«Todos los femi­nis­mos son de cla­se»: Isa­bel Benítez

En nume­ro­sas char­las y tex­tos tuyos hablas de femi­nis­mo de cla­se. ¿Cuál sería su opues­to? El femi­nis­mo de, por ejem­plo, Cris­ti­na Cifuen­tes, Inés Arri­ma­das o Andrea Levy tam­bién es un femi­nis­mo de clase.

Todos los femi­nis­mos son de cla­se, otra cosa es que sea­mos cons­cien­tes o no. Es decir, se tra­du­cen en polí­ti­cas, rei­vin­di­ca­cio­nes y pro­gra­mas de lucha con­cre­tos en los que se refle­ja cuá­les son nues­tras prio­ri­da­des, si todas las muje­res o sólo algu­nas, por decir­lo en tér­mi­nos sen­ci­llos. Cifuen­tes, Arri­ma­das y Levy tie­nen muy cla­ro que su úni­ca meta es con­quis­tar la igual­dad de opor­tu­ni­da­des para que selec­tas muje­res pue­dan explo­tar en las mis­mas con­di­cio­nes a otras muje­res y hom­bres. Para el femi­nis­mo bur­gués, en el mejor de los casos, el dere­cho al abor­to es una mera liber­tad for­mal. Para noso­tras, es un dere­cho que si no lo garan­ti­zas mate­rial­men­te (en la sani­dad públi­ca y gra­tui­to) es papel moja­do. Para el femi­nis­mo libe­ral bur­gués, la liber­tad de mer­ca­do y la liber­tad indi­vi­dual for­mal son la uni­dad de medi­da de la eman­ci­pa­ción feme­ni­na. Que los sala­rios sean mise­ra­bles, la ame­na­za de un desahu­cio o una sani­dad públi­ca colap­sa­da no son pro­ble­má­ti­cos ni para la crian­za, ni la edu­ca­ción ni la familia.

¿Hay que insis­tir, enton­ces, con el femi­nis­mo de clase?

Si muchas com­pa­ñe­ras esta­mos hablan­do de femi­nis­mo de cla­se es por­que nos piden con ese títu­lo las char­las, pero tam­bién en otro sen­ti­do. La pug­na polí­ti­co-ideo­ló­gi­ca en este cam­po es res­pec­to a los femi­nis­mos de los años 1990 y 2000, que pusie­ron las iden­ti­da­des (sexual, racial, orien­ta­ción sexual) en el cen­tro, des­pla­zan­do temas cla­ve como el repar­to de la rique­za, y que a menu­do son reac­ti­vos a incor­po­rar en la lucha de cla­ses en su aná­li­sis, que en el mejor de los casos hacen una trin­che­ra deci­di­da­men­te femi­nis­ta pero que es anti­ca­pi­ta­lis­ta en sen­ti­do abs­trac­to. Es un femi­nis­mo inter­cla­sis­ta que ha teni­do muchí­si­mo pre­di­ca­men­to en la aca­de­mia y que a nivel polí­ti­co es muy impo­ten­te y en según qué momen­to, inclu­so se des­li­za a la mani­da gue­rra de sexos en lugar de una polí­ti­ca de cla­se anti-patriar­cal. Es obli­ga­do reco­no­cer que las orga­ni­za­cio­nes de cla­se han dado una res­pues­ta abe­rran­te a las rei­vin­di­ca­cio­nes femi­nis­tas des­de hace déca­das, ya no diga­mos res­pec­to a la homo­se­xua­li­dad, pero es sin­to­má­ti­co que evo­que­mos la lucha de las sufra­gis­tas (que pelea­ron por el sufra­gio cen­si­ta­rio de las muje­res blan­cas, jamás lo olvi­de­mos) y nadie quie­ra saber que las bol­che­vi­ques fue­ron las pri­me­ras muje­res del mun­do que con­quis­ta­ron el dere­cho al abor­to públi­co, gra­tui­to y segu­ro, y el dere­cho al voto a prin­ci­pios del siglo XX, cuan­do has­ta los años 70 las fran­ce­sas no podían con­du­cir un coche sin per­mi­so del mari­do.

Eres una de las res­pon­sa­bles de la Secre­ta­ría de Lucha Femi­nis­ta de la Coor­di­na­do­ra Obre­ra Sin­di­cal ¿Es el femi­nis­mo la asig­na­tu­ra pen­dien­te de todos los sindicatos?

