Cam­bio de acti­tud de un eje­cu­ti­vo con­fu­so ante la mani­fes­ta­ción del 23‑J

Prohi­bi­ción y des­pués auto­ri­za­ción, pero en un reco­rri­do limi­ta­do: un gobierno en apu­ros que aña­de con­fu­sión a su volun­tad de repre­sión del movi­mien­to social y su tro­pis­mo neoliberal.

El cam­bio de posi­ción le sal­va la cara, pero no cam­bia la sus­tan­cia de una estra­te­gia de ten­sión y obs­ti­na­ción. La deci­sión de prohi­bir la mani­fes­ta­ción con­tra la ley El Khom­ri fue como un trueno … has­ta el pun­to de obli­gar al gobierno a retrac­tar­se. Seme­jan­te prohi­bi­ción nos devol­ve­ría a los tiem­pos de la gue­rra de Arge­lia, cuan­do el pre­fec­to Papon prohi­bió la mani­fes­ta­ción de Cha­ron­ne, pro­vo­can­do nue­ve muer­tos. Ber­nard Caze­neu­ve ha alcan­za­do un com­pro­mi­so in extre­misin extre­mis con los sin­di­ca­tos para auto­ri­zar un reco­rri­do de menos de dos kiló­me­tros, de Arse­nal a la Bas­ti­lla. No es Perú, pero solo un poco menos auto­ri­ta­rio de lo esperado.

¿Por qué la pare­ja eje­cu­ti­va que­ría que se prohi­bie­se la mani­fes­ta­ción y pola­ri­zar su enfren­ta­mien­to con los opo­nen­tes a la ley El Khom­ri, empe­zan­do por los sin­di­ca­tos? Era nece­sa­rio sub­ra­yar la gra­ve­dad de la situa­ción, para que su pro­yec­to polí­ti­co ten­ga un obje­ti­vo defi­ni­do. Pode­mos bur­lar­nos de la fal­ta de pre­pa­ra­ción, del cam­bio de la deci­sión, y pre­gun­tar si hay un pilo­to en el avión, pero lo más impor­tan­te no es eso, sino la evi­den­te dure­za de Fra­nçois Hollan­de y de Manuel Valls para impo­ner la ley El Khom­ri y avi­var las lla­mas del con­flic­to entre la movi­li­za­ción social y el auto­pro­cla­ma­do cam­po del orden y la razón, que no es otro que el orden dominante.

Con el apo­yo del PS, Hollan­de y Valls eli­gie­ron la vía del artícu­lo 49,3 al care­cer de una mayo­ría par­la­men­ta­ria para apro­bar la ley El Khom­ri. Y la impon­drán vía decre­to aun cuan­do, según todas las encues­tas, los fran­ce­ses recha­zan por amplia mayo­ría dicha ley. Des­pre­cian la pro­tes­ta social con­vo­ca­da por los sin­di­ca­tos a pesar de que cre­ce de mani­fes­ta­ción en manifestación.

Libe­ra­lis­mo eco­nó­mi­co y con­trol social

Poco impor­ta que la ley El Khom­ri carez­ca de legi­ti­mi­dad, siem­pre que la apo­ye la patro­nal MEDEF cuen­te con el sos­tén de los medios de comu­ni­ca­ción: solo en eso creen quie­nes están al fren­te del esta­do. Lo que impor­ta es la rever­sión de la legis­la­ción labo­ral y que el gobierno apa­rez­ca como el garan­te del orden, por la fuer­za y en vio­la­ción de las liber­ta­des civi­les en caso nece­sa­rio. Que tal prohi­bi­ción de mani­fes­ta­ción haya podi­do sur­gir de unos diri­gen­tes polí­ti­cos que siguen recla­mán­do­se de izquier­da es edi­fi­can­te. Pero cuan­do ya se defien­de la reti­ra­da de la nacio­na­li­dad y redu­cir el cos­te de la mano de obra se con­vier­te en una obse­sión, todo es posible…

unque las com­pa­ra­cio­nes his­tó­ri­cas son siem­pre deli­ca­das, es difí­cil no pen­sar en la SFIO de Guy Mollet que, habien­do opta­do por la con­ti­nua­ción de la gue­rra en Arge­lia y la liqui­da­ción del mar­xis­mo, ter­mi­nó por morir. Ese epi­so­dio cris­ta­li­za el pro­yec­to, per­se­gui­do des­de hace mucho tiem­po por Fra­nçois Hollan­de y Manuel Valls, que pre­ten­de liqui­dar cual­quier cone­xión de la izquier­da con sus prin­ci­pios fun­da­cio­na­les y la tra­di­ción del movi­mien­to obre­ro. Su pro­yec­to es el libe­ra­lis­mo eco­nó­mi­co y el con­trol social, con cohe­ren­cia y deter­mi­na­ción inque­bran­ta­ble. Des­de esta pers­pec­ti­va, no se pue­de decir que no haya pilo­to en el avión.

Clé­men­ti­ne Autain

22 de junio de 2016

Fuen­te: Regards​.fr

[Tra­du­ci­do del fran­cés por Enri­que Gar­cía y Lucas Antón para Sinpermiso.]

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