Desig­nar una «quin­ta colum­na» sir­ve para ocul­tar los intere­ses eco­nó­mi­cos, entre­vis­ta a Saïd Bouamama

¿Cómo ana­li­za, en una pers­pec­ti­va de lar­go pla­zo, las medi­das que el gobierno fran­cés vie­ne apli­can­do en la «pre­ven­ción del radi­ca­lis­mo» en las escue­las des­de hace más de un año?

Estas medi­das están esen­cial­men­te cen­tra­das en la idea de un apren­di­za­je de los «valo­res de la repú­bli­ca» y de la «lai­ci­dad» en el seno de la escue­la. Por lo tan­to son, antes que nada, de natu­ra­le­za ideo­ló­gi­ca. Limi­tar­se a este aspec­to es a la vez social y polí­ti­ca­men­te inefi­caz y peli­gro­so en rela­ción a los alumnos.

Es inefi­caz, por­que el pro­ce­so de los com­por­ta­mien­tos que tien­den al nihi­lis­mo (noso­tros pre­fe­ri­mos este tér­mino antes que radi­ca­li­za­ción) es siem­pre el encuen­tro entre un sen­ti­mien­to de exclu­sión, nega­ción, dis­cri­mi­na­ción y/​o estig­ma­ti­za­ción, y de una ofer­ta expli­ca­ti­va que con­du­ce al nihi­lis­mo que los jóve­nes encuen­tran a tra­vés de «pre­di­ca­do­res» o en inter­net. El enfo­que del gobierno se preo­cu­pa solo de la ofer­ta, mien­tras que eli­mi­na la deman­da (los sen­ti­mien­tos de nega­ción, de estig­ma­ti­za­ción, etc.).

Al negar la exis­ten­cia de esta deman­da, inten­ta no ocu­par­se de las reali­da­des con­cre­tas des­igua­li­ta­rias que la pro­du­cen. ¿Cómo pue­de uno creer en la afir­ma­ción de que la repú­bli­ca es «la Liber­tad, la Igual­dad y la Fra­ter­ni­dad», mien­tras que la expe­rien­cia coti­dia­na de esos jóve­nes les demues­tra que la liber­tad les es dene­ga­da, que la igual­dad es un mito y que la fra­ter­ni­dad es solo un dis­cur­so? Recor­de­mos la peti­ción de la minis­tra de edu­ca­ción nacio­nal: que­ria que se seña­la­se a los alum­nos que se nega­ban a «ser Char­lie». La mejor mane­ra de actuar a par­tir de los esque­mas expli­ca­ti­vos del mun­do que tie­nen los alum­nos, no es sobre la base del mie­do o de la ame­na­za, o a par­tir de una orden.

Los úni­cos com­por­ta­mien­tos que pue­de crear este tipo de enfo­que son peli­gro­sos: o bien los alum­nos se con­for­man callán­do­se lo que pien­san real­men­te, con­du­cien­do así a invi­si­bi­li­zar la reali­dad, o bien ellos car­gan las tin­tas (como ocu­rre fre­cuen­te­men­te ante una orden) ace­le­ran­do así la ten­ta­ción auto­ri­ta­ria de la ins­ti­tu­ción esco­lar. En los dos casos la inefi­cien­cia está a la vuel­ta de la esquina.

Y es peli­gro­sa en rela­ción a los alum­nos, ya que colo­ca a los ense­ñan­tes como defen­so­res de la ver­sión esta­tal de la reali­dad. ¿Cómo hablar de la reali­dad actual y ser creí­bles sin hablar de las gue­rras, de las dis­cri­mi­na­cio­nes sis­té­mi­cas o de la isla­mo­fo­bia por ejem­plo? Los ense­ñan­tes se encuen­tran enton­ces entre la espa­da y la pared. Deben abor­dar una reali­dad com­ple­ja tenien­do prohi­bi­do evo­car algu­nas de sus cau­sas estruc­tu­ra­les. El pro­ce­so del com­por­ta­mien­to que tien­de al nihi­lis­mo pue­de des­cri­bir­se como un pro­ce­so de des­via­mien­to de una revuel­ta legi­ti­ma. Para com­ba­tir el des­via­mien­to, hay que comen­zar por reco­no­cer la legi­ti­mi­dad de la rabia, para poder demos­trar que ésta se equi­vo­ca de blanco.