Sí, par­ti­ci­po en la Secre­ta­ría de Llui­ta femi­nis­ta de la COS. Incor­po­rar con sol­ven­cia lo que sig­ni­fi­ca ser, ade­más de tra­ba­ja­do­ra, mujer es la asig­na­tu­ra pen­dien­te de todas las orga­ni­za­cio­nes rup­tu­ris­tas, sean polí­ti­cas como sin­di­ca­les. Y noso­tros no somos una excep­ción. La par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca de las muje­res tie­ne un cos­te más alto en tér­mi­nos per­so­na­les y vita­les que para los hom­bres. Pri­me­ro tene­mos las barre­ras edu­ca­ti­vas que hacen de la obe­dien­cia, la com­pla­cen­cia y col­mar las expec­ta­ti­vas aje­nas como la quin­tae­sen­cia de lo feme­nino. Lue­go está el estig­ma de que opi­nar, ser vehe­men­te y, poten­cial­men­te, tener una visión más cla­ra de las cosas que el res­to de los com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo, tam­po­co está pre­mia­do. A par­tir de aquí, la diná­mi­ca empre­sa­rial de la gran fami­lia y de las peque­ñas y media­nas empre­sas, tam­bién intro­du­cen una diná­mi­ca pater­na­lis­ta y de chan­ta­je emo­cio­nal hacia las muje­res muy con­cre­ta, por no hablar del ries­go labo­ral aña­di­do del aco­so sexual y, tam­bién, del aco­so moral al que las muje­res son más vul­ne­ra­bles, pre­ci­sa­men­te por esa estruc­tu­ra de carác­ter que exi­ge de noso­tras el patriar­ca­do, según reco­gen los estu­dios de la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo sobre mob­bing. Otro aspec­to es la altí­si­ma tem­po­ra­li­dad y el sub­em­pleo, somos las cam­peo­nas del con­tra­to a tiem­po par­cial, lo cual tam­po­co ayu­da a desa­rro­llar acción sin­di­cal con­ven­cio­nal. Supe­ra­do todo esto, te das cuen­ta de que las muje­res que se sin­di­can y son gue­rre­ras en el tra­ba­jo, son cua­dros sin­di­ca­les pre­pa­ra­das casi para cual­quier bata­lla, agi­ta­do­ras y comu­ni­ca­do­ras de pri­mer nivel, con una capa­ci­dad de con­vo­ca­to­ria y de com­ba­ti­vi­dad a años luz del resto.

¿Crees que las cosas han mejo­ra­do en las orga­ni­za­cio­nes res­pec­to a hace unos años?

Pien­so en Mon­tse Cas­ta­ñé, de los mata­de­ros de Vic, en las com­pa­ñe­ras de tele­már­ke­ting de Terras­sa o en las mis­mas tra­ba­ja­do­ras de Pan­ri­co. Al dar el paso, lo que ponen en jue­go es mucho más, espe­cial­men­te cuan­do habla­mos de la sobre­car­ga labo­ral que impli­ca la pre­sión social de lle­var ade­lan­te la crian­za, la logís­ti­ca y el man­te­ni­mien­to del hogar, cui­dar de fami­lia­res depen­dien­tes… Hay muchí­si­mo tra­ba­jo que dis­cu­tir y deba­tir al res­pec­to y avan­za­mos des­pa­cio. La libe­ra­ción sin­di­cal par­cial, por ejem­plo, debe­ría prio­ri­zar muje­res antes que a hom­bres; pro­mo­ver acti­va­men­te a muje­res a car­gos de res­pon­sa­bi­li­dad; ser infle­xi­bles con la vigi­lan­cia de las acti­tu­des y com­por­ta­mien­tos sexis­tas, machis­tas, racis­tas, homó­fo­bos que pue­dan apa­re­cer en nues­tras asam­bleas y sec­cio­nes. Cuan­do tu plan­teas un mode­lo sin­di­cal en el que el es evi­den­te que se tie­nen que tomar medi­das com­pen­sa­to­rias para que noso­tras tam­bién sea­mos suje­to polí­ti­co todas y todos.

El libro Pan­ri­co. La vaga més lar­gaPan­ri­co. La vaga més lar­ga (Edi­cio­nes de 1979, 2016) fue un encar­go que os rea­li­za­ron a ti y a Home­ra Roset­ti. Hay muy pocos libros que tra­ten temas sin­di­ca­les, ¿cuál crees que es la razón?

