gre­so, sino sus aspec­tos mera­men­te formales.

¿Pero no es el Poder Legis­la­ti­vo el más impor­tan­te, el poder fun­da­men­tal de la cons­ti­tu­cio­na­li­dad? ¿No es el Par­la­men­to ele­gi­do por el pue­blo, la esen­cia mis­ma de la sobe­ra­nía popu­lar? Todo ello es cier­to, más den­tro de un sis­te­ma polí­ti­co como el que vivi­mos los vene­zo­la­nos, el Poder Legis­la­ti­vo ope­ra nor­mal­men­te cuan­do su mayo­ría sir­ve a los mis­mos intere­ses del Poder Eje­cu­ti­vo y res­pon­de a la mis­ma com­po­si­ción de éste.

Cuan­do se ope­ra en fenó­meno con­tra­rio, es decir, que la opo­si­ción con­tro­la el Par­la­men­to, enton­ces fren­te a él se levan­ta la mura­lla de la ame­na­za, del irres­pe­to y el atro­pe­llo. Se atro­pe­lla al Par­la­men­to y a su mis­ma dig­ni­dad, cuan­do se bur­la el con­ve­nio de caba­lle­ros cele­bra­do entre el Pre­si­den­te de la Repú­bli­ca y la Direc­ti­va de la Cáma­ra de Dipu­tados para resol­ver el angus­tio­so pro­ble­ma de la huel­ga de ham­bre de los pre­sos polí­ti­cos. Se atro­pe­lla al Par­la­men­to cuan­do el minis­tro de Rela­cio­nes Inte­rio­res, nie­ga los cana­les de la Radio Difu­so­ra Nacio­nal – uti­li­za­da por el Eje­cu­ti­vo cuan­do le vie­ne en gana – para trans­mi­tir las sesio­nes de la Cáma­ra de Dipu­tados. Y pen­dien­te está la ame­na­za de enga­ve­tar el Pro­yec­to de regla­men­ta­ción de las garan­tías que aprue­be la opo­si­ción en Dipu­tados, si aquél no res­pon­de a los arran­ques fas­cis­tas, a las carac­te­rís­ti­cas tirá­ni­cas, a la esen­cia des­pó­ti­ca de la Vie­ja Guar­dia y COPEI. ¿Enton­ces cómo con­tar con el Par­la­men­to para la Revo­lu­ción que nues­tro pue­blo tie­ne plan­tea­da? ¿Es que podrá la Cáma­ra de Dipu­tados o el Con­gre­so garan­ti­zar el cum­pli­mien­to de leyes pro­gre­sis­tas y patrió­ti­cas, sino ha podi­do radio­trans­mi­tir una sola de sus sesio­nes y no ha podi­do impe­dir los atro­pe­llos, veja­cio­nes y per­se­cu­cio­nes, a pesar de haber res­ti­tui­do las liber­ta­des públi­cas? ¿Podrá garan­ti­zar este Con­gre­so la apro­ba­ción y apli­ca­ción de una Ley con­tra los mono­po­lios que saquean nues­tras rique­zas? ¿Podrá este Con­gre­so eje­cu­tar y hacer eje­cu­tar una refor­ma amplia en el sis­te­ma eco­nó­mi­co y social de la Repú­bli­ca? Ya se ha evi­den­cia­do, seño­res Dipu­tados, que ello es impo­si­ble mien­tras no haya un cam­bio a fon­do en el sis­te­ma polí­ti­co vene­zo­lano. Un aná­li­sis dete­ni­do de esta situa­ción, de la impo­ten­cia en que esta­mos para hallar una solu­ción pací­fi­ca al pro­ble­ma nacio­nal; un estu­dio de cómo el gobierno ha toma­do el ata­jo de la ile­ga­li­dad, irres­pe­tan­do la Cons­ti­tu­ción y atro­pe­llan­do las ins­ti­tu­cio­nes demo­crá­ti­cas, de cómo la demo­cra­cia en nues­tro país es solo una far­sa, una men­ti­ra, para encu­brir la opre­sión, el cri­men y la arbi­tra­rie­dad; de ver cómo la liber­tad no exis­te para el pue­blo, ni la jus­ti­cia impe­ra para el pue­blo; el ver cómo los perio­dis­tas son encar­ce­la­dos a pasar de la vigen­cia de la liber­tad de expre­sión; una con­si­de­ra­ción gene­ral de este pano­ra­ma de corrup­ción, de este ambien­te de per­se­cu­ción, de esta vida de angus­tia; un examen de la situa­ción que nos deja el Par­la­men­to bur­la­do, la sobe­ra­nía media­ti­za­da, el pue­blo humi­lla­do, la dig­ni­dad per­di­da y las rique­zas hipo­te­ca­das, me han lle­va­do a la con­clu­sión, como a muchos otros vene­zo­la­nos, que aquí se nece­si­ta un cam­bio radi­cal una trans­for­ma­ción ver­da­de­ra que con­vier­ta nues­tro país en Nación libre, prós­pe­ra y digna.