De mane­ra gene­ral, ¿Cómo pue­de afec­tar eso a la visión soli­da­ria de una vida en común?, y ¿a la pobla­ción de ori­gen inmigrante?

Una de las posi­bles con­se­cuen­cias es el refor­za­mien­to del enfo­que «cul­tu­ra­lis­ta», fuer­te­men­te difun­di­do mediá­ti­ca­men­te y polí­ti­ca­men­te. Este enfo­que no expli­ca los hechos socia­les a par­tir de cau­sas eco­nó­mi­cas, socia­les y polí­ti­cas sino a par­tir de las carac­te­rís­ti­cas cul­tu­ra­les y/​o reli­gio­sas de un gru­po. Sin abor­dar todas las cau­sas mate­ria­les de la «trans­for­ma­ción nihi­lis­ta», el cul­tu­ra­lis­mo es una con­se­cuen­cia inevitable.

Las pobla­cio­nes per­ci­bi­das o que se per­ci­ben como musul­ma­nes serán así el obje­to – volun­ta­ria­men­te o no- de un pro­ce­so de estig­ma­ti­za­ción. Esto agra­va­do por el hecho de que no esta­mos en un con­tex­to cual­quie­ra. Le pedi­mos a los pro­fe­so­res lle­var a cabo esa misión ideo­ló­gi­ca, en un con­tex­to en el que se tra­ta de inter­ve­nir en Libia y de reti­ro de la nacio­na­li­dad. Para estos dos aspec­tos, los deba­tes mediá­ti­cos y polí­ti­cos difun­den noche y dia un enfo­que cul­tu­ra­lis­ta, homo­ge­nei­zan­do los musul­ma­nes reales o supues­tos, y pre­sen­tan­do la vio­len­cia como liga­da espe­cí­fi­ca­men­te a una reli­gión. Asi pues, es la idea de una fron­te­ra entre un «Noso­tros» y un «Ellos» (los musul­ma­nes) que refor­za­mos sin cesar.

La pre­gun­ta que se hacen estos jóve­nes no es la de si es posi­ble una «vida soli­da­ria o en común». Esta exis­te ya de hecho en su vida coti­dia­na: van a la escue­la, toman el metro, tie­nen ami­gos o amo­res de otros orí­ge­nes, etc. La pre­gun­ta es otra: la de «vivir igua­li­ta­ria­men­te». Es decir, el recha­zo de asig­na­ción a una posi­ción subal­ter­na y estig­ma­ti­za­da. Insis­to: para ser creí­ble, la rela­ción con los alum­nos debe res­pon­der a esta pre­gun­ta, es decir abor­dar los temas que crean esta des­igual­dad: las dis­cri­mi­na­cio­nes, la isla­mo­fo­bia, los con­tro­les poli­cia­les por ras­gos facia­les, etc. Pre­ten­der lo con­tra­rio es simi­lar a la acti­tud que con­sis­te en pedir­le a un escla­vo deba­tir sobre la demo­cra­cia, pero sin reco­no­cer y com­ba­tir el sta­tus social que le oprime.

¿Pien­sa que la pro­lon­ga­ción del Esta­do de urgen­cia en Fran­cia sea jus­ti­fi­ca­do por razo­nes de segu­ri­dad? ¿Qué pro­yec­to de socie­dad se dise­ña a tra­vés de esta entra­da en una situa­ción de peli­gro per­ma­nen­te liga­da al fenó­meno del terrorismo?

Por defi­ni­ción, el Esta­do de urgen­cia es efi­caz solo un tiem­po muy cor­to. Pasa­do ese tiem­po, las per­so­nas que se supo­ne que debe­rían ser cap­tu­ra­das se orga­ni­zan, se adap­tan, están más aten­tas, etc. La res­pues­ta basa­da en el refuer­zo de la segu­ri­dad pue­de tener una efi­ca­ci­dad a cor­to pla­zo, pero nun­ca ins­ta­lán­do­se un lar­go perio­do de tiem­po. En el caso con­tra­rio, enton­ces los regí­me­nes que se basa­ron en el esta­do de urgen­cia per­ma­nen­te (como el colo­nia­lis­mo, el apartheid o el nazis­mo) serían reali­da­des toda­vía impuestas.