Des­pués de vein­te años decla­ran­do la muer­te de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, hablar de sin­di­ca­lis­mo pare­ce algo pasa­do de moda. Exis­te la per­cep­ción de que es una cues­tión ya supe­ra­da, que no se pue­de apor­tar nada nue­vo, que todo está dicho… El desin­te­rés for­ma par­te del pro­ce­so de decons­truc­ción de la cla­se obre­ra des­pués de la Tran­si­ción, en el sen­ti­do de pro­ce­so inver­so del que habla­ra E.P. Thom­pson res­pec­to a Ingla­te­rra. A medi­da que las cen­tra­les sin­di­ca­les mayo­ri­ta­rias adop­ta­ron el dis­cur­so de la emplea­bi­li­dad en lugar del de repar­to de la rique­za, lo sin­di­cal se aso­cia a buro­cra­cia, ges­tión de lo que hay y eso ha hecho que la refle­xión sobre lo que suce­de en el tra­ba­jo o en el des­em­pleo parez­ca un tema más pro­pio de aca­dé­mi­cos, de abo­ga­dos y de otra gene­ra­ción. Refor­ma labo­ral, huel­ga gene­ral, ERE, suma y sigue.

¿Qué tra­ba­jos hay intere­san­tes a tu jui­cio sobre sin­di­ca­lis­mo y temas laborales?

Siem­pre ha exis­ti­do y sigue man­te­nién­do­se una tra­di­ción de mono­gra­fías sobre con­flic­tos sig­ni­fi­ca­ti­vos (Mini­Watt, Bru­gue­ra, Lafor­sa, etc) y pun­tual­men­te salen peque­ñas joyas como la etno­gra­fía sobre los asti­lle­ros de Cádiz, o los hallaz­gos de Kli­na­men con Aba­jo los res­tau­ran­tes y demás. Lo que sí que es cier­to es que, más allá del ámbi­to aca­dé­mi­co y muy espe­cia­li­za­do, no hay mucha biblio­gra­fía que abor­de, como decía la tesis de Feuer­bach de Marx, aque­llo de estu­diar la reali­dad para trans­for­mar­la, que de cla­ves expli­ca­ti­vas y de sub­ver­sión des­de la expe­rien­cia mili­tan­te, no des­de las ata­la­yas uni­ver­si­ta­rias, del esta­do de las cosas.

Pan­ri­co ha sido la huel­ga más lar­ga de las rea­li­za­das has­ta el momen­to. ¿En qué con­tex­to se produce?

Es difí­cil tras­cen­der el titu­lar que des­ta­ca lo cuan­ti­ta­ti­vo, la dura­ción. Sin embar­go, la huel­ga de Pan­ri­co repre­sen­tó un NO con mayús­cu­las y una volun­tad de con­fron­ta­ción en un momen­to crí­ti­co. Cuan­do esta­lla, en oto­ño de 2013, hacía un año y medio de la últi­ma huel­ga gene­ral, poco des­pués arran­ca la huel­ga de la lim­pie­za muni­ci­pal en Madrid, en enero de 2014 apa­re­ce el efec­to Gamo­nal, al poco tam­bién se ini­cia el con­flic­to de Coca-Cola en Fuen­la­bra­da… La coyun­tu­ra socio­po­lí­ti­ca del 0 recor­tes, 0 des­pi­dos de la plan­ti­lla de Pan­ri­co era muy intere­san­te, que este con­flic­to se resol­vie­ra con una vic­to­ria, aun­que fue­ra par­cial, podía dar pie a un ciclo dife­ren­te. Por otra par­te, el hecho de que un her­mano de Artur Mas fue­ra direc­ti­vo de la empre­sa, tam­bién tenía su inte­rés en pleno auge soberanista.

¿Qué papel juga­ron las ins­ti­tu­cio­nes duran­te la huelga?