Con­se­cuen­cia de esta fir­me con­vic­ción, resul­ta­do de ese aná­li­sis, es la deci­sión que he toma­do de com­ba­tir con las armas en la mano, como lo hace el pue­blo cuan­do quie­re con­quis­tar la liber­tad, y bus­car en la acción revo­lu­cio­na­ria la solu­ción de nues­tros gran­des pro­ble­mas, y lograr para el pue­blo una vida nue­va, dis­tin­ta a la pre­ca­ria exis­ten­cia que ha lle­va­do duran­te siglo y medio de Repú­bli­ca injus­ta. Esta deci­sión me hon­ra y com­pro­me­te, a la par que me satis­fa­ce. Igual camino han toma­do en épo­cas y paí­ses dis­tin­to los mas nota­bles hom­bres de la huma­ni­dad. Igual deci­sión tuvie­ron que tomar nues­tros Liber­ta­do­res fren­te a una Patria colo­ni­za­da, fren­te a un pue­blo escla­vi­za­do. Ellos, los for­ja­do­res de nues­tra nacio­na­li­dad, nos tra­za­ron el camino y noso­tros hemos de con­ti­nuar­lo con igua­les, sacri­fi­cios, con los mis­mos ries­gos y la mis­ma fe, para des­pe­da­zar las nue­vas cade­nas del domi­nio extran­je­ro y garan­ti­zar la ple­na inde­pen­den­cia nacional.

Esta es nues­tra deci­sión, este nues­tro camino. Vamos a las armas con fe, con ale­gría, como quien va al reen­cuen­tro de la Patria pre­fe­ri­da. Sabe­mos que con noso­tros está el pue­blo, el mis­mo que en todas las épo­cas memo­ra­bles ha dicho pre­sen­te ante todo lo noble, ante todo lo bueno, ante todo lo justo.

Nues­tra deci­sión de incor­po­rar­nos a los estu­dian­tes, obre­ros y cam­pe­si­nos que hacen la gue­rra de gue­rri­llas en Fal­cón, Por­tu­gue­sa, Méri­da, Zulia, Yara­cuy, obli­ga­dos por la bru­tal repre­sión del gobierno que ame­na­za con la muer­te, la tor­tu­ra y la cár­cel a quie­nes se opo­nen a sus desig­nios, obe­de­ce a la fir­me con­vic­ción de que la polí­ti­ca de las cama­ri­llas que ejer­cen hoy el Poder no mues­tran nin­gún áni­mo para dar solu­cio­nes a la cri­sis polí­ti­ca vene­zo­la­na a tra­vés del dia­lo­go y la sen­da elec­to­ral. Toda la maqui­na­ria ofi­cia­lis­ta ha sido des­de ya colo­ca­da al ser­vi­cio de los gru­pos exclu­si­vos que for­man la inti­mi­dad del actual Pre­si­den­te y sin espí­ri­tu de ser­vi­cio a la Patria y al Pue­blo, tales gru­pos han pri­va­do a los vene­zo­la­nos de sus mas ele­men­ta­les dere­chos y des­de aho­ra pre­pa­ran el frau­de que les per­mi­te per­pe­tuar­se en el Poder, a usan­za de todos los gobier­nos des­pó­ti­cos que el país ha pade­ci­do. Espe­rar que esta bur­la san­grien­ta se con­sa­gre sin men­gua de la pro­pia dig­ni­dad, no sólo es cobar­día, es alen­tar fal­sas ilu­sio­nes cuyas con­se­cuen­cia serían fata­les para nues­tro desa­rro­llo demo­crá­ti­co. Ya el gru­po que gobier­na ha demos­tra­do has­ta la sacie­dad que sólo cono­ce el méto­do de la vio­len­cia, el camino de la ile­ga­li­dad. Fren­te a su sober­bia, no cabe otra acti­tud para acep­tar al reto y dis­po­ner­se a com­ba­tir­lo con sus mis­mos méto­dos, para que los vene­zo­la­nos pue­dan, libres del Gobierno de Betan­court, libres de sus odios e intri­gas, de su corrup­ción e inca­pa­ci­dad, de su poli­ti­que­ría y peque­ñez moral, de su sec­ta­ris­mo y mal­dad, dar­nos un gobierno ver­da­de­ra­men­te nacio­nal, res­pe­tuo­so de la ley demo­crá­ti­ca, fiel ser­vi­dor del pue­blo y leal a la inde­pen­den­cia y sobe­ra­nía nacionales.