El esta­do de urgen­cia pro­lon­ga­do tie­ne siem­pre la ten­ta­ción de pasar las fron­te­ras que lo moti­va­ron ini­cial­men­te. Una de las carac­te­rís­ti­cas del esta­do de urgen­cia actual en Fran­cia es que ha sido uti­li­za­do mucho más allá del «terro­ris­mo», es decir con­tra los «eco­lo­gis­tas», los que se opo­nen a la gue­rra, los oku­pas, los mili­tan­tes sin­di­ca­les, etc. Se tra­ta ni más ni menos de acos­tum­brar a la pobla­ción a renun­ciar a sus dere­chos fun­da­men­ta­les. Pre­ten­der que el pre­cio de la segu­ri­dad es renun­ciar a las liber­ta­des es un meca­nis­mo clá­si­co de las deri­vas del totalitarismo.

Eso no quie­re decir que ya no haya nin­gún peli­gro de aten­ta­dos en Fran­cia, sino que la res­pues­ta a estos no pue­de ser sus­ten­ta­ble­men­te la úni­ca res­pues­ta basa­da en la segu­ri­dad. Si no nos encar­ga­mos de la cues­tión de las cau­sas, la res­pues­ta basa­da en el refuer­zo de la segu­ri­dad lo úni­co que hace es qui­tar­le el agua con una espon­ja a un bar­co agujereado.

¿Cuál es su opi­nión sobre la ley de julio del 2015 rela­ti­va a los ser­vi­cios de información?

La ley del 24 de julio del 2015 dis­mi­nu­ye las liber­ta­des fun­da­men­ta­les, lega­li­za prác­ti­cas ante­rior­men­te ile­ga­les y auto­ri­za una vigi­lan­cia masi­va. De hecho, vie­ne a lega­li­zar prác­ti­cas exis­ten­tes ante­rior­men­te pero que eran ile­ga­les. Se tra­ta de auto­ri­zar lo que ya se hacía y por lo tan­to podía ser cues­tio­na­do median­te la jus­ti­cia. La ley auto­ri­za por ejem­plo el aná­li­sis auto­má­ti­co del trá­fi­co en inter­net en vis­ta de detec­tar «com­por­ta­mien­tos sos­pe­cho­sos». La emo­ción popu­lar liga­da a los aten­ta­dos fue ins­tru­men­ta­li­za­da para hacer apro­bar esta vigi­lan­cia masiva.

Uno de los artícu­los de la ley extien­de casi explí­ci­ta­men­te el cam­po de la apli­ca­ción de la ley a los movi­mien­tos socia­les. Plan­tea que la com­pe­ten­cia de los ser­vi­cios de infor­ma­ción se extien­de a la «pre­ven­ción de las vio­len­cias colec­ti­vas sus­cep­ti­bles de gene­rar una gra­ve ofen­sa a la paz públi­ca». Una for­mu­la­ción tan borro­sa auto­ri­za la uti­li­za­ción de téc­ni­cas excep­cio­na­les para vigi­lar los movi­mien­tos socia­les. Estos dos ejem­plos entre tan­tos otros alcan­zan para sub­ra­yar los ver­da­de­ros obje­ti­vos de la ley: eli­mi­nar todos los obs­tácu­los jurí­di­cos a la acción guber­na­men­tal en mate­ria de infor­ma­ción. Sin el con­tex­to de los aten­ta­dos, seme­jan­tes medi­das habrían gene­ra­do una movi­li­za­ción masi­va. La ins­tru­men­ta­li­za­ción de la emo­ción per­mi­te que las liber­ta­des fun­da­men­ta­les con­quis­ta­das por las luchas socia­les ante­rio­res sean revisadas.

El ver­da­de­ro sen­ti­do de esta ley solo pue­de ser per­ci­bi­do situán­do­lo en el con­tex­to glo­bal actual. No solo el del terro­ris­mo, sino tam­bién el de un des­man­te­la­mien­to ace­le­ra­do de los dere­chos socia­les como lo demues­tra el actual pro­yec­to que con­cier­ne el dere­cho del tra­ba­jo. En un con­tex­to asi, la nece­si­dad de con­tro­lar la furia social lle­va a eli­mi­nar los obs­tácu­los jurí­di­cos a la vigi­lan­cia masi­va. Este pro­yec­to es liber­ti­ci­da y cons­ti­tu­ye una herra­mien­ta de la des­re­gu­la­ción gene­ra­li­za­da del ultraliberalismo.