Los tra­ba­ja­do­res rela­tan cómo sin­tie­ron el apa­ra­to de la Gene­ra­li­tat en blo­que des­de el pri­mer minu­to: pre­sen­cia de Mos­sos d’Esquadra desor­bi­ta­da, dila­ta­ción inex­pli­ca­ble de las recla­ma­cio­nes que evi­den­cia­ban que se esta­ban dis­tri­bu­yen­do pro­duc­tos de otras plan­tas en ple­na huel­ga… Por no hablar de que el Ins­ti­tut de Crè­dit i Finan­ces ‑públi­co, depen­dien­te de la Gene­ra­li­tat- faci­li­tó la liqui­dez que la empre­sa no tenía para eje­cu­tar el plan de des­pi­dos con­tra el que se levan­ta­ban los tra­ba­ja­do­res… y que esta­ba impug­na­do en los tri­bu­na­les. Ade­más de estos ele­men­tos, la his­to­ria de la empre­sa es una mini fábu­la de la his­to­ria eco­nó­mi­ca del Esta­do espa­ñol don­de la eco­no­mía real ter­mi­na devo­ra­da por fon­dos de inver­sión. Final­men­te, el papel de la direc­ción de CCOO –sin­di­ca­to mayo­ri­ta­rio entre los huel­guis­tas– que se com­pro­me­tió a des­con­vo­car la huel­ga, que reci­bió pagos y libe­ra­dos a cam­bio de este com­pro­mi­so

¿Qué ense­ñan­zas crees que hay que sacar de la huel­ga de Panrico?

Las ense­ñan­zas de la huel­ga son diver­sas: decir no tie­ne un valor, es una rei­vin­di­ca­ción de la dig­ni­dad bási­ca. Los tra­ba­ja­do­res insis­ten en que luchar sir­ve, que la lucha les dio impor­tan­tes lec­cio­nes, que sin­tie­ron que tenían más poder del que creían. La huel­ga de Pan­ri­co des­em­pol­vó las herra­mien­tas del movi­mien­to obre­ro (caja de resis­ten­cia) y tam­bién la impor­tan­cia del víncu­lo socio­po­lí­ti­co del Comi­té de Apo­yo y los gru­pos de apo­yo loca­les, para socia­li­zar el con­flic­to y no aco­tar­lo a una empre­sa. Mien­tras duró la huel­ga, no se hizo nin­gún ERE en el polí­gono don­de esta­ba la fábri­ca. Los mis­mos tra­ba­ja­do­res expli­can que la huel­ga les per­mi­tió dar­se cuen­ta de que lo que suce­de en los tri­bu­na­les tam­bién tie­ne que ver con la com­ba­ti­vi­dad que había fue­ra. Los enemi­gos de esta asam­blea de tra­ba­ja­do­res eran muy gran­des, pero la sen­ten­cia del Supre­mo es una sen­ten­cia polí­ti­ca para per­mi­tir la ven­ta de la empre­sa. La ense­ñan­za de la huel­ga de Pan­ri­co es que la lucha de cla­ses está viva. Una tra­ba­ja­do­ra en una pre­sen­ta­ción me ense­ñó orgu­llo­sa una foto­gra­fía de su hijo con una pan­car­ta para la mani­fes­ta­ción del 25 de Noviem­bre y me dijo: esto lo apren­dió gra­cias a la huel­ga.

En el pró­lo­go de Vidal Ara­go­nés se refle­ja que: Una ciu­dad como Cor­ne­llà no es una ciu­dad dor­mi­to­rio, sino una pobla­ción obre­ra; un ope­ra­rio de artes grá­fi­cas no es un pre­ca­rio sino un pro­le­ta­rio; quien tra­ba­ja cosien­do en casa para gran­des mul­ti­na­cio­na­les del tex­ti­les está auto­ex­plo­ta­da, no es una empren­de­do­ra. Somos cla­se tra­ba­ja­do­ra. Hay una gue­rra con­cep­tual y lin­güís­ti­ca don­de lo que nos juga­mos es la capa­ci­dad para nom­brar lo que somos y lo que que­re­mos cam­biar. Cuan­do Vidal des­cri­be Cor­ne­llà, está toman­do par­ti­do, por­que decir somos cla­se tra­ba­ja­do­ra es tam­bién enun­ciar la posi­bi­li­dad de luchar por un des­tino común. El con­cep­to pre­ca­ria­do es un ejer­ci­cio de dis­tin­ción muy exten­di­do entre los que se cre­ye­ron que por tener estu­dios supe­rio­res eran mejo­res que los que curra­ban des­de los 16 años. No soy tra­ba­ja­do­ra, soy free­lan­cer. Cuan­do se ven tra­ba­jan­do por cua­tro duros y sin cober­tu­ra, enton­ces es que soy pre­ca­ria. No me hables de acción colec­ti­va por­que lo mío es dife­ren­te, yo ten­go voca­ción y ten­go estu­dios. Tam­bién es pro­duc­to de la derro­ta polí­ti­ca de los años ochen­ta, aque­llo del fin de la his­to­ria y el anti­co­mu­nis­mo banal.