Hace­mos armas con­tra la vio­len­cia, la repre­sión, las tor­tu­ras, el pecu­la­do. Toma­mos las armas con­tra las depra­va­cio­nes y la trai­ción. No lo hace­mos por román­ti­ca con­cep­ción de la lucha ni some­ti­dos a otra deci­sión que a la nues­tra, sólo com­pro­me­ti­da con Vene­zue­la. No hace­mos la gue­rra con­tra las Fuer­zas Arma­das, en su con­jun­to, en cuyo senos nos cons­ta por expe­rien­cia per­so­nal y por la acción con­jun­ta que libra­mos en Enero del 58, se han for­ma­do Ofi­cia­les cuya úni­ca ambi­ción es tam­bién la nues­tra: ser úti­les a la Patria y ser­vir a su gran­de­za y sobe­ra­nía. Y por­que la inmen­sa mayo­ría de los cla­ses y sol­da­dos per­te­ne­cen a las cla­ses humil­des, a las fami­lias sin pan, ni tie­rra, ni liber­tad. Y si algu­nas de sus jerar­quías han sido colo­ca­das como cie­go e incon­di­cio­nal ins­tru­men­to per­so­na­lis­ta del gru­po de Rómu­lo Betan­court, ello no pue­de ocul­tar­nos que más tem­prano que tar­de civi­les y mili­ta­res nos encon­tra­re­mos jun­tos en un mis­mo pro­pó­si­to fra­ter­nal y patrió­ti­co. Evi­den­cia de esta afir­ma­ción es la recien­te «Suble­va­ción de Carú­pano» y «la heroi­ca acción de Puer­to Cabe­llo», don­de Ofi­cia­les de lim­pia tra­yec­to­ria como Jesús Moli­na Ville­gas, Pedro Medi­na Sil­va y Manuel Pon­te Rodrí­guez supie­ron dar un paso al fren­te de la his­to­ria, antes de vivir en la igno­mi­nia. Allí se demos­tró como en el seno de las Fuer­zas Arma­das hay hom­bres que sien­ten la Patria en su exac­ta dimen­sión y que ins­pi­ra­dos en las lec­cio­nes de Bolí­var, siguen su ejem­plo de valor, de noble­za y patrio­tis­mo y como este Gobierno lle­ga has­ta el bom­bar­deo de ciu­da­des abier­tas, al geno­ci­dio, para tra­tar de con­ser­var una situa­ción ya insos­te­ni­ble. El comino tri­lla­do por ellos habre­mos de con­ti­nuar­lo para que al salir de la pri­sión glo­rio­sa, los Ofi­cia­les, cla­ses, sol­da­dos y civi­les de la heroi­ca acción de Carú­pano y Puer­to Cabe­llo, pue­dan vivir den­tro de una Patria nue­va, como la que hemos soña­do todos y por la cual ellos com­ba­tie­ron. No hace­mos las armas con­tra el Ejér­ci­to, la hace­mos con­tra quie­nes sir­ven a los mono­po­lios extran­je­ros cau­san­tes de nues­tra pobre­za; hace­mos la gue­rra, con­tra los ase­si­nos de estu­dian­tes, de obre­ros, de cam­pe­si­nos; hace­mos la gue­rra con­tra los que roban y comer­cian a nom­bre de una demo­cra­cia fal­sa; hace­mos la gue­rra con­tra los que siem­bran el ham­bre, la angus­tia y el dolor en la fami­lia vene­zo­la­na; hace­mos la gue­rra con­tra una vida de corrup­ción, de odios y de intri­gas; en fin, hace­mos la gue­rra para que la auro­ra de la liber­tad y la jus­ti­cia res­plan­dez­ca en el hori­zon­te de la Patria.

El gobierno ha que­ri­do que esta lucha sea así. Ni noso­tros ni nadie pue­de espe­rar que ella pue­da deci­dir­se a cor­to pla­zo. Hemos empren­di­do una acción diri­gi­da a barrer con la injus­ti­cias, la trai­ción y la corrup­ción en nues­tra socie­dad, una acción que sólo pue­de triun­far si se for­ja pode­ro­sa en un movi­mien­to nacio­nal de ampli­tud popu­lar, civil y mili­tar a todo lo lar­go y ancho del país, del cual somos ape­nas un peque­ño engra­na­je. La lucha será pro­lon­ga­da, lle­na de ries­go y sacri­fi­cios. Pero la vic­to­ria no podrá rehu­sar­se a quie­nes se dan a esa lucha hacien­do des­can­sar sus idea­les en el pue­blo y su sacri­fi­cio en una cau­sa nacio­nal y demo­crá­ti­ca; a quie­nes sólo tie­nen como ambi­ción, ser­vir a la Patria escar­ne­ci­da. Y si algo fal­ta­ra para jus­ti­fi­car mi acti­tud, ahí está el asal­to fas­cis­ta a los dia­rios La Tar­deCla­rín, voce­ros inso­bor­na­bles del pue­blo, en la des­truc­ción de cuyas máqui­nas está el gobierno retra­ta­do de fren­te. Pero ade­más me alien­ta las pala­bras pro­nun­cia­das en esta Cáma­ra por el Dipu­tado de Acción Demo­crá­ti­ca, doc­tor Elpi­dio La Riva Mata, en las cua­les tra­du­ce el cla­mor de nues­tro pue­blo, al expre­sar valientemente:

«El gobierno no quie­re gue­rri­llas, pero tam­po­co quie­re pren­sa libre, míti­nes, mani­fes­ta­cio­nes ni ejer­ci­cio cabal de las liber­ta­des públi­cas; por eso sus ban­das arma­das rea­li­zan sal­va­jes actos como el efec­tua­do el sába­do en las ofi­ci­nas y talle­res de “Cla­rín” y “La Tar­de”. El actual gobierno esta inca­pa­ci­ta­do para regir demo­crá­ti­ca­men­te los des­ti­nos del país. En este sen­ti­do, la pers­pec­ti­va elec­to­ral es bas­tan­te oscu­ra. ¿Pue­den los sec­to­res de opo­si­ción con­tem­plar con opti­mis­mo hechos como este que liqui­dan las vías pací­fi­cas de la con­tien­da política.»

Para agre­gar después:

«Todo el cuer­po de la Cons­ti­tu­ción y todas las mani­fes­ta­cio­nes de la cons­ti­tu­cio­na­li­dad están acri­bi­lla­dos por los hechos de este Gobierno…».

Y me alien­ta, igual­men­te, el pen­sa­mien­to del Sena­dor José Octa­vio Jimé­nez, cuan­do dice:

«Ten­go varios hijos y pre­fie­ro ver­los morir en el com­ba­te gue­rri­lle­ro, antes que caer ase­si­na­dos en las calles por las ban­das arma­das de este Gobierno…».

Y me enor­gu­lle­cen los plan­tea­mien­tos del com­pa­ñe­ro José Vicen­te Ran­gel, que a nom­bre de mi par­ti­do Unión Repu­bli­ca­na Demo­crá­ti­ca, expre­so la voz y sen­ti­mien­to de toda su mili­tan­cia y que yo inter­pre­to como un man­da­to inexorable.

Pero aun hay algo más que por si solo bas­ta­ría para evi­den­ciar lo jus­to del camino toma­do. Ello es, la ame­na­za que pen­de sobre nues­tra Cáma­ra so-pre­tex­to de erra­di­car el «extre­mis­mo». Este gol­pe mor­tal para la demo­cra­cia, está ya casi con­su­ma­do y es posi­ble que sea prac­ti­ca­do en pocos días. Las manio­bras que se ade­lan­tan para lle­var­lo a cabo, no impor­tan, lo real es que su inde­pen­den­cia y su dig­ni­dad será acri­bi­lla­da por la sober­bia eje­cu­ti­vis­ta. Ya sea encar­ce­lan­do a Dipu­tados para cam­biar la corre­la­ción de fuer­za en ella exis­ten­te; ya sea dejan­do al Poder Legis­la­ti­vo sin su repre­sen­ta­ción legal como la Comi­sión Dele­ga­da; ya sea por el boi­cot cons­tan­te y cada vez más agre­si­vo; lo cier­to es que el Eje­cu­ti­vo, en otro de sus arran­ques des­pó­ti­cos, aho­ga­rá y estran­gu­la­rá a la Cáma­ra de Dipu­tados, aho­ra cubier­ta de dignidad.

La defen­sa del Par­la­men­to inde­pen­dien­te corres­pon­de a todos y la defen­sa de la Cons­ti­tu­ción es un deber irre­nun­cia­ble. Por ello cuan­do hace­mos armas con­tra este gobierno, las hace­mos por la res­ti­tu­ción cons­ti­tu­cio­na­li­dad demo­crá­ti­ca, por la Cáma­ra de Dipu­tados escar­ne­ci­da y atro­pe­lla­da, por la inde­pen­den­cia de los pode­res públi­cos, por la demo­cra­cia y la justicia.

Con­vo­que, pues, señor Pre­si­den­te, al suplen­te res­pec­ti­vo por­que yo he sali­do a cum­plir el jura­men­to que hice ante uste­des de defen­der la Cons­ti­tu­ción y leyes del país. Si mue­ro, no impor­ta, otros ven­drán detrás que reco­ge­rán nues­tro fusil y nues­tra ban­de­ra para con­ti­nuar con dig­ni­dad, lo que es ideal y deber de todo nues­tro pueblo.

Aba­jo las cade­nas!! Mue­ra la opresión!!

Por la Patria y por el Pueblo!!

Viva la Revolución!!

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