En uno de sus recien­tes artícu­los usted ha habla­do de la«lepenización de las men­ta­li­da­des». ¿Cómo ana­li­za este pro­ce­so y su impac­to en la socie­dad? ¿Quié­nes son los prin­ci­pa­les bene­fi­cia­rios de una ten­den­cia a la bana­li­za­ción de este extre­mo del table­ro político?

La Lepe­ni­za­ción de los espí­ri­tus es el pro­ce­so de difu­sión a un table­ro polí­ti­co muy amplio de pala­bras, lógi­cas de razo­na­mien­to, temas, etc., que antes eran pro­pias de la extre­ma dere­cha. Los temas de la iden­ti­dad nacio­nal, que sería ame­na­za­da por nues­tros con­ciu­da­da­nos musul­ma­nes, la de la inva­sión por los refu­gia­dos, la de una incom­pa­ti­bi­li­dad entre el Islam y la «Repú­bli­ca», la de la segu­ri­dad, etc., antes eran pro­pias de la extre­ma dere­cha y aho­ra se han vuel­to temas casi consensuales.

Uno de los umbra­les crí­ti­cos esen­cia­les de la «lepe­ni­za­ción de las men­ta­li­da­des» se encuen­tra en la fra­se de Lau­rent Fabius en 1984, dicien­do que «Le Pen plan­tea bue­nas pre­gun­tas pero da malas res­pues­tas». Un razo­na­mien­to como ése ocul­ta que la acep­ta­ción de una pre­gun­ta o de una mane­ra de hacer una pre­gun­ta con­lle­va inevi­ta­ble­men­te y lógi­ca­men­te el tipo de respuesta.

La con­se­cuen­cia pre­vi­si­ble que ya habia­mos cons­ta­ta­do en 1984 es la pues­ta en mar­cha de un pro­ce­so de dere­chi­za­ción de la socie­dad, del cual hoy vemos los resul­ta­dos en las urnas. Una segun­da con­se­cuen­cia es la legi­ti­mi­za­ción de la tesis de la exis­ten­cia de un «enemi­go del inte­rior», que lo cons­ti­tui­rían nues­tros con­ciu­da­da­nos musul­ma­nes y/​o de ori­gen inmi­gran­te, reales o supues­tos. La «lepe­ni­za­ción de las men­ta­li­da­des» sepa­ra nues­tra socie­dad entre un «Noso­tros» ame­na­za­do y un «Ellos» ame­na­zan­tes, es decir nos hace entrar en el núcleo del pen­sa­mien­to polí­ti­co de la extre­ma derecha.

Este pro­ce­so tie­ne una base mate­rial. Se tra­ta de des­viar las furias socia­les que pue­den sus­ci­tar las polí­ti­cas libe­ra­les actua­les pro­du­cien­do «deba­tes-pan­ta­lla», pro­po­nien­do fal­sos blan­cos, enmas­ca­ran­do las ver­da­de­ras cues­tio­nes. Esta des­via­ción res­pon­de a nece­si­da­des de cor­to pla­zo (Hacer apro­bar una nue­va medi­da, evi­tar un movi­mien­to social con­tra la gue­rra o con­tra una nue­va medi­da de aus­te­ri­dad, etc) pero tie­ne efec­tos de lar­go pla­zo sobre la socie­dad, con­so­li­dan­do esta fal­sa fron­te­ra entre un «Noso­tros» y un «Ellos». De esta mane­ra se divi­die a quie­nes debe­rían estar uni­dos y se une a quie­nes debe­rían estar divididos.

En su libro «Las dis­cri­mi­na­cio­nes racis­tas: un arma de dis­cri­mi­na­ción masi­va» usted se mues­tra crí­ti­co fren­te al con­cep­to de «diver­si­dad», des­me­nu­zan­do los aspec­tos super­fi­cia­les de ese mode­lo mul­ti­cul­tu­ra­lis­ta que cele­bra el ais­la­mien­to. Pare­ce­ría que una par­te de estas crí­ti­cas hayan sido asu­mi­das por el gobierno fran­cés, cuan­do fue pro­nun­cia­da la pala­bra apartheid. ¿Ve usted una evo­lu­ción en el tra­ta­mien­to polí­ti­co de los barrios populares?