En esta situa­ción pode­mos uti­li­zar el len­gua­je pro­pa­gan­dís­ti­co libe­ral ‑hue­co, gené­ri­co- o recu­pe­rar la polí­ti­ca de la ver­dad. No es fácil, requie­re peda­go­gía ‑que no hay que con­fun­dir con la condescendencia‑, y es ver­dad que en la era del titu­lar rápi­do a veces es nece­sa­rio tener pre­cau­cio­nes lin­güís­ti­cas para evi­tar equí­vo­cos. No soy feti­chis­ta de las pala­bras, pero nom­brar lo que somos y lo que que­re­mos cam­biar tam­bién tie­ne que ver con cómo vemos el mun­do y lo des­cri­bi­mos… pero si esas pala­bras no se entien­den, enton­ces no me sir­ven. Cada ges­to encie­rra un ges­to de cla­se y la prác­ti­ca edu­ca en el ejem­plo. Pero si rene­ga­mos de hablar de cla­ses socia­les y lue­go el sig­ni­fi­can­te que eli­ja (ciu­da­dano, p.e.) lo relleno de ambi­güe­da­des y de con­sig­nas con­tra­dic­to­rias, no estoy lle­van­do a la gen­te a mi terreno, sino que al final, aca­bo hablan­do el mis­mo idio­ma que el PSOE, des­orien­to, des­ar­mo polí­ti­ca­men­te a la gen­te a la que que­ría dirigirme.

¿Se vuel­ve a hablar por fin de cla­se tra­ba­ja­do­ra en los medios de comu­ni­ca­ción? Se pro­du­ce jus­to en el momen­to en el que irrum­pe una nue­va polí­ti­ca total­men­te des­co­nec­ta­da de los sin­di­ca­tos y hege­mo­ni­za­da por cua­dros de cla­se media. ¿Cómo lo valoras?

Hablar cla­ro es un depor­te que a las cla­ses medias e, his­tó­ri­ca­men­te, a la peque­ña bur­gue­sía, siem­pre le ha resul­ta­do com­pli­ca­do. Viven atra­pa­das entre el quie­ro y no pue­do, en estra­te­gias fami­lia­res y per­so­na­les de des­pe­gue social y pro­fe­sio­nal, ser cla­ros es arries­ga­do y la ambi­güe­dad cal­cu­la­da da un mar­gen de manio­bra cla­ve. Si algo nos ha ense­ña­do la his­to­ria del movi­mien­to obre­ro, que tie­ne siglos de expe­rien­cia, es que en la lucha de cla­ses no hay ata­jos. Si tú quie­res cam­biar el mun­do des­de la base hay que hablar con cla­ri­dad a la quie­nes quie­res con­ven­cer y faci­li­tar su expre­sión. La ultra­de­re­cha cuan­do se diri­ge a la cla­se obre­ra habla cla­ro, el par­ti­do nazi reci­cló las for­mas orga­ni­za­ti­vas del movi­mien­to obre­ro ale­mán de entre­gue­rras… Trump habla de cla­se obre­ra pero tam­bién Bru­ce Springs­teen hace osten­tan­ción de una esté­ti­ca obre­ris­ta. Para mí la garan­tía trans­for­ma­do­ra de un pro­yec­to polí­ti­co resi­de en su implan­ta­ción y en su prác­ti­ca coti­dia­na, no en la polí­ti­ca pro­pa­gan­dís­ti­ca y de ges­tos gené­ri­cos de cara a la gale­ría. Si bus­cas el voto de Aman­cio Orte­ga y de una depen­dien­ta de Zara, a uno de los dos lo estás enga­ñan­do.

Si con­quis­tas una alcal­día hablan­do de la gen­te y eres capaz de movi­li­zar a la gen­te para que expul­se a los agen­tes inmo­bi­lia­rios y gen­tri­fi­ca­do­res de los barrios, ahí esta­ré vien­do tu poten­cial rup­tu­ris­ta. Si por el con­tra­rio, hablas de la cla­se tra­ba­ja­do­ra y lue­go, para man­te­ner­te en la alcal­día, des­mo­vi­li­zas a esos mis­mos o, cuan­do inten­tan hacer algo, les dices mira, es que no tene­mos tan­to poder como creía­mos, hace­mos lo que pode­mos tu polí­ti­ca era vie­ja antes de nacer. En la medi­da en que los car­gos elec­tos estén al ser­vi­cio de la orga­ni­za­ción popu­lar de la resis­ten­cia ante la que está cayen­do, esta­re­mos hacien­do nue­va polí­ti­ca. Y estar al ser­vi­cio de las luchas no es, úni­ca­men­te, visi­tar un cam­pa­men­to de tra­ba­ja­do­res en huel­ga o enviar­les un comu­ni­ca­do ‑que eso está bien y es nece­sa­rio- es poner toda la maqui­na­ria logís­ti­ca, pro­pa­gan­dís­ti­ca y recur­sos que te ofre­ce el par­la­men­ta­ris­mo bur­gués para armar a tú ejér­ci­to.