La diver­si­dad sir­ve de dis­trac­ción, mien­tras que ocul­ta la ver­da­de­ra cues­tión que es la igual­dad. Repre­sen­ta la aper­tu­ra de un sis­te­ma des­igua­li­ta­rio para algu­nos (algu­nas muje­res, algu­nas per­so­nas sali­das de la inmi­gra­ción, algu­nos inmi­gran­tes) para de ese modo seguir repro­du­cién­do­lo mejor para todos los demás. La ima­gen ade­cua­da al con­cep­to de diver­si­dad es la de la foto de fami­lia. Toma­mos una foto ponien­do en evi­den­cia la pre­sen­cia de negros, ára­bes, muje­res, hom­bres, etc., sin pre­ci­sar el núme­ro y el lugar de estas dife­ren­tes cate­go­rías. Una ima­gen así es bas­tan­te dife­ren­te de la que corres­pon­de a la noción de igual­dad, que corres­pon­de­ria a la de un orga­ni­gra­ma que per­mi­ta loca­li­zar el lugar de cada cate­go­ría social en el con­jun­to social.

Otra ven­ta­ja del dis­cur­so de pro­mo­ción de la diver­si­dad es de cul­par de su fra­ca­so a la mayo­ría, dan­do a enten­der­le que es de su pro­pia res­pon­sa­bi­li­dad, ya que cier­tas mino­rías tie­nen éxi­to. Eso está lejos de ser nue­vo. En el pasa­do se des­ta­ca­ba a los obre­ros que se vol­vían jefes de empre­sa para defen­der el capi­ta­lis­mo, o algu­nos indí­ge­nas «evo­lu­cio­na­dos» para defen­der la colonización.

El hecho de haber pro­nun­cia­do la expre­sión «apartheid social» no ha cam­bia­do en nada la situa­ción. No fue segui­do de nin­gún efec­to con­cre­to ni de nin­gu­na polí­ti­ca ata­can­do las cau­sas de la des­igual­dad. Para ello hubie­se sido nece­sa­rio lle­var a cabo una polí­ti­ca ofen­si­va de lucha con­tra las dis­cri­mi­na­cio­nes racis­tas, que son masi­vas y sistémicas.

De hecho, his­tó­ri­ca­men­te la socie­dad fran­ce­sa está com­pues­ta de una mez­cla de cul­tu­ras. ¿Cuá­les son enton­ces las eta­pas a supe­rar en el reco­no­ci­mien­to y la par­ti­ci­pa­ción real de las pobla­cio­nes – con sus iden­ti­da­des múl­ti­ples – en el seno de una mis­ma socie­dad? ¿Cuá­les son los prin­ci­pa­les obstáculos?

Con­vie­ne en pri­mer lugar rom­per con todos los enfo­ques esen­cia­lis­tas de la cul­tu­ra y de la nación. Las nacio­nes y su cul­tu­ra no son reali­da­des inmó­vi­les, cuya iden­ti­dad segui­ria igual a lo lar­go de la his­to­ria. Lo cier­to es que pue­den evo­lu­cio­nar en fun­ción de los cam­bios de con­tex­to y en fun­ción de la com­po­si­ción de sus pobla­cio­nes. Hay que dejar de con­fun­dir la uni­dad polí­ti­ca de una nación y la uni­ci­dad cul­tu­ral. La igual­dad de dere­chos y de debe­res no tie­ne nada que ver con la homo­ge­nei­dad cultural.

Una segun­da eta­pa es com­ba­tir las dis­cri­mi­na­cio­nes sis­té­mi­cas masi­vas que asig­nan cate­go­rías de ciu­da­da­nos a pues­tos socia­les mar­ca­dos por la des­igual­dad. Son estas dis­cri­mi­na­cio­nes las que fra­gi­li­zan nues­tras socie­da­des y no su com­po­si­ción plu­ral. Por ulti­mo, estos ele­men­tos no son diso­cia­bles de las polí­ti­cas extran­je­ras de los esta­dos euro­peos. No pode­mos dia­bo­li­zar otras cul­tu­ras o reli­gio­nes para jus­ti­fi­car gue­rras, y al mis­mo tiem­po evi­tar que esa dia­bo­li­za­ción no afec­te aquí a quie­nes se pre­sen­ta como ori­gi­na­rios de esas cul­tu­ras o esas religiones.

Usted ha decons­trui­do el mito sobre los supues­tos recien­tes orí­ge­nes del ter­mino Isla­mo­fo­bia, rei­vin­di­can­do su anti­güe­dad y legi­ti­mi­dad. Pero el uso de esta pala­bra con­ti­núa sien­do tabú, inclu­so en el seno de cier­tas «izquier­das» fran­ce­sas y euro­peas. ¿Pue­de expli­car­nos su pun­to de vis­ta sobre este tema?

La Isla­mo­fo­bia es una de las for­mas esen­cia­les del racis­mo con­tem­po­rá­neo. El racis­mo tie­ne una his­to­ria, pues­to que se adap­ta para con­ti­nuar sien­do efi­caz. Apa­re­ció al ini­cio del capi­ta­lis­mo para jus­ti­fi­car la des­truc­ción de las civi­li­za­cio­nes ame­rin­dias, y lue­go la escla­vi­za­ción y la colo­ni­za­ción. Antes había gue­rras, pero no se jus­ti­fi­ca­ban por una jerar­qui­za­ción de la huma­ni­dad en infe­rio­res y supe­rio­res. El racis­mo apa­re­ció pri­me­ro con el bio­lo­gis­mo, es decir en la doble afir­ma­ción de la exis­ten­cia de razas bio­ló­gi­ca­men­te dife­ren­tes y de una jerar­qui­za­ción de estas. Pero las cues­tio­nes como el com­ba­te de los «Infe­rio­res», y la expe­rien­cia del nazis­mo (que es la apli­ca­ción del bio­lo­gis­mo entre «supe­rio­res») vol­vie­ron ile­gi­ti­mo el biologismo.

Una segun­da cara del racis­mo apa­re­ció enton­ces: la del cul­tu­ra­lis­mo, es decir, una jerar­qui­za­ción de las cul­tu­ras en supe­rio­res e infe­rio­res. La nece­si­dad de jus­ti­fi­car las nue­vas gue­rras colo­nia­les en la que los temas esen­cia­les son el gas y el petró­leo impli­có una muta­ción del cul­tu­ra­lis­mo, cen­trán­do­lo en la reli­gión musul­ma­na pre­sen­te masi­va­men­te en los paí­ses don­de se encuen­tran estas rique­zas. Tales son, para noso­tros, las cau­sas mate­ria­les del desa­rro­llo con­tem­po­rá­neo de la isla­mo­fo­bia. Esta exis­te des­de antes y en par­ti­cu­lar des­de la épo­ca colo­nial, pero por otras razo­nes: la jus­ti­fi­ca­ción de la colo­ni­za­ción. Es por ello que algu­nos esta­dos lai­cos como Fran­cia pudie­ron pro­mo­ver una evan­ge­li­za­ción en cier­tos momentos.

Exis­te todo un deba­te sobre la per­ti­nen­cia del ter­mino isla­mo­fo­bia. Este no care­ce de inte­rés. Algu­nos pre­fie­ren usar la expre­sión «Racis­mo anti­mu­sul­man» por ejem­plo. Yo mis­mo no estoy ente­ra­men­te satis­fe­cho de la expre­sión Isla­mo­fo­bia. No esta­mos en pre­sen­cia sim­ple­men­te de una «fobia» o de un «mie­do», sino más bien de un racis­mo, es decir a la vez una ideo­lo­gía, pre­jui­cios y actos racis­tas. Dicho esto, el deba­te está para mí cerra­do, a par­tir del momen­to en que los pri­me­ros invo­lu­cra­dos, es decir nues­tros con­ciu­da­da­nos musul­ma­nes ‑reales o supues­tos- han ele­gi­do esta expre­sión para desig­nar la opre­sión que ellos mis­mos sufren. El res­to es solo coque­te­ría inte­lec­tual que tie­ne como con­se­cuen­cia el hecho de no com­pren­der el alcan­ce ver­da­de­ro de este nue­vo ros­tro del racismo.

Obvia­men­te, para otros que crí­ti­can el ter­mino Isla­mo­fo­bia, se tra­ta de negar la exis­ten­cia del fenó­meno rehu­sán­do­se a nom­brar­lo. Es el caso par­ti­cu­lar de los dis­cur­sos guber­na­men­ta­les que nece­si­tan la Isla­mo­fo­bia para jus­ti­fi­car sus polí­ti­cas inte­rio­res y exte­rio­res sin poder reco­no­cer­lo abiertamente.