¿Cómo valo­ras luchas como la de las sub­con­tra­tas de la Resis­ten­cia Movis­tar, las Kellys en el sec­tor de lim­pie­za, Sin­di­ca­to de Man­te­ros, Sin­di­ca­to de Músi­cos etc? ¿Crees que son fenó­me­nos que están rela­cio­na­dos, se está tran­si­tan­do hacia un nue­vo sin­di­ca­lis­mo?

Es el sín­to­ma de que el sin­di­ca­lis­mo mayo­ri­ta­rio ha aban­do­na­do a su suer­te a la cla­se tra­ba­ja­do­ra que, hace 25 años esta­ba en los maŕ­ge­nes, y que aho­ra es la foto­gra­fía mayo­ri­ta­ria. Y en los que que­dan en el núcleo duro, bási­ca­men­te les está ofre­cien­do una mejor indem­ni­za­ción. Quie­nes se lle­van la peor rece­ta del mer­ca­do de tra­ba­jo son las muje­res, las per­so­nas inmi­gra­das, la gen­te joven, si a eso le sumas la sub­con­tra­ta­ción (públi­ca y pri­va­da) ya tie­nes tie­nes todas las pape­le­tas para que el sin­di­ca­to real­men­te exis­ten­te sea una cosa entre exó­ti­ca y que no te dice nada, como en el caso de los manteros.

Decía Anto­nio Gar­cía, uno de los huel­guis­tas de Pan­ri­co, que don­de CCOO y UGT no tie­nen el con­trol de la situa­ción es don­de nacen las flo­res de las revuel­ta. Estas per­so­nas, cuan­do sal­tan, des­bor­dan el sin­di­ca­lis­mo de con­cer­ta­cion, no tie­nen ese víncu­lo de con­fian­za que les per­mi­ta sem­brar el mie­do en las asam­bleas, tra­fi­car con infor­ma­ción pri­vi­le­gia­da, anti­ci­par­se a los movi­mien­tos. Esta gen­te hace nue­vo sin­di­ca­lis­mo en el sen­ti­do de que ensa­yan nue­vas fór­mu­las, son cau­tas pero saben lo que quie­ren y tam­bién tie­nen muy cla­ro que lo quie­ren deci­dir ellas por sí mis­mas. Es un mode­lo muy dife­ren­te al de las elec­cio­nes sin­di­ca­les y las char­las infor­ma­ti­vas uni­di­rec­cio­na­les, los pac­tos arri­ba y la ausen­cia de asam­bleas. La his­te­ria que tie­ne CCOO con fenó­me­nos como las Kellys es tam­bién sin­to­má­ti­ca, un colec­ti­vo de muje­res que orga­ni­zán­do­se en una con­di­cio­nes muy difí­ci­les, se ven obli­ga­das a tener que expli­car que no son de CCOO por­que con­ti­nua­men­te las suplan­tan o las uti­li­zan. Las Kellys no exis­ti­rían si el sin­di­ca­lis­mo mayo­ri­ta­rio hubie­ra plan­ta­do bata­lla con­tra la exter­na­li­za­ción hote­le­ra des­de hace vein­te años.

16 de enero de 2017

Entre­vis­ta a car­go de David Gar­cía Aris­te­gui a la femi­nis­ta y sin­di­ca­lis­ta Isa­bel Bení­tez, coau­to­ra de un libro sobre la huel­ga de Pan­ri­co, la más lar­ga en España.

Isa­bel Bení­tez (Mon­te­rru­bio de la Sere­na, 1981) es licen­cia­da en Socio­lo­gía por la Uni­ver­si­tat Autò­no­ma de Bar­ce­lo­na, mili­tan­te de la Coor­di­na­do­ra Obre­ra Sin­di­cal y miem­bro del con­se­jo de redac­ción de la Directa.

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