Pen­sa­do­res como Ilan Hale­vi sub­ra­ya­ron los para­le­lis­mos inquie­tan­tes entre la Isla­mo­fo­bia y la Judeo­fo­bia. ¿Com­par­te usted esa constatación?

Si, obvia­men­te sub­ra­yan­do que los deba­tes sobre la per­ti­nen­cia del tér­mino «Judeo­fo­bia» fue­ron mucho menos impor­tan­tes que res­pec­to a la Isla­mo­fo­bia. Sin embar­go, gana­ría­mos mucho con un enfo­que com­pa­ra­ti­vo. Más gra­ve toda­vía es la jerar­qui­za­ción de los racis­mos cons­trui­da por el dis­cur­so guber­na­men­tal. Este pro­du­ce una jerar­qui­za­ción de los racis­mos reco­no­cien­do algu­nos y otros no. En reac­ción se desa­rro­lla una con­tra-jerar­qui­za­ción que enton­ces pue­de vol­ver­se visible.

En las fuen­tes de la Isla­mo­fo­bia moder­na sur­gió el mito de «Eura­bia». ¿Pien­sa usted que esta noción com­plo­tis­ta, que seña­la el ries­go cons­tan­te de una quin­ta colum­na en el seno de las socie­da­des euro­peas se haya trans­for­ma­do en una herra­mien­ta inelu­di­ble de las cla­ses dominantes?

La fron­te­ra entre la polí­ti­ca inte­rior y la polí­ti­ca exte­rior no ha sido jamás ente­ra­men­te impermea­ble. Hay que legi­ti­mar las actua­cio­nes en el exte­rior median­te las del inte­rior. Eso es aún más cier­to en la épo­ca de la mun­dia­li­za­ción capi­ta­lis­ta. De aquí que la nece­si­dad de legi­ti­mar las gue­rras en el exte­rior haga nece­sa­rio pro­du­cir «la uni­dad nacio­nal», cons­tru­yen­do un enemi­go que pare­ce aún más ame­na­zan­te, por el hecho de estar situa­do en el inte­rior. Ocul­tar los intere­ses eco­nó­mi­cos que sus­ci­tan gue­rras en el exte­rior y empo­bre­cen el inte­rior hace nece­sa­ria la exis­ten­cia de una «quin­ta colum­na». Por una par­te, así las furias socia­les son des­via­das hacia fal­sos obje­ti­vos y por otra par­te el cues­tio­na­mien­to de las gue­rras se hace más difícil.

Sobre la cues­tión de los refu­gia­dos, encon­tra­mos por una par­te una serie de recu­pe­ra­cio­nes polí­ti­cas y por la otra una agi­ta­ción mediá­ti­ca en todas las direc­cio­nes. Este «cóc­tel» con­du­ce a menu­do a reac­cio­nes de his­te­ria y de recha­zo del otro. ¿Cree usted que nues­tra toma de con­cien­cia sobre este pro­ble­ma esté a la altu­ra? ¿Cuál debe­ría ser la reac­ción de los movi­mien­tos y fuer­zas progresistas?

Las fuer­zas pro­gre­sis­tas no están para nada a la altu­ra de la situa­ción. No pode­mos per­mi­tir la apro­ba­ción de poli­ti­cas eco­nó­mi­cas inter­na­cio­na­les que pro­du­cen la mise­ria masi­va de un país del ter­cer mun­do. Tam­po­co la acep­ta­ción de las gue­rras que soca­van los fun­da­men­tos mate­ria­les de las nacio­nes agre­di­das. No pode­mos acep­tar eso, y al mis­mo tiem­po estar a la altu­ra de la cues­tión plan­tea­da por el fenó­meno de los refu­gia­dos. Mien­tras que las fuer­zas pro­gre­sis­tas no insis­tan en las cau­sas que empu­jan a la migra­ción, esta­rán des­co­lo­ca­das sobre la cues­tión de los refu­gia­dos. El éxo­do masi­vo no ter­mi­na­rá has­ta que las cau­sas que lo gene­ran no hayan des­apa­re­ci­do. Ese debe­ría ser el pun­to de par­ti­da de todo aná­li­sis sobre las migra­cio­nes contemporáneas.

Tra­du­ci­do del fran­cés por Mar­cos Cen­tor­bi para Investig’Action

Fuen­te: Investig’Action

17 de mar­zo de 2016

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